poemas vida obra c

Poema Cuando Ya Nadie Sepa de Manuel Vázquez Montalbán



Cuando ya nadie sepa
el por qué de mi nombre
o de este mueble
ni por qué fue tan triste aquel doce de agosto
olvidadas crueldades sin origen
pequeñas cicatrices en alcohol
¿recuerdas?
fue en abril y te caíste en la fuente más hermosa de Praga

fotografías llenas de desconocidos
sin nadie que les avale

¿recuerdas?
es el primo Anselmo antes de morirse de arrepentimiento
había tenido el tifus en Larache
pero te llevó un día al Laberinto
fue en abril y te caíste en la fuente más hermosa de Praga

qué dije en mi primer entierro
quizás en aquel triste doce de agosto

¿recuerdas?
no, fue en abril y te caíste en la fuente más hermosa de Praga

te pusieron una chaqueta de hombre
el primo Anselmo envejeció mucho antes de morir de
arrepentimiento
por haberte dejado caer en la fuente más hermosa de Praga

tenía un gato de piedra
del que manaba el agua

Praga 1982



Poema Coplas A La Muerte De Mi Tía Daniela de Manuel Vázquez Montalbán



(fragmento)

…dejo dormir
todo cuanto tengo
mío o ajeno

recuerdo
qué poco amé
a quien me amó
y entonces
quisiera marcharme
donde desde siempre
nos esperan
abiertos
puertos sin naves
de regreso
la vida murió
ningún consuelo nos deja
la memoria
en el presente
las formas envilecen
cuanto tocan
y en la infancia
del hombre los deseos
avivan crecimientos
récords
todavía los llaman los atletas

mañana
sin duda
no habrá historias
tan tristes a la medida
del sentimiento viejo
lógicamente
las lavanderas estarán sindicadas
la tuberculosis desterrada
y las contradicciones
entre lo abstracto y lo concreto

serán síntesis
la fuerza de un hombre
será la fuerza
de los hombres
inútiles
buenos propósitos
la nostalgia
los remordimientos

el recuerdo.

«Coplas a la muerte de mi tía Daniela» 1973



Poema Como Si Fuera Esta Noche La Última Vez de Manuel Vázquez Montalbán



Rota solitaria articula da muñeca
de sus alas sus gestos
la gogo girl
reivindica parcelas de aire
en un imprevisible océano
sin rosa de los vientos
sin norte nocturno, ni sur de estío
la inutilidad de todo viaje
conduce a la isla de un podium
para bailar la danza de una tonta
muerte fingida para no fingir la vida

no no lee hasta entrada la noche
ni en invierno viaja hacia el sur

pero tiene bragas de espuma ambarina
sostenes de juguete un príncipe violeta
la despeña por los acantilados
del goce más pequeño
submarinos ya sus ojos tan nocturnos
la gogo girl
tiene la boca entreabierta por el prohibido
placer de no hablar apenas
sobre la tierna noche
y su manto de flores ateridas reposa
su falsa cabellera de niña emancipada

guitarras nada eléctricas sumergen despedidas
rómpete actriz del deseo de amar la vida
como si fuera
como si fuera esta noche la última vez.

«A la sombra de las muchachas sin flor» 1973



Poema Ciudad De Ceniza de Álvaro Valverde



Una ciudad es todas las ciudades.

Cruzas el mismo andén, las avenidas
iguales y lejanas, tan inhóspitas
como esos edificios que proyectan
su luz vítrea y opaca en el asfalto.

Una ciudad es sólo un sentimiento
de euforia o de catástrofe, un círculo
que es suma de otros círculos
igual de fantasmales.

Es un azar, una ciudad; un tramo
entre dos direcciones de ida y vuelta,
y un idéntico fin y un mismo origen.

Con la mirada hundida, el paso rápido,
recorres sin cesar las mismas calles
que desoladas cercan tu destino.

De «Mecánica terrestre» 2002



Poema Consejos De Afrodita de Flor Alba Uribe



A la hora del amor llega desnudo,
desnudo y puro,
como quien vive su muerte y resucita.
BESA
hasta que sean de piedra tus labios
y tu lengua.
ACARICIA
hasta que palidezcan los tigres camorreros.
ENTRÉGATE
con la avidez del sediento en la taberna,
con fervor, con pavor,
no retrocedas.

