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Poema Canción Del Sembrador De Voces de Franklin Mieses Burgos



Caminando al azar por los caminos,
por los muchos caminos distintos de la vida,
voy tirando palabras desnudas en el viento,
como quien va tirando, distraído,
semillas de naranja sobre el agua de un río.

Son palabras dispersas, acaso sin sentido,
palabras misteriosas que afluyen a mi boca,
cuyo origen ignoro.

Algunas veces pienso que es otro quien las pone
sobre mis propios labios para que yo las diga.
Y yo las digo; pero, tan displicentemente,
como quien va tirando, distraído,
semillas de naranja sobre el agua de un río.

La multitud que pasa me mira y se sonríe
y yo también sonrío; pero sé lo que piensa.

En cambio ella no sabe que yo estoy construyendo
con esas simples voces salidas de mis labios,
la estatua de mí mismo sobre el tiempo.



Poema Canción De La Voz Florecida de Franklin Mieses Burgos



Yo sembraré mi voz en la carne del viento
para que nazca un árbol de canciones;
después me iré soñando músicas inaudibles
por los ojos sin párpados del llanto.

Colgada sobre el cielo dolido de la tarde
habrá una pena blanca, que no será la luna.

Será una fruta alta, recién amanecida,
una fruta redonda de palabras
sonoras, como un canto:

maravilla sonámbula de un árbol
crecido de canciones, semilla estremecida
en la carne florecida del viento:
-mi voz.



Poema Canción De La Noche Larga de Franklin Mieses Burgos



En la noche y bajo una
muda elocuencia de piedra,
la sombra de los cipreses
es como un grito en la niebla.

Coros de voces descalzas
ponen sus ágiles pies
sobre las copas oscuras
de los árboles; después
la aguda espada de un grillo
hiere un hermoso silencio
de blanca carne de lirio
y de cabellos de incienso.

Yo sueño con que tus manos
se van perdiendo a lo lejos
como dos trémulas alas
tras la negrura del cielo.

Soledad de soledades:
mi corazón está solo
frente a esta noche que crece
como un rosal sin colores.

Si pudiera ver el mar
que me recuerdan tus ojos,
se trocarían en lumbres
mis soledades en sombra;
se llenaría de flores
el limonero más alto;
con sus mejores kimonas
vendrían las mariposas
de donde nadie lo sabe;
la luna se iría entonces
cantando por otra calle,
y una frescura de infancia
se me entraría en el alma:
ya no sería yo el mismo,
el de esta noche tan larga;
con otro cuerpo distinto
y el corazón en las manos
retornaría de nuevo
para jugar en la playa.

Canciones de primavera.
Olor a tierra mojada.

¡Todo si viera tus ojos
en esta noche tan larga!



Poema Cuerdas De Falopio de Françoise Roy



Quien tiene un alma novel es señor de su señorío
Séneca

Con el fuego que respiré el día cero, te hice un rostro que comió mis entrañas, incendiando de paso las cuerdas de Falopio, alambres de un circo en llamas.
Aquel rostro empezó la ruta de la quemadura por el corazón. Pero no se comió mi dolor (pesar que germina en la centésima de milímetro que nos aparta del eje de coincidir empalmados en nuestra materia e inmateria). Lo dejaste intacto, virgen, páramo, rayo que al mar cayera, sin testigos, y la danza fúnebre es en mí oración nupcial.
No invoques más al daemon que me dice ?vive? al matarme lento, ese reo encarcelado en la botella de mi cuerpo.
Cada segundo sin pensarte cerca es un líquido envenenado: circula de víscera en víscera, viajero en órbita interestelar, seguidor de caravanas secretas, caminante en la bruma de tu aliento cortado por nuestro destino.
Más allá del sonido, me late un alma nueva a partir del corazón que comiste. Ella palpita, yo me doy, y tú esperas la seña.



Poema Cortarse La Mano de Françoise Roy



No abras los labios si no estás seguro que
lo que ibas a decir es más hermoso que el silencio
Proverbio árabe

¿Qué habré de cortarme para romper tu silencio como un espejo, un velo de organdí que atraviesa un puñal? ¿Quién atraviesa? ¿El velo al puñal o el puñal al velo? Si te entrego mi mano izquierda, cercenada, en la palma de la mano derecha, ¿oirás el martilleo? Que te ensordezca entonces esa campana de cielo alto y mar profundo, ese gong de bronce muerto que golpea la puerta de tu oído al ritmo de mi no decir nada y tragarme lentamente las palabras, a la diestra de tu boca muda, para digerirlas en el cáliz de mis cuerdas vocales, veneno benigno, néctar indigesto del sonido que se comiera tu silencio.
¿Qué mano cortarme? ¿Qué lengua para no hablarte más? ¿Qué luz extender como pabellón rastrero en la larga greda de tu lejanía?



