poemas vida obra c

Poema Caracol Silencioso de Gerardo Diego



Caracol silencioso
en búsqueda del fuego
de la red de obsidiana
donde caen recuerdos
del minúsculo espejo
garabato del tiempo
tensa cuerda de luna
en arpegios despiertos.

Sombra clara y profunda
el margen de tu cuerpo.



Poema Canción Al Niño Jesús de Gerardo Diego



Si la palmera pudiera
volverse tan niña, niña,
como cuando era una niña
con cintura de pulsera.
Para que el Niño la viera…
Si la palmera tuviera
las patas del borriquillo,
las alas de Gabrielillo.
Para cuando el Niño quiera,
correr, volar a su vera…
Si la palmera supiera
que sus palmas algún día…
Si la palmera supiera
por qué la Virgen María
la mira… Si ella tuviera…
Si la palmera pudiera…
…la palmera…



Poema Cuadro de Gerardo Diego



A Maurice Raynal

El mantel jirón del cielo
es mi estandarte
y el licor del poniente
da su reflejo al arte

Yo prefiero el mar cerrado
y al sol le pongo sordina
Mi poesía y las manzanas
hacen la atmósfera más fina

Enmedio la guitarra
Amémosla

Ella recoge el aire circundante
Es el desnudo nuevo
venus del siglo o madona sin infante

Bajo sus cuerdas los ríos pasan
y los pájaros beben el agua sin mancharla

Después de ver el cuadro
la luna es más precisa
y la vida más bella

El espejo doméstico ensaya una sonrisa
y en un transporte de pasión
canta el agua enjaulada en la botella.



Poema Continuidad de Gerardo Diego



Las campanas en flor no se han hecho para los senos de oficina
ni el tallo esbelto de los lápices remata en cáliz de condescendencia
La presencia de la muerte
se hace cristal de roca discreta
para no estorbar el intenso olor a envidia joven
que exhalan los impermeables

Y yo quiero romper a hablar a hablar
en palabras de nobles agujeros dominó del destino
Yo quiero hacer del eterno futuro
un limpio solo de clarinete con opción al aplauso
que salga y entre libremente por mis intersticios de amor y de odio
que se prolongue en el aire y más allá del aire
con intenso reflejo en jaspe de conciencias

Ahora que van a caer oblicuamente
las últimas escamas de los llantos errantes
ahora que puedo descorrer la lluvia
y sorprender el beso tiernísimo de las hojas y el buen tiempo
ahora que las miradas de hembra y macho
chocan sonoramente y se hacen trizas
mientras aguzan los árboles sus orejas de lobo
dejadme salir en busca de mis guantes
perdidos en un desmayo de cielo acostumbrado a mudar de pechera

La vida es favorable al viento
y el viento propicio al claro ascendiente de los frascos de esencia
y a la iluminación transversal de mis dedos
Un álbum de palomas rumoroso a efemérides
me persuade al empleo selecto de las uñas bruñidas
Transparencia o reflejo
el amor diafaniza y viaja sin billete
de alma a alma o de cuerpo a cuerpo
según todas las reglas que la mecánica canta

Ciertamente las campanas maduras no saben que se cierran como los senos de oficina
cuando cae el relente
ni el tallo erguido de los lápices comprende que ha llegado el momento de coronarse de gloria
Pero yo sí lo sé y porque lo sé lo canto ardientemente
Los dioses los dioses miradlos han vuelto sin una sola cicatriz en la frente



Poema Columpio de Gerardo Diego



A caballo en el quicio del mundo
un soñador jugaba al sí y al no

Las lluvias de colores
emigraban al país de los amores

Bandadas de flores

Flores de sí

Flores de no

Cuchillos en el aire
que le rasgan las carnes
forman un puente

No

Cabalgaba el soñador
Pájaros arlequines

cantan el sí

cantan el no



Poema Calatañazor de Gerardo Diego



Azor, Calatañazor,
juguete.
Tu puerta, ojiva menor,
es tan estrecha,
que no entra un moro, jinete,
y a pie no cabe una flecha.

Descabalga, Almanzor.
Huye presto.

Por la barranca brava,
ay, y cómo rodaba,
juguete,
el atambor.



