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Poema Y Vino Dios Un Día… de Claudia Herodier



Y vino Dios un día
a jugar conmigo.
Juntos fuimos al Hombre.
Recorrimos al hombre.
Gozamos en el hombre.
Mi ser ya no podía con su
infancia abierta,
ni Dios con su cansancio.
Nos miramos.
Nuestros pies
unieron las piedras
y así formamos
un cementerio
sin cruces.
Ya nadie podría
beber nuestras angustias
y nadie tendría
en sus distancias
flores de papel.
Nos llenamos de hormigas.
De soledades abiertas
y cerradas.
Dios habló.
Me fui yendo poco a poco
y dejé al hombre solo.
Mañana será otro día me dije.
Pero el día no vino.
Y Dios quedó encerrado.
Empecé a llorar.



Poema Volcán De Mimbre (ix) de Claudia Herodier



El amor,
es del color
de mis sandalias.
¿Sabes?
A veces,
es raro sentirse:
¡Voy descalza!
Evito luciérnagas
caminantes,
piedras gritonas
a hombre
¿Sabes?

El amor,
es del color
de mis sandalias…
¡Voy descalza!



Poema Volcán De Mimbre (iv) de Claudia Herodier



Mariposa
arrastrada por un viento.
Por este viento vacío
que se durmió hace
años.
Arena movediza
en un pantano
desierto,
donde las aves cantan
despertando sueños.



Poema Vísceras Planetarias de Claudia Herodier



A Edmundo Barbero, mi padre

Cuánto diera por saber lo que tarda el agua
en convertirse en agua viva.
Plena de musgo, de algas, de trasparencia oscura al ojo
no avezado en la meteria.
Y cuánto diera de mí en el sabroso desgaste
hacia lo humano.
Hartarme de gente y no llenarme nunca. Ser el nuevo
metabolismo de la civilización
occidental, torturada cultura de las llagas
y mil púas invisibles saliendo por todos lados…
Me conmueve el no saber el hacia adonde de lo nuestro.
De lo que hemos hecho nuestro
sin propiedad, tan sólo porque existe una sangre
y unas células heredadas del inmenso pasado.
Y en esta incertidumbre visceral, a la que no he podido
acostumbrarme todavía,
continúo mi escrutinio y el hallazgo, es siempre permanente.

Nov. 7/1978 S.S.



Poema Total Memoria de Claudia Herodier



A G.E. por haber ayudado a recuperarme a mí misma)
«Vamos, esto es realmente un espectaculo
que ha sacado a los muertos de sus tumbas
¡La población de los viejos cementerios
de las colinas, corre a verlo!
¡Fantasmas! Fantasmas innumerables en los flancos
y en la retaguardia».
Walt Whitman
(De «Balada a Boston», 1854)

I
Ciudadanos de una tierra de raíces…
¡Manglares vagabundos
buscando lo blanco en unas alas!
Cadáveres ya de cuerpos que no existen
caminando con muletas hacia la gran ciudad buscada…
Cojos indecisos por una libertad de papel
bajando gradas.
Manoseada forma de hablar y de decirse.
¡Nada clara!
Abofeteando la inteligencia que calzamos
¡fruta jugosa con su propia tierra exacta!
¡Soberana forma pensante toda una!
atentada
por explosivos cargados con la dinamita de 9 muertos,
hoy, que han crecido las murallas.

