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Poema El Vaso De Agua 2 de Andres Sanchez Robayna



el vaso no es una medida
sino su estancia solamente

una terraza pide al sol:
sólo la luz en que se basa

más alto el vaso no es más alto
ni menos hondo si se alza

terraza alta en su mañana
o luz altiva ya le bastan

lo que reposa en él reposa
sin ser más cosa que mirada

De «La Roca» 1984



Poema El Luto de Pablo Mora



El luto humano anuncia grandes cementerios bajo la Luna. O bajo los soles de arena y viento, donde los seres de este mundo asistimos a un nuevo Apocalipsis.

Sombrío señorío sobre la vida y la ilusoria paz, el exterminio de todo lo que suspira y palpita, en soledad, en multitud, por mar, aire y polvo, en cita atroz.

Ya no somos lo que somos. Ya no hablamos por nosotros mismos. Ya piensas como ellos. Tienes la libertad que ellos te permiten o te dan. En sus manos está el salvoconducto. Está la muerte, la bola negra. Tu palabra la detendrá la maquinaria de los imperios.

Ya no somos lo que somos. Somos lo que ellos quieren que seamos. Desde las orillas del mundo, nuestra palabra corre el riesgo de no ser. El gran dilema, ser.



Poema Esa Fría Luz De La Memoria de Blanca Varela



Es fría la luz de la memoria
lo apenas entrevisto brilla
con insistencia
gira buscando el casco de botella
o el charco de lluvia

tras cualquier puerta que se abre
está la luna
tan grande y plana
tan fuera de lugar
como si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo

así cayeron en la mente
formas y colores
casualidades
azar que anuda sombras
vuelcos en la negra marmita
donde a borbotones
se cuecen gozo y espanto

crece el yeso de un cielo
mil veces lastimado
mil veces blanqueado
se borra el mundo y se vuelve
a escribir
hasta el último aliento

sólo esto
eternidad aparente
mísera astilla de luz en
la entraña
del animal
que apenas estuvo



Poema El Lugar De Los Hechos (ii) de José Antonio Cedrón



Llovieron muchos años de este lado
y la humedad signando la suerte de los vientos
que se dejan mecer en la trampa del agua.
Las gotas amanecen sobre el filo del vidrio rajado en
la ventana. Atrás del muro, larguísimo,
humean los carbones quemados por el tiempo
como antiguos ladrillos de la vida incompleta.
Seguí a los animales que informaban la ruta
con sus huellas. Y me tocó mi parte.
Vi pasar los cuchillos de noche por la piedra
y no he olvidado nada con los brindis que siempre
inauguran el año y los presagios:
velas que agonizaban a la espera de un barco
milagroso, la mirada perdida de la culpa.
Pero hasta aquí llegamos.
Con estas mismas manos en el mismo esqueleto
vigilamos la cal con que se escribe el muro
porque no desvanezca
con el agua abundante de las lluvias.
Vigilamos la mano que intenta entre las sombras
sobrevivir con lo hábil de su tacto.



Poema Estrella de Max Jara



Yo sé de una estrella que luce remota.
Su rayo en mi noche desmayado flota.
Su rayo que finge la expresión tranquila
de una soñadora virginal pupila.
Su rayo que anima temblor de sollozo,
su rayo que es prenda de amor doloroso.

Los vientos que traen rumor de follaje
de lejanos bosques con denso ramaje,
los vientos que llevan en un grito amargo
condensado el tedio del camino largo,
también se han llevado, con rumbo a la noche,
musical y tibio, este primer broche
de mi amor al astro que, desde muy lejos,
me envía recuerdos en vez de reflejos.

El lago la ha visto cruzar pensativa.
La ve, tembloroso, velar desde arriba.
El lago la mima. Sedoso la arrulla
cual si fuese el sueño de las ansias suyas.
Tal vez el reflejo con que el astro vibra
hiriendo las aguas con mágica fibra,
hace que la espuma que en la margen deje,
como mujer virgen de amores se queje.

Vientos cuya lengua, viril y sonora,
dejan una estela de cantos de aurora
vientos de esperanza?beso y primavera?,
alegran en vano mi lóbrega espera.
Bien sé que la estrella se abisma en la noche
como flor efímera que cierra su broche.
Y yo la lamento morir en la altura
con grave tristeza, con vana amargura.

Deseara darle la llama sincera
de todos los sueños de mi vida entera,
le ofrendara todos los trémulos bríos
de todas las chispas de los sueños míos;
que si ella me mira, que si ella me besa
qué importa que sólo me quede tristeza.



Poema Era Mi Corazón Un Ala Viva Y Turbia de Pablo Neruda



Era mi corazón un ala viva y turbia…
un ala pavorosa llena de luz y anhelo.
Era la primavera sobre los campos verdes.
Azul era la altura y era esmeralda el suelo.

Ella -la que me amaba- se murió en primavera.
Recuerdo aún sus ojos de paloma en desvelo.
Ella -la que me amaba- cerro sus ojos… tarde.
Tarde de campo, azul. Tarde de alas y vuelos.
Ella -la que me amaba- se murió en primavera…
y se llevó la primavera al cielo.



Poema El Poema De Norma de Agustin Labrada Aguilera



He cruzado esta isla como fiesta de pobre
y creo en sus prodigios,
pero toda la angustia cae dormida a mis ojos
y no llego a decir más que la noche.

Cruzo otra vez la isla y trueco mi destino
entre personas que mueren
de su propio rencor cada mañana.
Pero tropiezo con tus ojos que piden
la eternidad de un dios sobre tu cuerpo,
y ya no hay nubes ni oscuros comerciantes,
sino un paisaje para recobrar
dos historias en una misma fruta.

