poemas vida obra f

Poema Flor De Loto de Françoise Roy



Ten la apariencia de una flor inocente;
pero sé como la serpiente debajo de ella
William Shakespeare

En ese lugar donde tú descubriste tu alma, me introducías la semilla donde a la mujer se le introduce la semilla, y ese líquido invisible nadaba cuerpo arriba hasta mi corazón, como un cometa, moviendo la cola, nadaría en el cinturón del universo al seguir el camino de piedras blandas que los astrónomos llaman ?constelación?. Sentía el calor de su itinerario: me quemó los riñones, el hígado, me hizo hervir la sangre.
Y de pronto, como si ese flujo de fuego escurridizo hubiera pisado sin querer un lugar mágico, entró a un espacio extracorporal donde los magos le prestaron otra forma con el pensamiento y le dieron un tallo, cépalo, cáliz, corola, estambres y pétalos.
No sé qué variedad de inflorescencia llevaba, si flor de cabezuela, espádice, racimo, espiga, cima unípara o bípara, umbela o corimbo. Pero me miré al espejo y ahí estaba: me había florecido en el pecho, blanco, como un ángel arrodillado con varios pares de alas dulcemente plegadas en la espalda.



Poema Filtro Grana De No Sangría de Françoise Roy



La huella de un sueño no es
menos real que la de una pisada
Georges Duby

Milagrosa la no sangría póstuma que nos aplican los ángeles: deja en el alma una trasverberación, un balido de Dios en el oído.
Uno permanece quieto en la telaraña del silencio hasta que la memoria despierte como un lázaro menor.
Yo recuerdo un filtro de amor que alguien me vertía en la garganta: espeso, perfumado, guinda en su frasco de cristal esmerilado. Alguien que veo en sueños: camina en vilo y nunca descubre su rostro, pero tiene en la mano izquierda, del lado del corazón, una botella transparente donde brilla un suero del mismo color que las cerezas de otoño.
Sí, llegué al fin del sendero y el tiempo agotado me dibujó un puente de donde arrojarme al agua rancia de la muerte. Volteé y caí de nuevo, como pluma, a ese mundo donde yo te veo a ti con la mano izquierda vacía.
No sé si te pareces al del sueño: nunca me muestra sus facciones. Pero cada vez que me tocas, recuerdo un frasquito que encierra un mar diminuto. El mar donde se mece un oleaje grana que huele a cerezas fermentadas y dulces.



Poema Fiereza Acuática de Françoise Roy



El guerrero hiende el agua con su espada como una gran libélula que ameriza y no puede volver a levantar su vuelo parecido al nupcial. Crea violáceas salpicaduras que recaen con lancinante elegancia sobre la superficie dúctil del charco
Tienes un felino en la garganta: sabe nadar, es criatura anfibia. ¿Cómo se llama la habilidad de habitar a la vez el agua y el fuego, como es anfibio él que sabe morar en tierra firme y no firme? Nadie le ha puesto adjetivo, si te conociera nacería la necesidad de ese vocablo nuevo. Al felino, le pondremos tigre. Sus bigotes te sirven de cuerdas vocales. Guarda los embriones de felix pardo en la voz, la voz escrita de los versos. Atraviesa los aros de fuego que le tiendes como pájaro en desplome.
La cólera mueve las manecillas de tu reloj, tu clepsidra, tu calendario de números, boca abajo, al revés como los peces del último poema, el tictac de las aves que golpean contra los muros invisibles que constelan el aire.
Las lágrimas son igual de saladas que el mar, un mar muerto donde flotaría tu alma como nenúfar recién florecido con una boca de varios labios de terciopelo blanco.

Tomado de Si acaso hubiera, Ed. El Cálamo, Guadalajara, México, 2003.



Poema Fantasía Morisca de Francisco Villaespesa



A Alfredo Murga.

El reloj encantado
retumba la una.

Bajo el plateado
temblor de la Luna,
la fuente sonora
del patio, entre tanto,
nos cuenta el encanto
de la reina mora.

Un dragón vigila
su lóbrego encierro.
La feroz pupila
se revuelve inquieta.

A quien mira, mata.
La mano de hierro
crispada aún, sujeta
la llave de plata.

Lenta el agua llora;
y la reina mora,
sola con su llanto,
espera el acero
del joven guerrero
que rompa el encanto.

Pálida y sumisa,
bajo una palmera,
con su peine de oro
y marfil, alisa
el negro tesoro
de su cabellera!

El reloj encantado
retumba la una.
Bajo el plateado
temblor de la Luna,
la fuente sonora
del patio, entre tanto,
nos cuenta el encanto
de la reina mora!



Poema Fin Y Principios de Francisco Urondo



Estoy en los ruidos de la tristeza,
en las tablas de la perdición,
en el aire de este tiempo maldito, infortunado;
llovizna criminal y sucia.

En aventuras, en la queja
del muerto y el terror de los vivos y el soplo
de los convalecientes.

