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Poema Corre Una Brisa… de Menchu Gutiérrez



Corre una brisa de invisibles, millares
gotas de agua,
por mi corona de noche
y almendra laminada.
Corre entre dos bocas
un solo hilo de almohada
es un telar callado
la noche.
Envejecen los paisajes,
depositan sus perfiles
en cristales distantes
los cabellos del río,
y no canto,
que estoy quieta en la nota,
alto estambre
del amor.



Poema Crepuscular de Melchor De Palau



¡Cuán plácidas al alma las horas de tristeza
en que la tarde muere, al toque de oración!
Del sol en el cenit, da el rayo en la cabeza,
al ponerse en ocaso, nos da en el corazón.



Poema Canción Lejana de Meira Delmar



Y yo también como la tarde
toda me tornaré dichosa
para quererte y esperarte.
Iluminada de tus ojos
vendrá la luna,
vendrá la luna por el aire.

Tú me querrás inmensamente.
Mi corazón será infinito
para la angustia de tu frente.
Yo te daré los sueños míos:
amor, dolor, sencillamente.
Después será la enamorada sonrisa,
el beso, la memoria llena de ti, maravillada.
Y el gozo azul de estar contigo
fuera del tiempo, sin palabras.
De golondrina en golondrina
nos llegará la primavera
de la mirada pensativa.
Y un mismo cauce de dulzura
tendrán las rosas y los días.
Yo te daré los sueños míos:
amor, dolor, sencillamente.



Poema Carta De Roma de Meira Delmar



Te escribo, amor, desde la primavera.

Crucé la mar para poder decirte
que, bajo el cielo de la tarde, Roma
tiene otro cielo de golondrinas,
y entre los dos un ángel de oro pasa
danzando.

La cascada de piedra que desciende
por Trinitá dei Monti hasta la plaza,
se detuvo de pronto y ahora suben
azaleas rosadas por su cuerpo.

Los árboles repiten siete veces
la música del viento en las colinas,
y el húmedo llamado de las fuentes
guía mis pasos.

Más bella que en el aire
una rota columna hallé en el césped,
caída en el abrazo de una rosa.

Cuando fluye la luz,
cuando se para
el tiempo,
asomada a los puentes Roma busca
su imagen sobre el Tevere,
y en vez del nombre suyo ve que tiembla
tu nombre, amor, en el rodante espejo.



Poema Cuerpo de Maurice Echeverría



Compruebo apodíctico la evidencia
del hueso
atónito
Aquí soy, aquí entiendo el rasgo roto
el rostro perpetrado
la luz tardía, la tardía luz
de este templo
de deformadas deidades
tejidos y

Escupir dedos

catalepsia

Pálidos se muestras los bordes
líquidos: es el
panteísmo de algún licor,
la substancia sola
de la embriaguez desnuda.

Llueve. Crispadas las uñas se pudren
en los bares necesarios.



Poema Canto A Tu Distancia de Matilde Alba Swann



Yo he de sentir en mi escollera
el miedo,
golpear por mis costados,
cuando partas.
Levantarás el ancla
enganchada en mi limo caliente,
y arrancarás un tiempo de latido
y soltarás amarras.
Escucharé que partes,
tu sirena, una espiral opaca,
silenciará la lumbre de mi cuerpo.
Escalofío de nieve,
me quedaré distante con el rostro en nostalgia
de los muelles.
Será un desmayo largo, y estremecido al fin,
como un abrazo.
Eco en blanco,
yo no sabré hasta donde
te llevarán las aguas y los vientos.
Solo sabré que desgarraste
del minuto inicial de mi comienzo,
desde el impulso que generó mi germen,
desde la huella de mi pie viniendo.
Tierra firme,
me dormiré en las rocas de la orilla,
y alguna vez retornarán las olas
ondulando un mensaje de regreso.
Romperán sobre mí en voces tuyas
y tu espuma
ha de nevar mi noche,
y una caricia ausente, sigilosa
transitará mi sombra.
Yo he de saber entonces,
que en alguna parte
te has quitado tu ropa de viajero
y aquietaste tu mar
para evocarme.
Yo sentiré tu mano abierta al tiempo,
y el resignado olvido de tu carne,
y tu misterio.
Te sentiré fluyendo entre las horas ásperas,
y ha de traerme el aire
la canción acostada que me cantes,
ávido pasto,
por un suelo de cal que resquebraja.
Inhallado rumor,
ausente imagen,
fibra mordida en la oxidada punta de la lanza,
he de crecer al cielo
por captarte,
dispersaré en girones por el viento,
y anclaré en tus pupilas,
y has de saber entonces,
que yo parto.



