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Poema Caballo De Guernica de Guillermo Pilía



8

Lluvia de la mañana, insuficiente
para empapar el pan: tan sólo lluvia
al corazón, al que yace en la hierba.

No es tanto mi dolor: apenas tiene
los años enfermizos de una infancia.

Tristeza de peste leve
que no horada la carne: llaga indigna
de compasión, de limosna o milagro.

22

Días de seca prosa, tan lejanos
al látigo del verso. Un murmullo bastaba
a quebrar nuestros labios.

El mundo resonaba en voz muy baja,
como nos hablan tácitos los muertos.

La añoranza de un canto
a veces nos sacude el corazón
como trapo con viento.

24

Siembro sólo una sílaba:
la estación la devuelve
transformada en madera.

Otro año que declina. Y se alargan
las uñas en los dedos de los muertos.

Tan dentro está Dios que apenas se siente,
como no se siente el pie ni la mano
que no horada una llaga.

Tengo esta voz menor
que apenas crece un palmo,
como hierba en la sombra.

25

Hoy escribo sin apretar la mano,
sin levantar la voz: líneas ligeras,
visibles sólo al tacto de los ciegos:

alegría de luz
y plegarias nocturnas;
alegría de un manojo de menta
olvidado en un patio de cuartel.

49

Se escribe igual que el amor,
entre las sombras y a tientas.

Como el que viaja de noche
y busca tras el vidrio una señal
que le indique que está cerca.

50

Bate en el corazón una palabra
algunas veces, como un redoblante.

Más bajo que un rasguido
de ruinosas guitarras
apenas si se escucha desde afuera

Tengo la voz hundida
y la lengua con moho,
igual que un campanario sumergido.

52

Cae la tarde, el perdón, una niebla
suburbana. Tu pena es solidaria
con el dolor de todo lo que nace.

Es sencillo tu mal:
crece como la barba y el cabello,
como malezas de un bosque difunto.

La boca abierta a las estrellas,
lloras como el caballo de Guernica.

53

En medio del bullicio de la tarde
puedo escuchar mi voz,
pura herrumbre de puerto abandonado.

Y es como si buscara en tierra firme
la soledad de las aguas abiertas
donde nacen las islas.

Ansias de clara palabra, de sílaba
de acento luminoso,
como moneda en la taza de un ciego.



Poema Caballo De Guernica (53) de Guillermo Pilía



En medio del bullicio de la tarde
puedo escuchar mi voz,
pura herrumbre de puerto abandonado.

Y es como si buscara en tierra firme
la soledad de las aguas abiertas
donde nacen las islas.

Ansias de clara palabra, de sílaba
de acento luminoso,
como moneda en la taza de un ciego.



Poema Caballo De Guernica (43) de Guillermo Pilía



Hay en las sentinas de la memoria
señales de agua muerta.

Derivan incompletos los recuerdos
como efigies de monedas leprosas.

Hay naves del pasado
que adelantan el dolor de sus proas
como su cáncer de labio un enfermo.

Nadie se arrima al barco que navega
con bandera de peste.



Poema Caballo De Guernica (28) de Guillermo Pilía



Declina el mes ?se esfuma
hacia el río el vapor de la ciudad?.

Llega otro invierno pródigo en vituallas
?en los esqueletos de las balandras
penetra perfumada la corriente?.

Todas las cosas caen, se recogen,
se almacenan ?ahora tengo otro nombre
que yo inclusive ignoro?.

Ninguna cosa muere
que en mí no viva.



Poema Cenicienta de Guillermo Carnero



Esta dama ironiza
en las implicaciones de su beso.
Huella el patio de armas con el Príncipe Azul,
y al ingeniar fruición
lo escuchamos croar en su inquieto regazo.
Y si ella es portadora del hechizo,
¿dónde hallar escarpín para su zarpa?



Poema Capricho De Aranjuez de Guillermo Carnero



Raso amarillo a cambio de mi vida.
Los bordados doseles, la nevada
palidez de las sedas. Amarillos
y azules y rosados terciopelos y tules,
y ocultos por las telas recamadas,
plata, jade y sutil marquetería.
Fuera breve vivir. Fuera una sombra
o una fugaz constelación alada.
Geométricos jardines. Aletea
el hondo transminar de las magnolias.
Difumine el balcón, ocúlteme
la bóveda de umbría enredadera.
Fuera hermoso morir. Inflorescencias
de mármol en la reja encadenada;
perpetua floración de las columnas
y un niño ciego juega con la muerte.
Fresquísimo silencio gorgotea
de las corolas de la balaustrada.
Cielo de plata gris. Frío granito
y un oculto arcaduz iluminado.
Deserten los bruñidos candelabros
entre calientes pétalos y plumas.
Trípodes de caoba, pebeteros
o delgado cristal. Doce relojes
tintinean las horas al unísono.
Juego de piedra y agua. Desenlacen
sus cendales los faunos. En la caja
de fragante peral están brotando
punzantes y argentinas pinceladas.
Músicas en la tarde. Crucería,
polícromo cristal. Dejad, dejadme
en la luz de esta cúpula que riegan
las trasparentes brasas de la tarde.
Poblada soledad, raso amarillo
a cambio de mi vida.



Poema Como Dicen Que Soy Una Ignorante… de Guadalupe (pita) Amor



Como dicen que soy una ignorante,
todo el mundo comenta sin respeto
que sin duda ha de haber algún sujeto
que pone mi pensar en consonante.

Debe de ser un tipo desbordante,
ya que todo produce hasta el soneto
por eso con mis libros lanzo un reto
burla burlando van los tres delante.

Yo sólo pido que él siga cantando
para mi fama y personal provecho,
en tanto que yo vivo disfrutando

de su talento sin ningún derecho,
y ojalá y no se canse sino cuando
toda una biblioteca me haya hecho.



Poema Cuello de Griselda Álvarez Ponce De León



Algo de orgullo, mucho de eficacia.
Por sostener con propiedad la cumbre
el cuello toro se alza en reciedumbre
y afina los contornos de la gracia.

El sol de todos vuelca democracia
y en la nuca te da besos de lumbre,
mientras la voz naufraga por costumbre
en el silencio de tu idiosincrasia.

Se te cruzan las lianas de la vida:
donde un árbol de sangre te engalana,
donde un árbol de fuerza me intimida,

donde un árbol en viento se desgrana,
mientras al frente luces, malcomida,
cual testigo de cargo, la manzana.



Poema Ch- (de Urca *) de Graciela Cros



El silencio, tormenta del pasado, botín de incertidumbre,
expande su contorno al revés de la lluvia que
en Urca
se retrae
Ni sonar de teléfono ni puño que a la puerta golpee
ni carta con vistosas estampillas de una ciudad al sur

Curiosa caja china de mudez mercenaria:
con ojos de muaré alguien vigila
y en el silencio oculta
lo robado

En su destierro
el niño se busca en el cristal y nada advierte

La sed lo lleva al agua real

LA SANTA LECHE ANHELA

Barrio de Río de Janeiro, Brasil



Poema C- (de Urca*) de Graciela Cros



En el velo de Urca arde el deseo
y una voraz quietud
altera
los acuerdos,
su delgada rutina

Y por último, el mar

que NO responde al NIÑO

EXTRANJERO

*Barrio de Río de Janeiro, Brasil



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