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Poema Desde Que El Alba Quiso Ser Alba de Miguel Hernandez



quiso ser alba…

Desde que el alba quiso ser alba, toda eres
madre. Quiso la luna profundamente llena.
En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y un removido abismo bajo una luz serena.

¡Qué olor a madreselva desgarrada y hendida!
¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
y sintieron vivas bruscamente las cosas.

Eres más clara. Eres más tierna. Eres más suave.
Ardes y te consumes con más recogimiento.
El nuevo amor te inspira la levedad del ave
y ocupa los caminos pausados de tu aliento.

Ríe, porque eres madre con luna. Así lo expresa
tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y el ascua repentina que te agiganta el ojo.

Ríe, que todo ríe: que todo es madre leve.
Profundidad del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.

Nunca tan parecida tu frente al primer cielo.
Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.



Poema Danza de Miguel Florian



Los juncos se movían,
las ramas de los álamos,
la hojarasca,
el agua en el estanque,
las agujas del pino.

Y más acá
la sangre de los hombres
se mecía también,
poseída
de tanto movimiento.

Y más, y aún más acá,
ya en el centro del alma,
temblaban las palabras,
al golpear los labios,
para nombrar, sin más,
los juncos del arroyo,
el rumor de los pinos,
la sangre, la hojarasca.



Poema Dama de Miguel Arteche



Esta dama sin cara ni camisa,
alta de cuello, suave de cintura,
tiene todo el temblor de la hermosura
que el tiempo oculta y el amor desliza.
Esta dama que viene de la brisa
y el rango lleva de su propia altura,
tiene ese no sé qué de la ternura
de una dama sin fin, bella y precisa.
Aunque esta dama nunca duerma en cama
parece dama sin que sea dama
y domina desnuda el mundo entero.
Esta dama perdona y no perdona.
Y para eso luce una corona
esta dama que reina en el tablero.



Poema Duarte de Miguel Antonio Jiménez



Si pudiera crecer en el ángel de tu ira
como una lengua muda que se le escapa al sueño
la ausencia lograría al borde de tu herida
el argumento de lo no creado
si pudiera verte por dentro desnudo de palabras
una luz granizada imantaría distancias
y grabaría la página que se alza en tus latidos
como un número espeso que circula en la sed.



Poema Desolación de Miguel Antonio Jiménez



A Frank Martínez
en la plenitud del grito.

Abatida hasta el polvo está mi alma
Salmos 119….25

Y agotado y rendido y casi muerto
abandonado en la sal de mi ser
tomo esta letra viva
tomo este verso así
como el hielo de vidrio que simula la sangre
cortando como el frío semejanzas del odio
como una queja lenta que hace metal la forma
y roto y tendido y abollado
en las rancias colinas del insomnio
como una sombra colgado de la noche
repito la plegaria que me conversa Dios
por la silueta fértil que hace piedad la llama
por la máquina misma que se queda en los sueños
y trabaja en detalles la posible quimera
en la agónica página que tala voluntades
como un gotero eterno que suspende su canto
para oír el delirio de un poeta que late
en esta orilla sorda
donde rueda mi grito
en un oscuro tiempo
en una llaga oída que la nada escudriña
en esta noche muerta que se clava en mi ánimo
como una repetida soledad de universo
cuando tú te derrumbas en el resto del tiempo.



Poema De «los Reductos Del Sol» de Mía Gallegos



III
Me aferro al cuerpo
como único reducto permitido.

Carezco de sitios de ternuras y llantos.
De nuevo palpo la llama del pájaro quebrado.
Busco abrigo en lana.

He puesto mis pies debajo de las aguas
y por la presión
de mis párpados callados
sé que no soy ni siquiera una isla.

VIII
Vivir, ya he dicho:
Tener sobre las manos un fajo de papeles:
un lápiz, libros, dibujos, sueños.

El alma al descubierto
vulnerable.
Estar así. Beberse a uno mismo.
Sollozar.

Tomar el invierno para tejer
una mansión de lino
Vigilantes los senos,
escondidos en la piel.
Vibrar
Repasar las camisas, acomodar los sueños,
dejar en perfecta armonía los clavos, la canela,
el azúcar y los aromas.

Dejar el alma al despoblado,
musitar pequeños versos de Sor Juana,
olvidar castigos y derrotas.
Recordar el olor de un verano en Guanacaste.
Fruncir el ceño por placer ,
sonreír por malicia.
Vivir,
acodada entre sombras,
aniñando los ojos
y olvidar, olvidar.



Poema Desvelo de Meira Delmar



A la hora del alba cuando el sueño
me abandona,
recorro los momentos
de nuestro amor, en busca
de los rostros de entonces,
los sueños, las palabras.

Todo en vano.

Nos fue borrando el tiempo,
sus implacables manos,
deshaciendo los cuerpos para sólo
dejarnos, viva llama, que no cesa
de arder en el vacío.



Poema Deshora de Meira Delmar



Cuando llegué te habías
ido del brazo de otro amor.

Y no quise decirte: «Vuelve,
perdóname esta vez,
se me hizo tarde,
fue un pequeño descuido
de la vida, una leve
distracción del destino».

Aquel silencio que selló mis labios
me hiere todavía el corazón.



Poema Dejo Este Amor Aquí de Meira Delmar



Dejo este amor aquí
para que el viento
lo deshaga y lo lleve
a caminar la tierra.

No quiero
su daga sobre mi pecho,
ni su lenta
ceñidura de espinas en la frente
de mis sueños.

Que lo mire mis ojos
vuelto nube,
aire de abril,
sombra de golondrina
en los espejos frágiles
del mar…
Trémula lluvia
repetida sin fin sobre los árboles.

Tal vez un día, tú
que no supiste
retener en las manos
su júbilo perfecto,
conocerás su rostro en un perfume,
o en la súbita muerte de una rosa.



Poema De Paso de Meira Delmar



No es el tiempo
el que pasa.
Eres tú
que te alejas
apresuradamente
hacia la sombra,
y vas dejando caer,
como el que se despoja
de sus bienes,
todo aquello que amaste,
las horas
que te hicieron la dicha,
amigos
en quienes hubo un día
refugio tu tristeza,
sueños
inacabados.
Al final, casi
vacías las manos,
te preguntas
en qué momento
se te fue la vida,
se te sigue yendo,
como u hilo de agua
entre los dedos.



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