poemas para enamorarse

Poema Maternidad de Pablo Neruda



Por qué te precipitas hacia la maternidad y verificas
tu ácido oscuro con gramos a menudo fatales?
El porvenir de las rosas ha llegado! El tiempo
de la red y el relámpago! Las suaves peticiones
de las hojas perdidamente alimentadas!
Un río roto en desmesura
recorre habitaciones y canastos
infundiendo pasiones y desgracias
con su pesado líquido y su golpe de gotas.

Se trata de una súbita estación
que puebla ciertos huesos, ciertas manos,
ciertos trajes marinos.

Y ya que su destello hace variar las rosas
dándoles pan y piedras y rocío,
oh madre oscura, ven,
con una máscara en la mano izquierda
y con los brazos llenos de sollozos.

Por corredores donde nadie ha muerto
quiero que pases, por un mar sin peces,
sin escamas, sin náufragos,
por un hotel sin pasos,
por un túnel sin humo.

Es para ti este mundo en que no nace nadie,
en que no existen
ni la corona muerta ni la flor uterina,
es tuyo este planeta lleno de piel y piedras.

Hay sombra allí para todas las vidas.
Hay círculos de leche y edificios de sangre,
y torres de aire verde.
Hay silencio en los muros, y grandes vacas pálidas
con pezuñas de vino.

Hay sombra allí para que continúe
el diente en la mandíbula y un labio frente a otro,
y para que tu boca pueda hablar sin morirse,
y para que tu sangre no se derrumbe en vano.

Oh madre oscura, hiéreme
con diez cuchillos en el corazón,
hacia ese ladi, hacia ese tiempo claro,
hacia esa primavera sin cenizas.

Hasta que rompas sus negras maderas
llama en mi corazón, hasta que un mapa
de sangre y de cabellos desbordados
manche los agujeros y la sombra,
hasta que lloren sus vidrios golpea,
hasta que se derramen sus agujas.

La sangre tiene dedos y abre túneles
debajo de la tierra.



Poema Canción De Hojas Y Lejanías de Aurelio Arturo



Eran las hojas, las murmurantes hojas,
la frescura, el rebrillo innumerable,
Eran las verdes hojas -la célula viva,
el instante imperecedero del paisaje-
eran las verdes hojas que acercan en su murmullo,
las lejanías sonoras como cordajes,
las finas, las desnudas hojas oscilantes.

Las hojas y el viento.
Hojas con marino ritmo ondulaban,
hojas con finas voces
hablando a un mismo tiempo, y que no eran
tantas sino una sola, palpitante
en mil espejos de aire, inacabable
hoja húmeda en luces,
reina del horizonte, ágil
avecilla saltante, picoteante por todos
los aros del horizonte, los aros cintilantes.

Las hojas, las bandadas de hojas,
al borde del azul, a la orilla del vuelo.

Eran las hojas y las murmurantes lejanías,
las hojas y las lejanías llenas de hablas,
las lejanías que el viento tañe como cuerdas:
oh pentagrama, pentagrama de lejanías
donde hojas son notas que el viento interpreta.

En las hojas rumoraban bellos países y sus nubes.
En las hojas murmuraban lejanías de países remotos,
rumoraban como lluvias de verdeante alborozo,
reían, reían lluvias de hablas clarísimas
como aguas, hablas alegres de hadas, vocales de gozo.

Y las lejanías tenían rumores de frondas sucesivas,
las lejanías oían, oían lluvias que narran leyendas,
oían lluvias antiguas. Y el viento
traía las lejanías como trae una hoja.



Poema La Celda de Raúl Jaimes Freyre



Hay una Dolorosa que une las manos puras;
Una agria calavera de enigmática mueca;
Una ojival ventana que en limitar se obceca
El abrupto paisaje de perennes alturas

Un flagelo que sabe de piadosas torturas
Y en celestes abrojos las tentaciones trueca;
Una vieja clepsidra – dijerase una rueca
En donde hila la hermana muerte vidas futuras -.

Y una escultura, en fin de Cristo en el madero,
Símbolo del amor que tortura y redime,
Y separa la existencia: vía, verdad y luz.

El espíritu tiende a la ciencia sublime,
La voluntad persigue el divino sendero,
Mas el cuerpo se extingue clavado en una cruz.



Poema La Estación De Los Pájaros (ii) de Nora Méndez



En la punta de tus cabellos
Cabalgan mis poemas
Y es la abreviatura
De tu boca callada
El andamiaje
Donde cabizbajas
Van a besarte mis palabras.

Tu me hablas de un lenguaje olvidado
Nacido en la sepia de tu garganta
Y la soledad perpleja
Se mide condescendiente
Contra tu sombra.

Y a la víbora víbora
De mi mar te nombra
Porque en la fiebre revivida
Eres temblor de lira
Y noche percatada
Cuando la danza de tus pasos…

Y todavía preguntas
Por qué las nubes sobre mi traje
Mírame bien, no esquives mi agonía
Esta es la poeta gris y su pregunta

…De repente el camisón de los jardines
Negra pluma en volandas
En el panteón de los gorriones
Reconoce pues mis madrugadas
Pintura fresca
En la colosal naturaleza humana

Herido va quedando el temblor
Bajo el trasluz de la hoja cercana
Quieto camina el amor
Mientras ciegos repetimos
Del primer hallazgo,
Los gestos
Y rota aflora
La vasija del abecedario

Ahora que los soles son tantos
Y el tiempo insiste con dolor
Tú, hombre de ojos y llanto
Te vuelves
Desde esa puerta de colores
Y reconozco en tu angustia
Mi más profunda ternura…

Eres el pasajero de mi recuerdo
Y esta piel de tren incinera
su memoria
en el afán de borrar las estaciones
Y repetir infinita
Infinita tu parada…



Poema Bajo La Lluvia de Juana De Ibarbourou



BAJO LA LLUVIA
¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda,
y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve,
y voy, senda adelante,
con el alma ligera y la cara radiante,
sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar.

