poemas vida obra c

Poema Capitulación de César Vallejo



Anoche, unos abriles granas capitularon
ante mis mayos desarmados de juventud;
los marfiles histéricos de su beso me hallaron
muerto; y en un suspiro de amor los enjaulé.
Espiga extraña, dócil. Sus ojos me asediaron
una tarde amaranto que dije un canto a sus
cantos; y anoche, en medio de los brindis, me hablaron
las dos lenguas de sus senos abrasadas de sed.
Pobre trigueña aquella; pobres sus armas; pobres
sus velas cremas que iban al tope en las salobres
espumas de un mar muerto. Vencedora y vencida,
se quedó pensativa y ojerosa y granate.
Yo me partí de aurora. Y desde aquel combate,
de noche entran dos sierpes esclavas a mi vida.



Poema Casi Oda A Federico García Lorca de Adriano Corrales Arias



Nuestras ciudades enloquecieron con sus guadañas
el humo asfixia a los maricas los peones las pitonisas
los rascacielos los callejones la caravana de gitanos
en el éxodo de los incendios la Danza de la Muerte
con sus harapos sus cadenas su retorcerse
alrededor de este siglo que también se nos muere
por las horas graves de esta tarde en que subís vos
Federico ángel toreador de las estrellas los enjambres

Siempre vos subís por las cinco sangres de la tarde
con Antoñito el Camborio e Ignacio
con el rey de Harlem y el Viejo de las hierbas del Hudson
con una comparsa de negros en búsqueda de su Habana para verte

Subís y bajás y subís por las cinco sangres de todas las tardes
como un son de la murga en la guitarra más ancha y profunda
pletórico de romances saetas valses con tu luna de plata
tu barca amarrada al alma tu caballo anclado en el Alhambra
el puñal abierto y las cartas lanzadas a las esquinas de los amantes

Tras de vos vienen los fusiladores con sus capas de tinta y cera
y todos los que te han matado y te matan sin matarte
pero también vienen Margarita Antonio Pablo Luis Vicente y los demás poetas con sus cantos y sus olivares de trashumante

Subís hacha de luz con todas las muertes a cuestas
encendido en el baile de máscaras con las páginas abiertas
como las flores en el instante de la primavera

Subís con nosotros en la hora ciega de los alacranes
con todo tu amor en nuestra rabia y en nuestros pesares
para iluminarnos y limpiar el óxido de los altares
la rancia costura de los maestros los empleados los generales

Subís toro torero por este cementerio de plantas y pañales
con tu fuego perpetuo de lluvia para apagar las academias
los anuncios las lámparas de la fama las camas vacías los pedestales

Subís y subís con tu alta raíz de sombras y jaguares
hasta este nombrarte nombrándome en la apuesta más lúcida
de los guernicas las plazas los bosques los labios más lunares
subís y nos subís por la garganta como una procesión fresca de animales
para regresar a la humedad de los collares en el lomo del tiempo
y arrear la bandera negra de tu Andalucía para izar la nuestra
esta funda de sortilegios en la concavidad de todas las sangres



Poema Carta Al Hijo de Adriano Corrales Arias



Sería difícil escribir esta carta sin evitar las justificaciones

digresiones de caída y vela hinchada hacia el poniente

en el fósforo del Báltico un amanecer de lluvia y lágrimas

con el rostro frente a las paredes blancas de un hospital invernadero

¿Será difícil inventariar las lunas los cruces de esquina

los caballos estivales galopando a ambos lados del transiberiano

las noches de vodka alrededor de la ausencia sin tus pasos?

