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Poema Qué Suerte Que Tu Falda Sólo Tapa Tu Sexo de Otoniel Guevara



y no tu boca
porque así puedo adivinar las historias
que un beso desdibuja

Qué suerte
porque tapa tus nalgas
pero deja al descubierto tu mirada

Qué suerte
porque sus cerraduras no detienen al viento:
lo que tu falda prohibe lo inventa mi deseo

Qué suerte que tu falda
sólo tapa tu cuerpo sólo ciñe tu talle
sólo insiste en misterios

Qué suerte que tu falda
no te tape de mí.

10 de dic 94



Poema Por La Noche de Otoniel Guevara



a Roberto Armijo

El poeta en la noche eternamente extranjera
irrumpe con su lámpara de serena amargura

Sonríe a los mendigos
Sonríe a los murciélagos
Sonríe al millonario que casi lo atropella

Su lámpara se aviva
pero nadie la escucha



Poema Viernes 18 de Otoniel Guevara



Cierro el tema de tu falta de existencia.
Abro, en cambio, los libros, la tarde, las piernas
de tu mejor amiga. No acepto adjetivos para esto.
Simplemente me voy quedando solo, lo que me rodea lo hace
con el claro propósito de abandonarme, de asfixiarme
con mi propia sangre, de llevarse mi aire, mis besos, mi piel
y mis cordales lo más triste posible de donde yo navego, de
donde
vos amás, de donde ya no soy más que el miserable
que lo haperdido todo para poder sentarse
en un ladrillo lleno de musgo a escribir tu nombre
que maldigo, a dibujar
tu cuerpo que con rabia deseo.
Y a borrar. Borrar y borrar con las manos paralizadas
por el dolor. Borrar con las uñas, con el sueño, con la nada.
Borrarte con todas mis erecciones.

Es posible que vuelva a ver la luz, pero ahora
ya amo las sobmras y se me antoja que la noche es tu sexo
y ya no quiero salir de ella, de él, de ya no sé qué hacer.

Noviembre de 1994



Poema Zjdfotjbjko de Otoniel Guevara



Amar es coincidir

Bajar del autobús y que la lluvia
salude con tu aroma

Buscar medicamentos
y encontrar el botiquín
repleto con tus versos
Tomar un verso, un beso.

Eso acaricia

Y sana

El desamor es no dar chance a la quietud

Es no coincidir
en que el amor es tan sólo
un sueño



Poema Voy A Romper La Noche Hasta Dar Con Su Aroma de Otoniel Guevara



Voy a prenderme de sus maldiciones
Necesito tocarle
hacer de este huracán semilla o sangre
emprender los caminos de regreso
hasta la incierta estación
de su cuerpo de espiga diseminando desnudeces
Traerla a este pecho que orinó las banderas de la pureza
Frotarla a este penacho donde escribe la tierra
sus condenas
su ojo en jabalí su milagro floreciendo en la miseria
su champa de placer la lava destructora de fronteras
Acercarla al temblor de mis hogueras
que me estreche esta piel hecha zarzales
Herime Cobijame
Este amor va gritando lunas mustias
y la muerte ronda el cenit de mis hambres



Poema Te Devuelvo Los Pájaros Del Pecho… de Otoniel Guevara



Te devuelvo los pájaros del pecho
te devuelvo tus cartas (sin palabras)
te devuelvo los pies sobre la tierra
te devuelvo tus sílabas secretas

te devuelvo las llaves de mi sueño
te devuelvo el placer que bautizaste
te devuelvo lo que me fió tu vientre

te devuelvo el sudor del cubrecama
te devuelvo el olor de los jazmines

te devuelvo el zapato que tiraste

Devolveme la calma



Poema Sosiego de Otoniel Guevara



para Matilde Elena López,
como un asunto del corazón.

Hoy quisiera recuperar el tiempo perdido:
años, meses, años,
días y momentos.

De haber culminado con éxito mi fuga del hogar
cuando a los once me emboscaron hormonas y edenes
mi nombre hubiera quedado apretujado en listados mugrosos de policías sin escrúpulos ni madre
y el sinuoso Beethoven hubiera perdido un amante para sus sonatas

No hubiera tenido hijos:
me los hubiera comido.

Si a los catorce no se me aparece Amílcar cargado de poemas y canciones de protesta
me habría enamorado para siempre de alguna campesina
de su luz silenciosa,
de su lengua graciosa ,
de su miel licenciosa,
de su pelo fragante a cascada florida.
Me hubiese enriquecido con una porqueriza
y respondería ante el nombre de ?Violeta Parra?
con bibliografía hortícola o algo semejante.

Desde entonces yo era buen futbolista. Y hasta me persignaba
a cada pitazo inicial.
Mas la vida es redonda y nos aplasta
dondequiera que vamos, contra quienes estemos,
por la simple razón de ser entre la grama.

