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Poema El Lamento Del Vampiro de Leopoldo Maria Panero



Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.

«Last night together» 1980



Poema El Mar de Pablo Neruda



NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.



Poema El Tiempo Es Una Ciega Locura De Campanas de Enrique Gracia Trinidad



«…Pues el tiempo está próximo.» (1.3)

El tiempo es una ciega locura de campanas
que da vueltas detrás de una sonrisa,
mientras se ciñe al suelo inerte
la última paloma.
Vinimos desde el cobre fecundado
por semillas de arcángeles azules
hechos con argamasa de preguntas.
Y ahora los minutos
pesan como columnas de granito,
socavan la razón,
hacen del miedo un templo,
embadurnan la vida de liturgia,
tejen el odio,
se ríen de nosotros estrellándose
contra un futuro próximo,
indecible,
crepuscular dominio de la nada.

De «Tiempo de apocalipsis»
(Poesía 1972-2004)



Poema Epílogo de Claribel Alegria



…existen los barrotes
nos rodean
también existe el catre
y sus ángulos duros
y el poema río
que nos sostiene a todos
y es tan substantivo
como el catre
el poema que todos escribimos
con lágrimas
y uñas
y carbón.



Poema El Nombre Arbitrario De Este Objeto Que Te Desvela… de Esteban Moore



?al sonido de su nombre? *

el nombre arbitrario de este objeto que te desvela
botella, tornillo, o piedra/ que si lanzado de voces
declina la invisible trayectoria de alturas/ entrega
al esfuerzo de tu oído/ el hueco eco de la colisión
la característica de los cuerpos, peso, tamaño, etc.

* ?al sonido de su nombre?
Rodolfo Alonso
?El paseo?, revista Ficción (43/44), 1963.



Poema El Amor De Mis Amores (fragmento) de Carolina Coronado



¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti, ¡dulce amor mío!,
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envío?…
… … … … …

Aquí tu barca está sobre la arena;
desierta miro la extensión marina;
te llamo sin cesar con tu bocina,
y no pareces a calmar mi pena.

Aquí estoy en la barca triste y sola,
aguardando a mi amado noche y día;
llega a mis pies la espuma de la ola,
y huye otra vez, cual la esperanza mía.

¡Blanca y ligera espuma transparente,
ilusión, esperanza, desvarío,
como hielas mis pies con tu rocío
el desencanto hiela nuestra mente!

Tampoco es en el mar adonde él mora;
ni en la tierra ni en el mar mi amor existe.
¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste,
o si dentro del mar estás ahora.

Porque es mucho dolor que siempre ignores
que yo te quiero ver, que yo te llamo,
sólo para decirte que te amo,
que eres siempre el amor de mis amores.
… … … … …



Poema El Vanidoso de Roque Dalton Garcia



Yo sería un gran muerto.

Mis vicios entonces lucirían como joyas antiguas
con esos deliciosos colores del veneno.
Habría flores de todos los aromas en mi tumba
e imitarían los adolescentes mis gestos de júbilo,
mis ocultas palabras de congoja.

Tal vez alguien diría que fui leal y fui bueno.
Pero solamente tú recordarías
mi manera de mirar a los ojos.



Poema Este Sueño de Miguel Antonio Jiménez



Este sueño sin párpados es un rumor herido
y este aire de vida es un redondo sueño
donde tus ojos ruedan y me siento su dueño
en el agua que juega consumiendo el gemido

Eres mi agua mi fuego mi primera noticia
la pregunta que envuelve la palabra que asoma
su voz hiela en el aire que toma
mi agudo fuego mi mirada en caricia



Poema Elegía de Leon Felipe



A la memoria de Héctor Marqués, capitán de la Marina mercante española, que murió en alta mar y lo enterraron en Nueva York.

Marineros,
¿por qué le dais a la tierra lo que no es suyo
y se lo quitáis al mar?
¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
si era un soldado del mar?
Su frente encendida, un faro;
ojos azules, carne de iodo y de sal.
Murió allá arriba, en el puente,
en su trinchera, como un soldado del mar;
con la rosa de los vientos en la mano
deshojando la estrella de navegar.

¿Por qué le habéis enterrado, marineros?
¡Y en una tierra sin conchas! ¡¡En la playa negra!! … Allá,
en la ribera siniestra
del otro mar;
¡Nueva York!
?piedra, cemento y hierro en tempestad?.
Donde el ojo ciclópeo del gran faro
que busca a los ahogados no puede llegar;
donde se acaban las torres y los puentes;
donde no se ve ya
la espuma altiva de los rascacielos;
en los escombros de las calles sórdidas
que rompen en el último arrabal;
donde se vuelve la culebra sombría de los elevados
a meterse otra vez en la ciudad…
Allí, la arcilla opaca de los cementerios, marineros,
allí habéis enterrado al capitán.

¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
por qué le habéis enterrado,
si murió como el mejor capitán,
y su alma ?viento, espuma y cabrilleo?
está ahí, entre la noche y el mar…?



Poema Epigrama Para Antonio de Manuel José Arce



Es famosa la méntula de Antonio
por su tamaño, en todo desmedido.

Mas, mientras él la luce por las termas,
su mujer me murmura en el oído:
-prefiero tu pequeño gladiador
al gigante dormido



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