poemas para enamorarse

Poema Cuarto Poema Secreto A Madelaine de Guillaume Apollinaire



Mi boca tendrá ardores de averno,
mi boca será para ti un infierno de dulzura,
los ángeles de mi boca reinarán en tu corazón,
mi boca será crucificada
y tu boca será el madero horizontal de la cruz,
pero qué boca será el madero vertical de esta cruz.
Oh boca vertical de mi amor,
los soldados de mi boca tomarán al asalto tus entrañas,
los sacerdotes de mi boca incensarán tu belleza en su templo,
tu cuerpo se agitará como una región durante un terremoto,
tus ojos entonces se cargarán
de todo el amor que se ha reunido
en las miradas de toda la humanidad desde que existe.

Amor mío
mi boca será un ejército contra ti,
un ejército lleno de desatinos,
que cambia lo mismo que un mago
sabe cambiar sus metamorfosis,
pues mi boca se dirige también a tu oído
y ante todo mi boca te dirá amor,
desde lejos te lo murmura
y mil jerarquías angélicas
que te preparan una paradisíaca dulzura en él se agitan,
y mi boca es también la Orden que te convierte en mi esclava,
y me da tu boca Madeleine,
tu boca que beso Madeleine.

Versión de José Umaña



Poema El Adiós Y Sus Piedras de Ricardo Dávila Díaz Flores



Aurora,
¿qué sube por tu rostro hasta tus ojos?
¿Qué muerte blanda comienza a agitarse en ellos?

¿Por qué miras como un río?
No dejes que sus ondas tiemblen.
No dejes que las piedras lleguen hasta el agua.
No dejes que las luces de sal sequen tu rostro.

¿Por qué sigues mirando como un río, aurora?

No hagamos esto.
No dejemos que tiemblen nuestros cuerpos
a pesar de nosotros mismos.
Después la vida es dura, y la llamarada de hielo arde.

Adiós se dice sólo por costumbre.

Adiós.

Me llevaré tus alas, aurora,
para poderte amar desde cualquier nube.



Poema La Justicia de Víctor Corcoba Herrero



En la justicia justa,
sólo vive la gesta de la paz.

Nadar en armonía,
sin vencedores
ni vencidos,
es el más cálido
concierto a la concordia
y el más sublime ensamblaje justo.

El hombre tiene hambre,
hambre de ley natural
ante tanta ley sin ley
a la justicia social,
necesidad de vuelo,
ansiedad de verdad,
frente a tantas necias necedades.



Poema Sólo Un Beso de Marita Troiano



Cualquier cosa por un beso de tu boca
De esa tu boca que invento siendo mia
Con un beso húmedo
Entibiado
Un beso hirviendo
Un beso lento
Insomne
Apresurado
Irreverente
Sendas de perlas
llamando a viva voz la sangre con los labios
Un tormento de glándulas por excesiva adrenalina
Cualquier cosa por un beso de tu boca
Con colores del geranio
Tenidos de ternura
Con aromas de sándalo
Textura de piel de los duraznos
Un himno indostánico sin fatigas
Un beso simple
Complicado
Largo
Entrecortado
Un beso halcón beso paloma
Entrelazados los alientos
perdida en el vacío la cordura
Cualquier cosa por un beso de tu boca
Un beso que hable lenguas vivas lenguas muertas
Sumidas en un ritmo inverosímil
Un beso pronto
Antes de la censura de los jueces
Antes de que me borres de tu vida.



Poema Paisaje Para Garganta Y Cuerda de Genaro Ortega Gutiérrez



No pegas ojo,
ni te internas en galerías
de lunáticos minotauros.
La vista reposa en los planos de color
como en los descansillos de una escalera,
y se reúne, con las demás flores en el patio,
fino igual que una puntada.
Son figuras de agua
que se devanan en superficies de azogue,
hermosas, resplandecientes,
como una gata en una covachuela.
Y al fin, la voz,
dejándose envolver en la ligereza de la luz,
herencia de párpados inicuos
y brumosas noticias de última hora.



Poema En Este Instante, Breve Y Duro Instante de Angel Gonzalez



INSTANTE…

En este instante, breve y duro instante,
¡cuántas bocas de amor están unidas,
cuántas vidas se cuelgan de otras vida
exhaustas en su entrega palpitante!

Fugaz como el destello de un diamante,
¡qué de manos absurdamente asidas
quieren cerrar las más leves salidas
a su huida perpetua e incesante!