Será duro el batallar de los acontecimientos

las visas los pasaportes los aeropuertos los desencuentros

las callosidades del alma la inutilidad de los abrazos

Será difícil anotar que he desvivido bebido huido

hacia los agujeros del tiempo en la marcha de las palabras

Más difícil aún revisar imágenes de un país imaginario

las bombas que caen en el Chorrillo sobre San Miguelito la luna

el desfile de gorilas amarillos desatando el istmo con su fuego homicida

sus fauces hediondas alimañas de carnicería

y vos bajo la telaraña de la cama en la habitación del miedo

asustado y sorprendido sin comprender porqué el imperialismo

los capitales la banda neoliberal los lameculos tropicales

la horda de paisanos como perfectos chacales

el paréntesis de este centro planetario atiborrado de compañías

comerciantes del reino usureros serruchadores de tus sueños

mis sueños de una sola patria matria nuestros sueños

los de tu madre con los muñecones del teatrillo callejero

por las selvas del Darién o en el Archipiélago donde las embarcaciones

llevan traen los cuentos de los fundadores elementales

los soles de la palma el brillo soberbio de las pieles

trasiegan el pasado contra el futuro en un eterno presente

Es difícil ocultarse hijo muy difícil

escribir todo esto sin que me tiemblen las manos

y un rumor de cadenas crepitaciones inexpresables

naveguen por dentro como una estampida de bisontes guerrilleros

y la mirada se nos pueble de nubes en el olvido de nuestros nombres

Harto difícil esta tarea de acercarte a mi otro yo

el de los ojos del antifaz con la suerte del andariego

en un tranvía negro que siempre retorna y retorna

con las hilachas nocturnas de los murciélagos

siemprevivo siempreamargo cautiverio de las páginas que se humedecen

como las lapidas con el rocío de los cementerios

o las bestias que huyen perseguidas por el amazónico incendio

Me es muy difícil decirte hijo decírtelo sin faltarle al recuerdo

que yo también me caigo me lluevo me abro me cierro

me ablando me tiemblo me tenso con los látigos los templos

del primer indicio la mediada caricia el último vuelo

para decirte así sencillamente hijo sin literatura

así al puro aire que todos somos viajantes y que por eso

y a pesar de todo lo que transcurre bajo el poema

a pesar de todo lo que muero te escribo y te quiero



Poema Carta A La Esposa de Adriano Corrales Arias



hablame como siempre
decí que me querés
¿soy en tu vida remordimiento?
Juan Gelman

Estoy sentadito en un banco de niebla

pensándote conversándote extraviado

conversándome pensándome cautivo

separado de vos por la lluvia

el enjambre de cipreses

la punzada de la tarde

aquí reiventándome la fantasmagoría de las palabras

la magia del trance vértebra tras vértebra

en la piel de la herida perpetua la posibilidad del vuelo

pajarito / machete

que volás con mi muerte alrededor de la mesa

al acorde de las horas

intento un gesto para tu cabello de lentejuelas

rostro de cristal azul

para tu voz adormecida en el teléfono

intento un desabroche del duelo en la cintura de tus ángeles

espuelita de mango en la noche de gangoche

para patrullar mis cementerios

intento pero retrocedo intento en el mangle de tu deseo

litoral encrespado por el temporal de tu vientre

ola que rueda y muere y rueda por todo el universo

espera la luz del encuentro en el fragor de los cuerpos

dentro de tu sexo de astros empapado por la semilla de polvo

la nieve amarilla del tiempo

retrocedo pero intento retrocedo cisne calcinado en los abetos

canto de rosario de reyes destronados estrella del sur palma venus

cascada de más estrellas astros estrellas que persigo

para descubrir nuestro pesebre sin mulas ni bueyes sino musgo hierba seca

ciudad fragmentada de los diciembres

rehuyo entonces pero peleo rehuyo

empapelo las paredes con estos ideogramas

parpadeos gritos contraespalda caballo desbocado

en tu falda salto lanza salto

caigo

viacrucis de luciérnagas vasos botellas velas apagándose

cristus rotos

vírgenes guardadas en anaqueles con azafrán de medianoche

olor a azufre sudor hierbabuena pasos en la otra habitación de arena

golpeo finta golpeo finta

paredes de humo

puertas de avena

golpea bajo golpean arriba golpeamos en el centro

sombras en la caverna me llevan

caigo

caigo

caigo

caído

mi descanso es una camilla sin descanso una camilla de niebla

no descanso los miércoles ni los sábados

tu santo es mi santo grial mirasol en el portal en el oratorio

en el altar de flores papel crepé con su mantelito de gamuza

mirame como rezo en tus rodillas me poso nuevamente en tus pechos

beso tus manos tus ventanas tus pies beso todo tu cuerpo

lo beso en la noche del milagro

paseo por tu jardín de alucinaciones con riesgo me incendio

paseo pero el milagro no sucede

sucedo fuego transparente interno externo

no me digás que sos arrepentimiento

decíme que me querés pero no en tus secretos

en tus viajes de notas muertas en tus cadáveres

no por teléfono decíme que me querés

como en aquél pueblo donde ahora dibujo incinero manoteo

detallo una vez más tus pechos tus volteretas en la almohada del silencio

para no despertar a la niña que llevabas por dentro

dormida a nuestro lado

decímelo suavemente ¿tenés remordimiento?

