poemas vida obra efrain bartolome

Poema Círculo De Calma de Efraín Bartolomé



Con un callado golpe de alas negras
se mete al pensamiento

Después arropa con su aliento tibio
Nos rasca la cabeza con amorosas manos
Nos tiende brazos cálidos sobre la cama dura

Es cuestión de dormir
Entrar al sueño con el pie derecho
Palpar los muslos de agua o de ceniza
de esta amiga reciente sin rencor y sin miedo

Y sin ninguna prisa.

*

Es cosa de comer amar dormir

Es el diario latir de lo imprevisto
La ciega interrupción
La faz de piedra de la vida monótona
vacía
Es la mujer que amamos tan odiada
Tan paloma tan vista tan sentida
Tan tigre tan serpiente tan sin vida
Tan perra tan maldita
tan deseada.

*
Es la mujer pasándonos encima
como nos pasa el mar

Como pasa ese viento:
ese ínfimo huracán por los cabellos

Cómo pasa
con callado temblor
por las tímidas canas de los veintinueve años
o por la voz de plata de Celina

Animal terco
A diario nos retuerce
el tierno cuello de cada palabra.

*

Se duerme Se ama Bebes tu llanto o tu hambre
Entramos puntualmente al catafalco del día
A vanzamos a tientas
con el tacto vendado
Corriendo siempre
Sabiendo oscuramente que un instante cualquiera
surgirá
como a veces un charco a nuestro paso
la línea de la muerte:
un barco transparente donde no viaja nadie
un círculo de calma que te envuelve
una piedra de sombra en medio de la frente.

«Ciudad bajo el relámpago» 1983



Poema Cantos Para Una Joven Concubina de Efraín Bartolomé



Son tres
Están juntas
Presentes en una
La Negra
La Blanca
La Roja:
LA LUNA

Para mi joven concubina
La Hechicera
esta lenta madrugada que se alarga
en el canto quebradizo del gallo
esta luna creciente cuya punta filosa
ha comenzado a desgarrar la cuajada negrura:
una brillante sangre empezará a fluir

Para mi joven concubina
este pequeño montón tibio:
ceniza del insomnio
y este hueco: mi costillar vació
donde golpea mi corazón
con un sonido que se apaga
poco a poco
en la noche

*

Pequeña concubina:
no mires hacia atrás

Yo te estaré mirando desde cualquier rincón
como un duende
como un desasosiego
como un presentimiento
como una sombra rápida que cruza la ventana.

*

Sólo una Diosa es Antes y es Después
Sólo una Diosa sobrevive al Desastre
Y ella está con nosotros.

*

Me mordió con su diente suavísimo el Amor
por la joven concubina
la pequeña paloma
de luminosa risa
la hija de la Gracia
en cuyo nombre enciendo
junto a mi corazón
esta violeta blanca.

*

Recuerdo su perfume su piel
su cabello mojado por la lluvia amorosa
y lo siento llegar:
como Zeus ante Europa
en mi cuerpo se está forjando un toro.

*

El vino de sus pechos purificó mis manos
El de su lengua enrojeció
-todavía más-
mi corazón.

*

Amada concubina:
¿me amarás en uno en tres
en nueve en veintisiete años?

No lo sé

Pero he amado tu cuerpo en Primavera
y basta.

*

Regálame tu larga cabellera
mi joven concubina
Déjame verla ondeando con el viento
Envuélveme con ella
Óyeme bajo ella decir cuánto te amo

Te amo tanto así
pero quiero saber si con tu cabellera
crece también mi amor

¿Por qué quiero jugar con el Abismo?

Sólo la Luna sabe.

*

El año en que naciste yo era un joven.
Tenía quince años:
soñaba con muchachos como tú.

*

Mil kilómetros separan nuestros cuerpos
Ahora justo ahora que vemos los dos
en este mismo instante
la misma Diosa Luna
a la que amamos con un único amor.

*

No tengo imagen tuya:
mi Imaginación es tuya.

*

En tu frente en tus mejillas
en tus ojos en tu cabello
deposité con besos mi ternura

En tu boca no: en tu boca
sólo el salvaje Deseo el loco amor.

*

Te amo tanto que no me importa si tú me amas a mí.

