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Poema Donde Se Levanta Censo Aproximado De Sirenas, Y Con Brevedad Se Prosan Algunas Cualidades De Ellas Al Estilo De Francisco Delicado de Eduardo Vázquez Martín



para Adriana

Las hay muchas y son variados sus hábitos. Unas sólo cantan sentadas a la puerta de su casa. Otras cuando cantan peinan larga cabellera. Se sabe, por raro que parezca, que además de sorda no falta la que es muda. Sirenas arrepentidas y cínicas. Unas santas y otras pecadoras, golosas y flacas, necias y atentas. Van de un lado a otro, de costa a costa, atropellándose en su enloquecimiento de cardumen disperso. De ahí que se diga que a río revuelto ganancia de pescador.

Altas y espigadas las que más favores reciben y mejor muerte proporcionan; son caras. Porque también es variado el precio que se paga por tanta alcahueta, ramera de buena voz ?tesitura dice el que de eso sabe o le contaron?. Sirenas putas y putas sirenas, pastan yerbas dóciles cuando se manatinan y se hacen buenas. Sirenas de horario muy distinto; la que sólo ama y mata a media noche, la que a cualquier hora, por vicio y por gusto y porque nunca falta quien va resuelto a perderse en sus abrazos. Por lo mismo hay remilgosas, apretadas, siperonoahorita. Romanas y griegas, españolas mudéjares y portuguesas tristes. Sirenas meridianas y occidentales. Sirenas combatidas y sirenas vencidas. Sirenas güelfas, gibelinas, injuínas y de mentiras. Sirenas secretas y sirenas públicas. Sirenas para cantarle sólo al príncipe y al vate que al príncipe la canta. Sirenas rebeldes, feriales y famosas. ¡Ligeia y Circe! ?por ejemplo?.

Sirenas trasvestidas hay. Sirenas de ambos sexos en las orillas de Reforma e Insurgentes. Sirenas para siempre. Sirenas de una noche. Al piano y con guitarra. Sirenas de acordeón ?falsas sirenas?. Sirenas maquilladas y sirenas jabonadas. Sirenas de partido, de catedral y de domingo. Buenas y malas sirenas. Hay tantas y tantas y el Campo Santo es corto que para eso hay mar y mar por todos lados.



Poema Comer Sirena de Eduardo Vázquez Martín



para Carmen Boullosa

Que no le sirvan otra cosa,
no foca, no cazón, tonina,
tanto animal del agua.
A la sirena hay que pedirla con cabeza.

Más importante aun que el ajo,
el estragón, pimienta y sal;
antes de ponderar
el cuerpo que Alavesa
le otorga a sus riojas,
o hacer alto homenaje a la cosecha
85 de Burdeos,
hay que mirar de frente a la sirena;

acariciar su cara desvaída,
limpiar de caracoles sus cabellos.

Primero que cerner
su cuerpo al infiernillo,
sin macerar siquiera, fresca todavía,
olerle el cuello,
deletrear a su oído la palabra percebe
y ver si resucita.

Si no responde sentirás el hambre.
Es el momento de cerrar sus ojos para siempre,
pedir que la retiren de la mesa
para dejarla en manos de pinche y cocinero.

Bon apétit
?de aperitivo oporto.





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