poemas vida obra c

Poema Cárcel Perpetua de Julio Florez Rea



Yo vivo encadenado a tu hermosura,
lo mismo que a su roca, Prometeo;
sin poder quebrantar la ligadura
que me une a ti… por más que forcejeo.

¿De qué delito bárbaro fui reo,
para tener que soportar tan dura
y a la vez dulce pena? Mi deseo
es un placer que llega a la tortura.

Me atraes como abismo luminoso;
lucho, por arrancarme de tu lado,
con las fuerzas terribles de un coloso.

¡Inútil! A vivir siempre abrazado
a tu cuerpo flexible y armonioso
parece que estuviera condenado.



Poema Candor de Julio Florez Rea



Azul… azul… azul estaba el cielo.
El hálito quemaste del estío
comenzaba a dorar el terciopelo
del prado, en donde se remansa el río.

A lo lejos, el humo de un bohío,
tal de una novia el intocado velo,
se alza hasta perderse en el vacío
con un ondulante y silencioso vuelo.

De pronto me dijiste: ?El amor mío
es puro y blando, así como ese río
que rueda allá sobre el lejano suelo?

y me miraste al terminar, tranquila,
con el alma asomada a tu pupila.
Y estaba azul tu alma como el cielo.



Poema Cinco Poemas Para Cris de Julio Cortázar



I
Ya mucho más allá del mezzo
«camin di nostra vita»
existe un territorio del amor
un laberinto más mental que mítico
donde es posible ser
lentamente dichoso
sin el hilo de Ariadna delirante
si espumas ni sábanas ni muslos.

Todo se cumple en un reflejo de crepúsculo
tu pelo tu perfume tu saliva.
Y allí del otro lado te poseo
mientras tú juegas con tu amiga
los juegos de la noche.

II
En realidad poco me importa
que tus senos se duerman
en la azul simetría de otros senos.
Yo los hubiera hollado
con la cosquilla de mi roce
y te hubieras reído justamente
cuando lo necesario y esperable
era que sollozaras.

III
Sé muy bien lo que ganas
cuando te pierdes en el goce.
Porque es exactamente
lo que yo habría sentido.

IV
La justa errata
habernos encontrado al final del día
en un paseo púbico.

V
Me gustaría que creyeras
que esto es el irrisorio juego
de las compensaciones
con que consuelo esta distancia.
Sigue entonces danzando
en el espejo de otro cuerpo
después de haber sonreído
apenas
para mí.



Poema Cinco Últimos Poemas Para Cris de Julio Cortázar



Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose una a una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
o tal vez
el amor.

Anoche te soñé
sacerdotiza de Sekhmet, la diosa leontocéfala.
Ella desnuda en pórfido,
tu tersa piel desnuda.
¿Que ofrenda le rendías a la deidad salvaje
que miraba a través de tu mirada
un horizonte eterno e implacable?
La taza de tus manos contenía
tu libación secreta, lágrimas
o tu sangre menstrual, o tu saliva.
en todo caso no era semen
y mi sueño sabía
que la ofrenda sería rechazada
con un lento rugido desdeñoso
tal como desde siempre
lo habías esperado.

Después, quizá, ya no lo sé,
las garras en tu seno
colmándote.

Nunca sabré porqué tu lengua entró en mi boca
cuando nos despedimos en tu hotel
después de un amistoso recorrer la ciudad
y un ajuste preciso de distancias.

Creí por un momento que me dabas
una cita futura,
que abrías una tierra de nadie, un interregno
donde alzanzar tu minucioso musgo.
Circundada de amigas me besaste,
yo la excepción, el monstruo,
y tú la transgesora murmurante.

Vaya a saber a quién besabas,
de quién te despedías.
Fui el vicario feliz de un solo instante,
el que a veces encuentra en su saliva
un breve gusto a madreselva
bajo cielos australes.

Quisiera ser Tiresias esta noche
y en una lenta espera boca abajo
recibirte y gemir bajo tus látigos
y tus tibias medusas.

Sabiendo que es la hora
de la metamorfosis recurrente,
y que al bajar el vórtice de espumas
te abrirías llorando,
dulcemente empalada.
Para volver después
a tu imperioso reino de falanges,
al cerco de piel, tus pulpos húmedos,
hasta arrancarnos juntos y alcanzar abrazados
las arenas del sueño.