Pero me amas, oh Fortuna
¡Me amas!

*

Ah, el Amor en el sueño. Cómo crece, cómo acentúa su gloria, cómo se magnifica. Yo soñaba con una concubina de risa deliciosa, de boca fresca, pechos a la medida de mi Amor y muslos del tamaño del ardiente deseo.
Despierto
Y aquí estás sonriendo.
Oh mi Luna creciente.

*

Es cierto: yo adoro a una Diosa que no se sacia nunca. Ahora habita en tu cuerpo y – aunque es imposible- me gustaría que en ti se quedara para siempre.

*

¿La joven concubina recuerda mis palabras, el tono de mi voz, el tacto de mis manos en sus redondas nalgas, el sabor de mis besos, mis más dulces miradas? ¿Se estremece, suspira, sonríe tiernamente, llora a veces?

Sólo la Luna sabe

*

¡Cómo luchamos contra el Sueño para estar juntos un corto tiempo más! Pero el Sueño venció para nuestra fortuna, pues, como un dios bondadoso, nos hizo estar más juntos bajo su mano amante.

*

Gracias, oh Dios, por los pies de mi joven concubina. Gracias por sus piernas y sus muslos; mas, sobre todo, gracias por la divina perfección de la pequeña plaza de su vientre, donde su ombligo luce con tal delicadeza que compite con el triángulo amado de crespo vello renegrido, donde ahora hundo mi rostro en busca de una perla para ti.

*

He visto aparecer el sol desde tu cuerpo, tras una noche en vela junto a tu desnudez, en compañía de la Luna y las ardientes constelaciones. ¿Por qué, entonces, estas lágrimas inexplicables?

*

Digo con Li Tai-pe:
La nueva amada
es fascinada como una flor
mas la antigua
es tan preciosa como el jade

¿Uno qué puede hacer
sino besar la flor
acariciar el jade
y adorar a la Diosa?

«El oficio de arder» 1982 – 1997



Poema Canto En Voz Baja de Efraín Bartolomé



«Triunfará del olvido tu hermosura»
Francisco de Quevedo

Éste es un canto para ti
Entero como el aire que pasa y acaricia las flores del durazno
Feliz como una noche total
Dulce como los niños que se enamoran de su maestra
y no saben decir dónde les duele y lloran

Éste es el canto de tu cabello largo como la tarde
Arroyo donde el sol se sumerge
Agua donde mis dedos arden como peces
Red que sale del mar cargada de colores
Arena fina entre mis manos

Éste es el canto de tu mirada que hace danzar los árboles
Que hace hermosos a los perros y al aire triste de la ciudad
y a la ciudad y sus muertes innumerables

Canto a tu mirada Refugio de la luz
casa del día como quien canta las pozas bajo la espesura
de los bosques
Canto la frescura y el brillo
la calma y la tentación del hundimiento

Este es un río que de golpe avanza
y se transforma en viento sobre los pastizales
y se hace luz sobre el espacio azul.

Canto tus labios que tienen el grosor de la dicha
y se encienden como mínimos astros
en el instante en que los rosa levísima el ala del deseo

Canto tu lengua frutal
que deja reposar su tacto sobre los labios rojos
que se posa en los dientes y los envuelve y acaricia y enloquece
y los hace morder
raíz oscura
la pulpa del deseo

Canto tu talle besado por el día
Luminoso tobogán que va de la razón hasta el delirio

Canto tu grupa tensa de potranca
Viva como el trino de todos los pájaros del mundo
Tus ancas plenas como sandías
jugosas y mordibles como manzanas madurísimas bajo
el ocio del sol
Nido de mis manos hechas palomas tibias
Libro en que se lee la historia verdadera del hombre
De los hombres

Tus nalgas pesan en mis muslos con la densidad de la tibieza
Se mueven con un sentido exacto de rotación
Duermen junto a mí por el tiempo necesario
Y no se sacian nunca
Y no me sacian nunca

Canto tus rodillas vivas relucientes
Tus muslos tersos y fragantes como el interior de un mango
Tus pies tibios y dulces suaves y delicados
amorosos y tiernos como la mirada del huérfano

Canto tus pechos que se levantan de la blancura total
Tus pechos y su redondez total
Tus pechos y su aureola perfectísima
impresionable como la planta sensitiva al soplo al toque
mínimo

Canto tus pezones
Canto el color de tus pezones
Canto el color de tabaco en tus pezones

Éste es en fin el río que gota a gota te construyo

He querido cantar sobre el papel como sobre tu cuerpo

He quedado rendido
Lacio y fatigado como los días después del temporal

Déjame descansar junto a tu cuerpo
Sobre tu vientre

Arrópame.