para ser como soy palabra de mis palabras

aguacero del recuerdo pasadizo de lo venidero

fantasma de tus desvelos ¿no me lo decís?

por construirme un hogar de palo en la selva de mis quimeras

un tálamo de viento en los devaneos del verso

almohadones de chocolate sábanas de menta

con tu nena en el escaparate o en la mesa del domingo

con mi desayuno a cuestas ¿no me lo decís?

no me digás qué somos: ¿remordimiento?

sino qué seremos en esta avenida de ausencias

palomita de mi tristeza más oblicua

aguatera de mis fiestas de ceniza

qué seremos si esto somos: remordido remordimiento

abríme con tus decires para poder contarte mis insomnios

caminatas por la hierba

ronda en la madrugada de tus ecos

abríme con tu abrealmas para contarte más de cerca

cómo me caigo por dentro y peleo intento rehuyo peleo

pellizcando las noches para no recibir más que miradas

soliloquios de mi sangre donde me vierto

cerrame pues para no abrirte mis senderos de incienso

alumbrados apenas por tus ojos tus dedos de lucero

cerrame partera del barro poneme unos barrotes

pero decíme cómo seremos

si no me decís que me querés qué soy en tu vida

¿algo más que remordimiento? ¿algo más?

cerrame pues como la madrugada que gotea golpea

se planta en mi acecho por los pasillos de las serpientes

cerrame / abríme – abríme / cerrame

curame con tus hierbas poné tu imagen sagrada al sol a orar por nosotros

por nuestros pecados nuestras dudas nuestras deudas

abrime / cerrame – cerrame / abríme

para que navegués mis páginas retrocesos en letras negras

perfumes malogrados café que no se asienta

vení a esta hoguera de febrero vení tomá mis manos maestrita

consolame con el desconsuelo que no consuela

saboreá estas lágrimas cuchillos apagados en la distancia

apagame / encendeme / apagame / encendeme

decíme que no me querés que me querés que no

que yo soy otro el otro

alguien que imagina tu vuelo los martes o los jueves

tus figurillas de arcilla en la casa sin paredes

las cariátides del último pabellón que no conoceremos

el piso de candela la escalera en flor el cielo en duermevela

decíme con tus dedos de agua apagame en este incendio oceánico

apagame o encendeme o apagame con tus guerreros del viento

pero decíme si hemos sido somos seremos arrepentimiento

con tus manos tus sueños con tus cantos tus anzuelos

porque me ahogo me esfumo porque me quemo

decíme



Poema Canción De La Mujer Astuta de Alfonsina Storni



Cada rítmica luna que pasa soy llamada,
por los números graves de Dios, a dar mi vida
en otra vida: mezcla de tinta azul teñida;
la misma extraña mezcla con que ha sido amasada.

Y a través de mi carne, miserable y cansada,
filtra un cálido viento de tierra prometida,
y bebe, dulce aroma, mi nariz dilatada
a la selva exultante y a la rama nutrida.

Un engañoso canto de sirena me cantas,
¡naturaleza astuta! Me atraes y me encantas
para cargarme luego de alguna humana fruta.

Engaño por engaño: mi belleza se esquiva
al llamado solemne; de esta fiebre viva,
algún amor estéril y de paso, disfruta.



Poema Canción De Las Muchachas Muertas de Gabriela Mistral



Recuerdo de mi sobrina Graciela

¿Y las pobres muchachas muertas,
escamoteadas en abril,
las que asomáronse y hundiéronse
como en las olas el delfín?

¿A dónde fueron y se hallan,
encuclilladas por reír
o agazapadas esperando
voz de un amante que seguir?

¿Borrándose como dibujos
que Dios no quiso reteñir
o anegadas poquito a poco
como en sus fuentes un jardín?

A veces quieren en las aguas
ir componiendo su perfil,
y en las carnudas rosas-rosas
casi consiguen sonreír.

