Poema Mamá Persigue… de Juan Carlos Suñén



Mamá persigue, es el juego.
Al final del corredor la pared nos detiene.
Se adelanta el instante desde lo asegurado:
llega el abrazo, mimoso.
La mano izquierda sobre su pecho firme, pequeño
bajo un pañuelo de pico.
Su cuello huele a árbol de té. Corre una gota
de sudor hacia el hombro
izquierdo. Se hace oscura
en el halo forzoso del padre; deja dicho
cuerpo ese día en los años
antes de marchitarse.
Tan pequeño,
ya sé que volverá.

La pared huele a hueso,
nunca se ha ido ese olor.



Poema Puntual Como La Lluvia Es El Silencio de Blanca Luz Pulido



Puntual como la lluvia es el silencio
con que tus ojos observan mis recuerdos.
Nada puedo decir, nada es ya mío
de las antiguas costumbres que los días
dilapidaron sin ti en algún pasado.

Eres el tiempo del trigo y la vendimia,
eres el verde y el oro del verano.

Ya a mis sentidos los tuyos encadenan;
beben mis labios las gotas de esta lluvia
que extiende dulcemente tu memoria
en las oscuras horas que no te conocieron.



Poema Por Qué Estando Él Durmiendo Lo Besó Su Amiga de Jorge Manrique



Vos cometistes traición,
pues me heristes, durmiendo,
de una herida que entiendo
que será mayor pasión
el deseo de otra tal
herida como me distes,
que no la llaga ni mal
ni daño que me hecistes.

Perdono la muerte mía;
mas con tales condiciones,
que de tales traiciones
cometáis mil cada día;
pero todas contra mí,
porque, de aquesta manera,
no me place que otro muera
pues que yo lo merecí.



Poema Retórica de Octavio Paz



Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan:
todo su entendimiento es su garganta.



Poema Palabras Lejanas de Orietta Lozano



A Alejandro Pluma

Soy la antigua amiga de la correspondencia lejana
de cartas delirantes enredadas en los sueños.
Apenas te acordarás de las secretas frases
entre sedas vaporosas que vestía la curva de mi vientre.
y hoy cuando el sol ha bajado hasta los árboles
y los pájaros circundan la autopista
te imagino tan duro y tan flexible
entre los fragmentos dejados por mis dedos.
Yo, la que te enviaba las estrellas entrega inmediata
y con fugitivo aire de poeta
merodeaba el correo y al librero de cabellos blancos.
Yo, a quien después de tanto conoces poco,
he dejado mi vocación de errante,
mis secretas corrientes de aire
por donde escapaba mi soledad.
Te conozco allí donde pareces más lejano
en la transparencia de tu sonido.
Pobre poeta malhumorado de largas barbas,
¿vendrán tus palabras a dispersar mi angustia?
Yo, la que intentaba en tediosas noches
dejar mi rostro en fugaces cuerpos
para quedarme sola con el agua y los espejos,
me miro ahora en la palabra de tu carta más amada,
y esta vez no habrá intentos de suicidios
a cambio de tu fruta indescifrable.
Sólo destellos de silencio.



Poema En La Verde Orilla de Luis De Gongora



Los rayos le cuenta al Sol
Con un peine de marfil
La bella Jacinta un día
Que por mi dicha la vi
En la verde orilla
De Guadalquivir.

La mano oscurece al peine;
Mas qué mucho, si el abril
La vio oscurecer los lilios
Que blancos suelen salir
En la verde orilla
De Guadalquivir.

Los pájaros la saludan,
Porque piensa (y es así)
Que el Sol que sale en oriente
Vuelve otra vez a salir
En la verde orilla
De Guadalquivir.

Por sólo un cabello el Sol
De sus rayos diera mil,
Solicitando invidioso
El que se quedaba allí
En la verde orilla
De Guadalquivir.



