poemas vida obra c

Poema Cachureo de Nicanor Parra



Decidme hijos hay Marx
Sí padre:
Marx hay
Cuántos Marxes hay?
Un solo Marx no +
Dónde está Marx?
En el culo*
en la tierra
y en todo lugar

Aleluya?
Aleluya!

* dice culo
léáse cielo



Poema Con Flores Escribes de Nezahualcóyotl



Con flores escribes, Dador de la Vida,
con cantos das color,
con cantos sombreas
a los que han de vivir en la tierra.
Después destruirás a águilas y tigres,
sólo en tu libro de pinturas vivimos,
aquí sobre la tierra.
Con tinta negra borrarás
lo que fue la hermandad,
la comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra.



Poema Canto De Primavera de Nezahualcóyotl



En la casa de las pinturas
comienza a cantar,
ensaya el canto,
derrama flores,
alegra el canto.

Resuena el canto,
los cascabeles se hacen oír,
a ellos responden
nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
alegra el canto.

Sobre las flores canta
el hermoso faisán,
su canto despliega
en el interior de las aguas.
A él responden
variados pájaros rojos.
El hermoso pájaro rojo
bellamente canta.

Libro de pinturas es tu corazón
has venido a cantar,
haces resonar tus tambores,
tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera
alegras a las gentes.

Tú sólo repartes
flores que embriagan
flores preciosas.

Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
alegras a las gentes.



Poema Canto De Nezahualcóyotl De Acolhuacan de Nezahualcóyotl



(Con que saludó a Moctezuma el viejo, cuando estaba éste enfermo)

Miradme, he llegado.
Soy blanca flor, soy faisán,
se yergue mi abanico de plumas,
soy Nezahualcóyotl.
Las flores se esparcen,
de allá vengo, de Acolhuacan.
Escuchadme, elevaré mi canto,
vengo a alegrar a Motecuhzoma.
¡Tatalili, papapapa, achalalili, achalalili!

¡Que sea para bien!
¡que sea en buen momento!
Donde están erguidas las columnas de jade,
donde están ellas en fila,
aquí es México,
donde en las obscuras aguas
se yerguen los blancos sauces,
aquí te merecieron tus abuelos,
aquel Huitzilíhuitl, aquel Acamapichtli.
¡Por ellos llora, oh Motecuhzoma!
Por ellos tú guardas su estera y su solio.
Él te ha visto con compasión,
él se ha apiadado de ti, ¡oh Motecuhzoma!
A tu cargo tienes la ciudad y el solio.

Por ello llora, ¡oh Motecuhzoma!
Estás contemplando el agua y el monte, la ciudad,
allí ya miras a tu enfermo,
¡oh Nezahualcóyotl!
Aquí en las obscuras aguas,
en medio del musgo acuático,
haces tu llegada a México.
Aquí tú haces merecimiento,
aquí ya miras a tu enfermo.
Tú, Nezahualcóyotl.

El águila grazna,
el ocelote ruge,
aquí es México,
donde tú gobernabas Itzcóatl.
Por él, tienes tú ahora estera y solio.
Donde hay sauces blancos
sólo tú reinas.
Donde hay blancas cañas,
donde se extiende el agua de jade,
aquí es México.

Tú, con sauces preciosos,
verdes como jade,
engalanas la ciudad.

La niebla sobre nosotros se extiende,
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Haces vibrar tu abanico de plumas finas,
lo contempla la garza
lo contempla el quetzal.
¡Son amigos los príncipes
Nezahualcóyotl y Motecuhzoma!

La niebla sobre nosotros se extiende,
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Flores luminosas abren sus corolas,
donde se extiende el musgo acuático,
aquí es México.
Sin violencia permanece y prospera
en medio de sus libros y pinturas,
existe la ciudad de Tenochtitlan.
Él la extiende y la hace florecer,
él tiene aquí fijos sus ojos,
los tiene fijos en medio del lago.

Se han levantado columnas de jade,
de en medio del lago se yerguen las columnas,
es el Dios que sustenta la tierra
y lleva sobre sí al Anáhuac
sobre el agua celeste.
Flores preciosas hay en vuestras manos,
con verdes sauces habéis matizado la ciudad,
a todo aquello que las aguas rodean,
y en la plenitud del día.
Habéis hecho una pintura del agua celeste,
la tierra del Anáhuac habéis matizado,
¡oh vosotros señores!
A ti, Nezahualcóyotl,
a ti, Motecuhzoma,
el Dador de la Vida os ha inventado,
os ha forjado,
nuestro padre, el Dios,
en el interior mismo del agua.



Poema Canto De La Huida de Nezahualcóyotl



(De Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco)

En vano he nacido,
en vano he venido a salir
de la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero?
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!