Estoy en el clamor encontrado, fuera
de la felicidad y el fascismo y el olvido sin escuchar
la clausura y la ausencia,
sin tolerar la conmiseración, o desconocer
la alegría o la bondad o el dolor del caído.

Sin sentir resignaciones, sufriendo con rabia
la esperanza, viviendo a mi manera.



Poema Fantasma de Francisco Hernández



Amo las líneas nebulosas de tu cara,
tu voz que no recuerdo,
tu racimo de aromas olvidados.
Amo tus pasos que a nadie te conducen
y el sótano que pueblas con mi ausencia.
Amo entrañablemente tu carne de fantasma.



Poema Fantasma de Fernando Charry Lara



Esbelta sombra dulce, sombra con ademán de entrega,
cuerpo en forma de cielo y sueño, reposas en el aire,
rompes el silencio con el corazón a borbotones,
pero me dejas en suspenso, extraña.
sólo palpitación, sólo deseo,
hallazgo imprevisto de mi destino ignorado.

Como distancia enlunada y desierta,
así de soledad y palidez te imagino, así
te construye mi pensamiento, me llegas, te amo.
Lo impenetrable de mi ser creas a tu imagen misma,
mas sólo existes
en el temblor y fascinación ante tu llamarada oscura,
en esta nube en desvelo o cárcel solitaria de mi frente,
y en el recuerdo también
de aquel salón con alas en que duerme el hermano muerto
y un vuelo repentino esas alas, esa ráfaga fría.

Yo no sé descender sino a ti misma, viva,
sin hallar jamás la huella bajo tus pies de otra música
sino solamente el trote,
la desesperación de desencadenados caballos nocturnos.

¿Es sólo un lamento que huye
ese cuerpo tuyo por el que sueño y muero?
¿La luz que te ciñe y persigue
en esa sombra por la que vaga desierta mi caricia?
Sin embargo tu desnuda sombra es dulce,
fantasma, como yo, ¡de polvo y nostalgia!
y si aparte de esta avidez en llamas
fueras leve criatura al lado,
junto a ti el aire a tu paso como ángeles serían blancas,
blandas espadas,
un diluvio, a lo lejos, un caer de invisibles, inmóviles
relámpagos.

Yo no sé, yo no sé por qué mi mano anhelante,
por qué la obstinación de mi mano como un mar de noche
y sin reposo,
no te encuentra finalmente, o mi beso, al rozar esta sombra,
al contemplarte a solas, oh tú creada de pensamiento mío,
si no en el atardecer de un desdeñoso juego de espejos,
rodeada por la música del día y soles y avenidas,
pero de pronto la evidencia
de no ser ni haber sido,
de no ser silencio,
solamente vacío.



Poema Freud de Federico Hernández Aguilar



Necesita una hora de llanto
el niño perdido en el bosque
para vengarse toda la vida.

PASIÓN

Porque sabe que hemos venido
a aplastarla nuevamente,
la hierba se pone amarilla al vernos.

ARA

Ponedle un caso en las ramas,
amarradle una pistola al tronco,
cubridle de espeso carmín las hojas,
vendadle cada una de sus raíces…
Y ni por esas
se parecerá al hombre.

EDAD

Veintirrés años de vida,
doce de asombros,
dinco de inquietudes,
ni uno de certezas.

EROTISMO

Mientras bajo con mis labios a otra parte,
¿te comes mi dedo índice?

VERGÜENZA

Tres pudores rozando con el asma
que por la lengua sale a desvestirte.
Un cruel, atrabiliario y gris fantasma
que teme verte amar y divertirte.



Poema Funeral En La Familia de Fanor Téllez



Que hace toda esta gente
dándome la mano, madre,
y por qué esa música acompasada
y hay hombres que hablan
y hemos caminado tanto,
hasta la noche casi,
oyendo voces
y por qué mi papá duerme tanto
y no ríe y baila como siempre,
sino que desaparece
y nos volvemos en bus
después de haber llorado
toda la tarde
y estamos todos tan tristes.



Poema Filosófico de Fa Claes



Diga pamplinas sobre la lengua exterior e interior,
me voy al huerto, voy a cavar,
Añés prefiere puerro este invierno,
preparo un bancal para plantarlo,
acaso mañana ya.

Adiós, Merleau-Ponty, Lacan,
Wittgenstein y compañía,
hombres letrados todos juntos,
que sólo filosofan
porque la criada lava sus calzoncillos,
plancha sus camisas, hierve sus sopas.

Señores, he hablado con ustedes;
es decir, les he oído a ustedes,
su palmadita y su risa sardónica.
Ninguno de ustedes
escuchó al otro o a mí.
Juntos seguían simultáneamente
su ininterrumpida charla.

Con asombro atento he callado
y riendo entre dientes -pero eso no lo pueden saber-
ahuyenté su relincho hacia el armario , ¡atrás!, digo.



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