Poema Como Un Cántaro de Matilde Alba Swann



Desde mi ángulo diurno de cordura,
no recordaba cómo,
llegué flecha, a disparar del arco.
Fue la herida de penetrar la noche,
que me llamó a encontrarme.
Se miraba mi boca
en un roto cristal crecido a espejo.
Con voluptuosa, medida muerte lenta, comencé,
como un junco, vergonzoso de luz bajo la brisa,
a declinar, y hallé hermoso contarme, derramando.
Fue el oído subiendo hasta la nota,
fue una danza de ninfas sobre el lienzo,
fue un murmullo de cuerdas arriesgadas,
fue el silencio total, dando en el fondo
del lugar de doler, y fue el estruendo
de cien locas gargantas, borbotones,
presurosos, urgidos
borbotones.
En el espejo, dos orillas curvadas de verano.
Estabas a mis márgenes, con el agua mía
riéndose a tus carnes,
escasamente, mi nivel no alcanzaba
siquiera al cáliz de tu cuerpo, cuerpo.
Hubieras, sí, jugado con mi espuma, inclinada
tu cabeza triste, y un poco sorprendida.
Hubieras tal vez puesto tu paladar
a escuchar mi voz de tempestad y azúcar,
y a medio claudicar, como quien oye
un lejano temblor
de cascos vueltos, vacilabas
la inminencia, mezcla de miedo que huye y regocijo,
que alza en danza de grito
hasta las nubes.
Yo volcaba, siempre rítmica cuerda, grave, grave,
y un sabor y un aroma discordantes,
como pájaros nuevos que se esquivan, atreviste
tus manos, hasta el borde mojado de mi cántaro.
Se miraban mis labios,
y eran,
viva síntesis flúida, hembra, hembra, y de pronto,
solamente agua, y de pronto,
ni siquiera.
El cristal sobre azogue de palabras, devolvía
la presencia,
de una boca en sabor desconocido.
Desde mi ángulo diurno de cordura, me miraba brillar
bajo la lámpara.
Después, vuelta de aquella elevación desnuda,
me descubrí tirada como un perro,
con la lengua volcada a las estrellas
y los dientes en polvo, y arañada
toda el agua de patas
imposibles; ya no estuve.
Sólo tu ausencia, fue la verdad real,
con gusto a sangre.
Quise inclinar de nuevo, y era un ancho arenal
seco, sediento,
puro sol fatigado de mis brasas,
era un cántaro hueco,
sin oquedad siquiera, una idea de cántaro
olvidada,
era un nombre cabal de inexistencia.
Y aquí, en la maraña, que quiso dejar a modo de
testimonio el viento, estoy;
mis dos brazos cubriéndome la cara,
así me encuentras.



Poema Charral de Marta Leonor González



Flemática mujer de hermoso pelaje
en cintura
enmarañado pelo,
una araña carga en su pubis ancestral
negra hasta los meniscos,
perturbadora de la noche
calla, arrolla
En la esquina ebria
de Fresh Point
su rostro negra asoma,
tartamudea la anciana
medusa embadurnada de olores.



Poema Cuando Nací Había Muchísimos Higos… de Marosa Di Giorgio



Cuando nací había muchísimos higos. No puede ser, me diran, si era invierno y hacía frío.

Sin embargo fue así; estaban en todos los árboles, áun los que no eran higueras, y en medio de las floes. Oscuros, celestes o rosados; algunos desde el origen, traían adherida una violeta o una mosca. O en el punto central entresacaban una perla (nunca lla dieron del todo). O se desprendían girando como astros envueltos en anillos de colores, hasta que casi exánimes tornaban al lugar.

Se sentía un aroma a almíbar y azucenas.

Yo, en medio de mi primer lloro, pues era a los pocos minutos de nacer, dije a mi madre: Hay higos.

Y mi madre miró sonriendo a mi Rosa abuela, y le dijo: Mira lo que dice.

Y mi abuela se aproximó, demasiado, con los ojos bajos, la sonrisa fija, y una tremenda corona de higos negros, gruesos y atormentados.



Poema Carnavales Para El Equívoco de Marlon Meza Teni



La otra noche,
torpemente dejé caer mis somníferos
al abrir el frasco. Traté de recuperarlos uno por uno
pero al despertar me dí cuenta de haber olvidado el que
fingiendo una semilla fue a esconderse en la humedad
de una maceta que aceptaba la vida normal
de una planta sin problemas.

***

La palabra diccionario
adentro de un Dicccionario
es el ego de este disfrazado de minúscula.

***

Siempre he preferido
la inevitable ley de gravedad
de los ángeles caídos,
a la ilusión de los dudosos peldaños
que conducen al cielo.

***

El vagabundo pobre del barrio
logró bajar una nube para ponerla de almohada
pero sus sueños amanecían demasiado húmedos
y no tenía sol para secarlos.

***

Ayer,
de tanto confundir mi lengua entre la suya
una mujer me ha dicho que tenemos besos babilónicos
con torres condenadas a querer tocar
la bóveda celeste.

***

No puedo,
ni me gusta dormir con la ventana abierta,
porque se meten las brujas a robarme las manzanas
de los árboles que sueño ; le dan escobazos a mis pesadillas y se pelean con mis ogros. A éstos los tengo encadenados, la lucha no es leal y al final? no son tan villanos.

***

Me desperté enredado entre tus labios
pero eran sólo mis palabras
y preferí cerrar los ojos
hasta que amanecieras.



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