poemas vida obra c

Poema Cavafis de Juan Gustavo Cobo Borda



Las calles de Alejandría están llenas de polvo,
el resoplido de carros viejos y un clima
ardiente y seco cerrándose en torno a cada cosa viva.
Incluso la brisa trae sabor a sal.
En el letargo de las dos de la tarde
hay un ansia secreta de humedad
y el tendero busca en sueños, con obstinación,
la áspera suavidad de una lengua inventando la piel.
Bebe con avidez el agua amarga de la siesta
y despierta cansado por ese insecto que vibra insistente.
La frescura de la tarde desaparece también
y su única huella fue este sudor nervioso
y el bullicio que minuto a minuto agranda los cafés.
Pasan los muchachos, en grupo, alborotando
y aquel hombre comprende
que ninguna palabra logrará atrapar sus siluetas.
La noche devora y confunde
haciendo más largo su insomnio,
más hondos sus pasos por sucias callejuelas.
El amanecer lo encontrará contemplando
ese velero que abandona el muelle
y atraviesa la bahía, rumbo al mar.



Poema Costumbres de Juan Gelman



no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal



Poema Confianzas de Juan Gelman



se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice

y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán

no ganará plata con ellos
no entrará al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos

ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos

«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
se sienta a la mesa y escribe



Poema Cerezas de Juan Gelman



a elizabeth

esa mujer que ahora mismito se parece a santa teresa
en el revés de un éxtasis/hace dos o tres besos fue
mar absorto en el colibrí que vuela por su ojo izquierdo
cuando le dan de amar/

y un beso antes todavía/
pisaba el mundo corrigiendo la noche
con un pretexto cualquiera/en realidad es una nube
a caballo de una mujer/un corazón

que avanza en elefante cuando tocan
el himno nacional y ella
rezonga como un bandoneón mojado hasta los huesos
por la llovizna nacional/

esa mujer pide limosna en un crepúsculo de ollas
que lava con furor/con sangre/con olvido/
encenderla es como poner en la vitrola un disco de gardel/
caen calles de fuego de su barrio irrompible

y una mujer y un hombre que caminan atados
al delantal de penas con que se pone a lavar/
igual que mi madre lavando pisos cada día/
para que el día tenga una perla en los pies/

es una perla de rocío/
mamá se levantaba con los ojos llenos de rocío/
le crecían cerezas en los ojos y cada noche los besaba el rocío/
en la mitad de la noche me despertaba el ruido de sus cerezas
creciendo/

el olor de sus ojos me abrigaba en la pieza/
siempre le vi ramitas verdes en las manos con que fregaba el día/
limpiaba suciedades del mundo/
lavaba el piso del sur/

volviendo a esa mujer/en sus hojas más altas se posan
los horizontes que miré mañana/
los pajaritos que volarán ayer/
yo mismo con su nombre en mis labios/

Colaboración poema con voz: Juan Daniel Perrotta



Poema Contemplo Entre Las Aguas Del Pantano de Juan Eduardo Cirlot



Contemplo entre las aguas del pantano
la celeste blancura de tu cuerpo
desnuda bajo el campo de las nubes
y circundada por el verde bosque.

No muy lejos el mar se descompone
en las arenas grises, en las hierbas.
Manos entre las piedras con relieves
y tus ojos azules en los cielos.

Las alas se aproximan a las olas
perdidas en las páginas del fuego.
Bronwyn, mi corazón, y las estrellas
sobre la tierra negra y cenicienta.



Poema Contemplo Entre Las Aguas De Tu Cuerpo de Juan Eduardo Cirlot



Contemplo entre las aguas de tu cuerpo
la celeste blancura del pantano
desnudo bajo el campo con relieves
y circundado por el verde fuego.

No muy lejos el mar y las estrellas
en las arenas grises de las nubes.
Manos entre las piedras con las olas
y tus ojos azules en las hierbas.

Las alas se aproximan. Descomponen,
perdidas en las páginas del bosque,
Bronwyn, mi corazón, y cenicienta
sobre la tierra negra y en los cielos.



Poema Cuaderno De Bitácora de Juan Domingo Argüelles



tener un lugar en la vida,
un destino entre los hombres
.
ALVARO DE CAMPOS

Mi padre ha abierto el libro de su corazón
y me habla de la furia y el resplandor del mar.
Yo lo escucho y el cuarto en la noche del sueño
se llena de las olas más inmensas;
las gaviotas no duermen, lo sé yo
que, a punto de dormirme,
oigo sus gritos en los riscos.

Mi padre conoce el mar
como la palma de su mano
y su mano está surcada de anchas huellas;
la extiende él sobre mi frente
y me siento seguro.

Voy a cerrar los ojos
porque del mar viene esa luz que no se apaga,
y esta memoria que fluye igual que el agua,
y del mar vienen, también,
los barcos y los vientos:
del mar, siempre del mar,
que nunca esconde su profundidad.

