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Poema Cómo Escribir Con Erizo (2) de Octavio Armand



Pero la imagen de una mano espuñando un erizo sugiere la derrota
de la escritura como disponibilidad. El sentido, aquí, es lo sentido y lo sentido
se agota exclusivamente en la mano, como tortura de la
materia que se desplomaba para extenderse. En la palma de la mano,
donde ya había un lenguaje, se inscriben otros signos: la mano es lo
manchado, no la página. Perforada/ herida: la mano resume lo que
tenía que decir: es lo que tenía que decir. Otra tautología, pero como
apogeo de aquello que impulsa a decir, de todo aquello que inclina
hacia la expresión. Y la expresión, en sí, en este caso, ¿qué rasgos
deja? ¿Qué huellas hay de la vulnerabilidad ya asumida satánicamente?
Con el erizo la mano traza simultáneamente un mismo signo y una
pululación de signos que debiendo ser un solo signo repetido no
aciertan a afirmar su identidad sino en la dispersión, en el desear-
pajo. Un signo o quizá ninguno rodeado/ repetido por garabatos/
asomos/ indicios de una escritura que se va de las manos. Vaciar
el signo rebasándolo. Lo indecible, aquí, es lo que se dice sin que
nada lo diga. Es el signo que prescinde de su propia significación al
asumir su autonomía. La línea borrada por la censura borrada aquí
también: no como ausencia de hueco sino como la caída de un hueco
en otro hueco. Se trata de un exceso insuficiente. Pero el dolor de
la mano que ha escrito es el dolor de la mano que iba a escribir y
los signos trazados por las púas son espejos confrontados. Además,
queda el erizo. Y no se ha aclarado si estaba o no estaba vivo
ese erizo; si la mano, al mover las púas, movía lo que se movía, escribía
lo que se escribía.

ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Estás solo. O ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tu sombra te repite. ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tu nombre te repite. ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Te repiten tus palabras. JO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tus silencios. SPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tus gestos, tu cara como piedra, te repiten. EJO ESPEJO ESPEJO
Te repite el espejo enredado en el peine. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
La almohada atravesada por tus sueños. JO ESPEJO ESPEJO
La lluvia disolviéndote. JO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
La risa o el llanto. ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
La mujer como una orilla entre tus manos. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Te repiten las puertas al dejarte pasar. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Te repetirá la puerta cerrada al dejarte pasar. ESPEJO ESPEJO
Las paredes que derrumbas te repiten. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Los escombros que te cubren te repiten. O ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Si gritas, el grito te repetirá como la noche. O ESPEJO ESPEJO
Si no gritas, la desesperación te repetirá SPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO E hasta los huesos. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Esos huesos donde cuelgas te repiten. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Toda tu vida te repite. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Pero el asesino repetiría toda tu vida. O ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Estás solo, estás solo. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO



Poema Cómo Escribir Con Erizo (1) de Octavio Armand



Aquí fue el reflexionar de Eustaquio sobre su mala suerte:
aquí el maldecir del fatal favor que el prestidigitador le
había hecho distrayendo uno de sus miembros a la natural
autoridad de su cabeza, lo cual origen a toda clase de des-
órdenes que forzosamente tenían que sucederle.

Gérard de Nerval

1

Censura y autocensura borran el discurso antes o después de la enunciación, borran el texto antes o después de la escritura. Pueden, también, ser desplazamiento simultáneos en la linealidad: efectos en la causa. El orden es la orden. Lo dicho se reduce a lo que se iba decir y lo que se iba a decir se reduce a lo indecible: una mudez como de objeto que no obstante y por ello mismo permite comprobar la materialidad del discurso. La lengua como algo que se abría ante la posibilidad de decir y decirse queda entonces cerrada pero mejor definida, como mar ya contra la orilla. Poder e impotencia, así, confabulan una escritura trazada exactamente sobre otra escritura, sólo que exactamente al revés. Esos mismos signos, esa misma línea, pero también anulados. La negación, aquí, como un espejo pegado a los ojos. Ni ceguera ni falta de formas: exactitud de la mirada y lo mirado donde desaparecen la mirada y lo mirado. El ojo como tautología. En t ;a negación el ojo es una totalidad retesada por su propio impulso, pv ¿s no le falta mirada sino que la lanza reteniéndola. La mirada es el párpado y el párpado es lo que no se puede ver cuando está, como el espejo, en la mirada.

Entonces ¿qué significa? Lo que quiere decir. ¿Qué quiere decir? Lo que no dice. ¿Qué no dice? Lo que ha dicho. La negación se da como estricta redundancia y la censura enaltece al discurso tanto como el diccionario a los vocablos, solo que definiendo por tachaduras. El diccionario da relieve; la censura ahueca, pero permanece latente, como ausencia de hueco, lo censurado. La indecible es lo que falta en lo que se iba a decir y lo que se iba es lo que falta en lo dicho, que es nada.



Poema Calle de Norah Lange



He vuelto a la calle ahondada de esperas
rezando ausencias que ya no serán más.
Calle poblada de voces humildes,
¡cuán cerca la hora en que él me querrá!