«Música solar» 1984



Poema A La Orilla Del Sueño de Efraín Bartolomé



A la orilla del sueño algo de mí despierta
Brasas que miran la otra parte que
como siempre
duerme

Hay una barca que se abre ante el mar como una espera
Hay una vertical sombra sin rostro que me invita a subir
A irme de viaje por estas aguas turbias
en estas horas que alzan su ramazón
su tallo oscuro
en el tiempo que crece antes del alba

Hora de gallos asustados
que concentran pavor bajo sus alas
Estancias tibias en donde irrumpe el frío
como un silbido de cristal

Alza su pecho gris la incertidumbre
Entra mi pie en la barca
Despierta la otra parte de mí
que siempre duerme
y unta un frío sudor sobre mi frente

Enciendo luz
Salto fuera del sueño

Tiemblo.

«Música solar» 1984



Poema Valle De Ocosingo de Efraín Bartolomé



I

El peso del silencio

El valle que se aleja de sí mismo
a galope

Hoy vine a ver
esta distancia que se fuga
escondida tras el oro del día

Qué hermoso espejo el sol para el valle extendido

Vaga el pensamiento al ras de los potreros

Desciende el alma
culebrita
a la canción del valle

Un sonido de grillos ecos pájaros
rasga la piel del aire
Árboles que se agrupan como pájaros

Palomas cuyas alas descienden hasta el mar

La reunión de los pinos

El rancho que compró la lejanía

La claridad
envuelve la mirada indecisa de la lluvia
que no se atreve a unir su asombro
al mío

Es hora de beber el horizonte:
oír el arco iris
diadema de silencios
en la fronda del día.

II

Pero de pronto el valle es diferente

Entró la sombra
Unió sus manos a los cerros
Empezó la otra historia

Cantó el tecolote su canción a la Luna

El Negro Sombrerón rayó sobre el camino su caballo mis negro

En el monte callado alguien vigila
Rasga la tierra con pezuña hendida
Tú no lo ves pero él siempre te mira

Desde la copa oscura de los árboles
Desde las hojas secas

Es el que tiene cuerpo de carnero
El que puso cadenas al cuello de la noche

A veces se aparece por la vega del río
A veces por el rancho de don Manuel Trujillo

Se roba las mujeres Se come los niños
Se lleva los borrachos hasta el espinero
Los deja atascados en el Chamenhá

Los puntos cardinales se han escondido

Es el hijueputa Cadejo
por el cafetal
.



Poema Tzintzuntzan (visión Desde Las Yácatas) de Efraín Bartolomé



Este íntimo tono de plácida dulzura
en que la luz deambula
desnuda
por la tierra

El sol niño que asoma su rostro sobre el lago

Los millares de flores amarillas danzando

A lo lejos
la leve línea azul de las colinas:
ala del cielo añil lamiendo el agua

Un trino de cristal quiebra la transparencia

La quietud crece como un ramaje deslumbrante

¿Es verdad tanta luz?

La derramada línea del silencio oculta otra verdad:
ese ciego terror:
el agudo punzón de los silencios
la arruga que se extiende sobre la piel del lago
la hoz del labrador que en un instante oscuro
cambia de dirección
el ramo más hermoso de flores amarillas
que las vacas destrozan en su hocico babeante

Entonces nada queda:
acaso la mirada
perdiéndose en el agua.



Poema Trozos De Sol de Efraín Bartolomé



La tempestad ha comenzado a grabar su nombre sobre el polvo.

Tengo hambre, tengo dolor, tengo tristeza,
tengo un deseo profundo de confundirme con el mar,
de integrarme a la piedra,
de perderme en el aire podrido de la ciudad.

Quiero tocar la fuente del rayo.

He visto la luz postrada.

