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Poema Canción Ii de Luis De Camoes



Mote

Irme quiero, madre,
a aquella galera,
con el marinero
a ser marinera

Voltas

Madre, si me fuere,
do quiera que yo,
no lo quiero yo,
que el Amor lo quiere.
Aquel niño fiero
hace que me muera
por un marinero
a ser marinera.

Él, que todo lo puede,
madre, no podrá,
pues el alma va,
que el cuerpo se quede.
con él, por quien muero
voy, porque no muero
voy, porque no muera:
que si es marinero,
seré marinera.

Es tirana ley
del niño señor
que por un amor
se deseche un rey.
Pues desta manera
quiero irme, quiero,
por un marinero
a ser marinera.

Decid, ondas, ¿cuándo
vistes vos doncella,
siendo tierna y bella
andar navegando?
Mas ¿qué no se espera
daquel niño fiero?
Vea yo quien quiero:
sea marinera.



Poema Canción de Luis De Camoes



Mote

Ojos heridos me habéis,
acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resucitéis.

Voltas

Pues me distes tal herida
con gana de darme muerte,
el morir me es dulce suerte,
pues con morir me dais vida.
Ojos, ¿qué os detenéis?
Acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resucitéis.



Poema Carrer Del Pou Dolç de Luis Canizal De La Fuente



Alegre y errabundo
sales de pozos lóbregos,
entras
al pañuelo del aire,
que te torea, muy considerado,
con flámula de seda
ligeramente húmeda.
Y cuando lo respiras, cuando embistes
hacia adentro, bebiendo
su sabor a placenta, a plaza lenta,
a pureza corrupta,
percibes que es verdad, que ahí está
el toro ensabanado de la mar,
sus delicados dedos sudorosos
y su toque en la sien.
Por la noche se encorva, se doblega
a entrar en la caverna de mi olfato
(o convertido en cuervo
da un apretón jovial de pico y ala
a mi torso, a mi pecho, y un mantazo
de talante torero tolerante
a mis pulmones) muy bienhumorado.
Torero del calor aceitunado
de la noche y la mar en Barcelona.



Poema Conversaciones de Luis Benítez



La historia de las constelaciones
grabada en el brillo de una hoja:
quisiera leer la hoja
y recordar aquella forma
de donde nos desprendimos
los seres y las cosas.
Y antes de que nos devore la Gran Noche
oír su nombre,
por empañar la orgullosa oscuridad
con el ardiente sonido de la luz, al quebrantarse.



Poema César Vallejo de Luis Benítez



Por los corredores de la imaginación ir caminando,
libre y solo para siempre, como cuando era
y no sabía que era un niño,
hasta olvidar que estoy imaginando.
Que esta carne pesada, que orina y suda,
en una o dos ideas se resuma
o vuelva bien atrás, a esa casi nada
que casi nada ve en su cielo nublado.
Devuélveme al chimpancé o hazme sólo literatura,
mas no me dejes la condición de hombre.
Esto que todo lo pesa en mí
afuera no pesa nada.



Poema Caracol De Sueño Sobre Una Cosa Que Mata de Luis Benítez



Una bestia terrible resbala sobre todo:
terrible como decir ?yo permanezco?,
de la tribu que puede cruzar sobre una hoja de afeitar
tomándose su tiempo,
arrastrando su fuerza pausadamente
sobre el agudo diminuto abismo
que separa un lado de otro lado.
Y no puedo ver la sonrisa de esta casi cosa
tras su hazaña que no puedo imitar,
yo, frágil materia que sólo puede aplastarla,
ella, como casi todas las cosas, fuerte gelatina
determinada a seguir sin que yo exista.
Para mí, la certeza es el brilloso camino de su nunca.



