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Poema La Lluvia Y Tú de Romeo Murga



Llegó la triste noche oscura;
pasó la lluvia y no llegaste.
Para endulzar tanta amargura
no habrá miel rubia que me baste!
Llegó la noche, pasó la lluvia
Y no llegaste.

Después nos quisimos, es cierto,
y hasta casi olvidé ser triste;
pero esa amargura no ha muerto;
junto a tu fiel recuerdo existe:
Vino la lluvia, se fue la lluvia
Y no viniste.



Poema Ausencia de Romeo Murga



Veinte ciudades de hombres me separan de ti,
pequeñita que llenas mi corazón tan grande.
Entre nosotros dos, la distancia enemiga
aleja nuestros cuerpos, ávidos de estrecharse.

La lejanía yergue sus muros invisibles,
en donde nuestras manos vanamente golpean.
Miro, a través de largo camino polvoriento,
tus brazos cariñosos que, allá lejos, me esperan.

Estás ausente tú, la que no ha muchas tardes
se ceñía a mi cuerpo con amoroso lazo;
la que llenó de amor con su carne aromada
la trémula oquedad que le hicieron mis brazos.

Y hoy estos brazos caen, vencidos, agobiados.
La vida, en torno a mí, se desliza tranquila.
No estás tú, mi pequeña, no estás, y este hombre triste
no ha de mirarse al fondo de tus negras pupilas.

Otros ojos te ven y yo no puedo verte,
yo, que te sé mirar como nadie te mira.
Almas de otros recogen tu perfume de pena,
cuando en las tardes tristes, tu corazón suspira.

Mal de ausencia es el mío, y el tuyo es mal de ausencia,
mal de quererse mucho sin poderse querer,
sin que puedan los labios decir eso divino
que en el beso se dicen el hombre y la mujer.

Hoy, el cielo está gris, y mi alma gris, pequeña.
allá donde tú estás se alza toda la aurora.
Sólo con tu recuerdo -la recordaba lejos-
busco el rincón distante donde te encuentras, sola.

Y pienso que mañana te encontraré de nuevo.
de nuevo, en carne y alma, junto a tu amor, feliz.
Pero la vida es corta, mi pequeña, muy corta,
¡y un día de mi vida, yo he pasado sin ti!



Poema Con Baja Y Lenta Voz de Romeo Murga



Nadie lo sepa, amada, y a pesar del espacio
que nos separa, hablemos con baja y lenta voz
de aquel amor que yace, como un niño dormido,
sobre mi corazón, sobre tu corazón.

Tú eras una divina mujercita pequeña;
cabellera de sol, grandes ojos de sombra.
Yo tenía tan sólo mi corazón que tiembla;
yo no era más que un niño aspirando una rosa.

Rosa que todavía me perfuma las manos,
y nunca será flor entre las manos de nadie,
porque le dió su sabia mi corazón extraño
que es una rosa viva, de pétalos de sangre.

Puro y claro, mi amor me dio el gozo y la pena,
la pena de perderlo para no hallarlo más.
¡Por qué no te amé siempre de lejos, de muy lejos,
como el mar a la luna, como la luna al mar!

Así no sufriríamos de este recuerdo, ahora,
Pero no… consolémonos y bajemos la voz.
Nos endulzó y pasó, como todas las cosas.
Calla. No maldigamos, ¡Si nos oyera Dios!



Poema Yo Soy El Hombre Silencioso de Romeo Murga



Yo soy el hombre silencioso,
silencioso para cantar.
No sé del grito, del sollozo
ni del ronco rumor del mar.

Mi voz ungida en suavidades,
que canta lo triste y lo mío,
irá a través de las edades
como el rumor de un claro río.

No quiero que mi voz herida,
ni que mi canción dolorida,
por sobre los humanos yerros.
dolor derroche;
tal el ladrido de los perros
en la noche.

Mi dolor es hondo y eterno,
pero en mi canto se hace leve,
frente a la alegría encendida;
es un albo copo de nieve
para las llamas de la vida.

Mi voz no ha de amargar la fiesta
de los que se embriagan en esta
vida mortal;
de mi corazón al abrigo,
yo me quedo solo conmigo
y con mi mal.

No turbaré el albo reposo
ni el alborozo jubiloso
de los que se entregan a amar
En mí no hay grito ni sollozo
Yo soy el hombre silencioso
para cantar.



Poema Una Tristeza Fiel de Romeo Murga



Una tristeza fiel cubre mi vida:
pálido cielo sobre la tierra negra.
De esa tristeza suave, vive mi alma.
¿Qué sería de mí sin mi tristeza?

¿Qué sería de mí sin esta clara,
sin esta pálida melancolía,
que me llena de sueños y me libra
de la vulgaridad de la alegría?

Entre la angustia y el hastío largos
como un camino, mi tristeza empieza;
cruza mi vida y se prolonga al cielo
¿que sería de mí sin mi tristeza?

Yo la quiero, y mi amor la inunda entera,
y su pequeño amargor endulzara.
De frente al sol, mi espíritu la apura
como una clara copa de agua clara.

En mi silencio y en mis soledades,
mi tristeza es amable compañera.
Llena de suavidad las horas torvas
y hace dulces las horas de la espera.

Me embriaga de emociones y de cantos,
esta tristeza noblemente triste;
como tu amor, mujer, y como todas
las trémulas palabras que me diste.

Yo la busco en mis albas y en mis tardes,
y en el cansancio de mis noches negras:
y siento pena, cuando no estoy triste,
de que no esté conmigo mi tristeza.

