Poema Desenlace de Marta Zabaleta
Voy buscando
huracanada y ola
bebiendo del vacío
como en mi sombra y sola
castañuela de suspiros
coros de abuelos
transparente en mi anhelo
buscando ese presagio
en otros cielos.
Amor Amistad Familia Infantiles Fechas Especiales Cristianos
Voy buscando
huracanada y ola
bebiendo del vacío
como en mi sombra y sola
castañuela de suspiros
coros de abuelos
transparente en mi anhelo
buscando ese presagio
en otros cielos.
Deja los humores extraños del amor en paz
porque con ellos yo me entiendo
Deja la memoria de mis plazos
en la jarra que escondió al recelo
Déjame lo inviable y quédate conmigo
junto a mis retrasos endebles
Déjame encontrar tu beso disidente
Deja convivir en mí, los gestos del mohín y del tropiezo
Dame un anticipo para tu demora
Déjame el afán esporádico del llanto
y tus recónditos espasmos de alegría
Deja que convoque lo que desdeño de tí
Deja que tu sentimiento agreste duerma a mi lado
Dame la fracción espontánea de un deseo
Déjame los arrebatos del dolor y el daño
que con ellos yo me arreglo
Borra mis atuendos sombríos
Déjame recolectar colores cuando has anochecido
Déjame completas las palabras indolentes
Déjame jugar con un poco de tu amor entre retazos
Déjame sobrio y moderado
pero no me dejes eludir a la tristeza
si te ausentas y decides que yo no voy contigo.
?Quiero que me hagas el olvido
como antes me hacías el amor?.
Vendrás.
No tengo ganas de arreglar el cuarto
donde descansaremos o haremos el amor
(según el ánimo, la luna llena
el tráfico con que te hayas enfrentado).
Debería hacerte de comer, lavar los trastes,
así como llevé tu traje a la tintorería.
Pero hoy no tengo ganas de hacer esas cosas,
de vivir el lugar común en que vegeto
junto con las vecinas de abajo y de arriba.
El viento de la tarde me recordó el mar,
después vino la lluvia y con ella los sueños.
Hoy quisiera acostarme sobre la arena húmeda;
navegar hasta que el cansancio nos deje a la deriva;
liberarme de las cuatro paredes de la rutina;
amanecer sin prisa, buscar leña
y hacer una fogata a la orilla de un río;
aprender los caminos de tus ojos
como si fueran los de un desconocido;
navegar o convertirme en espuma,
en alga, en estrella de mar, en erizo;
pero ya ves,
tu burocracia sólo me da la posibilidad del sueño
y aunque somos amantes, yo cada vez te siento
más esposo y menos compañero.
Biografía: conviérteme en mujer
-cuyas alas fueron diseminando
sueños a la vez que fracasos-
dame la clave del vuelo de una mariposa fugaz;
haz que vislumbre la esperanza
cuando me suba a los árboles a jugar;
libérame de las muñecas inertes
que estorbaron mi infancia.
Dame valor para cambiar.
Te juro que no voy a caerme,
te juro que no voy a llorar,
te juro que no me voy a sentir sola.
México D.F. 1979
Me doy por vencido.
La religión la mafia
la política y el fútbol
el ejército y la moda
mueven más gente que yo.
Son millones o pocos
pero totalmente decididos
al todo por el todo.
Yo sólo tengo que ver
con las pequeñas multitudes
de un cine de trasnoche
con la soledad de los jugadores
que ofician una partida de ajedrez
con la tibieza de algunas mujeres.
Leo
vuelvo a ver una vieja película
hago noche en Coltrane
y estiro el brazo y acaricio a mi bella
que fume y ahora me convida.
Por delicadeza,
permití que los pájaros helados
calentaran sus picos en mi lumbre,
horadaran los leños de la noche
e hirieran con sus cantos mi silencio.
Ellos mancharon con sus plumas
mis sábanas
y picoteando sobre la pureza
me volvieron ceniza,
por delicadeza.