Poema Cuarto De Duchas de Luis Antonio De Villena



No, no me gusta. En realidad detesto la crápula
de las saunas: Cópulas en la tristeza del anonimato. ..
¿Pero las líneas de los poemas mejores, sus ritmos,
su ceniza, su carmín, no conducen a la belleza
del amor? Me siento aquí -un viejo es invisible
para la juventud- y observo los cuerpos bajo el agua.
Glúteos, suaves ascensiones del vello: El torso
reluciente. y todos juntos, como si fuese posible
un orgasmo de espadas. ¿Lo entiende? La limpieza
de la juventud que mancha. Alguna vez, siguiendo
sus piernas, su mirada, o su sexo, voy a la oscura
y húmeda cabina. Extraigo de la funda de las gafas
una barra de labios, y pintado, asumo su eminencia.
¿Qué pensará de ese viejo sucio?
¿Qué pensará algún día de los versos de la vida,
planos, difíciles a la felicidad, llenos de líquen?
Benevolencia. El agua, al caer, arrastra los sentidos…



Poema Costura Propia de Luis Antonio De Villena



He ido muchas veces ataviado de tristeza,
hundiéndoseme el mundo a cada rato,
fingiendo entre los amigos que me interesaba algo…
Me da miedo quien me mirase,
y angustia me producía no ser perfecto,
tener que competir, luchar por el oficio, por la vida, el nombre…
Y pensaba: la tragedia de todos consiste en no ser Dios.
Todos quisiéramos ser un pequeño Dios omnipotente..
Y hacíamos bromas sobre la muerte, chistes sobre la soledad,
Pequeños disparates sobre el amor comprado.
(Y yo soñaba en ti, mamá, como lo único seguro).
Me daba miedo la autoridad, la ley, el mundo, el futuro.
Pensaba: Incluso si alguna vez me creí libre.
Y la noche engañaba -como los amigos- con cierto parecido
a bondad o indiferencia.
Y yo iba ataviado de tristeza
y hubiera querido llorar -no podía-
o simplemente hundirme lentamente.
Y me veía en una barca negra (acaso en una gruta)
navegando hacia un negro horizonte…
la tristeza me llena la cabeza de plomo,
los bolsillos de piedras,
las manos de artrosis dura
y tira de mí tanto hacia abajo
que me vuelve imagen verticalizada, estirada, de un
espejo deformante.
Dame la tristeza, échamela -gira la soledad.
-Lánzame la pelota -repite el miedo.
Aquí, aquí, centra -reclama la angustia,
chútame a mí- y no sé qué agobio extraño lo sugiere.
Sólo sé que cuando voy ataviado de tristeza
quiero enraizarme en el sueño,
bogar en un río de calma
y susurrar junto al silencio: Dame la mano, mamá, ya he vuelto…



Poema Cortesanía de Luis Antonio De Villena



Tumbado en una suite de lujo:
Hermoso, delicado, con la piel canela
y el negro cabello en amado desorden,
lentamente desnudo en entresueño
giras, y se curvan los brazos
y las piernas muy largas conformas…
A tu lado, con el índice solo
de la mano derecha, recorro yo tu espalda,
sobrevuelo las ingles, apenas me demoro
en una oreja, vuelvo a tus tobillos leves,
y miro como giras, curvas los brazos,
conformas a mi deseo tuyo las piernas…
Me digo, a veces, que nada más querría.
Que tu impecable desnudo me
bastase, imposible precioso, dulce sometido.
Querría en ti, Miguel, que la carne
muriese para siempre, su grito infame,
y eternamente a una vida con límites
correspondiese este tocable amor, diré,
hecho de límites sin límite…



Poema Corsario de Luis Antonio De Villena



Piernas tensas. Tacones sonoros. Revuelto el cabello negro…
Era o había sido, hasta que la noche descubrió su cuerpo
largo, fibroso, duro. La magnífica belleza angular de su rostro,
la piel tan fina como el agua dulce, chispazos de fósforo.

En sus ojos – turbadores, negros – alguien ha escrito
un día una palabra soez, maravillosa: Vicio.
¿Qué significa? ¿Albas largas, cocaína, mujeres muy ardientes
besándole los pies? ¿Hombres que han alabado su terso viril joven?

Tirado, sentado en las ergástulas de la sauna, entre
toallas húmedas y aleteantes aves de silente deseo,
basta contemplar la seda de sus muslos ágiles para

olvidarlo todo. Llama es galán su cuerpo. Ansia, cobra…
La deja ver como un reptil perfecto entre lo oscuro.
Apasionado, alarmante, vicioso. ¿Él o tú? ¡Pero qué importa!



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