poemas para enamorarse

Poema Muro De Berlín de Sergio Badilla



Hubo muchos que ni siquiera esperaron que me fuera
aves rapaces buitres de mala muerte
entraban y salían de las habitaciones apropiándose de mis cosas
mis escasos libros mis viejas corbatas mi chaqueta de paño inglés
Te guiñé un ojo al pasar y tú te sentiste claramente ufana
el rey se había muerto y el templo tenía las puertas derribadas
alguien destruía la validez del calendario

Allí paseábamos antes de la mano por la plaza pública
Lo había dicho, como si fuera un esmirriado slogan
un ridículo cartel de frontera
los hijos se quedan en casa
El mundo estaba bajo llave como si nada
las ojivas nucleares la Convención de Ginebra
la política de los teléfonos rojos
todo el polvo se barrió bajo la alfombra

Yo tampoco me arrepiento de haber amado en esos días
mis homenajes fueron antiguos humanos cándidos
Una misma moneda que tiene y tendrá dos caras la historia y la barbarie
los textos son ambiguos los burócratas irresponsables
Huelga establecer los límites memoriales ante la nada
la verdad es una refutación kantiana
los poderes se anulan como si fueran una ecuación matemática
que cambian su coeficiente

¿quiénes de los viejos quedan en las oscuras habitaciones del palacio?
¿a quién tributo el murmullo de esta época entonces?
ya no hay lumbres en las antorchas
el fuego se ha agotado hace tiempo en las ascuas



Poema Granada de Manuel Benítez Carrasco



Mexicana para cantar tu canción
sueño a Granada.
Para cantar tu canción
Granada se pondrá un día
sus ríos como zarcillos
de menuda platería,
Taxcos filigranas de la morería.
Antes de cantar ha de probarse
la voz en la Alhambra
con el arroyo y el ruiseñor.
Como un mariachi lorquiano
la acompañarán los yunques
del Sacromonte gitano.
Puritito corazón el Albaicín
en sus brazos será el guitarrón
y tendrá ritmos tristes y sones verdes
en los verdes violines de los cipreses.
Y a los hombros el rebozo blanco
de Sierra Nevada, así mi Granada
ha de cantarte algún día tu Granada.



Poema Barnices de Hilario Barrero



Ahora ocultas con cremas

y ungüentos extranjeros

las heridas que el tiempo

ha dejado en tu cuerpo

y muestras orgulloso

las oscuras y densas cicatrices del alma.

Se ve que eres novicio

en el arte de tal ocultamiento

e ignoras que es difícil esconder la vejez,

que las arrugas se ven aunque tapadas

como también se ve la decadencia,

la sombra por tus ojos

y el delicado olor a viejo que nace de tu aliento.

A nadie le interesan las lesiones del alma

si el cuerpo apuntalado carece de equilibrio.



Poema Están Aquí de Pablo Neruda



He de llamar aquí como si aquí estuvieran.
Hermanos: sabed que nuestra lucha
continuará en la tierra.

Continuará en la fábrica, en el campo,
en la calle, en la salitrera.
En el cráter del cobre verde y rojo,
en el carbón y su terrible cueva.
Estará nuestra lucha en todas partes,
y en nuestro corazón, estas banderas
que presenciaron vuestra muerte,
que se empaparon en la sangre vuestra,
se multiplicarán como las hojas
de la infinita primavera.



Poema Apunte Para Una Oda de Federico García Lorca



Desnuda soledad sin gesto ni palabra,
transparente en el huerto y untuosa por el monte;
soledad silenciosa sin olor ni veleta
que pesa en los remansos, siempre dormida y sola.
Soledad de lo alto, toda frente y luceros,
como una gran cabeza cortada y palidísima;
redonda soledad que nos deja en las manos
unos lirios suaves de pensativa escarcha.

En la curva del río te esperé largas horas,
limpio ya de arabescos y de ritmos fugaces.
Tu jardín de violetas nacía sobre el viento
y allí temblabas sola, queriéndote a ti misma.