En los pastales acomodan
su talle y bulto de ceñir
y casi logran que una nube
les preste cuerpo por ardid;

Casi se juntan las deshechas;
casi llegan al sol feliz;
casi reniegan su camino
recordando que eran de aquí;

Casi deshacen su traición
y van llegando a su redil.
¡Y casi vemos en la tarde
el divino millón venir!



Poema Cuando Preciosa El Panderete Toca de Miguel De Cervantes Saavedra



Cuando Preciosa el panderete toca
y hiere el dulce son los aires vanos,
perlas son que derrama con las manos;
flores son que despide de la boca.

Suspensa el alma, y la cordura loca,
queda a los dulces actos sobrehumanos,
que, de limpios, de honestos y de sanos,
su fama al cielo levantado toca.

Colgadas del menor de sus cabellos
mil almas lleva, y a sus plantas tiene
Amor rendidas una y otra flecha.

Ciega y alumbra con sus soles bellos,
su imperio Amor por ellos le mantiene,
y aún más grandezas de su ser sospecha.



Poema Creo En Mi Corazón de Gabriela Mistral



Creo en mi corazón, ramo de aromas
que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
y haciéndola bendita.
Creo en mi corazón, el que no pide
nada porque es capaz del sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo creado:
¡inmenso dueño!
Creo en mi corazón, que cuando canta
hunde en el Dios profundo el franco herido,
para subir de la piscina viva
recién nacido
Creo en mi corazón, el que tremola
porque lo hizo el que turbó los mares,
y en el que da la Vida orquestaciones
como de pleamares.
Creo en mi corazón, el que yo exprimo
para teñir el lienzo de la vida
de rojez o palor y que le ha hecho
veste encendida.
Creo en mi corazón, el que en la siembra
por el surco sin fin fue acrecentando.
Creo en mi corazón, siempre vertido,
pero nunca vaciado.
Creo en mi corazón, en que el gusano
no ha de morder, pues mellará a la muerte;
creo en mi corazón, el reclinado
en el pecho de Dios terrible y fuerte.



Poema Cosas de Gabriela Mistral



1
Amo las cosas que nunca tuve
con las otras que ya no tengo.
Yo toco un agua silenciosa,
parada en pastos friolentos,
que sin un viento tiritaba
en el huerto que era mi huerto.
La miro como la miraba;
me da un extraño pensamieto,
y juego, lenta, con esa agua
como con pez o con misterio.
2
Pienso en umbral donde dejé
pasos alegres que ya no llevo,
y en el umbral veo una llaga
llena de musgo y de silencio.
3
Me busco un verso que he perdido,
que a los siete años me dijeron.
Fue una mujer haciendo el pan
y yo su santa boca veo.
4
Viene un aroma roto en ráfagas;
soy muy dichosa si lo siento;
de tan delgado no es aroma,
siendo el olor de los almendros.
Me vuelve niños los sentidos;
le busco un nombre y no lo acierto,
y huelo el aire y los lugares
buscando almendros que no encuentro…
5
Un río suena siempre cerca.
Ha cuarenta años que lo siento.
Es canturía de mi sangre
o bien un ritmo que me dieron.
O el río Elqui de mi infancia
que me repecho y me vadeo.
Nunca lo pierdo; pecho a pecho,
como dos niños, nos tenemos.
6
Cuando sueño la Cordillera,
camino por desfiladeros,
y voy oyéndoles, sin tregua,
un silbo casi juramento.
7
Veo al remate del Pacífico
amoratado mi archipiélago
y de una isla me ha quedado
un olor acre de alción muerto…
8
Un dorso, un dorso grave y dulce,
remata el sueño que yo sueño.
Es el final de mi camino
y me descanso cuando llego.
Es tronco muerto o es mi padre
el vago dorso ceniciento.
Yo no pregunto, no lo turbo.
Me tiendo junto, callo y duermo.
9
Amo una piedra de Oaxaca
o Guatemala, a que me acerco,
roja y fija como mi cara
y cuya grieta da un aliento.
Al dormirme queda desnuda;
no sé por qué yo la volteo.
Y tal vez nunca la he tenido
y es mi sepulcro lo que veo…



Poema Corderito de Gabriela Mistral



Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.
Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.
Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.
Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.



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