poemas vida obra c

Poema Celebración De La Memoria (i) de Jorge Ruiz Dueñas



Ábrase camino al viento
huella erizada
de sol a noche
Paso al viento
cincel de montaña
cuando nubes arenosas
sepultan todo rastro
Ábrase camino al viento
constructor de silos
flujo mineral que no termina
respiración astral
dispersa ropa de mujer
tenue bandera



Poema Cancion Sin Luz de Jorge Robledo Ortiz



Cómo duele la noche
cuando tu voz se curva
fría de indiferencia lo mismo que una hoz;
Cómo duele la vida
cuando alzas tus palabras
sin caridad ninguna contra mi corazón.

Cómo duelen tus ojos
cuando clavan su hastío
-desnuda hoja de acero- sobre mi adoración.
Cómo duele esta angustia
de saberte lejana
llevándote en la sangre como se lleva a Dios.

Cómo duelen tus labios
cuando muerden el aire
para romper los hilos sencillos del amor.
Cómo duele tu risa
cuando cruza insensible
los abismos sin fondo de mi nuevo dolor.

Cómo duele tu pelo
cuando agita en el viento
la negación del trigo bajo el casco del sol.
Cómo duele el milagro
de tu nombre pequeño
cuando enciende nostalgias en mi inútil canción.

Cómo duelen tus brazos
-danzarines de nardo-
entre los bastidores de mi renunciación.
Cómo duelen tus manos
esas manos que un día
sobre lino bordaron mi callada ilusión.

Cómo duele tu ausencia
tan alta de silencios
que empinándose, casi ya toca mi dolor.
Cómo duele la tarde
cuando al norte del canto
ya no alumbra el lucero que orientaba mi voz.

Cómo duele, pequeña,
esta espina clavada
en el sitio donde antes existió el corazón.
Cómo duele tu nombre,
cuando contra la mía
se cumple inexorable la voluntad de Dios.



Poema Coloristas de Jorge Ricardo Aulicino



Hay en ese bosque de Cezanne
la impresión de que ese bosque no está
ni estuvo.
No porque sea sueño, trama de sueños,
sino porque ha sido pintado en parte en
una tela,
en parte en la nada y -en gran parte-
en el lugar donde vimos un bosque.



Poema Cuenco De Luz de Jorge Ortega



En la pelvis de la noche
reposa el poema.
La oscuridad es un cuerpo
restirado,
un cataplasma de tequila
donde bebo
los componentes de la euforia
detonante.

Levanto a nivel de la pupila
el trompo de la alucinación,
octaedro de imágenes ficticias
contoneándose sobre la barra.

En la taberna de los pensamientos
?armada por el ansia de relajo?
improviso un mural entre la turba
con la reciedumbre del deseo.

Me engaña la humareda
de los andamios que ofuscan,
y entonando una cantinela
tras de un espectro salgo.

Sobre el vaivén del mar etílico
me apoyo en barandales de neón.
Camino de Damasco
me infracciona un candelabro.



Poema Contrapunto Del Sueño de Jorge Ortega



El grifo mal cerrado es un ejemplo
de vigilia sin fisura.
Certifica el tambor del fregadero
con puntualidad repetitiva.

Ya no reloj de arena: clepsidra;
estalactita derritiéndose, gotera,
abrasión por la que huye
el espíritu del hielo.

Las doce campanadas
aguardan a merced de la desidia.
Bastaría un apretón de llaves,
un sigiloso girar de icosaedros
para abandonarse a la cama
sin estigmas auditivos.

Ya procederá de madrugada
la mano diligente, el piscador sonámbulo
que siega clamores volátiles.
Ya olvidaré el aguacero de abalorios
cuando la siesta sea peldaño de mutismo
en la verticalidad de la jornada.



Poema Conticinio de Jorge Ortega



Los perros son esfinges
de cemento opaco,
figuras congeladas
por el silencio raso.

Todo calla en el barrio
milagrosamente
como un hechizo exprés
decreto del azar.

Porque como nunca
la quietud es tan oblonga
a punto de abarcar
cosas y seres vivos:
entes presurizados
con la mano del hombre,
ramas agitadas
por el viento del mes.

La cuestión es que no fluyen
ruidos al bulevar
de modo que uno escuche
la brega de los desvelados.

Cada quien se aboca
al abismo de su página,
a las tabillas radiantes
que es todo libro abierto.

No hay toque de queda
más explícito o puntual
que acodarse en la mesa
a leer tamaño espejo.

Calla la voz, y los susurros
se inclinan hacia adentro
como las confidencias
de una oración nocturna.



Poema Canícula de Jorge Gaitán Durán



El sol abrasa toda
vida. No mueve el viento
un árbol. Fuera del tiempo
está el fasto del día.
La canícula absorbe
las horas, los colores,
el silencio.

De repente óyese una gota
de agua, y otra,
y otra más, en la tarde.
Es la música.



Poema Canto Xiii de Jorge Gaitán Durán



La dulce tolvanera del silencioso otoño
va anegando tu imagen en su vaga humareda,
encendiendo en el tiempo la hoguera del olvido
para borrar la última ceniza de la ausencia.

Nadie sabrá que vivo para ti, que defiendo
contra las llamas trémulas tu desnudo recuerdo,
que lucho en el otoño de vientos desolados
y en sus ondas sombrías te reclaman mis sueños.

Nadie sabrá que fuiste mía bajo el otoño
de estrellas delirantes y crepúsculos vagos,
que llenaste mis labios con tu fuego de siempre,
que cayó mi tristeza sobre ti como un canto.

Porque nada resiste la invasión del olvido
cuando llega a mi alma su himareda de otoño.
Todo se va de mí, se fuga de mi vida,
tú también te me vas y permanezco solo.



Poema Criaturas Para La Recién Casada (vía) de Jorge Esquinca



Andar al bosque como quien va a ninguna parte. Bajo un cielo
limpio de nubes. El bosque puede estar dentro ?o fuera, en la mutable
dinastía del viento? Llegar como quien ya estaba, antes de la herida,
como quien nunca ha salido y fluye con su sangre en el deseo, del
brazo de su muerte propia.

En su primera visitación el ángel tomó la arboleda por gua-
rida. Hoy habita bajo la corteza del chopo, cansado de esperar.
Su mensaje es el cielo repartido
.



Poema Criaturas Para La Recién Casada (la Higuera) de Jorge Esquinca



Está desde siempre. Antes que la casa fuese siquiera un pensa-
miento. Ha crecido desmadejada y aérea, nutriéndose de linfas sub-
terráneas. Como una madre vegetal, una madre joven, sibilina, fecunda,
ampara el gorjeo sexual de los gorriones en un rincón del patio y
atestigua los encuentros de la señora y los gatos. Por la noche es un
manchón de ceniza contra la barda y sus frutos carbones que se
encienden por dentro. (Los niños trozan con los dientes el fruto que
les muestra su entraña rosácea, húmeda, y giran en torno al tronco
mientras meten sus lenguas en la pulpa desgarrada.) Por la mañana
la higuera se baña con el sol de tu deseo.



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