He visto una flor roja en la sien del Enemigo.

Sé bien que la Mujer, viendo hacia atrás,
alcanza a ver más lejos hacia adelante.

Lo sé bien: una mujer desnuda
hace brotar un dios en cualquier miserable.

Al pie de un cerro cruel
hay una piel colgando de un árbol espinoso:
alguien sube a ofrendarse para glorificar tu nombre, oh Diosa.

Un día me dio por escuchar los ruidos de la noche.

Por eso estoy aquí.
Miradme: desolado.
Una ele nomás y heme aquí: desollado.

He soñado.

Sueño que una soberbia estrella de diamante quema mi corazón.

Sueño en caer.
Sueño una lenta noche precipitándose conmigo hasta la boca
del Infierno.
Hasta la ultima roca desolada.

Soñé que mi corazón era mi Madre.

Soñé que mi cerebro era mi Padre.

Soñé que mi mujer era la Noche.

Mi hermana era la Muerte.

Mi corazón oscuro era el Viento del Sur.

Por eso pude alimentar el día.

Por eso tengo el corazón deshilachado. (Altura, Madre, Altura!)

Por eso arrojo estos poemas al Crepúsculo:
trozos de sol,
como monedas sucias.



Poema Oración En La Entraña Quemada De Un Sabino de Efraín Bartolomé



Éste es mi territorio más secreto: he amado a la Diosa. Fui Acteón y soy el corzo ya. Huyo entre matorrales y mi propia manada me persigue: hiere mi amante piel. Con ladridos aún, pero mi entraña sabe que no tardarán mucho en darme alcance.

Los matorrales, los ladridos y la manada entera, están dentro de mí.

Lo intuía:
al visitar las Nueve Estrellas
algo fundamental me sería revelado.

Hay que ascender
para entrar en la Cueva del Descenso.

Chinkultic

Territorio donde sólo la Altura dialoga con el Viento

Aún el silencio
duerme.

Hace Trescientos años que un encino
desde el filo más alto del acantilado
se mira en el cenote

La montaña a lo lejos respira un humo denso

Un ave negra hilvana nubes blancas

Las chicharras encienden un mediodía iracundo.

Me sujeto a las ramas más fuertes del encino

Me asomo hacia el Abismo

Mi rostro se despeña
cae
como una hoja
sobre el Cenote Azul.

En Chinkultic
La Cueva del Descenso
pronunció la Palabra:
los lagos se reunieron
para escuchar mejor.

Guarda silencio: después de un tiempo distinguirás la Voz.
entre el barullo de los ángeles:
Dios es mujer:

Hoy vi a la Dama blanca
Es el aura
Es el aire
Es la bruma de seda en que su falda flota

Es el agua
La tromba
La cascada de rayos contra su nuca débil

Es la casa
Es la barca en que viaja la Hermosura

Es un baño de sangre
Es una Luz extraña
Son las espesas ramas en que la noche bebe
Es la Mujer
La Luna
La Tempestad tajando la cabeza de Dios.

La roja cabellera flota sobre sus hombros
El sol cruza por ella como a través de un bosque
o de una nube
parece armada de un resplandor violento
Un tono ámbar asciende de su cuello en penumbra
Y de sus ojos brotan
como en un manantial
el Sortilegio y el Peligro

La vi
La contemplé
Y la estuve evitando como a la luz que ciega.

El dinero el Logos y el Poder
iniciaron su más grotesca danza de conquista:
el rubio Apolo tañe su razonable lira
Pluto choca metales argentinos:
produce lamentables tintineos monocordes
Mercurio muestra su ahíta galería de tesoros robados
Jove rompe las nubes ennegrece la bóveda celeste
la ilumina quebrándola con terribles relámpagos
Arroja rayos rojos: raja troncos enormes
Se transformará en hombre en toro en oro
Pero la Diosa sólo se refleja
en el espejo de la Poesía
y yo sé que en mis venas
discurren juntos el azogue y los versos

Ella arroja palabras sagradas sobre la multitud:
yo las recibo todas
Me descubre Me mira:
a partir de ese instante
sólo Ella y yo existimos

Comenzamos escuchando el silencio que caía sobre el lago

El tiempo
humilde
nos escuchó hablar.