Sobre la tierra sumisa de ocasos,
pasaste a mi lado como un madrigal.
Toda la dicha se estuvo en mis ojos,
y fue leve cansancio la emoción de tu voz.

Calle: mi verso pronto irá hacia ti
honrado de emociones, como un abrazo
que anticipa olvido y soledades.



Poema Casa Con Visita Nocturna de Nora Méndez



A Silvia Ethel Matus

Ritual de marmotas
Piedras, altos aposentos
Algas colibrisas
Se elevan
se agachan
Recuestan
y alzan
Con sus reflexiones magulladas
Sobre el siglo de la desesperanza
Son sus movimientos el remo
De la pecera de los astros
Reacomodando al mundo
Como agujas de un reloj
Que avanzan una junto a otra
Hilvanando con puntadas largas
Una historia que sólo se lee en voz alta
Como se cantan los sueños
Signos avalanchas
Donde crece lenta
Leve y lenta la sonrisa

Agosto 2003



Poema Cantata De La Poeta de Nora Méndez



Pasarán
pasarán las horas
con su bastón de siglo
en el acordeón de Espronceda
en elipse de carbón trae minutos de cueva
segundos disueltos en la efervescencia de un átomo
nariz fruncida del mundo
agonizan
lentas orugas lentas
mamíferos reptiles peces
todos en conspicua agonía,
enterrados como raíz negra
huella paleolítica en la mecánica escalera

Alguien dejó servida la mesa en el corazón del hombre
Quizás las multitudes que en estruendosa huida
traspapelaron las categorías de la sed y el remordimiento
pero tocan la puerta,
son los niños más pequeños que regresan
reanudando el vuelo en los columpios
inseminando nuevamente mariposas

son los poetas, madre, son los poetas
Ebrios de holgura y cadencia
colocan nuevas barricadas
retornan secos del naufragio
Con el equipaje de dolor intacto
Bolsillos de la pesadilla
Llenitos de barquitos de papel y ranas cojas

Regresan locos locos
como se fueron
Con mas alas que pan bajo el brazo
sin catapultas ni piedra
Montados en monociclos
Papalotes bicicletas
Sin edad para interrogatorios
Ni fusilamientos frente al cine

Frescos como tomates
Son ellos los que formados en filas de esperanza
Reciben otro siglo
mientras los gusanos,
esos extremistas del follaje
recapitulan la nervadura,
camino exuberante
en donde ladrón librado
se nos hace tarde juega
como si uno decidiera dónde y cuándo
herir profundo el poema
y su ADN de mestizaje

Será entonces
Y sólo entonces
Que asustado correrás
Reconociendo el canto que un día
Desoyeras
abriendo una a una tus jaulas
soltando las plumas grises
de los que algún día tuvieron alas
acariciando esos índices muertos
en la vértebra de números ancianos
Y andarás entonces
Ciego y sin pasos
Como una vez anduve yo
nocturna por tu casa
Y sin pasos llegarás ahí
Donde redimida
Aún te escribe
mi poesía…



Poema Cajas Destempladas… de Noni Benegas



Cajas destempladas
asesinas
mi esqueleto frío
plegado, sisado en cajas o cartones
en túneles o tornos
en cañones de escopeta
en estampido de cardúmenes
en jauría roedora
en papilla fértil
en deyección
sentina
y corredores últimos
la loba, el alma
la carnicera abstracta
el manillar de plata

Hemos llegado hasta aquí
¿quién? Yo y mi sombra
y los trapos con que tapo los espejos
o estallo el fino azogue
en mil estrías que me desvían
Esa soy, o sería,
quebrada y poca



Poema Cuando Una Mujer Sola, Mira Una Flor Caer de Nimia Vicens



Cae del aire la flor

Tan leve amada
de ese trémulo espacio
donde viaja su huella
deslizando
aroma de su imagen
al amor…

Un pedazo de cielo
y una rama…

Nada más
cayó al aire la flor.

¡Qué solos nos quedamos
sobre el mundo
mi corazón y yo!



Poema Ciales… Casi Cielo de Nimia Vicens



A mis padres
en la eternidad

Ciales…
casi cielo

Cuenca de tierramante de luceros
entraña y corazón de Puerto Rico
Corazón de la Patria
nido y vuelo

Desde la austera meseta castellana
esta ocre luz en grises tamizando
velo de oro en la otoñal nostalgia

¡altos los cielos!
secas vastedades… …:
Por campos del olvido va el Quijote
las fablas de las piedras
recaundando… … …

Yo te recuerdo Ciales casi cielo…
Sueño tu noche de café y de luna
en lírica nostalgia estremecida
con tu Marzo embriagado de azahares
bajo el prodigio de la florecida.

Sueño tu aroma, tus campos y tus nombres
Frontón, Pozas, Caliche, Montebello
y… … algún amor cantando en el paisaje
esta dolida copla del olvido:

Camino de la Florida
íbamos los dos un día…
en las altísimas copas
de los robles florecidos
¡el amor se nos perdió
no encontramos más la vida!
quedó la rama llorando
y las ropas desprendidas.