Con las muchachas nunca tuve suerte:
desde los diecisiete me envuelven con sus formas
y me hacen preguntarme cosas que nunca supe.
Con ellas lo mejor es el silencio:
silencio al acercarse, al envolverlas,
al amarlas con todos los sentidos.
Mucho silencio para no despertarlas
y más para salir
en puntillas de sus vidas.

Quise ser guerrillero y nunca maté a nadie.
Cada vez que disparé fui yo el único herido.
Soy veterano de una guerra en la que Dios estuvo preso.
Y donde Satanás fue muerto en la primer escaramuza.

El tiempo se acabó. Ya no pretendo
ser inmortal.
El cuerpo pesa
y las mochilas suelen descoserse:
por los agujeros se cuela la esperanza,
se van los libros que quisimos leer, las emociones
que torpemente dejamos al pie de los amates,
la piel de los tambores
que nunca se enredaron con mi piel,
la suavidad
del beso en que murió mi boca.

Tantas veces la muerte perdió al póquer conmigo
¿y cuál fue mi ganancia?: arrastrar mis pasos
sobre los cementerios, engordar con papeles de amor
un baúl extraviado, gritar bajo la lluvia los rencores
al Creador, quien solamente me contestó con truenos ilegibles,
con rayos insensible y con pájaros muertos.

Quise ser más que un hombre
y de escudo me dieron la palabra
y de enemigo todo lo pronunciable.

¡Basta de sustantivos y adjetivos!
Ya no quiero más verbos: ¡Quiero sangre!
¡Sangre en el colibrí, sangre en el río,
sangre verde en la montaña ruda,
sangre azul en el cielo grisoteado,
sangre de luz en la laguna-cloaca,
sangre de ángeles al borde de los niños,
sangre de rojo amor en el demonio,
sangre de inmensidad en los poemas,
sangre de Dios en el pecho del hombre!
Sangre
en el nombre,
sangre
en el hombre:
en el nombre del hombre: ¡quiero sangre!

Y en el nombre del tiempo ya perdido
que ya jamás vendrá
que ya es olvido
queda la bendición del hueco de una manos
que entibien este amor sobreviviente
que trae del poeta lo soñado,
del guerrero su herida siempreardiente,
del sacerdote su consuelo infinito,
del delincuente
su palabrota franca
y del ebrio bufón la sabia ciencia
de protestar por todo con la risa.

De todos modos

la vida

siempre empieza.



Poema Se Busca de Otoniel Guevara



pero carece de un retrato
que la haga imaginable a los sentidos

Es de la estatura de la palabra hermano
cuando la lluvia se techa de prodigios

Su seno izquierdo es una luna que renegó del cielo
y el cielo es su otro seno

No tiene nombre fijo:
A veces es torrente
a veces libertad
a veces huella

Es tan cristiana que ama a un pobre ateo

Un secreto acecha su cintura

Sus pantalones no la dejan salir
a pervertir su desnudez en mis harapos

No sabe de qué lado gotea la poesía
pero acaricia un espejismo que de sus brazos
se desliza frutoso entre sus piernas

Si alguien la encuentra no será viva o muerta
Si alguien la encuentra no obtendrá recompensa
Si alguien la encuentra ojalá y que la pierda



Poema Sal de Otoniel Guevara



Tomo la sal entre mis dedos y siento enjambres de hombres remontar parajes asesinos
atravesar oceános de infinitas incertidumbres

La sal
con toda su blancura
no pronuncia la sangre vertida tras su aroma de mar
nunca invoca la paz
muy al contrario
se devela mortaja sobre el cabello de las santas mujeres

La sal es cruel
Esther lo sabe en lo que aún le queda de corazón



Poema Retrato A Cierta Hora de Otoniel Guevara



a Dalia, por salvarme con una manotazo de poesía.

¿Acaso se puede vivir con las gavetas vaciadas, el pelo revuelto,
la sombra marchita?

Soy un perro
poseo únicamente mi dolor
y todas las calles de la tierra

No ladro
Unicamente muerdo
No tengo pulgas no ardo en jiote el moquillo
no podrá acabar con mis días

Soy la muerte y no necesito de disfraces

No orino las paredes:
Orino el dinero de la gente
Las costumbres de la gente
Las máscaras de la gente

¿Acaso se puede morir cuando se es dueño
de un planeta entero?

Todo ha sido pintado con este insultante color negro
Sangre muerta
Reconozco el río por el chapoteo, pero
¿No es también líquida la baba de los perros rabiosos?

Soy un perro
lo sé porque respiro el suelo omnipresente

No seré un simple dato verificable
mientras me asista el rumor de la poesía
Ella lo ha dicho:
«nadie es estadística si pronuncia tu nombre»
Y Ella dijo «Otoniel»
Yo dije «Perro»
La soledad calló y cayó la noche

¿Acaso se puede morir
si hay alguien en el mundo que pronuncia tu nombre?



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