II
Y adonde, en la razón y en el juicio,
los otros sesenta y nueve mil novecientos noventa y un
cadáveres?
En qué cárcel de oscura pestilencia se quedó el vecino,
el hijo del comerciante, el profesional instruido,
la muchacha joven que quiso interpretar con sus entrañas,
la Sinfonía del Nuevo Mundo?
Qué avioneta los arrojó al mar casi cadáveres?
Qué perro devoró sus carnes?
Quién fue el que ató sus manos a la espalda?
Por órdenes de quiénes se mutilaron sus huesos,
se electrocutaron sus miembros?
Cuántos torturadores hubo? Adónde están y quiénes fueron?
Adónde, quiénes
y a cuántas ratas metieron
en las vaginas de las vírgenes?
Qué cuchillo o qué cigarro se aproximó a los ojos?
Cuántos escupieron sobre los rostros y quiénes siguen siendo
los que dan la cara?
Cuántos quedaron putrefactos en las paredes de las cárceles,
incrustados en las aguas de las bocanas?
Quiénes sacaron a quiénes de sus casas, por la noche,
con sus carros blindados, para que jamás volvieran,
para que nunca retornaran?
Quién dio la orden?
Quienes se jactan de tener Próceres en sus familias
y celebran cada año la Independencia de la República
-ganada a punta de curas rebeldes, en su tiempo-
y ahora piden hostias en las misas
y se dan golpes de pecho
en las espaldas?
Con quiénes habla Matías Delgado ahora,
que ha tenido que acoger al arzobispo
y a siete nuevos curas masacrados
en el seno de un viejo 15 de septiembre?
mientras el país deja que pase todo
como agua…
Quiénes y adónde arrojaron las doradas semillas
para el estallido?
Quién cosechó el fruto de la soberbia, de la inconsecuencia?
Quién nos refrescara la total memoria?
Cuántos caminaremos por los caminos,
para desenterrar a los muertos?
Unir sus pedazos?
Qué hueso tomará la decisión por mí?
Qué haremos todos, esta vez?
¡La vida va pasando! Pasa?

III
¡No se que haran ustedes!
Por mi parte,
no voy a basarme en la muerte de solo 9
cuando hay 69,991 más, esperándome
con su azadón de tiempo y su maleza en punto.
Por mi parte, quiero tener presente que junto a esos 9,
quedaron 69,991 guisos a la mitad de sus hervores,
desayunos intactos,
televisores encendidos,
radionovelas al aire.
Madres rotas. Mecedoras moviéndose. Esperando.
¡Que en el sueno, la pesadilla no se arrodillo nunca!
Que de esas 69,991 irrecuperables pulsaciones,
hubo miles de mujeres solas en su noche de bodas,
hombres descuartizados a la mitad de un orgasmo,
abuelos desdentados aguardando su atol de maíz,
su cajita de maicena.
Cabezas de niños pidiendo leche. Con la boca abierta en el pecho
de sus madres.
Aullidos horribles en mitad de la noche.
Pueblos errantes…
¡Libros que todavia aguardan, para que los lea alguno!

Febrero 26/97



Poema Siglo Xx de Claudia Herodier



Camino de ti, en este breve instante de tu hora,
voy siendo apenas esta hoja desprendida,
donde una ilusión su nido encuantra agonizando.
Esta hoja fugaz, pálida vena del destino.
Hiel. Carroña innecesaria. Veinteavo deseo
de ser un soplo vivo.
Qué lenguaje usar para decirte que te quiero.
Siglo árbol que enredas mi espesura.
Qué dialecto secreto entre nosotros/
Qué brisa/ Qué viento/ Qué angostura/
Por ti, en mi recojo el eco de los hombres:
miniatura del ser, extrema cortedad
del reino del detalle.
Por ti recojo en mi detalle y todo:
ruido de camiones, humo de fábricas.
Huelgas sangrientas, metrallas, vozarrones.
Recojo tambien cunas desvestidas,
muertes impunes a causa de tu nombre.
En ti voy viendo al mundo y sus mundanos
traidores: civiles, curas, militares,
médicos de cabecera, especialistas,
estudiantes, abogados. Ingenieros y arquitectos
de la injusticia. De la ciudad del hambre/
Poetas de la deshonra. Novelistas del fraude.
Maestros del pica-pica, a falta de perro
que les ladre.
en ti, voy siendo apenas esta hoja de la hiedra,
rastrera, a fuerza de ser el ronquido de la tierra
Hoja cantante de una realidad cientificista.
Hoja burlesca de mímico lenguaje.
Y tú, el árbol de remedios fugitivos; de soluciones
abiertas al desastre; débil gorrión,
enfermizo deseo de ser padre.
Alimentas en tus calderos el olvido del honor,
el abandono de la madre.
Cueces orgullo con vino tinto.
Sirves la mesa y no sabes,
como cocinar el que otros siglos
no tengan que juzgarte.
Siglo veinte: qué lenguaje usar
para decirte que te quiero,
si por amor fuera a cambiarte.
Por ti, voy siendo apenas
tu agonía, esta hoja fugaz…
Veintavo deseo de ser un soplo vivo
Así, espejo frente a espejo reina el mundo.
Fulgor contra destello al hombre abate,
y en este sentir de la hoja y de su árbol,
árbol y hoja se confunden.