Poema Comienza El Día Y Su Cuidado. Riesgos Y Premoniciones. de Gerardo Deniz



Hundir la mano y extraer del alibabá cálido dátil;
quebrar al escupir su hueso el cascarón de escarcha:
nieto de musgo, opta por el fuego, huye del agua fría,
lanza desde la calle, por una ventana del palacio Pardiez, el
talismán redondo de tu suerte horrible
y echa a correr antes de que lo recojan.
Repite sin premura, nieto del musgo, tenemos verbo,
nombre,
las lindas conjunciones de ónix, miserables quién vive
como el del que escucha por teléfono un rítimico cepillar
la dentadura
y deduce (sin saber de qué se trata)
algo por fuerza sumamente inmoral. Oh buscador de
motivos,
oímos tu tijera envenenada podando hiedra cobriza,
y las adolescentes que caminan por esas cuerdas flojas no
contienen, empero,
corazón sino un órgano rojo, del tamaño del puño
(del suyo, se comprende), con cuatro cavidades y otras
exactitudes
inquietantes (pues asco a una muchacha
no vamos a tenerle). Ya clarea, estimables zánganos;
debiéramos cambiar de asunto. Aunque si el sol nos ha
de aborrecer,
que sea por algo. Nuestro mundo indigesto
es puñado de galletas duras (en montón
cual ruinas de una pequeña basílica)
puesto a la venta en una panadería de barrio popular,
perteneciente a cualquier colega negro
proclive al ron, el malhumor, el vaticinio,
y a pasar con guitarra la noche entera abajo el foco biliar
punteado por los moscos.
(Tal vez compre el montón de galletas una anciana perdida
para premiar a quienes le abran la puerta finalmente.)

En la distancia surgen edificios muy elevados que
nadie reconoce.
Al parecer sólo existen a estas horas.
Los centinelas pueden estar satisfechos por hoy.
Han cumplido.



Poema Crónica De Candelas Que Siguen Sin Responder En Virtud De Directas O Indirectas Razones de Genaro Ortega Gutiérrez



Pues tal vez
todo resulte,
sencillamente,
un inmenso malentendido lírico.



Poema Con Las Cejas Pobladas de Genaro Ortega Gutiérrez



Lo mires por donde lo mires
el fenómeno es siempre el mismo:
muros ante la soledad
que corren riesgo de hundimiento
en los días plañideros.
Ruina, araña y polvo.
Noches trazadas con líneas borrachas,
en las maderas que sopesan
lo ofrecido con lo tomado
y velan.
A veces, sin embargo, aparecen
minúsculas invenciones,
-llueve sobre mojado-
la sustancia de ese adentramiento que es
la hora más difícil.
(Tú sabes apreciar estas cosas;
nobleza obliga.)
A menudo, están al alcance de la mano,
entre la espada y la pared,
primeros geranios del balcón
que despiertan un legítimo delirio,
legendario.
El tópico se hace realidad cuando
el examen consiste en crear espacios ilusorios,
postales, billetes, grifos y muñecas.
Tiovivos salidos de tu boca
en el patinaje silencioso de los sueños
y las vidas,
rutilantes, como rosas
sobre terciopelo negro.
De la seria hostilidad de los ritmos
para perder los papeles y las formas
ya tienes factura.



Poema Canción Sobre El Nombre De Irene de Gastón Baquero



¡Qué bueno es estar contigo ante este fuego, Irene,
saber que sigues llamándote así, Irene;
que tu nombre no se te ha evaporado de la piel
como se evapora el rocío de la panza del sapo!

Ah decir Irene, Irene, Irene, Irene,
cerrando los ojos y diciendo nada más Irene
por el solo placer y la magia de decir Irene,
Pedaleando en el aire existas o no existas,
¡qué real y sólida eres, qué verdadera eres
en medio del irreal universo por llamarte Irene!

Las salamandritas del fuego se te quedan mirando,
y el humo, antes de irse, se detiene feliz a contemplarse
en el topacioespejo de tus ojos, como una mujer que se empolva la nariz
antes de entrar en el cementerio.

Y tú en tu aire,
y tú, impasible con tu abanico de llamas, sigues nada más
llamándote Irene,
segura de que todo el universo no puede despojarte de tu nombre de Irene!

Yo paseaba un día por el Tíber,
-Tíber de cascabeles ahogados, Tíber de pececitos oscuros
Tíber meado por Tiberio-,
y vi en medio del río una isla verdeante,
trabajada en la materia de las madréporas o de las malaquitas,
¡vaya usted a saber!, pero pequeñita y completamente real;
y vi en la orilla
una de esas estatuas del Tíber sumergidas por siglos,
donde el mármol se ha hecho róseo, y carnal, y blando;
y con mucho temor, con una reverencia, pregunté a la estatua:
-Perdone usted, señor, ¿cómo se llama esta isla?
Y con un gran desdén, entreabriendo apenas los labios y mirándome para nada,
dijo suavemente:
-¿Cómo va a llamarse esta isla? Esta isla se llama Irene.

¡Qué bueno es estar contigo junto al fuego,
y saber que ahí estás, real y verdadera,
saber que estás ahí mientras afuera se evapora el mundo,
y que sigues y sigues,
y seguirás para siempre llámandote Irene!



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