Poema Casi Mediodía de Luisa Castro
Casi Mediodía de Luisa Castro. Te invitamos a recorrer los poemas de Luisa Castro. Disfruta también de nuestros poemas del alma, de amor, de amistad , de familia, etc. Otros poemas que pueden interesarte son: Antes De Ser Árbol Fui Cazador, Aunque Se Rían De Los Versos Que Te Escribo, Bucea, Buenas Noches, Cae Impenitente Una Lluvia De Palos Una Virgen Se Lamenta, Dejé De Transmitir Sus Señales E Interpreté Las Mías, Aquí puedes acceder a los mismos o ver toda la poesia de Luisa Castro
Poema Casi Mediodía de Luisa Castro
I
		Pero te dejo ir, te marchas, y yo ya no recuerdo
		si debo sufrir, si es mi hora, mi llanto,
		mi Penélope,
		mi asiento duro y fácil
		de tejedora a la sombra de una espera inconmovible:
		te dejo ir y la mañana
		cae espesa y ruidosa,
		se postra en mis pasillos,
		invade las cocinas y yo ya no te amo
		porque no, no es del todo cierto un dolor tan constatable.
		Te dejo ir y avanzas confusamente entre los parques,
		estropeándolo todo con las huellas de
		tus botas
		grandes de soldado rubio.
		Te vas a la guerra y decir miedo,
		verte desaparecer diciendo hambre,
		verte caminar con la muerte sonriéndote en la espalda,
		prostituta de quince minutos estrechos
		en la primera esquina, junto
		a la tienda de puñales.
		II
		Y no, no es del todo cierto un dolor tan apreciable
		porque hay una cosa entre los frigoríficos
		que se llama resurrección
		y cada hora decapitada, cada segundo
		mutilado, cada vinculación ahí afuera
		supone que los perros van a desaparecer algún día
		con su fidelidad que traiciona rebaños,
		con su estúpida conducta de amor incondicional y severo.
		No es del todo cierto eso de que yo sufra,
		pregúntale a una esfinge sin brazos
		y con la nariz incompleta
		si me ha visto pasar con lágrimas y duelo.
		Quieren responderte con la misma frase lapidaria,
		hija de siglos,
		¡ah!, qué terrible llanto las cariátides, qué terrible llanto,
		pero		yo
		no pertenezco a la historia
		y no tengo amistades de piedra.
		Yo, dulcemente, he llegado a la desmesura del amor,
		a la cintura estrechísima de la soledad, dulcemente,
		etcétera,
		y mi alma alargada por el uso, estirada
		y ensanchada
		por los viajes fugitivos de tu cuerpo
		acumula el aire y flota,
		mi alma floja, preguntándose
		qué es esa cosa de que te miren
		todas las ciudades, de que te acojan todas las
		Venecias.
		De «Odisea 		definitiva» 1984
 
Mas poemas de Luisa Castro
Poemas de Otros Autores
Mas Poetas Para Disfrutar
poemas de medio dia