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Poema Chopin, Federico de Luis Hernández



«Federico Chopin» de la sección «Los muertos»,
Las constelaciones T:28

Se sintió primero
Con la tristeza
De un niño solitario
Y luego
Con la grandeza
De un niño solitario

Y escribió
Aquella Música
De su alma
Que es lo único
Que pudo
Bajo un sol
Que no era el suyo
Dar su Amor
(«Chopin», M: 87)

1
¿Recuerdas tú
El bosque de Watteau
Y un claro de luna
Que sí ha de volver
Que sí volverá?
¿Recuerdas tú?

22
Y si recuerdas
El bosque
Y si recuerdas
El bosque
Dónde habré
De hallarte
Recordando

(«Prelude», A Federico Chopin, M: 170-171 )

* *

En las estrellas
Del cielo de Varsovia
Hay una fuente

De cristal y límpida
El agua fluye

Tras los alambres de púas
La fúlgida

Herrumbrada selva
De las latas luces
Y un horizonte azul
Más allá de Varsovia

Con el corazón
En París

Y luego
Tu cuerpo torturado
Pobre poeta de Polonia

En el cielo azul
De Varsovia

Hay
una
fuente

Cracovia, febrero de 1975



Poema Canto Tercero de Luis Hernández



Astronauta,
A mil millas del mundo que los hombres crearan
Para nunca conducir,
Algo conoces de esta tierra
Y algo olvidas,
Algo conoces de las aguas,
Y relatas solitario a tus espacios:
En Atlántida, cuando se hunde océano
Brillan oxidadas las máscaras de los esclavos.
Piensa ahora que te anudas a las tardes
Con el limo en los ojos.
Piensa, con un niño en el pómulo celeste:
A la vuelta está el viento,
El paisaje deleznable de las nieves.
No temas nunca el mar
Que también tiembla.
No juzgues la carrera del Sol
Coronado por los zorros.
Suelta tus manos en los vuelos ajados del alambre:
En la última esquina del tiempo,
Mendigando en retorno, condenado,
Hallarás las mil fases de lo eterno.

De «Cantos de Pisac»



Poema Canto Segundo de Luis Hernández



¡Un río. Melodía, dios, un río!
El espacio en el cauce de lo alado,
Sordo monstruo tallado por Estío
Entre un triste frescor
Oh, ignorado,
Tan eterno tu Otoño en la caída!
Como garra rapaz: sí enredadera,
Flama amada del tiempo, desvaída
Por la turbia carcancha, tan certera.

Dios oculto en un vientre de roca:
Destrozado, muda espina lanzada
Por la noche fugaz sobre los cantos.

Agotada en sí misma es honda roca
Cegadora de grutas arrancadas
Por las fieras llameantes de amarantos.



Poema Canto Primero de Luis Hernández



Digamos que eres un muchacho,
Acaso el que tallara
La sortija del durazno,
Pensemos que ella fue creciendo en tu dedo
Hasta hacerse lejana como un astro.

Digamos que eres un muchacho
Que juega en una nave de piedra
Al abordaje.
Pensemos que atrapaste tu vejez
Con unos garfios,
Inútilmente.

Inútilmente dibujaste sobre tu cuerpo
Al vagabundo cruel
De las islas aladas:
Sin deseo, sin prisa, sin belleza,
Eres solo en la noche del espacio.



Poema Caracola de Zbigniew Herbert



Delante del espejo en el dormitorio de mis padres había
una caracola rosa. Solía acercarme a ella de puntillas y con un
repentino movimiento ponérmela en la oreja. Quería pillarla
en ese momento, cuando no siente añoranza con su monótono
susurro. Aunque era pequeño, sabía que, incluso cuando se
ama mucho a alguien, a veces sobreviene el olvido.