Porque ella es mi descanso, entre una
angustia
y una mala alegría que me pesa.
Es ella mi descanso, eternamente.
¿Qué sería de mí, sin mi tristeza?



Poema Tus Ojos Me Miraron de Romeo Murga



Tus ojos me miraron, te miraron mis ojos
y nunca más nos hemos vuelto a ver.

Fue tan sólo un instante, no más, pero en él supe
que tú eras la elegida que pasaba a mi lado,
que tú eras la que hubiera podido ser, un día,
amadora de todas las horas del amado.

Habría sido el único corazón para el mío,
pero tu corazón, como un ave, se fue.
Tus ojos me miraron, te miraron mis ojos,
y nunca más nos hemos vuelto a ver.

Toda entera venías hacia mí, toda entera
hacia ti me empujaban los vientos del azar.
Pero al hallarnos, fuimos como dos barcos locos,
que se cruzan en medio de la mar.
Tus ojos me miraron, te miraron mis ojos,
y ya no nos veremos nunca más…



Poema Tu Voz de Romeo Murga



Tu voz, eso es lo que amo,
más que tu corazón y casi más que a ti;
esa cosa invisible que sale de tus labios,
y junto a mis oídos, triste, viene a morir;
esa cosa tan dulce con que tú me respondes
y con que aquella tarde me dijiste que sí.

Tu voz, eso es lo que amo. ¡qué bonita es tu voz!
Más que tu cuerpo todo y más que toda tu alma.

¡Qué manera que tienes de embellecer las sílabas,
gotas del encantado surtidor de tu charla!
¡como vibra en el aire la música pequeña
de tu voz, perfumada de evocaciones claras!
¡Con qué dulzura pende de tu boca graciosa
en invisible y diáfano rosario de palabras!

Tu voz, eso es lo que amo;
el eco triste y trémulo de tu alma triste y trémula;
eso que cuando callas, se aleja hacia la sombra,
y cuando vas a hablarme, desde la sombra llega.

Amo tu voz, tan tenue como la brisa que pasa
rozándole los pétalos al clavel de tus labios,
y otras veces tan ruda, que al escucharla ha sido
como si un viento ronco me desbaratara el alma.

cuando tu voz me canta, bella fuente escondida,
se hace alegre la turbia tristeza de mis tardes.
Amada, no me pidas que te bese en la boca;
tu boca es para hablarme.
No quieras que te colme de efusión amorosa;
yo soy para escucharte, solo para escucharte.

Háblame siempre. Siempre, menos en mi agonía,
porque si en esa hora tu voz me acariciase,
ya la gloria de Dios no me sabría a gloria,
y encontraría débil el coro de los ángeles.



Poema Soledad, Otoño de Romeo Murga



Estoy solo en la vasta soledad de la tarde,
solo entre todo el mundo; junto a la vida, solo.
Caen sobre el camino polvoriento del parque
las hojas de oro.

Tú cruzas el camino, como yo, solitaria,
envuelta en una pálida claridad otoñal.
Inevitablemente, se hallan nuestras miradas,
y en la paz del crepúsculo, nos miramos en paz.

Pasas. Y yo te quiero a mi lado, este otoño.
Tu también me quisieras tener juntos a tus sombras.
Te llamo desde el fondo de mi ser. Y estoy solo.
Y tú vas sola.

Me han contado tus ojos lo que tú me amarías.
(lo que yo te amaría, quién lo podrá contar)
si llegaran a unirse nuestras dos soledades
en una sola soledad.

No ha de ser. Ya la tarde siente venir las sombras
y en el camino caen tristes hojas de oro.
me has llamado desde el fondo de tu alma. Y sigues sola.
Y me quedo solo.



Poema Palabra De Amor de Romeo Murga



Voy hacia ti, mujer, después de alguna ausencia,
llenos de mis sonrisas y mis palabras suaves.
Me tenderé a la clara sombra de tu presencia,
y te diré otra vez eso que tú ya sabes.

Eso que tu ya sabes, pero que aún no entiendes,
eso que tu ya sabes y nunca entenderás.
Oídos de mujer, en ellos no se prende
más que la voz… Y el viento se lleva lo demás.

Y lo demás es todo: el ansia de entregarse
que hace que, ardientemente, contra el silencio luche,
la palabra de amor que tiembla de escucharse,
y, sobretodo, tiembla de que tú no la escuches.

La palabra de amor en donde el amor cabe,
como el cielo en tus oídos y el sol en tu mirada;
la voz que busca el tono más sereno y más suave
para hablar de ardor de muestra llamarada.

La palabra de amor, lejana e imprecisa
que tu conoces, llena de un pequeño dolor…
Mujer, sobre mis labios ya no tengo sonrisas,
pero aún tengo en mis labios la palabra de amor.



Poema Morirás Un Día. de Romeo Murga



Y la noche terrible se te entrará en los huesos.
(Acaso en nuestras horas de amor lo presentiste).
En tu morada oscura, la canción de mis besos
pondrá un temblor de almohada sobre la tierra triste.

Mi espíritu a tu lado velará sin descanso,
disipando las nieblas oscuras de la muerte.
Sentirá que la vida se va como un remanso,
y frente a los misterios, se creerá más fuerte.

Tú no estarás inerte.
Te abriré mi memoria.
y olvidaré, a tu lado que tengo que vivir,
y junto a tus despojos, apuraré la gloria
de vivir como un muerto, mirándote dormir…



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