poemas vida obra c

Poema Canción Para Dormir A Un Niño Pobre de Victoriano Cremer



Ángeles con espadas
custodian el aire.
Un toro de sombra
mugiendo en los árboles.

?Madre, tengo miedo
del aire.

Mira las estrellas.
Aún no son de nadie;
ni son del Obispo
ni son del Alcalde.

?Madre, quiero una
que hable.

Patitas de cabra
siguen vacilantes
al osito blanco
de la luna errante.

?Madre, quiero un oso
que baile.

Pandero de harina:
luna en el estanque.
Las cinco cabrillas
sin cesar, tocándole.

?Madre, se me hielan
las carnes.

Floridas de escarcha
ya son como panes.
La aurora las dora
y acorteza el aire.

?Madre, no te oigo.
¡Tengo hambre!

¡Uuuuuuuh…! Duerme, mi niño;
que viene el aire
y se lleva a los niños
que tienen hambre.



Poema Cuando Llegues de Beatriz Zuluaga



Cuando llegues…
habrá un florecimiento de amapolas.
Un himno nuevo entonará la sangre;
y al sentir el milagro de tus manos,
brotarán de mi canto lirios blancos.

Me vestiré los tules nupciales de la aurora.
Bañaré mis cabellos con reflejos de sol;
habré puesto a mi boca el dulzor de las mieles,
y a mis senos, arrullos con preludios de amor.

Cantarán los minutos mis arterias cansadas.
Ya mi espera se tiende con caminos de luz;
pon a tus pies sandalias tejidas de ilusiones,
que hallarán primavera cantando plenitud:

Cuando llegues…
habrá germinación en los vergeles
al abrirse mi carne en floración;
y en el dulce cansancio de la entrega,
se mecerá una cuna y una flor.



Poema Cómo Quiero La Grandeza de Beatriz Zuluaga



Cómo quiero la grandeza
de las cosas simples.
Por eso vuelvo hoy
al principio
en busca de ese génesis
con aroma de leche y estiércol.
Suavidad de la guama
esbeltez de espartillo
humedecidos pies de bosque
complejidad amorosa de la noche
al calor de la leña
paredes dibujadas con humo
paseo de cocuyos
tibio lecho con olor
de arrayanes.
Principio del amor
alfabeto de sexo
aprendido
en el arrullo fresco de palomas
en el relincho recio
de un caballo
en el temblor de ancas
soberbia de la sangre
en crines desbocadas.

Milagro de los cuentos
en la voz ancestral de los abuelos,
castillos y palacios,
duendes y hadas,
puente de los fantasmas,
musgo para los sueños,
armonía de un tiple
junto al pilón
tierno maíz
dorada redondez de los buñuelos.
Implacable reloj
que me lanzó de pronto
a ser grande,
así sin previo aviso,
sin tiempo de ordenar
la valija
para ese itinerario de la vida



Poema Como En Los Dias De Julio de Luis Zalamea Borda



«Siempre es el mar donde mejor se quiere».
Andrés Eloy Blanco

No quiero oír tu voz,
ni adivinar tu angustia
desde el destierro,
ni revivir en momentos de celo o de locura
aquella nuestra entrecortada despedida.
(Las voces de la noche eran nuevas, sutiles;
tus amplios pechos se encogieron, tremendos en su lucha,
buscando encarcelarse en la tiniebla tibia. )

Ella, la despedida, no era marina como en lejano día,
sino terrestre, final, definitiva;
molde de soledad, herida, grieta, tajo de nuestras vidas.
Y así quiero que sea.

(Tu imagen está ya condenada al limbo de las horas perdidas
en la inmensidad de un mar que se despierta, atónito,
de un sueño de ondinas, madréporas en flor y barcos asesinos.)
No quiero reflejar mi triste mirada en tu recuerdo.
Quiero olvidarte toda, poro a poro,
exánime, jadeante, casi muerta sobre la tierra plena
que conjuga el amor ígneo de la euforia volcánica.

(En la lejanía mueren en coro, de tedio,
con dignidad crustácea, los pálidos cangrejos,
y la tarde se disfraza de buzo.)

En mi memoria serás desde hoy,
como en los días de julio,
un sudor hecho hembra
al final del camino.