Reiniciamos el Diálogo suspendido hace siglos.

Frente a la multitud mojó sus manos en el agua celeste
Después leyó en voz alta los signos de mi mano

Ella puso en mi paso ramas de zarzamoras
Yo puse moras dulces en sus labios

Exprimimos los frutos en el puño derecho
y unimos manos tintas en licor agridulce.

Lavamos nuestras manos:
el jugo de las moras volvió a la Diosa Madre.

Mojé sus pies
Bañé sus bellas piernas en agua transparente
Adiviné sus muslos:
una gota de mora
besaba su rodilla.

Lamer zumo de moras
en muslos aromáticos.

Era viernes:
Venus puso a mis pies una paloma tallada por el Tiempo

Yo la puse en sus manos

Le di en un caracol la espiral infinita

Le di un largo bordón para andar sobre el lago: recibió un Caduceo.

Desde el nicho de piedra
contemple la redonda rodilla de la Diosa
señalando hacia Siempre

Vi su poder pacificado

Danzaba lentamente sobre el agua

La mitad de su roja cabellera se había humedecido.

No era posible tanta Belleza criminal
tal rosa impía

Piedra tibia
Follaje
Bébeme

Raja la piedra soberbia del sol sobre mi frente

Toma
Te doy la transparencia
Te doy un caracol
Te doy mi sombra bajo el mediodía
Te doy un puño de tierra colorada

En tus ojos he visto la mitad del Futuro

(La otra mitad la tengo yo).

Arranqué un poco de hiedra de las tumbas
e hice una corona para su cabellera

Por su cuello desciende el oro rojo de la Noche

En sus ojos bebo un trago de Abismo

Cómo lo ensucian todo esas voces humanas.

Ya somos parte de la luz
pero habrá que volver

¿Por qué nos llaman?

Volvimos:
el Espíritu creó una ampolla invisible
y en ella nos mantuvo
a salvo de la Máquina.

Hay que volver a huir

Vayamos hacia el Centro
Hacia el Ámbar
Hacia la Noche
Hacia las Araucarias

Estamos solos bajo la Oscuridad:
démosle luz a todo.

La noche cambia
La noche ha destejido su bermellón sombrío
Soy luz Soy aire limpio
Soy un fruto soberbio
Soy un pedazo de ámbar
Soy el follaje eterno

Respiro noches tensas
Bebo abismos
A dentelladas corto la cara de la sombra
A dentelladas trozo nubes bajas
y libero la lluvia

Ven Viento como un río
Ven Cielo entero
Ven Agua total
Ven Luna creciente

Húndete hoz hermosísima
en mi plexo solar

Yo te empuño
te tomo
Ayudo a que te hundas
Hacia arriba
cortando
dividiéndome en corte sagital:
las dos partes son tuyas.

Qué dolor luminoso
Qué enjambre hace vibrar mi piel sombría.

Amo la Luna
La hierba como un río
En tu Nombre bebo sangre de toro
Y ardo

Y lo veo Todo.

Es como si acabara de salir de las llamas

Pero no

He mirado en sus ojos:
Ella guarda
dentro de sí
la Llama.

En sus ojos cerrados
la Luna nueva.

Algo perdura en mí del toro antiguo
en que montó la hija de Agenor

Por eso se estremece mi espalda con tan vivo temblor
al roce de sus muslos amados y desnudos
y el lecho es otra vez territorio divino
feliz llanura líquida:
Destino.

Qué pequeña es la Tierra los breves hombres el tiempo.

Estamos caminando sobre el agua, Hombres de poca fe.

Cuidemos este Amor de la mirada humana
Esta Unión es alquímica
Habrá que matar dragones
Cruzar desiertos
Responder a la Esfinge
Habrá muchos abogados
Pero al final esperan la Piedra y nuestra Isla
Soñaremos el mismo Sueño
Seremos inmortales
Y tendremos un hijo del Espíritu
llamado Eternidad
.

Hoy vi a diez mil enfermos con el mal de San Vito
tomarse de la mano y estremecer la calle que atravesaba el pueblo
en una larga
eléctrica
cadena de Dolor.

Mis nobles dientes
Mi noble corazón
Mis nobles genitales que ama tanto mi Amada
Mi noble pelo negro y mis rodillas
Y ella
mi amada Carne
Mi Mujer
Mi Señora

Ella
con la que soy la sola carne
sobre la hermosa Tierra.

Ella es la Diosa
Ella es el Altar
Es la Sacerdotisa
Y es la Hostia

Y yo oficio con Ella este rito en su Nombre.

Fui prodigioso en el Sabbath
Fui un animal nocturno
En mí se conjugaron la cabra y el carnero
Dientes de lebrel negro le di a su Desnudez.

Por el pequeño Egeo
Por el Mediterráneo
Por los mares de América
Por el mar tormentoso de estás sábanas blancas
Un grito
un solo grito
un solo grito largo:
EL GRAN DIOS PAN
HA VUELTO.

Yo abría las cortinas para que ella se viera:
la Luna de Arriba era la Luna de Abajo
La Luna de Adentro
era la Luna de Afuera.

Rompimos aquel tálamo de cedro.

Y eyaculé como un maguey cuando florece.

He comido de un pan
cocido sobre el vientre de la Diosa.

Y este llanto me nace
porque estoy floreciendo.



Poema Invocación de Efraín Bartolomé



Lengua de mis abuelos habla por mí

No me dejes mentir

No me permitas nunca ofrecer gato por liebre
sobre los movimientos de mi sangre
sobre las variaciones de mi corazón

En ti confío
En tu sabiduría pulida por el tiempo
como el oro en pepita bajo el agua paciente del claro río

Permíteme dudar para creer:
permíteme encender unas palabras para caminar de noche

No me dejes hablar de lo que no he mirado
de lo que no he tocado con los ojos del alma
de lo que no he vivido
de lo que no he palpado
de lo que no he mordido

No permitas que salga por mi boca o mis dedos una música falsa
una música que no haya venido por el aire hasta tocar mi oreja
una música que antes no haya tañido
el arpa ciega de mi corazón

No me dejes zumbar en el vacío
como los abejorros ante el vidrio nocturno

No me dejes callar cuando sienta el peligro
o cuando encuentre oro

Nunca un verso permíteme insistir
que no haya despepitado
la almeja oscura de mi corazón

Habla por mí lengua de mis abuelos
Madre y mujer

No me dejes faltarte
No me dejes mentir
No me dejes caer
No me dejes
No.



Poema Imágenes Dispersas Bajo La Luna Llena de Efraín Bartolomé



He sido siempre un hijo de la Luna.
Siempre vi, desde niño, las Lunas
más hermosas: la enorme Luna en llamas de Ocosingo saliendo allí, justo
detrás del cerro, tras la casa del rancho.
La enorme Luna roja sobre el
inmenso valle, en el Anochecer, bajando de las tierras altas de San
Cristóbal hacia mi húmedo pueblo, cuando tenía veinte años.
La
enorme Luna blanca vista desde el estudio de mi casa de ahora, al sur de
la ciudad más poblada del mundo, en las faldas de un monte todavía
arbolado.
Aquí, en la primera Luna llena de este año, hicimos una
ceremonia ritual para aguardarla: se leyeron poemas en su honor
mientras todos veíamos su lentísimo ascenso. Al concluir la lectura
continuamos mirándola en un total silencio, durante un largo Tiempo
que no podría medir reloj alguno.

Bajo la oscuridad
En el lugar del corazón:
la Luna llena.

Ella besó mis manos
y dejó como huellas
dos lunas pequeñitas

Soy dulce libre santo:
si me toco la frente
se ilumina
si toco a un asesino se santigua
un territorio yermo fructifica

Toco una piedra
Nace
la Poesía.

¿Lo sientes?
Es el frío del siglo
Es el frío del tiempo que acuchilla la piel
la luz que somos.

¿Sientes el golpe ciego del Desierto?

Hay pirañas en el aliento de la calle cruel

Pero mi amor será como un brasero contra el frío
Mis labios como un agua contra la sal del Viento
Mi cuerpo como nube contra la sal del Viento
Mi cuerpo como nube contra el sol del Desierto

Luz plena: sombra intensa

Entre charcos y piedras
somos el mismo Sueño
bajo la Luna llena.

Para desinfectar el cielo:
música lunar.



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