Poema Renuncio A Morir de Carlos Sahagun



Era el otoño y la hoja de aquel árbol
temblaba. También yo, también nosotros
teníamos un temblor nuevo, una nueva
y enfebrecida tarde. Como el mar
que rompe hacia las rocas y las vence,
así eras tú, estudiante. Conocía
tu soledad, tu cuerpo, desde antes
de ver tu cuerpo y ver tu soledad.
« ¿Estudias mucho? » «Estudio poco.» «¿Vives
poco?» « No, vivo mucho.» Parecía
que tus palabras me arrastraban, era
todo tan nuestro de verdad, tan bello
de verdad, tan sencillo. Me acordaba
de aquel niño lejano que aún creía
en Dios, en sus milagros. (Madre, madre,
un día vendrá Dios hasta los pobres
y hará justicia.) Mientras, era el campo,
fijamente mirábamos el campo
verde, universitario, lentamente
se humedecía la yerba. Era de oro
la hoja del árbol y temblaba, era
no sé de qué tu corazón y abría
sus puertas a la yerba verde y húmeda.
Náufragos del jardín, resucitábamos,
llegábamos a amarnos, me perdía,
me salvaba, dudé, toqué las llagas
de aquel paisaje con los dedos como
se toca un árbol, una flor, un cuerpo:
para creer. Olía a vida. Se
respiraba la vida. De repente
alguien, el viento, nos dejó sin libros,
nos hizo dioses. Y quedamos solos,
frente a frente, mirando aquellos campos
solitarios, y libres, y vencidos,
a nuestros pies. Podía renunciarse
a morir ante aquel milagro. «Pero
¿me escuchas, me comprendes, vas conmigo?»

Era el otoño y la hoja de aquel árbol,
que era de oro de verdad, temblaba.



Poema Plegaria Al Orgasmo de Dina Posada



Ajeno a mis pensamientos
huiste a un casto silencio

Hoy
que sedienta mi sangre te busca
ni a golpes ni a ruegos
te insinúas

enajenado prosigues
riguroso y oprimido y largamente oscuro
como pasillo de convento desolado


ángel de dura delicia
apático orgasmo rebelde
erizado temblor
pólvora vulnerable

regresa a mí
y aniquílame



Poema El Arauco Domado (canto Xi – Fragmentos) de Pedro De Oña



……..

Así volvió rabiando nuestra gente
y ardiéndose en coraje de corrida
por verse de los bárbaros corrida
a vista de su ejército potente,
el cual, como el contrario ve de frente,
entrársele con furia esmedida,
movió su fuerza toda a recibillo
habiéndolo mandado su caudillo.

Mas el furor y estrépito era tanto
con que el poder incrédulo venía
que, salvo el valor de don Garcia,
en otro cualesquier causara espanto.
Estuvo por los suyos puesto a canto
de peligrar su crédito aquel día,
por solo haber tenido tal desorden
a no le hallar los bárbaros el orden.

……….

Como las ondas temidas que vienen
sus vientres más que hidrópicos alzando
y el trono celestial amenazado
en dando con las peñas se detienen;
y como allí les hacen que se enfrenen
en su dureza el ímpetu quebrando
se ven así quebrar las Indas olas,
llagadas a las peñas españolas.

Mas bien, como esas ondas no pudiendo
romper por las barreras peñascosas,
revientan de coraje y espumosas
están, aún siendo frígidas, hirviendo,
así los enemigos no rompiendo
las contrapuestas armas poderosas
comienzan a hervir con nueva rabia
subiendo ya su cólera a la gabia.

Revuélvense con los campos en un punto
el poderoso Arauca y fuerte España,
cuya mezclada sangre al suelo baña,
nadando en ella el vivo y el difunto.
El humo, el fuego, el polvo todo junto
al sol, al cielo, al aire a la campaña
ofusca, ciega, turba y oscurece
y el mar de tanto golpe se ensordece.

……….



Poema Panegírico de Umm Al-ala Bint Yusuf



Todo lo que viene de vos es bueno
y vuestra gloria adorna al tiempo;
los ojos inclinan a miraros
y vuestra mención endulza los oídos;
quien vive sin vos, vive engañado
si espera conseguir sus deseos.



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