1975



Poema Serpentinas Cloacas de Claudia Herodier



Síntesis de cuervo
nuestra memoria agita
su bandera inagotable…
Sangre pelada de la tierra,
nuestras personas: función aracnida.
Vamos así dentro del ritmo,
desconociendo los rostros.
Pauta del tiempo que se cobra solo.
Rezumo en el nervio
de serpentinas cloacas.
Reptiles rectilíneos,
los cuervos se delatan.
Trataran de acercarse en mi interior
mas puro los insípidos cuervos
de la noche ensangrentada.
Intentaran sabotearme. Provocarme.
Y se irán acercando
entre sus plumas, batiendo sus alas,
acariciando el polvo
que mis sandalias dejan,
«evitando», segun ellos,
el peligro que presenta para ellos
mi palabra.
Creerán seducirme
con sus estúpidos halagos.
Sembrarán la discordia.
Pondrán duda entre los dientes,
¡calumnia tras de mi espalda!
¡Ah, cuervos de la larga noche!
No han de poder conmigo,
pues ahora es el mañana.
Mi rebeldia se les escapa
por entre las piernas
sin entrar, ni por un momento,
en sus apestosas cloacas.
Genuina es mi fuerza,
y árbol de sangre
fermentada es mi palabra.
Sin entrar en «su» guerra,
camino desnuda,
y llevo pólvora en mi garganta.
No soy de ustedes.
Ni me han de tener consigo,
pues soy testigo de mi tiempo
y a nadie voy atada.
Libre en lo que cabe,
y rebelde desde el fondo,
mi posición me pertenece
pues soy de ustedes
y de los otros,
los dos ojos de la cara.
Nadie me cuenta cuentos
aunque creo con vehemencia
en las hadas.
Tormenta es mi dolor.
De olor a madres descuartizadas.
Fuego, luz y sonido,
¡rayo feroz mi guerra que me estalla!
Sola voy, desnuda de mis huesos,
y llena de madres ametralladas.
Pero las sangre de mi tiempo
se cobrarán un día sus alas.
Y aunque no tengo acuerdo con ellos,
los pongo a salvo en mi palabra.
Porque mujer soy,
y tengo vientre,
y senos de leche helada.
Palabra es mi presencia:
testigo de sus aldabas…
que he de romper con mi voz,
pues fuerte soy de la vida y la vida…
conmigo, señores, y con estos miles
de muertos, sepultados para siempre
en la imbécil vergüenza de sus caras.
Quién conmigo se atreve a no ser nadie
y tener nada?
Quién conmigo y el hombre?
Quien, por la existencia del mañana?



Poema Realidad Vertical- Tiempo: Hablo Contigo de Claudia Herodier



Varón de seda fugitiva,
espejo de este azul tan transparente,
descalza tu lenguaje,
llévame en tu frente;
en tu trueno-música recoge mi tambora,
mi hormiga de colores
y esta magia-real que a ti te explora.
En tus brazos apriétame
la nostalgia de ti,
hasta hacerla callar.
Porque yo en ti deseo
ser, minuto, segundo. Hora.
Estancia y minucia de tus sueños,
necesidad, hambre permanente. Mar.
Idea, carne, flor del valle.
Montaña de peñasco antiguo.
Cordillera fértil de tu boca.
Y en tu pecho,
en tu latir de sangre-tierra-roja,
ser, ser contigo esta profunda lágrima que llora.



Poema Realidad Horizontal de Claudia Herodier



El siglo esta aquí,
abierto ante los ojos.
Trae consigo la voz alzada,
la voz nacida de la profunda América.
Esa voz que a veces es borbollón de sangre
manando por una grieta,
y a veces, tan sólo a veces,
es grito abierto en el aire y alarido de parturienta.
Mas quién va con ella… Quién… y por dónde?
Nadie.
El siglo, como esta tierra,
están anudados, solos, en el ombligo de la noche.
América…
día dormido aún en el horizonte.

Octubre 26/76 – Mayo 11/77 S.S.



Poema Raíces de Claudia Herodier



Ahora que se habla de paz,
adónde quedó la guerra?
La guerra quedó,
en las profundas raíces de la paz.

Mayo/9



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