Y en la batalla de labios y de huesos,
en la apretada urdimbre de dos cuerpos
baja cantando, como un minero iluminado,
para cavar muy hondo entre dos muslos.



Poema Capricho de Flor Alba Uribe



Hoy he besado a un hombre hechura de la tierra,
elemental,
agreste,
sin linaje ni aroma.
Capricho en el desgaste de una tarde cualquiera.

¡Dura carne de cobre para mi carne ardía.

Y aconteció, tan cierto, el regreso a la orilla
donde todo comienza:
la tierra, su inocencia,
y dos seres que aprenden el estupor de un niño
cruzando el lento abismo.

Obediencia de arcilla perpleja y clamorosa
horneada en el oscuro
resplandor del deseo.
El mundo en perspectiva, y el ojo de los astros
miro, visión del Génesis, los cuerpos anudados.

Y mientras Dios gestaba
la rosa, los metales,
la curva de los montes, los ríos iniciales,
un gemido y un canto de agonía deleitosa
diseñaron los sauces y el primer ruiseñor,
e inmersa en la fragante destilación del sexo
halló el mar tumultuoso
su vocación salina.



Poema Canción Tardía de Flor Alba Uribe



«Te amaré siempre, siempre»
Inapelable noria de las palabras que da vueltas,
al otro lado de la ausencia,
junto al vaciad0 pozo de los sueños.

«Tú y yo por la vida y por la muerte»
Quién retuerce el cáñamo para tejer la hora
de un pasado ilusorio.
Rumor que se aproxima, eco en suave curva
donde la realidad es fuga.

Quién envía señales de humo, palomas mensajeras,
ramas sobre el agua, almizcle en pos del viento
presagiando caminos de regreso
y así aniquila
el tráfago irrevocable del olvido.

Canción tardía. Voz de pájaro emigrante
que ha extraviado el rumbo, su estela monitora
y se abandona al sino de caprichosos vientos
mientras deplora la prematura llegada del invierno.



Poema Condena de Giuseppe Ungaretti



Como la áspera piedra del volcán,
como la piedra pulida del torrente,
como la noche sola y desnuda,
alma como honda y con terrores
¿Por qué no te recoge
la mano firme del Señor?

Este alma
que sabe las vanidades del corazón
y sabe pérfidas sus tentaciones,
y del mundo conoce la medida,
y los planes de nuestra mente
considera minucias,
¿por qué no puede soportar
más que arrebatos terrenos?

Tú no me miras ya, Señor…
Y no busco sino olvido
en la ceguedad de la carne.

Versión de Jesús López Pacheco



Poema Cielo Despejado de Giuseppe Ungaretti



Bois de Courton, Julio 1918

Después de la creciente
niebla
una
por una
las estrellas
se quitan el velo

Respiro
el aire fresco
que el color del cielo
me ofrece

Sé soy
una pasajera
imagen

atrapada en un círculo
inmortal

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Confesion En Negro de Julia Uceda



Ahora puedo decir: esto era
la mayor parte de la vida. Lamento
sin embargo, aunque no
con excesiva pena,
no haber tenido nunca un dormitorio,
aunque por otra parte,
qué podía yo hacer con tantos muebles
y con tanta madera arrebatada
a aquellas tierras en donde nació…
Fue roja mi primera cama.
Tenía una plaquita, de San José y el Niño,
en el pequeño cabezal.
Recuerdo todavía
a los mayores discutiendo
que su compra era urgente pues la niña
no cabía en la cuna.
Fué peor
no acceder a los libros que, mudos, me llamaban
porque venían y se iban
más lejos cada vez. Igual que mis amigos,
que mis casas, que las viejas butacas,
que los paisajes encontrados.
Quién sabe todavía
en qué casa, en qué cuarto moriré.
Sin embargo, me alegro
de haber tenido, en USA, tres objetos: la boina
de hielo del dolor
de cabeza, el teléfono blanco
-en mi tierra eran negros-
de Mirna Loy, y haber averiguado
lo que desayunaban, en altas copas cristalinas,
las heroinas y los héroes
del cine. Eran pomelos: esa fruta
cuyo amargor no puedo soportar.

¿Y del amor? Punto y aparte.
Los quise. Me quisieron:
todos fueron mis gatos. Y hubo también tres perros.
Lo sé: no ha sido tan terrible.



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