1957

Versión de Xaverio Ballester



Poema Curatia Dionisia de Zbigniew Herbert



La piedra está bien conservada La inscripción (latín decadente)
reza que Curacia Dionisia vivió cuarenta años
y de su propio bolsillo erigió este modesto monumento
solitario continúa su banquete suspensa la copa
el rostro sin sonrisa Palomas demasiado toscas
los últimos años de su vida los pasó en Britania
junto al muro de contención de los bárbaros
en un castrum del que. quedaron los cimientos y las bodegas

ejercía el más viejo oficio del mundo
breve pero sinceramente lloráronla los soldados de la Tercera Legión
y cierto viejo oficial

ordenó a los tallistas colocar un par de cojines bajo su codo
delfines y leones marinos indican un viaje lejano
aunque desde aquí había sólo dos pasos hasta el infierno

(1969)

Versión de Xaverio Ballester



Poema Conjeturas Sobre Barrabás de Zbigniew Herbert



Qué fue de Barrabás Pregunté nadie lo sabe
liberado de sus cadenas salió a una calle blanca
pudo torcer a la derecha seguir recto torcer a la izquierda
andar en círculo cacarear de alegría como un gallo
Él Emperador de sus propias cabeza y manos
Él Virrey de su propio hálito

Pregunto pues en cierto modo tomé parte en el asunto
arrastrado por la turba frente al palacio de Pilatos grité
como los demás libera a Barrabás a Barrabás
Todos gritaron aunque sólo yo hubiese callado
igualmente habría sucedido tal como tenía que suceder

Y Barrabás quizá volvió con su banda
En las montañas asesina con presteza hace los debidos pillajes
O abrió un taller de alfarería
Y sus manos manchadas por el delito
limpia en la arcilla de la creación
Es aguador arriero de mulos usurero
propietario de naves -en una de ellas navegó Pablo hasta los
corintios
o -lo que no puede excluirse-
se convirtió en un apreciado delator a sueldo de los romanos

Mirad y asombraos del pasmoso juego del azar
por los poderes de la posibilidad por las sonrisas de la fortuna

Y el Nazareno
quedó solo

sin alternativa
con un abrupto
sendero
de sangre

1990

Versión de Xaverio Ballester



Poema Como El Olvido de Enrique Gracia Trinidad



«Fui donde el Ángel y le dije que me diera el librito.
Y me dice: Toma, devóralo; te amargará las entrañas,
pero en tu boca será dulce como la miel-.» (10.9)

Como el olvido,
como las lágrimas y el sueño
que ya no se recuerda.
Así de amargo
el libro y cuanto en él se escribe
con la sangre.
Igual de amargo que este tiempo
que pasa como un trueno sobre el mar
y la tierra,
sobre la espalda de los hombres.
Como el dolor que no entendemos,
como el cansancio de la risa.
Igual que esta certeza que nos rompe
la voz y la cintura,
el recuerdo del barro,
la nostalgia de haber sido una lágrima fecunda.
Páginas vegetales que alimentan
las horas de la tarde,
cuando todas las cosas
ponen el corazón en cuarentena.
Letras amargas como el dorso
de una mano apoyada
sobre una puerta que cerró el recuerdo.

Pero en la boca,
dulce sospecha de esperanza,
pie que se acerca por la espalda
para dejar su beso sobre el cuello.
Dulce como la sombra
del verso que jamás escribiremos.

De «Tiempo de apocalipsis»
Poesía 1972-2004



Poema Canción de Víctor Sandoval



He sembrado mi nombre
en la tierra dorada
donde habitan tus besos
y canta la esperanza.
Mujer de dulces frutos,
caída y levantada
una y mil veces más
por mi amor sin mañana.
He sembrado en tu vientre
mi infinita nostalgia,
y mis sueños perdidos,
para que en tus entrañas
sientas que noche y día
te canta mi esperanza.



Poema Copa En Celo de Víctor Redondo



Abril ha llegado con el atraso de las hojas

el susurro del arco en la vena de la medialuna

la cabeza que arde en el eco del infierno.

Si llegas a saber quién soy

o esperas que te nombre entre tanta ruina

pondré un beso en el nadie que se existe.

Partida en mi deseo, cereza de carne,

la que me nombra en mí es la muerte en el espejo

lo nocturno que roe la palabra

en el espejo muriendo.

Y desnudamos la piel, la horca

del que pende de la aurora y del sueño



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