Poema Cielo Tras La Borrasca de William Wordsworth



De «La Excursión». Libro II

UN solo paso, que me libertó de los límites
de aquel ciego vapor, abrió a mis ojos
un tan vivo esplendor como no viera nunca
el despierto sentido ni el alma en sus ensueños.
Fué la visión, de pronto desplegada,
una inmensa ciudad; se hubiera dicho
gran selva de edificios, hacia lo hondo
retirada de algún ilimitado abismo,
naufragando entre glorias, ya sin fin.
Fábricas parecían de diamantes y oro,
cúpulas de alabastro y argénteas agujas
y encendidas terrazas sobre terrazas, hacia
lo alto; aquí, apacibles, brillantes pabellones,
en avenidas; torres, allí, adornadas
de almenas, que en sus frentes incansables
sostenían los astros, luciente pedrería.
La terrestre natura labraba aquel efecto
con la oscura materia de la borrasca, ya
apaciguada. En ella y en las cavernas y
en las faldas abruptas y en cresterías, donde
se habían los vapores retirado, fijando
su estancia bajo aquel cerúleo cielo.
¡Visión no imaginada! Nubes, nieblas,
arroyos, peñas húmedas y hierba de esmeralda,
nubes de cien colores y rocas y zafiro
de cielo: confundido, mezclado, en mutuo ardor,
fundido todo y componiendo,
todo en todo perdido, el asombroso adorno
de templo y ciudadela y palacio, y la ingente
y fantástica pompa de vagos edificios,
envueltos como en lana, en vastos pliegues…

Versión de Màrie Montand



Poema Camposanto En El Sur De Escocia de William Wordsworth



ACOTADO del hombre y al borde de una sima
donde el torrente espuma, veréis el cementerio.
Allí la liebre alcanza su más tranquilo sueño
y los elfos, nevados de luna, entran y danzan
para crédulos ojos. De aquelarre ni templo
no queda ya vestigio, pero allí se deslizan
desconsoladas gentes, que con velada angustia
le lloran su oración al viento y al celaje.
No hay tumbas orgullosas. Mas rudos caballeros,
que esculpiera el humilde querer de tiempos idos,
en tierra yacen, entre verdores de cicuta;
no es una mezcla triste, si quiebra el alba clara
el resplandor del césped, y cerca, en los arbustos,
coros primaverales entonan su alborozo.

Versión de Màrie Montand



Poema Clave Mínima de Maruja Vieira



Déjame tu recuerdo, el de esta hora.
No importa que te vayas.
Déjame este recuerdo
de la última hora del alba.

Estaba azul el monte esa mañana
azul. Eras hermoso
y yo te amaba.



Poema Campanario De Lluvia de Maruja Vieira



Te buscaba en la sombra. Lentamente surgía
tu mirada lejana, leve flor de horizontes.
Era clara, serena….Con amor la sentía
transitar el camino de mis ojos insomnes.

No fue un eco ni un sueño. Fue la brisa en al árbol
que me trajo tu acento con perfume de savia
y creció por mis venas y se fue deslizando
con temblor de caricias al llegar a mis manos.

Nada más….en la torre desgranó la campana
un rosario de tiempo claro, fino y distante.
Como niebla de aroma se quedó entre mis labios
la dulzura imposible de una frase: te amo.



Poema Canción De Otoño de Paul Verlaine



Los sollozos más hondos
del violín del otoño
son igual
que una herida en el alma
de congojas extrañas
sin final.

Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.

Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
como yo.

Versión de Carlos Fujol



Poema Como El Judío Que Añora de Manuel Vázquez Montalbán



Como el judío que añora
aquel lugar
del que no sea preciso regresar
paraísos de confianza
en la propia piel
o en la blanda penetrabilidad
de los cuerpos
vivo en Praga acumulando
recuerdos deudas pérdidas
de la propia identidad en cada testigo
muerto

escribo en alemán para que las palabras
no sean vuestras ni mías
al fin y al cabo
todo lenguaje es un tam tam
que pide socorro en una lengua
inaceptable

ser judío vivir en Praga escribir en alemán
significa no ser judío ni alemán
ni ser aceptado
por las mejores familias de la ciudad
que identifican
el alemán con Alemania y el ser judío con la alarma

Por las venas un río en fuga
o quizá sólo de tránsito
pero fue el aire de Praga
la monumentalidad oxidada
de sus palacios sin reyes
de sus diccionarios sin lengua
de sus garitas llenas de guerreros
extranjeros
la que cambió el ritmo de la sangre
y señaló el mapa exacto de cuatro
puntos cardinales cuatro esquinas de cruz final

nacidos para ser extranjeros
compartimos con vosotros la condición vencida
incluso los recuerdos -los vuestros, sin duda-
de escuadras en el mar
mares de Praga
sangre de paso o de vuelta digo
recuerdos vuestros memoria vuestra
y al fin imposible el ayer y el mañana
mestizos de derrota propia y ajena
cultura de bolero y K quinientos cuatro

de cuando Mozart cedía a Praga
tres movimientos de una sinfonía que le sobraba…

«Praga» 1982



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