Poema Hundimientos De La Costumbre de Juan Liscano



Hundimientos de la costumbre.
Brotes. El viento construye ciudades
(quien las ve no las ha visto).
Silencio: súbita elocuencia.
Y una luz inmediata
que no deja tomar aliento.

*

No es el tiempo el que corre
somos nosotros quienes pasamos
iluminados por un lado o en sombras
ahogados o clamorosos.
Somos la referencia del tiempo
la irremediable certidumbre de destrucción
las ruinas por venir las contingencias
y la memoria que de pronto cesa
se expanden la ausencia el vacío
palpita el recuerdo entre los que nos miran morir
empiezan el despojo
las liturgias del luto
los vestigios devorados día a día por el olvido
las descomposiciones activas
el polvo
el pasaje desconocido hacia el enigma.

*

Debe haber algún lugar en nosotros mismos
donde cesa el combate de los contrarios
y no se juega más a cara o cruz
donde las cosas brillan con propia lumbre
y la mirada resplandece en el silencio
dominios de doble blanco
donde se unen el agua y el fuego sin violencia
y nieva en el trópico sin cambiar de clima
y los hielos eternos calientan el cuerpo
y podemos vernos nacer y morir
en un movimiento de duna que se desliza
o viajar en constantes de años-luz
hacia ayer para corregir las desgracias
o hacia mañana para anticipar los trabajos
detener los vencimientos
antes de hundirnos en algún núcleo
en algún hervor en alguna inmanencia
sustraídos al tiempo
máscara de la eternidad.



Poema Amor, Mueve Las Alas Y Tan Alto de Gutierre De Cetina



Amor mueve mis alas, y tan alto
las lleva el amoroso pensamiento,
que de hora en hora así subiendo siento
quedar mi padescer más corto y falto.

Temo tal vez mientra mi vuelo exalto,
mas llega luego a mí el conoscimiento
y pruébase que es poco en tal tormento
por inmortal honor un mortal salto.

Que si otro puso al mar perpetuo nombre
do el soberbio valor le dio la muerte,
presumiendo de sí más que podía,

de mí dirán: «Aquí fue muerto un hombre
que si al cielo llegar negó su suerte,
la vida le faltó, no la osadía.»



Poema En Las Cenizas De Mi Voz Apuro… (20 De Diciembre) de Juan José Domenchina



las cenizas de mi voz
J. Ortega y Casset

En las cenizas de mi voz apuro
un rescoldo de lumbre que no es mío.
Estoy al sol y solo con mi frío
de sombra deslizada por un muro.

Pendo, como de un garfio, de mi duro
perfil, que el sol incrusta en un baldío
rencor de cal y canto. Allí porfío,
perfil de voz, con mi perfil oscuro.

¡Cenizas de mi voz, que no persuaden!
Evasivos rezagos que se evaden
de mí, y por mí, dejándome cautivo.

Ya mi voz a sí propia no se alcanza,
y su acento es apenas añoranza
?sobreagonía? de mi acento vivo.



Poema Fauré, Gabriel de Luis Hernández



Gabriel Fauré
tiene el agrado de invitar a:
César Cui
con motivo de:
Intercambio de canciones.
Rue des Herbes Paris- France
(«Invitación», M: 86)

Delicado
Pero
Brutal, oh, escondido
Relator de los jardines

Libre eres al cantar
Ese único modo
De contar
Los reflejos del basalto,
El sol extendiéndose

«Oda a Fauré», M: 227



Poema Los Nuevos Pueblos de Raúl Zurita



Y era tu cara el borde de estos cielos,
el manto mío de las estrellas.
Al mirar hacia arriba no vi nada
sino tu permanencia, las pinturas
de tu rostro, la deriva de tus antepasados
inundando las altas nubes. Esos son los ríos que se abren.
En otro tiempo fuimos encontrados
y ya vivimos en las primeras células,
en los abismos de los mares,
en las primitivas danzas que el asombro
le ofreció al fuego.