Por delicadeza,
consentí ser la amante de los héroes.
Alimenté mentiras y carencias
en hoteles de paso;
amordacé mi corazón de niña
y fui mujer fatal
para que nunca parecieran culpables.
Ellos se fueron
con mis mejores máscaras
y sus esposas, muertas de tristeza,
me dieron mala fama,
por delicadeza.
Por delicadeza,
pude resucitar en mis papeles
aquellos pájaros helados.
A mis tristes y efímeros amantes
con sus tibias y frívolas esposas
los transformé en metáforas.
Esparcí mis cenizas.
Hice versos
sólo para conjurar mi mala fama.
Y hoy que no creo en la delicadeza
te me apareces tú
que eres más que la delicadeza.
Estoy enferma de delicadeza
y no perderé mi vida por delicadeza
conmigo misma.
Por delicadeza.
Duérmete mi niño,
duérmete mi luna,
que arde la estrella:
esa estrella tuya.
Parece que dice:
«Sin duda, sin duda,
yo soy de ese niño;
él viene en mi busca».
Duérmete mi niño,
duérmete mi luna,
duérmete mi estrella
que todo lo alumbras.
Ya no sé qué pensar de mi propia existencia,
aun si he de poder soportar esta vida,
que en viéndome al espejo descubro en tal presencia
un ser a todo hostil que extraño me intimida.
Deslízanse las horas fuera de mi conciencia;
todo se me aparece como cruel despedida
por no sé qué catástrofe de fatal evidencia
y adolezco de idea, de noción y medida.
Sólo en el pensamiento, Dios al cabo me salva;
que si por El no fuera, torpe sucumbiría,
al no importarme noche, crepúsculo ni alba.
Menester es llevar a término el destino
y ?con Dios en la mente como único guía?
hacer, la cruz a cuestas, el humano camino.
Dos de la madrugada. En trémula zozobra;
los silencios, vivientes; la oscuridad sin borde;
cuando la fuerza falta y la tristeza sobra,
en soledad infinita para estar más acorde.
De improviso resuena el son de un benteveo
con tono tan alegre que regocija el alma,
y es tal la donosura de su simple gorjeo
que sonrío, infantil, renacida la calma.
Y digo: Dios existe; es El quien me conversa
como a niña medrosa perdida en la espesura,
para que no me queje sintiéndome en olvido.
La breve melodía, al viento se dispersa.
Y me quedo pensando por tierna conjetura:
¿en qué rincón de cielo habrá colgado un nido?
«Las madres las hicieron miles de Blancanieves,
cientos de Cenicientas y alguna Rapunzel;
y por eso son lindas y de pisadas leves,
y tienen la frescura de la col en la piel.
»Las madres las hicieron… o rubias o morenas,
sus cabellos oscuros ?alféizar de ventana?
o con trenzas de oro; pero siempre tan llenas
de besos en los labios, de noche y de mañana.
»Las madres las hicieron las buenas hadas juntas
con la varita puesta sobre sus corazones,
por eso nos contestan difíciles preguntas
y todo lo adivinan, y a todo dan razones.
Las madres las hicieron de esta manera, así,
con la varita mágica: ¡como te han hecho a ti!»
Id por camino estrecho que lleva a puerta angosta
?ésa que sólo niños atravesar consiguen,
perfumada de nardos donde un ángel se aposta?
y no al portal mayor que los grandes persiguen.
En haciéndoos pequeños ya seréis inocentes,
que para tales es el reino de los cielos;
así oiréis la palabra que a sabios y prudentes
Dios oculta y revela sólo a los pequeñuelos.
Porque el reino celeste es de las almas puras:
los humildes y pobres, simples de corazón.
Sed como ellos y así ?con candor de criaturas?
traspasaréis seguros la reducida puerta
que a los mansos espíritus estará siempre abierta,
camino de la vida, suprema bendición.