Un pájaro se baña
en una charca turbia. Mi presencia le extraña,
se detiene… me mira… nos sentimos amigos…
¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!
Después es el asombro
de un labriego que pasa con su azada al hombro
y la lluvia me cubre de todas las fragancias
de los setos de octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado
como un maravilloso y estupendo tocado
de gotas cristalinas, de flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
del placer infinito, dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.



Poema Poema Recitado Camino Al Patíbulo de Gabriel De La Concepción Valde



Ser de inmensa bondad, Dios poderoso,
a vos acudo en mi dolor vehemente;
extended vuestro brazo omnipotente,
rasgad de la calumnia el velo odioso
y arrancad este sello ignominioso
con que el mundo manchar quiere mi frente.

Rey de los Reyes, Dios de mis abuelos,
vos sólo sos mi defensor. Dios mío:
Todo lo puede quién al mar sombrío
olas y peces dió, luz a los cielos,
fuego al sol, giro al aire, al Norte hielos,
vida a las plantas, movimiento al río.

Todo lo podéis vos, todo fenece
o se reanima a vuestra voz sagrada;
fuera de vos, Señor, el todo es nada
que insondable eternidad perece,
y aún esa misma nada os obedece
pues de ella fue la humanidad creada.

Yo no os puedo engañar, Dios de clemencia;
y pues vuestra eterna sabiduría
ve al travéz de mi cuerpo el alma mía
cual del aire a la clara transparencia,
estorbad que humillada la inocencia
bata sus palmas la calumnia impía.

Más si cuadra a tu suma omnipotencia
que yo perezca cual malvado impío,
y que los hombres mi cadaver frío
ultrajen con maligna complacencia,
suene tu voz y acabe mi existencia;
cúmplase en mí tu voluntad, Dios Mío.



Poema Verte de Luis Rosales



La lámpara del cuerpo es el ojo, así que si tu ojo fuere sincero, todo tu cuerpo será luminoso.
SAN MATEO, VI, 22

Verte, qué visión tan clara.
Vivir es seguirte viendo.
Permanecer en la viva
sensación de tu recuerdo.

Verte. La distancia nace.
El cielo suprime al cielo.
La vida se multiplica
por el número de puertos.

Todo colmado por ti.
No ser más que el ojo abierto,
y eternizar el más leve
escorzo de tu silencio.

Verte para amarlo todo.
Claustro en tranquilo destierro.
Dulzor de caña lunada.
Luz en órbita de sueño.

Mortal límite de ti.
Cielo adolescente y tierno.
Núbil paciencia de playa.
Vivir es seguirte viendo.

¡Verte, Abril, verte tan sólo!
Tranquilísimo desierto.
Pena misericordiosa.
Sosegado advenimiento.

Verte: qué oración tan pura,
islas, nubes, mares, vientos,
las cinco partes del mundo
en las yemas de los dedos.



Poema Plenitud de Raúl Orozco



Pobre la boca del hombre. Sólo
balbuceos de allí salen. Mínimas formas
de aludir al Secreto.
Al lento goteo de las horas.
El torrente del infinito.
¿Encontrará alguna vez
la forma clara del misterio,
el esbozo mágico del rostro
de Dios? ¿De su rostro? ¿Del mío?
Incoloras, las frases
nos lanzan a las sombras. A todo
el acerbo del idioma;
pero no a una línea brillante
ni a una forma pura.
Otra vez las palabras en punta
como lanzas, como puñales. Hojas
aceradas acordadas por ancestros
vanos con el tiempo.
Moviendo brazos y piernas,
saltando el niño
en su rayuela
expresamos lo que somos.
Sombras. Nada.



Poema Escribo, Pienso, Leo de Idea Vilariño



Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
oigo el informativo
escribo
escribo
leo.
Dónde estás
dónde estás.



Poema Definición de Gioconda Belli



Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
exploradores que renuevan
el más antiguo acto del conocimiento.

Diría que amo tu piel y que mi piel te ama,
que amo la escondida torre
que de repente se alza desafiante
y tiembla dentro de mí
buscando la mujer que anida
en lo más profundo de mi interior de hembra.

Diría también que amo tus ojos
que son limpios y que también me penetran
con vaho de ternura o de preguntas.

Diría que amo tu voz
sobre todo cuando decís poemas,
pero también cuando sonás serio,
tan preocupado por entender
este mundo tan ancho y tan ajeno.

Diría que amo encontrarte
y sentir dentro de mí
una mariposa presa
aleteándome en el estómago
y muchas ganas de reírme
de la pura alegría de que existía y estás,
de saber que te gustan las nubes
y el aire frío de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio
esto que te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo,
tercer o primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo sólo una simple frase afirmo
Te amo



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