poemas para enamorarse

Poema Brando de Diego Maquieira



Queríamos a Brando acá en el bote
queríamos recuperar a Brando
que llevaba siete años de prenda de guerra
encarcelado en la Capilla Sixtina
convertida en celda de la conciencia
por los disciplinantes milenaristas
Pero los milenaristas no lo querían soltar
Estaban embelesados con la captura de Brando
y lo hacían pasarse mirando el techo
y con la primera bajada de cuello
amenazaban con agregarlo al Juicio Final
mientras afuera rodeábamos cómo sacarlo
cómo irrumpíamos sin rozar la capilla
Ma seguido de arduas comidas privadas
de bajas recíprocas y de graves daños
y con atentados colosales durante los postres
donde las llamas ensanchaban las sacristías
canjeamos a Brando por un Tiziano
guardado en el mar bajo armamento
para cubrir expensas de gustos caros
Así que así subimos a Brando al Harrier
y le abrazamos la papada en la nave
pero Brando venía difícil y contrariado
venía con la boca mordida de ayunos
y al posarnos suave sobre la cubierta del Cittá Felice
mandó a escobillar su abrigo de sacos
y soltó el racimo que traía en la lengua:

Prescindiré de recepciones ni cancillerías
Prescindiré del alcohol, de las pastas
de los helados de asiento de alcachofa
de los propensos excesos al desengaño
y de mis mujeres que me han crucificado
Pero no cruzaré el desierto
para hacerme perdonar
el oro del dolor que he infligido
No fornicaré, no me deleitaré
ni me pondrán de rodillas
No quiero ni demostrar, ni sorprender
ni divertir, ni persuadir
Aspiro al fin de mí mismo en vida
y sin la constatación de mi muerte
Nadie me volverá a ver en mil milenios
El tiempo se está acabando. Es serio
Los dura sangre y las orugas de la misera
no cejarán hasta devastarme. Lo sé
A un mimo como yo no puede permitírsele vivo.



Poema Podría Estar Más Sola Sin Mi Soledad de Emily Dickinson



Podría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado exiguo en su medida
para contener el sacramento de él,

no estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento,

sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.

Versión de L.S.



Poema Carrozas de Hilario Barrero



Balnea, vina, Venus corrumpunt corpora nostra,
sed vitam faciant balnea, vina, Venus.

Bellísimos, desnudos, arrogantes,

proclamando la fuerza de su sexo,

marchan Quinta Avenida hacia la vida.

Serenamente turbios, demacrados,

veneno derretido por sus miembros,

bajan Quinta Avenida hacia la muerte.

Algunos tan hermosos, dioses sin paraíso,

que hasta la misma Sombra se oscurece

al asignarles sitio en la carroza.

Su belleza les salva y son llamados

junto con Ganimedes a servir

vino añejo a los cuerpos prohibidos.

(La mitra será polvo y lo será la rosa,

las plumas césped seco, el oropel ceniza

y el torso iluminado un carbón apagado.)

Viéndoles desfilar, cercano a tu frontera,

nombrando aquel verano en que nos conocimos,

mi sangre negativa se calcina, amenazada,

sintiendo a la Guadaña que, arañando mi cuello

con su incesante herida, nos recuerda

que para algunos éste será el último desfile.



Poema Pensamientos De Dina de Cesar Pavese



Es un placer lanzarse al agua que fluye límpida
y fresca de sol: a esta hora no hay nadie.
Al rozarlas, las cortezas de los chopos te hacen estremecer
mucho más que el agua crepitante de un chapuzón. Bajo el
agua todavía está oscuro
y hace un frío que pela, pero basta emerger al sol
y se vuelven a mirar las cosas con ojos lavados.

Es un placer tenderse desnuda sobre la hierba ya caliente
y buscar con los ojos entornados las grandes colinas
que sobrepasan los chopos y me ven desnuda
y nadie de allí se percata. Aquel viejo en ropa interior
y sombrero, que iba de pesca, me ha visto zambullirme,
pero ha creído que era un muchacho y no ha dicho ni pío.

Esta noche regreso como mujer, vestida de rojo
-aquellos hombres que me sonríen por la calle no saben
que ahora estoy tendida aquí, desnuda-, regreso vestida
a recoger sonrisas. Aquellos hombres no saben
que esta noche tendré caderas vigorosas bajo el vestido rojo
y seré otra mujer. Nadie me ve aquí abajo:
y más allá de las plantas hay dragadores más fuertes
que aquellos que sonríen: nadie me ve.
Son necios los hombres -esta noche, bailando con todos,
será como si estuviese desnuda, como ahora, y nadie sabrá
que podría encontrarme aquí sola. Seré como ellos.

Tan sólo que, los muy necios, querrán abrazarme estrechamente,
susurrarme pícaras proposiciones. ¿Pero qué me importan
sus caricias? Sé hacerme caricias yo sola.
Esta noche deberíamos poder estar desnudos y vernos
sin pícaras sonrisas. Yo sonrío sola
al tenderme aquí entre la hierba y nadie lo sabe.