Yo te he visto cortar el limón de la tarde
para teñir tus manos dormidas de amarillo,
y en momentos de dulce música de mi vida
te he visto en los rincones enlutada y pequeña,
pero lejana siempre, vieja y recién nacida.
Inmensa giraluna de fósforo y de plata,
pero lejana siempre, tendida, inaccesible
a la flauta que anhela clavar tu carne oscura.

Mi alma como una yedra de luz verde y escarcha
por el muro del día sube lenta a buscarte;
caracoles de plata las estrellas me envuelven,
pero nunca mis dedos hallarán tu perfume. (….)



Poema El Farolero Y Su Novia de Rafael Alberti



?Bien puedes amarme aquí,
que la luna yo encendí,
tú, por ti, sí, tú, por ti.
?Sí, por mí.
?Bien puedes besarme aquí,
faro, farol farolera,
la más álgida que vi.
?Bueno, sí.
?Bien puedes matarme aquí,
gélida novia lunera
del faro farolerí.
?Ten. ¿Te di?



Poema Emblema Sobre Un Tópico Antiguo de Luis Antonio De Villena



Me gustaría invitarte una noche (y aún lo espero)
a charlar, para que te vieran, y a tomar una copa juntos.
(Porque es emocionante discurrir junto a un cuerpo tan hermoso
y tan joven, y verlo con deleite, sin prisa, y que lo crean tuyo.)
Y cuando el camarero nos tendiese la copa, exuberante,
grata, y colmada de algún licor entre el hielo y el oro,
a la luz íntima y brillante de las lámparas, Vitucho,
te diría: ¿La ves? Fulge el cristal, y el licor rebosa.
Tras un breve rato, aún en plena noche, estará vacía
y sucia. Las huellas de los dedos pegadas al vidrio. Ida.
Y te diría que tu adolescencia es, ahora, como esa copa
rebosante. Te lo diría, y te miraría y esperaría que entendieras.

«El viaje a Bizancio» 1972 – 1974



Poema Aftermath de Julio Cortázar



Dime por qué todavía te deseo, por qué tu nombre vuelve
como el hacha a la herida en una amarga visitación de la
medianoche,
a la vera de un campo funerario donde larvas se multiplican
húmedas babas, recuento interminable de torpezas,
dime desde esa nada donde ahora te atrincheras, dime
por qué me basta componer un mecanismo elemental de
sílabas,
discar en el cogollo de la niebla las cifras de tu nombre
para que solitariamente
me agobie la espranza de una menuda migración de dedos
por mi pelo,
de una fragancia donde habita el musgo.

De un silencio más fogoso que todas las vigilias.



Poema Dios Primero de Juan Ramon Jimenez



Días negros cual los días
de parada indiferencia
de dios antecreador.

(Todo duro, entero todo,
en mole de un orden negro,
como un yo tan sólo yo.)

De pronto, un día de gracia,
todo me ve con mis ojos,
me parto en mundos de amor.



Poema De Pechos Sobre Una Torre de Lope De Vega



De pechos sobre una torre
que la mar combate y cerca,
mirando las fuertes naves
que se van a Inglaterra,

las aguas crece Belisa
llorando lágrimas tiernas,
diciendo con voces tristes
al que se aparta y la deja:

«Vete, cruel, que bien me queda
en quien vengame de tu agravio pueda».

«?No quedo con solo el hierro
de tu espada y de mi afrenta,
que me queda en las entrañas
retrato del mismo Eneas,

y aunque inocente, culpado,
si los pecados se heredan;
mataréme por matarle,
y moriré porque muera?».

«Vete, cruel, que bien me queda
en quien vengarme de tu agravio pueda».

«Mas quiero mudar de intento
y aguardar que salga fuera
por si en algo te parece
matar a quien te parezca.

Mas no le quiero aguardar,
que será vívora fiera,
que rompiendo mis entrañas
saldrá dejándome muerta».

«Vete, cruel, que bien me queda
en quien vengarme de tu agravío pueda».

Así se queja Belisa
cuando la priesa se llega;
hacen señal a las naves
y todas alzan las velas.

«Aguarda, aguarda, le dice,
fugitivo esposo, espera…
Mas, ¡ay! que en balde te llamo;
¡plega a Dios que nunca vuelvas!?».

«Vete, cruel, que bien me queda
en quien vengarme de tu agravio pueda».



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad