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Poema Como Todos Los Años Desperdiciados de Charles Bukowski



ayer la ebria Alicia
me dió
un frasco de mermelada de breva
y hoy ella
silva
por su gato
pero
el no vendrá
venir-
él está con los caballos
en una
cuba de cerveza
o
en habitación 21
del Hotel
Crown Hill
o está en el
Cracker
Citizens National
Bank
o
arribó a
Nueva York a
5:30 p. m.
con una maleta de papel
y
7 dólares.

cerca a Alicia
en su patio
un ganso de papel
camina
volteado de arriba a bajo
en una caja de cartón que dice :

California
Naranjas.

la ebria Alicia silba.
no bien no bien.
trabaja despaciosamente.
cada quien se esfuerza duro
pero los
dioses.

Alicia entra por una
bebida, viene
afuera,
silba de nuevo
todo el camino hacia una
banca del parque en
El Paso-
y su amor viene
corriendo de los
árboles
ojos abrillantados como un
film de color
y no aguardando
hasta
el Lunes

entramos
juntos.

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Cisne De Primavera de Charles Bukowski



También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres
que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping
y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Carta Desde Muy Lejos de Charles Bukowski



Ella me escribió una carta desde un pequeño
cuarto cerca al Sena.
dijo que iba a asistir a clases de
baile. Se levantaba, dijo
a las 5 en punto de la mañana
y escribía a máquina poemas
o pintaba
y cuando sentía deseos de llorar
tenía una banca especial
junto al río.

Su libro de Cantos
se iría
en la Caída.

No supe qué decirle
pero
le conté
que haría sacar cualquiera de los dientes dañados
y tener cuidado del amante
francés.

Puse su foto junto al radio
cerca del ventilador
y se movió
como algo
vivo.

Me senté y lo observé
hasta cuando ya había fumado
5 o 6
cigarrillos que quedaban.
Entonces me levanté
y me fuí a la cama.

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Cálidas Nalgas de Charles Bukowski



este Viernes por la noche
las muchachas mejicanas en el carnaval católico
parecen muy buenas
sus maridos andan en los bares
y las muchachas mejicanas lucen jóvenes
nariz aguileña con tremendos ojazos,
cálidas nalgas en apretados bluyines
han sido agarradas de algún modo,
sus maridos andan cansados de esos culos calientes
y las muchachas mejicanas caminan con sus hijos,
existe una tristeza real en sus ojazos
como si recordaran noches cuando sus bien parecidos hombres-
les dijeron tantas cosas bellas
cosas bellas que ellas nunca escucharán de nuevo,
y bajo la luna y en los relampagueos de las
luces del carnaval
lo veo todo y me paro silencioso y lo lamento por ellas.
ellas me ven observando-
el viejo chivo nos está mirando
está mirando a nuestros ojos;
ellas sonríen una a otra, hablan, salen juntas,
ríen, me miran por encima de sus hombros.
camino hacia una caseta
ponga una moneda de diez en el número once y gane un pastel
de chocolate con 13 coloreadas colombinas en la
cima
suficiente por demás para un ex-católico
y un admirador de los calientes y jóvenes y
no usados ya más
aflijidos culos de las mejicanas.

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Cosmogonía de Joan Brossa



Adelantaba ligeramente el muslo
y lo ponía entre las piernas,
y su pierna izquierda la
ponía encima, por fuera
de mi muslo izquierdo.

Versión de Andrés Sánchez Robayna



Poema Cartero Cheval de André Breton



Nosotros los pájaros que encantas siempre desde lo alto de esos
belvederes
Y que cada noche no formamos más que una rama florecida de
tus hombros a los brazos de tu carretilla bienamada
Que nos desprendemos más vivos que centellas de tu muñeca
Somos los suspiros de la estatua de cristal que se incorpora
cuando el hombre duerme
Y brechas brillantes se abren en su lecho
Brechas por las que pueden percibirse ciervos de cuernos de
coral en un claro del bosque
Y mujeres desnudas en lo profundo de una mina
Recuerdas te levantabas entonces descendías del tren
Sin una mirada para la locomotora presa de inmensas raíces barométricas
Que se queja en la selva virgen con todas sus calderas doloridas
Sus chimeneas con humo de jacintos y movida por serpientes azules
Te precedíamos entonces nosotros las plantas sujetas a metamorfosis
Que cada noche hacíamos signos que el hombre puede sorprender
Mientras su casa se desploma y se sorprende ante los engranajes singulares
Que busca su lecho con el corredor y la escalera
La escalera se ramifica indefinidamente
Conduce a una puerta de haces de heno se abre de pronto sobre
una plaza pública
Hecha de dorsos de cisnes una ala abierta para el pasamano
Gira sobre sí misma como si fuera a morderse
Pero se contenta con abrir bajo nuestros pasos todos sus escalones
como gavetas
Gavetas de pan gavetas de vino gavetas de jabón gavetas de espejos
gavetas de escaleras
Gavetas de carne con empuñaduras de cabellos
A la hora precisa en que millares de patos de Vaucanson
se alisan las plumas
Sin volverte tomabas la llana con que se hacen los senos
Te sonreíamos nos enlazabas por el talle
Y tomábamos las actitudes según tu placer
Inmóviles para siempre bajo nuestros párpados tal como la mujer
gusta de ver al hombre
Después de haber hecho el amor.

De «Le revolver à cheveux blancs

Versión de César Moro



Poema Confesión de Piedad Bonnett



Para tus ojos
quisiera yo beber el dulce azogue,
y amanecer cubierta de polvo de metales
como una joven faraona muerta.
Robarles su color a los almendros,
y hundiéndome en el lodo feraz de los pantanos
lustrar mi desnudez
para tus ojos.
Recuperar la luz de las espadas
y hacerla batallar en mis pupilas.
Tomarme espléndida
como una esclava etrusca, cuya cabeza calva
perturba el sueño de los mercaderes,
como iracunda araña al sol del mediodía,
como la dentadura feroz de los guerreros,
como el líquido
despertar matutino de las dianas.

( Pero todo esto no es sino literatura
y debo resignarme a sonreírte
sin existir, quizá, para tus ojos. )

«El hilo de los días»



Poema Certeza de Piedad Bonnett



«Siempre hay paz en la certeza…»
Truman Capote

Hasta el fondo del vaso
desde tu oscuro fondo
caían las palabras
difíciles
amargas
caían como gotas espesas y brillantes
que iba sorbiendo el tiempo

como arena finísima
caían
haciendo un agujero
en mi mano extendida

y cada gesto
era ya para siempre

ideograma de tintas visibles
de un idioma
que iba olvidando mientras lo aprendía

y el instante nacía cada vez
para morir
en memoria y en fuga de presente.

Tenerte era perderte.

No tenerte
es esperar
confiada
que no llegues.

«El hilo de los días»



Poema Canción de Piedad Bonnett



Nunca fue tan hermosa la mentira
como en tu boca, en medio
de pequeñas verdades banales
que eran todo
tu mundo que yo amaba,
mentira desprendida
sin afanes, cayendo
como lluvia
sobre la oscura tierra desolada.
Nunca tan dulce fue la mentirosa
palabra enamorada apenas dicha,
ni tan altos los sueños
ni tan fiero
el fuego esplendoroso que sembrara.
Nunca, tampoco,
tanto dolor se amotinó de golpe,
ni tan herida estuvo la esperanza.

«Círculo y Ceniza»



Poema Canto Del Reír de William Blake



Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo,
y el arroyo encrespado se desplaza riendo;
cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,
y la verde colina ríe del estrépito que hacemos;
cuando los prados ríen con vívidos verdes,
y ríe la langosta ante la escena gozosa;
cuando Mary y Susan y Emily
cantan «¡ja, ja, ji!» con sus dulces bocas redondas.
Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra
donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces,
acercaos y alegraos, y uníos a mí,
para cantar en dulce coro el «¡ja, ja, ji!»

Versión de Antonio Restrepo



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