Entrar en esa desnudez,
limpios de soledad, aireados por un sueño,
como quien toca al azar su buena suerte,
es la pequeña gloria de arder en tu belleza
sin ser un dios sobre tu cuerpo, un dios,
pero alcanzando así la eternidad.



Poema En El Fondo De La Noche Tiemblan Las Aguas De Plata de Gabriel Celaya



En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata.
La luna es un grito muerto en los ojos delirantes.
Con su nimbo de silencio
pasan los sonámbulos de cabeza de cristal,
pasan como quien suspira,
pasan entre los hielos transparentes y verdes.
Es el momento de las rosas encarnadas y los puñales de acero
sobre los cuerpos blanquísimos del frío.

En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio;
los hombres gritan tan alto que solo se oye la luna.

Es el momento en que los niños se desmayan sobre los pianos,
el momento de las estatuas en el fondo transparente de las aguas,
el momento en que por fin todo parece posible.
En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio.

Decidme lo que habéis visto los que estabais con la cabeza vuelta.
La quietud de esta hora es un silencio que escucha,
el silencio es el sigilo de la muerte que se acerca.
Decidme lo que habéis visto.
En el fondo de la noche
hay un escalofrío de cuerpos ateridos.



Poema El Sol de Jose De Espronceda



HIMNO

Para y óyeme ¡oh sol! yo te saludo
y extático ante ti me atrevo a hablarte:
ardiente como tú mi fantasía,
arrebatada en ansia de admirarte
intrépidas a ti sus alas guía.
¡Ojalá que mi acento poderoso,
sublime resonando,
del trueno pavoroso
la temerosa voz sobrepujando,
¡oh sol! a ti llegara
y en medio de tu curso te parara!
¡Ah! Si la llama que mi mente alumbra
diera también su ardor a mis sentidos;
al rayo vencedor que los deslumbra,
los anhelantes ojos alzaría,
y en tu semblante fúlgido atrevidos,
mirando sin cesar, los fijaría.
¡Cuánto siempre te amé, sol refulgente!
¡Con qué sencillo anhelo,
siendo niño inocente,
seguirte ansiaba en el tendido cielo,
y extático te vía
y en contemplar tu luz me embebecía!
De los dorados límites de Oriente
que ciñe el rico en perlas Oceano,
al término sombroso de Occidente,
las orlas de tu ardiente vestidura
tiendes en pompa, augusto soberano,
y el mundo bañas en tu lumbre pura,
vívido lanzas de tu frente el día,
y, alma y vida del mundo,
tu disco en paz majestuoso envía
plácido ardor fecundo,
y te elevas triunfante,
corona de los orbes centellante.
Tranquilo subes del cénit dorado
al regio trono en la mitad del cielo,
de vivas llamas y esplendor ornado,
y reprimes tu vuelo:
y desde allí tu fúlgida carrera
rápido precipitas,
y tu rica encendida cabellera
en el seno del mar trémula agitas,
y tu esplendor se oculta,
y el ya pasado día
con otros mil la eternidad sepulta.
¡Cuántos siglos sin fin, cuántos has visto
en su abismo insondable desplomarse!
¡Cuánta pompa, grandeza y poderío
de imperios populosos disiparse!
¿Qué fueron ante ti? Del bosque umbrío
secas y leves hojas desprendidas,
que en círculos se mecen,
y al furor de Aquilón desaparecen.
Libre tú de la cólera divina,
viste anegarse el universo entero,
cuando las hojas por Jehová lanzadas,
impelidas del brazo justiciero
y a mares por los vientos despeñadas,
bramó la tempestad; retumbó en torno
el ronco trueno y con temblor crujieron
los ejes de diamante de la tierra;
montes y campos fueron
alborotado mar, tumba del hombre.
Se estremeció el profundo;
y entonces tú, como señor del mundo,
sobre la tempestad tu trono alzabas,
vestido de tinieblas,
y tu faz engreías,
y a otros mundos en paz resplandecías,
y otra vez nuevos siglos
viste llegar, huir, desvanecerse
en remolino eterno, cual las olas
llegan, se agolpan y huyen de Oceano,
y tornan otra vez a sucederse;
mientras inmutable tú, solo y radiante
¡oh sol! siempre te elevas,
y edades mil y mil huellas triunfante.
¿Y habrás de ser eterno, inextinguible,
sin que nunca jamás tu inmensa hoguera
pierda su resplandor, siempre incansable,
audaz siguiendo tu inmortal carrera,
hundirse las edades contemplando
y solo, eterno, perenal, sublime,
monarca poderoso, dominando?
No; que también la muerte,
si de lejos te sigue,
no menos anhelante te persigue.
¿Quién sabe si tal vez pobre destello
eres tú de otro sol que otro universo
mayor que el nuestro un día
con doble resplandor esclarecía!!!
Goza tu juventud y tu hermosura,
¡oh sol!, que cuando el pavoroso día
llegue que el orbe estalle y se desprenda
de la potente mano
del Padre soberano,
y allá a la eternidad también descienda,
deshecho en mil pedazos, destrozado
y en piélagos de fuego
envuelto para siempre y sepultado;
de cien tormentas al horrible estruendo,
en tinieblas sin fin tu llama pura
entonces morirá. noche sombría
cubrirá eterna la celeste cumbre:
ni aun quedará reliquia de tu lumbre!!!



Poema Esta Será Mi Venganza de Ernesto Cardenal



Esta será mi venganza:
Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta
famoso
y leas estas líneas que el autor escribió para ti
y tú no lo sepas.



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