Mi padre habla en mis sueños,
dirige mi mirada, mis pasos, mis fracasos,
aunque él no lo sepa;
no me habla de aventuras prodigiosas,
pues él nunca las tuvo,
pero conoce dónde desova la tortuga,
dónde lanza su tinta el calamar,
dónde el banco de arena las almejas esconde,
dónde el cardumen, quieto, busca la oscuridad…
Mi padre sabe eso,
y muchas cosas más que acaso ignoro,
y sabe caminar por los sueños
mientras yo me detengo en la orilla del risco
y escucho cómo rompen las olas,
y la espuma
hace la orilla cierta
donde no nos perdemos.

Mi padre se detiene en el manglar
de mi sueño. Ata cordeles
y los deja ahí fijos…
en la eternidad;
cuando despierto lo descubro lejos.
Ya se ha ido. Vendrá
aunque no me lo diga.
Sé que vendrá.

Mi padre ha salido a la noche
a respirar la sal del mar.
Luego regresa y algo ha olvidado allí
porque no se decide a traspasar la puerta;
ha olvidado decirle adiós al mar,
decirle hasta mañana
mientras yo sueño.

Oigo que habla:
confundo sus murmullos
con el suave rumor que producen las olas.
Entre sueños lo oigo.

Dice mi padre que los peces brillan
porque han bebido luz de la eternidad;
brillan más que la luna, resplandecen
mucho más que el sol.
Los peces se debaten en la red
y algunos logran caer nuevamente al mar;
dice entonces mi padre: ?no morirán jamás,
su tributo han pagado; ya están a salvo
de los dientes del hombre;
pueden dormir tranquilos
en la mandíbula del tiburón?.

Desde el farallón veo los barcos
que rompen la oscuridad y asoman:
pesados saurios ocres
llenos de puntas erizadas;
atracan en la noche de mi sueño,
al despertar los veo:
vivo y sueño…
todo a un tiempo.

Hace años que ya no cumple años mi padre,
se ha quedado detenido en la edad del mar,
yo lo contemplo y en él veo
todos los años que entregó a mi infancia
y al resplandor del mar.
Ya no viste mi padre su traje azul de sol,
ahora vive su fatiga
y sus tatuajes son mapas de islas.

Mi padre, esto me digo,
era un señor fuerte como la boca del tiburón y la tortuga
(que no te muerda la tortuga
porque ya no te suelta
sino ante el trueno de la lluvia),
con toda su sonrisa muy de mañana,
con toda su mirada llena de porvenir.
Ahora lo escucho hablar a solas
un monólogo eterno con el mar.

Ya no soy niño hoy
pero lo escucho
igual que ayer,
igual que otras mañanas,
y me pregunto si aprendió a morir
mientras yo confundía
la esponja que rezuma
con el suave murmullo de su amor.

He perdido a mi padre mientras más lo ganaba.
Por eso ahora lo saco de mi sueño;
le doy estas palabras y un anzuelo
para que no me pierda mientras duermo.
Padre (le digo en sueños),
lo que aprendí de ti te lo regreso.
Voy a dormir, es todo,
pues nunca más seré
como ayer había sido.



Poema Como El Mar Que Regresa de Juan Domingo Argüelles



I

El mar siempre regresa;
sus montañas saladas se alejan,
pero vuelven;
abren las cicatrices de la arena;
rebosan de infinito los ojos que lo miran.

El mar regresa siempre
porque siempre está solo;
vuelve a buscar las playas.
Regresa.
Sabe que te hallará
porque los que están solos
saben que alguien está siempre esperándolos.

II

El mar no acaba nunca de regresar;
apenas lo has mirado ya se ha ido;
apenas lo has perdido
y ya te encuentra.

Para decirle adiós
es necesario no irse nunca;
quedarse junto a él,
frente a frente y sin prisa,
pegar tus labios a su beso húmedo
y sentir que no hay tiempo,
que no hay lugar,
que no hay límites;
saberlo, y nada más,
como cuando se ama,
como se afirma uno al ser que ama,
como hace uno razón
la fe,
la dictadura
del amor.

III

En la tumba del mar crecen cofres cerrados,
botellas que nunca han sido abiertas,
canciones olvidadas,
elementos nocturnos que se han perdido.
El mar les da cobijo bajo su frágil cuerpo
y los pone a danzar en la noche
para que se enamoren.
Hay campanas también, nombres y huesos,
cartílagos que ya se disolvieron,
elementos del día,
material de los sueños.
Yo me pongo a soñar esta materia
para que cuando duerman mis hijos su alegría
vean lo que el amor ha conservado
más allá de la arena y de la ceniza.



Poema Comparación de Juan De Mena



CVIII

»E bien como quando algund malfechor,
al tempo que fazen de otro justicia,
temor de la pena le pone cobdicia
de allí adelante bivir ya mejor,
mas desque passado por él el temor,
vuelve a sus vicios como de primero,
así me bolvieron a do desespero
desseos que quieren que muera amador.»



Poema Cómo Falló Macías de Juan De Mena



CV

Tanto anduvimos el cerco mirando,
que nos fallamos con nuestro Macías,
e vimos que estava llorando los días
con que su vida tomó fin amando.
Lleguéme más çerca, turbado ya quando
vi ser un tal ombre de nuestra nación,
e vi que dezía tal triste canción,
en elegíaco verso cantando.



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