poemas vida obra d

Poema Danza de Orietta Lozano



Qué voz hace crujir el vestido de seda
de esta noche y entreabrir los muslos tiernamente
y desnudar su espalda de mujer?
Parece ser el canto ebrio de bacantes
o el susurro lejano de una viuda
o la lluvia entrecortada de una novia.
¿Qué voz extraña hace que el perro se levante y dance,
y la luna galope en el lomo de un caballo,
y el lago abra su ojo cristalino más que nunca?
¡Levántate, amor! La noche espera ser ungida
de vinos y perfumes,
sacrificada como una diosa frágil
entre los brazos de la tierra.



Poema Del Viejo, El Consejo de Jose Maria Gabriel Y Galan



Deja la charla, Consuelo,
que una moza casadera
no debe estar en la era
si no está el Sol en el cielo.

Tu hogar tendrás apagado,
y al mozo que habla contigo
le está devorando el trigo
la yunta que ha abandonado.

Mira que está oscureciendo,
que en las riberas lejanas
ya están cantando las ranas,
ya están las aves durmiendo.

Que tocan a la oración,
y hay gentes murmuradoras
cuyos ojos a estas horas
cristales de aumento son.

Y es que los oscureceres
son unas horas menguadas
que han hecho ya desgraciadas
a muchas pobres mujeres.

Mira, muchacha, que ha sido
la tarde muy bochornosa
y va a ser fresca y hermosa
la noche que ha producido.

Mira que son muy contadas
las fuerzas de la memoria;
mira que huelen a gloria
las mieses amontonadas.

Y está tu galán delante,
y está tu hermanillo ausente,
y está el amor en creciente
y está la Luna en menguante.

Y a luz tan débil yo creo
que sola a salir no atinas
del laberinto de hacinas
donde metida te veo.

Tal vez si el mozo me oyera
pensara que esto es perfidia,
creyera que tengo envidia,
que tengo celos dijera.

Pues con la venda de amor
no viera que soy un viejo
que solo con un consejo
puedo acercarme a tu honor.

Vete, muchacha, y no quieras
llorar prematuros gozos,
que sé lo que son los mozos
y sé lo que son las eras.

Y en tales oscureceres
pláticas tales de amores
dicen los murmuradores
que son de tales mujeres…

Y tienen razón, Consuelo,
que una moza casadera
no debe estar en la era
si no está el Sol en el cielo.



Poema Dale, Dale, La Mano Que Sostiene En Lo Alto La Linterna… de Daniel García Helder



Dale, dale, la mano que sostiene en lo alto la linterna
empieza a aflojar, es ahora, da dos pasos, uno, dos, tus primeros
sigilosos pasos en la arena del otoño, uno más y ya son tres,
quitando esos pinos de alas caídas verías
la casa en la loma y vaquitas tascando
el forraje en la hondonada, sí
Pero para qué, los pinos no pueden correrse de ahí
ni la luz cebarse en otra especie más pía,
dale, con el taco marcando la arena, el pasto que invade la arena,
abajo, y a no buscar auxilio en las estrellas esterlinas
hacen su negocio sobre los techos herrumbrados,
dale, hasta que sola en un palo encogida de hombros la rabona
garza bruja con un cuac pelado corte el viento
nadie va a salir a buscarte, pensando si estás vivo o qué.



Poema Desvelo de Néstor Martínez



Luz fantasmal
se posa sobre el jardín
sobre el techo de las casas
en la altura de los árboles
quietud de luna llena
inunda mi cuarto
retroceden las sombras presurosas
mi rostro en la ventana
atestigua la magia nocturna
el hechizo de las estrellas
portal del misterio
abierto a mis sueños
avanza la noche
hacia la muerte luminosa
que asoma, tímida,
con sus rayos de muerte…



Poema Desolación de Néstor Martínez



Busca la brisa
entre el desierto negro
algún vestigio verde
en el cual posar su afán.
Levanta curiosa
nubes breves
pequeñas y brillantes
soplando la superficie.
Eleva pedazos del cadáver
sobre torbellinos juguetones
polvo sobre polvo revuelve
tratando de insuflarle la vida
Traviesa se desliza presurosa
hacia el atardecer
dejando tras de ella
una estela de muerte
que le dice adiós desesperada..



Poema Daltonikon de Néstor Martínez



Los que transformaron su nacionalidad y lenguaje para sobrevivir
(puertorriqueños en Nueva York, cubanos en Miami
o mexicanos en California)
los que mueren de soledad en sus apartamentos,
o dentro de un carro,
los explotados por las embajadas y consulados
organizaciones, empresarios, coyotes, abogados, policías,
políticos y familiares,
los que apenas saben leer y escribir pero que
mantienen la economía del país
(más de dos mil millones de dólares frescos anuales en los últimos 17 años,
sin tomar en cuenta todos los negocios
alrededor de los hermanos lejanos).
los que mueren aplastados en el freeway,
ahogados en las playas de San Diego,
congelados en las montañas o de sed en el desierto
en busca de la oportunidad que nunca tuvieron,
los que tienen un feo monumento en la autopista Sur
(realizado porque sobró dinero de la construcción de un paso a desnivel)
los que son el orgullo nacional pero que cuando mueren nadie los recuerda,
(María Chicas y su hija María Aurora, de cinco años, murieron en un incendio.
El Consulado de El Salvador no contestó las llamadas de la agencia EFE),
Los que salieron maldiciendo la miseria, la criminalidad,
las amenazas de muerte, al gobierno,
los vendedores de documentos falsos en la Alvarado,
de pupusas en cualquier lugar que lleguen,
los negociantes más prósperos,
los que nunca descansan,
los más hospitalarios del mundo,
los que siempre preguntan si ya comiste,
los que superaron las mafias empresariales y políticas
y triunfan a golpe de verdadero trabajo.
Los salvadoreños,
los más vergones del mundo.



Poema Desde Lo Más Profundo De Mi Ventrículo Izquierdo de Nacho Buzón



soledad = tranquilidad
tranquilidad = momentos de inspiración
momentos de inspiración = cartas con forma de mujer
mujer = inspiración tranquila con forma de cartas de soledad



Poema Don Juan Trasnochado de Mónica Albizúrez Gil



qué luego llegaste al panteón
del arrepentimiento
qué afán de penitencia ahora
levanta el telón don tenorio
la escena anterior fue tu engaño
deja ya el ridículo
te lo exigen
estos tiempos
Inés
sobre la tumba
te lo ordena



Poema Dinosauria de Mónica Albizúrez Gil



Hay algo de dinosauria en mí
de ojo limpio y torpe pisada
de piel resistente llamada al exterminio
en el cuello alto
en los roncos gemidos
en el espasmo
algo de fósil cavernaria
de saliva inmóvil
de ternura y asco



Poema Dime Desde Allá Abajo de Miguel Hernandez



Dime desde allá abajo
la palabra te quiero.

¿Hablas bajo la tierra?

Hablo con el silencio.

¿Quieres bajo la tierra?

Bajo la tierra quiero
porque hacia donde corras
quiere correr mi cuerpo.

Ardo desde allí abajo
y alumbro tus recuerdos.

* *



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