Pero no soy Tiresias,
tan sólo el unicornio
que busca el agua de tus manos
y encuentra entre los belfos
un puñado de sal.

No te voy a cansar con más poemas.
Digamos que te dije
nubes, tijeras, barriletes, lápices
y acaso alguna vez
te sonreíste.



Poema Ceremonia Recurrente de Julio Cortázar



El animal totémico con sus uñas de luz,
los ojos que junta la oscuridd debajo de la cama,
el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra
que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminente.
Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño,
vuelvo de un continente a medias ciego
donde también estabas tú pero eras otra,
y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el
horizonte de tus flancos
(dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices
bruto y tonto,
te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde,
un fuego
de piel y de azabache, las figuras del sueño)
el animal totémico a los pies de la hoguera
con sus uñas de luz y sus alas de almizcle.

Y después despertamos y es domingo y febrero.



Poema Canada Dry de Julio Cortázar



Sé que me acordaré de un cielo raso
donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano cortada.

Sé que me acordaré del ruido
de un water en alguna habitación lejana del hotel,
su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.

Chacun ses madeleines, chacun ses Albertines.

Serás por siempre imán de imágenes,
las más turbias y vanas me traerás con el gesto
que en la caliente oscuridad del cuarto
era encender los cigarrillos del hartazgo,
ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,
las más pequeñas turbias cosas,
una uña lastimada que te dolía tanto, el triste
rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.

Tan sólo compartimos los bares y las calles
antes de amarnos contra tres espejos:
¿qué más podría darme tu recuerdo?

Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato
en el mismo bolsillo donde llevo esa vida
que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma,
el baño está ahí al lado,
yo fumaré esperándote,
empezaremos otra vez. El cielo raso
dibuja un gato, un número, una mano cortada.



Poema Canción de Julio César Aguilar



Hay en tu boca
la luz de un hálito
que resplandece

Desde tus ojos
más cercano es
el horizonte

Un canto alegre
mi sueño canta
para tu boca

Renace el mundo
vivos mis ojos
en tu mirada



Poema Cuando Nos Hayamos Contemplado… de Julio Arturo Vargas



Cuando nos hayamos contemplado
la melancolía será flor en los puños
mirada que pierde
origen de primera mano
para explicar este dolor.
Nos hemos dejado
facilidad de ojos al cielo
sin entender que la verdadera inocencia
sería terminar aquí la vida.



Poema Castillo de Julie Sopetrán



Un castillo de sueños ¿Quién lo diría entonces
cuando al muro del alba le crecía lo ingrato?
Un castillo de luchas para la oscura infancia,
Los juegos de la guerra, las torres de la sangre,
Baluarte en la sombra que nos dejó perdidos.
He subido la cuesta de olivos centenarios
He pisado la historia: la que yo nunca quise
Y han subido conmigo los recuerdos contados
Mis padres, mis abuelos, las edades, los libros
El tiempo que se adhiere como si fuera el musgo
de las ruinas perdidas, en los vientres heridos…
Y he subido contigo porque le falta al muro
¡Ese Amor de la tarde que nunca fue vencido!

CASTLE

Protected by a moat as are my feelings protected
The olden times and dwellings makes a place in my soul
Towers, walls, dungeons, bridges, gates and wharfs!
The history, the enemies, the ruins, the stones?
The lost grandparent?s victories, the past, the pain
The moldered buttress, the turret, the outer ward
Are telling me the age, the ghosts, the ancients battles
The ancestral ingratitude is the scheme and is also the hatred!
Destruction was the point under the rainbow instances
Yes. It is a light in my heart going up to the castle
You are going with me?the distance does not matter
We need to touch the stones with the hands of the goddess
With the strength of a god who encourages us to Love!



Poema Cómo Decir, Amor de Julia Prilutzky



Cómo decir, amor, en qué momento
te rompes dulcemente entre las manos,
sin quejas, sin recuerdos, sin arcanos
y tal vez sin temor ni sufrimiento.

Cómo volver a amar, qué sentimiento
de elementos divinos o profanos
puede reverdecer entre desganos,
en la etapa final del desaliento.

Pregunta al corazón por qué no cree,
pregúntale al mirar qué cosas lee,
pregunta al labio cruel por qué no besa,

y te dirán, sin duda, su fatiga
del amor fiel o la pasión mendiga,
su falta de esperanza o de sorpresa.



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