Poema Sé Que Trazaba Signos de Concha Lagos



Yo no sé si te tuve; esto nunca se sabe.
Sé que trazaba signos con letras de tu nombre.
Que apretaba las manos inquieta contra el pecho
como el que siempre teme perder una medalla.

Estos son los recuerdos mezclados con el humo
de tu cualquier tabaco, de tu cualquier alcohol.

Puedes abrir el libro,
interrumpida en ti volverás a encontrarme.

Sé que trazaba signos con letras de tu nombre.



Poema Yo No Tengo La Culpa De Esta Lluvia de Carlos Oramas



Y te nombré:
Sólo para cubrir con voces
Esta fosa común, este anticipo
De lo que ya no seremos…
Si Dios pudiera, terrestre y circunspecto,
Desenredarse de su cielo; resarcirse:
El hijo que tuvimos
No hubiese sido un remedo de su fuga
Sino un insecto verde que habría nacido en el mar.
Oyes: hay un ruido pertinaz en nuestra sangre.
Yo no tengo la culpa de esta lluvia.
¿Quién soy yo para maldecirte?
¿Quién, a la diestra del Hombre
Para derramar un veneno
A la hora del crepúsculo?
¿Quién para roer esta maldición dulce de tu cuerpo,
este rastrojo de la desolación, este crujido?
¿Acaso tengo derecho a las sílabas de odio
O el deber de encontrarme en tus cicatrices mías,
Y morir en el fondo de tu vida, de esta agua salobre
Que regurgita en tu beso, de esta insensatez
Que se desploma con tu ausencia?
¡No hay mejor argumento
Que esta distancia atroz que nos exhuma!
Esta lluvia que no es mía pero duele
Como un elefante sobre la aorta.
Este mar discontinuo donde se perdió tu nombre.
Ahora que viene el mar tú ya no estás.



Poema Plenitud De La Tristeza de Alfonso Calderon



Tal la tristeza ciega,
enhiesta como espada sin origen
o muslo victorioso de muchacha.
Alta… grácil. Así te tuve.

Como difuso deseo,
buscando graciosa criatura
tu rostro bienamado en la ceniza.
Nimbo solitario. Así me encuentro.

El sol caía tal alba entre las hojas,
cuando tu cuerpo aéreo y transparente
entró arrebatado por los dioses,
sin regazos ni pechos, mas tranquilo,
a ese mundo yacente y olvidado
que sobra a los párpados sin alcance.



Poema Tú de Bernardo Ortiz De Montellano



Una historia. Dos letras
que bordaron tus manos en mi vida.
¡Abecedario de las cosas muertas
en el pañuelo blanco de los días!



Poema Aquello Que Fue de María Dols



Si antes de amar el hombre
supiera, que amar es sólo
un instante de servidumbre
a un cuerpo y un deseo,
quizá, en su inútil querer,
aprendería, que es mejor estar solo.

Pero el hombre, ser desdichado,
vive de amor, y pide verlo,
aun desde el pozo del infierno
pues es más difícil rescatarlo,
y, por más difícil, vale más:
por más inútil, y más bello.

Así, rescato hoy nuestros días
de las cenizas de los sueños
con la certeza de verlos aún vivos
en el umbral de su recuerdo,
tal poema que cante y sueñe:
aquel amor que fue un día.



Poema Romance Del Emplazado de Federico García Lorca



¡Mi soledad sin descanso!
Ojos chicos de mi cuerpo
y grandes de mi caballo,
no se cierran por la noche
ni miran al otro lado,
donde se aleja tranquilo
un sueño de trece barcos.
Sino que, limpios y duros
escuderos desvelados,
mis ojos miran un norte
de metales y peñascos,
donde mi cuerpo sin venas
consulta naipes helados.
*
Los densos bueyes del agua
embisten a los muchachos
que se bañan en las lunas
de sus cuernos ondulados.
Y los martillos cantaban
sobre los yunques sonámbulos,
el insomnio del jinete
y el insomnio del caballo.
*
El veinticinco de junio
le dijeron a el Amargo:
Ya puedes cortar si gustas
las adelfas de tu patio.
Pinta una cruz en la puerta
y pon tu nombre debajo,
porque cicutas y ortigas
nacerán en tu costado,
y agujas de cal mojada
te morderán los zapatos.
*
Será de noche, en lo oscuro,
por los montes imantados,
donde los bueyes del agua
beben los juncos soñando.
Pide luces y campanas.
Aprende a cruzar las manos,
y gusta los aires fríos
de metales y peñascos.
Porque dentro de dos meses
yacerás amortajado.
*
Espadón de nebulosa
mueve en el aire Santiago.
Grave silencio, de espalda,
manaba el cielo combado.
*
El veinticinco de junio
abrió sus ojos Amargo,
y el veinticinco de agosto
se tendió para cerrarlos.
Hombres bajaban la calle
para ver al emplazado,
que fijaba sobre el muro
su soledad con descanso.
Y la sábana impecable,
de duro acento romano,
daba equilibrio a la muerte
con las rectas de sus paños.



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