Poema Con Tu Dedo de Françoise Roy



Existe en nosotros varias memorias.
El cuerpo y el espíritu tienen cada uno la suya.
Honoré de Balzac

Lo has tocado con tu dedo. No tu dedo carnal. Tu dedo que nadie ve salvo tú que vuelas, sentado en la proa de esa alfombra de Dios donde se embarcaron contigo. Tu dedo que me apunta y me acusa de frívola.
Lo tocaste. No es mera protuberancia aquello que en mí estaba dispuesto a ser tocado, palpado, acariciado. Es un lugar. Un lugar donde existías mucho antes, antes del amor, antes de la vida carnal, antes de los sellos que viniste a romper con tu navaja alacránica, antes, antes, cuando en la semilla de un gesto de moribundo que acaricia a su amada en la coronilla, estabas tú contenido.



Poema ¿conoce Alguien El Amor? de Francisco Villaespesa



¿Conoce alguien el amor?
¡El amor es un sueño sin fin!
Es como un lánguido sopor
entre las flores de un jardín…

¿Conoce alguien el amor?
Es un anhelo misterioso
que al labio hace suspirar,
torna al cobarde en valeroso
y al más valiente hace temblar;
es un perfume embriagador
que deja pálida la faz;
es la palmera de la paz
en los desiertos del dolor…

¿Conoce alguien el amor?
Es una senda florecida,
es un licor que hace olvidar
todas las glorias de la vida,
menos la gloria del amar…
Es paz en medio de la guerra.
Fundirse en uno siendo dos…
¡La única dicha que en la tierra
a los creyentes les da Dios!
Quedarse inmóvil y cerrar
los ojos para mejor ver;
y bajo un beso adormecer…,
y bajo un beso despertar…
Es un fulgor que hace cegar.
¡Es como un huerto todo en flor
que nos convida a reposar!

¿Conoce alguien el amor?
¡Todos conocen el amor!
El amor es como un jardín
envenenado de dolor…,
donde el dolor no tiene fin.

¡Todos conocen el amor!
Es como un áspid venenoso
que siempre sabe emponzoñar
al noble pecho generoso
donde le quieran alentar.

Al más leal traidor,
es la ceguera del abismo
y la ilusión del espejismo…
en los desiertos del dolor.

¡Todos conocen el amor!
¡Es laberinto sin salida
es una ola de pesar
que nos arroja de la vida
como los náufragos del mar!
Provocación de toda guerra…,
sufrir en uno las de dos…
¡La mayor pena que en la tierra
a los creyentes les da Dios!
Es un perpetuo agonizar,
un alarido, un estertor,
que hace al más santo blasfemar…
¡Todos conocen el amor!



Poema Convalecencia de Francisco Villaespesa



¡Qué suavidad, qué suavidad de raso,
qué acariciar de plumas en el viento;
en terciopelos se apagó mi paso
y en remansos de seda el pensamientoI

Todo impreciso es como en un cuento,
se desborda en silencio como un vaso,
y en esta tibia languidez de ocaso
desfallecer hasta morir me siento.

Como un panal disuélvome en dulzura,
desfallezco de todo: de ternura,
de claridad, del éxtasis de verte…

Y todo tan lejano, tan lejano…
En este atardecer tu frágil mano
pudiera con un lirio darme muerte…



Poema Celos de Francisco Villaespesa



Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto…
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios…

Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos…
Despertaste… Miráronme tus ojos…
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!

¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!



Poema Casadas Y Cortesanas de Francisco Urondo



Sobre el vuelo de su libertad,
es mejor no hablar.

Nadie se atreve a presumir estos aires,
a transferir su paciente eficacia.

Como ninguna pudo serlo, es inestable y sólida.
Hábil. Cruel. Una persa se diría. Refinada para las
fragancias y las delicadezas perdidas por el amor.

El sol ha sido cercado por su vientre;
los pájaros volaron con su desconcierto.
La tierra tiembla en sus amores.

Es un raro destino; después del peligro
trata de quedarse entre la gente. Hay
presagios; hay recuerdos que pueden hacerla sufrir.

Cuando logran disipar su sonrisa,
la serenidad se quiebra
y la noche y la muerte se apoderan de su cuerpo.
No hay memoria del rencor y la rabia que amparan sus
lágrimas.

Y sus labios sin coraje murmuran
por esto no puede seguir así,
que debemos cambiarlo. Y hace lo que puede.
Y se confunde.

No quiere traicionar, pero el tiempo la aleja y la devuelve.
Es débil. La deslumbran
y la abandonan, como si nada significara.

No la asisten fuerzas supremas.
No exisste especialmente.
No se propone nada del otro mundo;
sólo pide que la dejen vivir,
sufriendo y amando, como cualquiera.

Cuando ella se mueve o camina,
nada hay más admirable
que la vulgaridad de sus gestos.



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