Por eso somos ríos que se abren, brazos, cauces,
torrentes arrojados de un agua única y primigenia
Nada se diferencia de lo que somos y nada de lo que es está fuera de nosotros.
Tú resumes las viejas tribus, las cacerías,
los primeros valles sembrados
y mi sed recoge en ti toda la saga de
este mundo. No son mitos,
el mito es la mentira:
que sólo existimos una vez,
que cada uno es sólo uno.
Todos viven en ti y tú vives.
Las olas del tiempo inmemorial
y las estrellas.
Oh sí manto mío de mis estrellas;
la noche te habla antes de sucumbir
al día, las grandes batallas perdidas,
el pasto de los antiguos clanes y de las tribus
remontando por nuestros cursos el corazón
de los caminos del corazón y tus tocadas praderas.



Poema Este Campo Tan Ancho de José Corredor-matheos



Campo de La Mancha

ESTE campo tan ancho
viste la desnudez
que tú anhelabas.
Mirándolo descubres
lo que eres
cuando logras librarte
de todas las montañas,
los ríos y los árboles
que impiden ver en ti
más allá del paisaje,
de todos los paisajes.



Poema De Pronto En Una Playa Interminable de Miguel Arteche



Toco en la oscuridad las cerraduras.
¿Cómo llegué hasta aquí?
Es una extraña casa
que rodean tinieblas, y me llaman.
¿Quién eres tú, la que me canta?
Recuerdo ahora el mar. ¡El mar! Si yo pudiera
volver al mar a aquella playa
donde llovía siempre. Allá arriba las verdes colinas
y más allá la tierra escarlata, y la Gran Cordillera
que vigila volcanes, el viento que sopla desde allí,
y el cielo de cristal.
Nadie en las dunas.
La lluvia ahuyenta
y me deja solo en esta playa de pronto interminable.

Como el mar es la casa, como la lluvia sus muros.
Siento mis pasos: ya están aquí, y abro la puerta.
¿Cómo cruzar el fuego que arde entre tus pasos y los míos?
¿Quién me trajo a estos muros que se encienden y se apagan?

Y entro en otros cuartos que se abren a otros cuartos,
y el silencio es un cíngulo dormido en los dinteles.
La imperceptible niebla empapa las recámaras,
pisa los zócalos, roza ventanas, hunde los lechos.

Mis pasos se adelantan al llegar a la sala, al llegar a la mesa,
al llegar al libro abierto de polvo,
al libro y a la mesa que nadie ha tocado en mil años,
y nadie vendrá.
Pero ahora la niebla
toca con su frente los umbrales.
Ya no hay nadie en la casa. (Si hubiera alguien,
¿a quién amar ahora?). Toco la mesa
y la mesa se ilumina.
Toco las cerraduras
y las cerraduras se abren.
Toco en la oscuridad los muros,
y los muros se apartan,
y escucho en el silencio de la sangre el río que me habla
sobre esta oscuridad.



Poema A Un Costado De La Autopista… de Esteban Moore



?del estado más sereno? *

a un costado de la autopista -miramos la extendida
llanura arada/ el tramado orden mecánico -de esos
surcos químicamente limpios de la apretada asfixia
de yuyales y maleza/ en cuya cima las hojas -de los
primeros brotes/ traspasan con firmeza la capa ?del
blanco rocío escarchado

* ?del estado más sereno?
Luis de Góngora, Soneto XII.



Poema Revelaciones de Mario Meléndez



En el lecho vacío de Dios
todas las putas son vírgenes
por última vez



Poema Llanto, Presunción, Culto Y Tristeza Amorosa de Francisco De Quevedo



Esforzaron mis ojos la corriente
de este, si fértil, apacible río;
y cantando frené su curso y brío:
¡tanto puede el dolor en un ausente!

Miréme incendio en esta clara fuente
antes que la prendiese yelo frío,
y vi que no es tan fiero el rostro mío
que manche, ardiendo, el oro de tu frente.

Cubrió nube de incienso tus altares,
coronélos de espigas en manojos,
sequé, crecí con llanto y fuego a Henares.

Hoy me fuerzan mi pena y tus enojos
(tal es por ti mi llanto) a ver dos mares
en un arroyo, viendo mis dos ojos.



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