En tajo vertical sobre el Cialitos
majestuosas montañas recortadas
levantan un castillo a tu paisaje
mansión de soledad y de hermosura.
Rubí de Octubre el cafetal se cuaja
bajo el sinfónico silencio de tus noches…
Bajo tu cielo ?Ciales… casi cielo?
reposa un corazón… brava semilla
¡el más cialeño de los corazones
germinando los sueños y la vida!

Sí te recuerdo Ciales casi cielo
puedo tocar tus brumas… tus neblinas
tu atmósfera de fronda y de hoja húmeda
tu cielo bajo… tu tristeza amiga
y las estrellas silvestres a la mano.

Sentir la orquesta de La Sonadora
dispersando sonatas en la noche
mientras los ángeles custodios de las guabas
guardianes de tu flor y de tu fruto ?
mecen la niebla bajo las estrellas.

Embriagarme en tierras de Castilla
con su trópico y flor, jazmín, gardenias
¡rosas de los jardines de la infancia!

La Voz de Dios en trinidad precisa
¡triple en la yerba?! suelta sus tres notas:
es el Coquí cantando desde Ciales
la unidad de hermosura borinqueña:
frondas de cafetal, aguas de música
luna sobre el castillo en Cordillera.
Monumentos de verde tus montañas,
ungida tierra de rocío y helecho.
Poetas contemplando tu hermosura
entraña y corazón de Puerto Rico.

Y el hombre triste se consuela y sueña
bajo el influjo del noble poderío
que da su tierra… su casa… su montaña.

Jorge Luis madruga en su ventana
y emite al aire de la Cordillera
breve discurso de morivivises:

«La abeja liba la flor
yo libo, Patria, tu amor»

En la Torre de Ciales, Juan Antonio
?varón de la Poesía y de la Patria?
clama en tierno rugido su alabanza:

«Gloria a esas manos que trabajan
esas manos negras, blancas, indias
De entre esas manos nos salió la patria
alabanza alabanza alabanza»

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Yo sólo tengo para ti ?mi Ciales?
este verso de amor y de recuerdo
escrito en la nostalgia y la distancia…
¡Te salve Dios ?mi isla? Ciales mío!

Yo te recuerdo Ciales desde España
como si dentro del corazón yo te tuviera
dentro del corazón de la Isla mía
¡tantos nombres clavados en tu suelo!
Isla de la Palabra y la Poesía

Puerto Rico

mi Ciales

casi cielo.



Poema Congo Libre de Nicomedes Santa Cruz



A Patricio Lumumba

Mi madre parió un negrito
al divorciarse de su hombre,
es congo, congo, conguito,
Y Congo tiene por nombre.

Todos piden que camine
y lo parieron ayer.
Otros, que se elimine
sin acabar de nacer…

¡Ay Congo,
Yo sí me opongo!

El mundo te mira absorto
por tu nacimiento obscuro.
Te consideran aborto
por tu gatear inseguro.

¡Ay Congo,
Cuánto rezongo!

Yo he visto blancos nacer
en condiciones iguales,
y sus tropiezos de ayer
se consideran normales.

Mi Congo, congolesito
que Congo tiene por nombre,
hoy día es sólo un negrito
mañana será un gran hombre:
A las Montañas Mitumba
llegará su altiva frente,
Y el caudaloso Luaba
Tendrá en sanguíneo torrente.

¡Sí Congo,
Y no supongo!

África ha sido la madre
que pariera en un camastro
Al niño Congo, sin padre,
Que no desea padastro.

¡África, tierra sin frío,
madre de mi obscuridad;
cada amanecer ansío,
cada amanecer ansío,
cada amanecer ansío
tu completa libertad!



Poema Cómo Has Cambiado Pelona de Nicomedes Santa Cruz



Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.

Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,
y tu cabeza de bruja
la amarraste con peinetas.
Por no engordar sigues dietas
y estás flaca y hocicona.
Imitando a tu patrona
has aprendido a fumar.
Hasta en el modo de andar
cómo has cambiado, pelona.

Usas reloj de pulsera
y no sabes ver la hora.
Cuando un negro te enamora
le tiras con la cartera.
¡Qué…! ¿También usas polvera?
permite que me sonría
¿Qué polvos se pone usía?:
¿ocre? ¿rosado? ¿rachel?
o le pones a tu piel
cisco de carbonería.

Te pintaste hasta el meñique
porque un blanco te miró
«¡Francica, botá frifró
que son comé venarique…!»
Perdona que te critique,
y si me río, perdona.
Antes eras tan pintona
con tu traje de percala
y hoy, por dártela de mala
te has vuelto una negra mona.

Deja ese estilo bellaco,
vuelve a ser la misma de antes.
Menos polvos, menos guantes,
menos humo de tabaco.
Vuelve con tu negro flaco
que te adora todavía
Y si no, la policía
te va a llevar de la jeta
por dártela de coqueta
con tanta huachafería.



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