¿Habré de erguirme sobre la tierra?
¿Cuál es mi destino?,
yo soy menesteroso,
mi corazón padece,
tú eres apenas mi amigo
en la tierra, aquí.

¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?

¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
sólo vivo con la cabeza inclinada
al lado de la gente.
Por ésto me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.

¿Cómo lo determina tu corazón,
Dador de la Vida?
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión,
estoy a tu lado, tú eres dios.
¿Acaso quieres darme la muerte?

¿Es verdad que nos alegramos,
que vivimos sobre la tierra?
No es cierto que vivimos.
Y hemos venido a alegrarnos en la tierra.
Todos aquí somos menesterosos.
La amargura predice el destino
aquí, al lado de la gente.

Que no se angustie mi corazón.
No reflexiones ya más
verdaderamente apenas
de mí mismo tengo compasión en la tierra.

Ha venido a crecer la amargura,
junto a ti a tu lado, Dador de la Vida.
Solamente yo busco,
recuerdo a nuestros amigos.
¿Acaso vendrán una vez más,
acaso volverán a vivir;
sólo una vez perecemos,
sólo una vez aquí en la tierra.
¡Qué no sufran sus corazones,
junto y al lado del Dador de la Vida!



Poema Ciudad Murada de Neus Aguado



Tus ojos medievales, quizá grises quizá verdes,
y los ojos azules mencionados en la literatura occidental.
Palabras inapropiadas como pingüinos en el Sahara,
y el saber que nunca supimos.

Preferir lo zafio a lo sublime
como un mandato que nos destierra del paraíso
y nos conmina a penetrar en el triple recinto:
en el primer recinto está la mano que sujeta,
en el segundo la mano que condena,
en el tercero las dos manos de la matrona universal.

Ciudad murada, recinto que llevamos impreso en el alma.

Mar adentro, alma adentro, vida adentro.
Como un náufrago llegas a islas irreconocibles,
no hay mapas ni brújulas ni tan siquiera agua.
Sed, sólo sed durante todo el recorrido
y lejos muy lejos las huellas de otras vidas.

A tientas buscas el pozo, el aljibe de tus mayores
y encuentras un túnel infinito y no ves la salida.
Luz y agua buscas y encuentras muerte.
Y empiezas otra vez, aprendes a andar nuevamente:
«Un kilomètre à pied…» el canto de montaña
y al fin encuentras en el iceberg del alma un poco de sol
y de agua helada.

El mensajero de las siete llaves,
el que nunca recuerdo ni sé cómo se llama,
me dijo los secretos de tu vientre y tu cama.
Si niegas lo que amas el amor reverdece,
si amas lo que niegas el amor te enloquece.
Busqué el libro que tus manos habían sostenido,
el de la miniatura de Jean Fouquet en la cubierta:
«Dios une a Adán y Eva» en un jardín cercado
con ángeles, animales y la fuente, estrellas y palomas,
y pensé ¿habrá un ángel, un solo ángel clandestino
dispuesto a sostener el manto del creador en el jardín
de nuestros amores cercados donde hay agua y cielo
y un paisaje invertido como el de los antípodas
y un incansable deseo de desaparecer del cuadro?

No quería la lujuria que me diste,
la que se echa sobre el lecho como un fardo,
ni tus ojos cerrados ni tu boca ebria.
Quería, Dios lo sabe, tu mirada
y la transparencia de estrella
que incluso los esclavos pueden poseer.



Poema Como Reina Que Acaba de Néstor Perlongher



Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos de un
ejército y se unta las costuras de su armiño raído con la sangre o
el belfo o con la mezcla de caballos y bardos que parió su aterida
monarquía
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó su blondo
detonar o esparcirse ?como reina que abdica? y prendió sus pe-
zones como faros de un vendaval confuso, interminable, como
sargazos donde se ciñen las marismas
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón o bebederos de
pájaros rapaces, pero en cuyo trinar arde junto al dolor ese presentimiento
de extinción del dolor, o de una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
la certidumbre

de extinción de extinción como un incendio

como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas el aliento de
un amante anterior, languidecente, o siquiera el desvío de una nube, de
un nimbo

que el terreno de estos pueriles cielos equivale a un amante, por más
que éste sea un sol, y no amanezca

y no se dé a la luz más que las sombras donde andan las arañas, las
escolopendras con sus plumeros de moscas azules y amarillas

(Por un pasillo humedecido y hosco donde todo fulgor se desvanece)

Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos, su molicie,
yerras por las pirámides hurgando entre las grietas, como alguien que
pudiera organizar los sismos

Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas, como lamer el aire
caliente del desierto, sus hélices resecas



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