Lentos, aquí y allá, y adormecidos,
¡tantos labios elevan espirales
de besos!… Sí, en este instante, ahora

que ya pasó, que ya lo hube perdido,
del cual conservo sólo los cristales
rotos, primera ruina de la aurora.
(En este instante, breve, y duro instante…)



Poema Duro Brillo, Mi Boca de Olga Orozco



Como una grieta falaz en la apariencia de la roca, como un
sello traidor fraguado por la malicia de la carne, esta boca
que se abre inexplicable en pleno rostro es un destello ape-
nas de mi abismo interior, una pálida muestra de sucesivas
fauces al acecho de un trozo de incorporable eternidad.
Casi no se diría con los labios cerrados. Más bien sólo un
error, un soplo de otra especie en la obra incompleta. Y de
pronto un desliz, un relámpago acaso, un salto animal que
descorre los bordes del paisaje sobre la sumergida inmensi-
dad, y se enciende el peligro y estalla la amenaza. Un lugar
de barbarie bajo el fulgor lunar.
Dientes como blancura tenebrosa, verdugos alineados en
feroces fronteras al filo de la luz, amuletos de viva hechice-
ría erigidos en piedras para la inmolación; y en su sitial el
monstruo palpitante, el ídolo cautivo, la leviatán de felpa, esta
oficiante anfibia debatiéndose a ciegas desde su raigambre
hasta las nervaduras de su propio sabor, de mi dulzona insi-
pidez.
¿Quién hablaba de bocas celestiales para la eucaristía, pa-
ra el trasvasamiento con los ángeles?
Me adhiero por mi boca a las posibles venas del planeta,
extraigo la sustancia de mi día y mi noche en las arterias de
la perduración, y sólo paladeo brebajes y alimentos adultera-
dos por el latido contagioso de la muerte.
¡Ah, me repugna esta voracidad vampira de inocencias,
esta sobrevivencia siempre colmada y siempre insatisfecha
bajo la mordedura de los tiempos!
¡Y esta risa, con retazos de huesos que iluminan la exhu-
mación a medias de mi cara final! ¡Tanto exceso en la fatua,
innoble alegoría!
¡Y tanta ambivalencia en esta boca, bajo el signo de la ca-
rencia y la embriaguez, bajo los dobles nudos ceñidos por el
amor y el aislamiento!
¿Aquí no empieza acaso ese maelström ardiente que a-
rrebata los cuerpos y trueca los alientos y aspira el corazón
de cada uno hasta el fondo de otro corazón, y que a veces
devuelve sólo un grano de sal, un jirón de intemperie en me-
dio del invierno?
Y un poco más acá de lo visible, debajo de esta lengua
que celebra el silencio y escarba en la prohibida oscuridad,
¿no comienzan también las canteras del verbo, las roncas
fundiciones de la poesía, el acceso a las altas transparencias
que hacen palidecer la pregunta y la respuesta?
Duro brillo, este oráculo mudo.



Poema El Célebre Océano de Vicente Huidobro



El mar decía a sus olas
Hijas mías volved pronto
Yo veo desde aquí las esfinges en equilibrio sobre el alambre
Veo una calle perdida en el ojo del muerto
Hijas mías llevad vuestras cartas y no tardéis
Cada vez más rápidos los árboles crecen
Cada vez más rápidas las olas mueren
Los récord de la cabeza son batidos por los brazos
Los ojos son batidos por las orejas
Sólo las voces luchan todavía contra el día

Creéis que oye nuestras voces
El día tan maltratado por el océano
Creéis que comprende la plegaria inmensa de esta agua que cruje
Sobre sus huesos

Mirad el cielo muriente y las virutas del mar
Mirad la luz vacía como aquel que abandonó su casa
El océano se fatiga de cepillar las playas
De mirar con un ojo los bajos relieves del cielo
Con un ojo tan casto como la muerte que lo aduerme
Y se aduerme en su vientre

El océano ha crecido de algunas olas
El seca su barba
Estruja su casaca confortable
Saluda al sol en el mismo idioma
Ha crecido de cien olas

Esto se debe a su inclinación natural
Tan natural como su verde
Más verde que los ojos que miran la hierba
La hierba de conducta ejemplar

El mar ríe y bate la cola
Ha crecido de mil olas



Poema Espuma Melancólica de Oscar Wong



La mujer que espera bajo la lluvia,
la que siembra
pensamientos en la hoguera,
gime, se estremece.
Sus pechos, violentas rosas, braman.
Sus muslos se abren
con denso escalofrío.
Su voz, espuma melancólica,
entrega vaticinios
como una Luna Nueva que galopa.
La noche, complacida,
la corteja.
En la fronda los pájaros maduran.

(Del libro Razones de la voz, CNCA, Colec. Práctica Mortal, Méx., 2002, 73 pp.)



Poema Soneto Xxii de Garcilaso De La Vega



Con ansia extrema de mirar qué tiene
vuestro pecho escondido allá en su centro,
y ver si a lo de fuera lo de dentro
en apariencia y ser igual conviene,

en él puse la vista: mas detiene
de vuestra hermosura el duro encuentro
mis ojos, y no pasan tan adentro
que miren lo que el alma en sí contiene.

Y así se quedan tristes en la puerta
hecha, por mi dolor, con esa mano
que aun a su mismo pecho no perdona;

donde vi claro mi esperanza muerta.
y el golpe, que os hizo amor en vano
non esservi passato oltra la gona.



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