poemas vida obra margara russotto

Poema Un Cuerpo de Márgara Russotto



¿Cuántas veces has pecado?
¿Qué partes de ti has palpado
en medio de la noche?
¿Has sentido delectación al introducirte los dedos?
Oh, india libidinosa,
¿Has mirado con espejo invertido
tus partes vegonzosas?
¿Te has olido el sudor de los calzones
la sangre hedionda de tus menstruaciones?
Llora
llora condenada
padece el infierno de tus vicios
la caída en el fornicio
arrepiéntete
una y otra vez
De rodillas arrepiéntete
vamos
de rodillas
arrepiéntete
de tener un cuerpo

un cuerpo



Poema Manjar De Cebollas de Márgara Russotto



Se hace el almíbar como siempre
y así que esté pronto
desde lo alto se le añade
con displicencia
una flor de mantequilla
y ya en su punto se le chan huevos con clara y todo todo
bien batido
y hervir fuerte
y en lluvia fina rociarle pasas
cacahuetes
y poner sobre mamón con sus fragancias
y al aire un tantito se refresca
y así se ve an la mesa tan alegre
que siempre es un pecado el primer mordisco

y se come en paz viendo a lo lejos
con una jarra de agua de azahar

y una astillita de canela



Poema Las Siete Virtudes Capitales de Márgara Russotto



He de alcanzar
Señor mío
prometo
la abnegación total
la obediencia irrestricta
la perfecta docilidad
la mortificación a toda costa
la castidad incorrupta
la soledad contenta
la paciencia con los locos
la pobreza entre los pobres
la perpetua clausura
el mayor desposeimiento
el olvido de la carne
y sobre todo
y para siempre
acallar
las injustificadas palabras

y así

el perfecto silencio.



Poema De Todas Las Que Soy de Márgara Russotto



De todas las que soy
poco prefiero
la abeja industriosa en su trajín,
o la cigarra aplastada en el verano,
tampoco aquella cebra distraída en las alturas
que tan diversas de mí
siempre andan.

De todas una sola me acongoja:
la salvaje
atravesando el lodo,
la extraviada oveja
la alocada y perdida de ti.

A esa junto al fuego acariciara
y con manta seca le agrigara el frío.
Por esa sola de rodillas te diría:
¡Basta, Señor!

Abandona tu enojo
que nada has entendido, mi Señor,
mi inalcanzable
mi iracundo
patriarca.



Poema Como A Nosotros El Tiempo de Márgara Russotto



Los mangos en el plato

como en desmesurado desierto
no se asoman al tiempo.

No abren sus fisuras de luz
ni vibra
la cerrazón de su carne,
carne compacta que transcurre para nada,
carne de monja.

Y en la geometría del cuarto
son el planeta inmóvil,
la cosa oscura
que no sabe de sí,
de sus dorados jugos.

No soñará con el mar su piel sin mirada,
animales que son presa de nadie

ni su destino podrá inmutarse
con el roce sutil de un pensamiento
no elevarán quejas al cielo
ni se arrepentirán
ni recordarán siempre el mismo verso

no se lastimarán
como a nosotros
el tiempo.



Poema Cilicios, Cruces, Azotes, Mordazas de Márgara Russotto



¡Señor ten piedad!
Para un solo instante
es mucha la turbulencia.

Es húmeda la espalda del jardinero
al final del día
y hasta mí se desliza su cansancio
que me enternece
y pierde.

Hasta aquí llega
ardiente y fresca
la sombra de su cuerpo
y como alfombra de eucaliptos
me descansa.

Es con vapores que me envuelve.

Arden sus manos
que cantan
al apretar con suave firmeza
la tierra.

También sus dedos
que en gentil armonía
se hunden,
como si desbrozara de raíces
una amada cabellera.

¿Qué clase de fineza es la suya,
Señor?

¿Por qué me habla?

¡Ten piedad, Señor, y atóntame!
que el tanto ver me ciega
y me ha embriagado
de tempestuosa intimidad
su viril espera.

¡Amánsame!
Ciérrame este cuerpo
todo espasmos
pura boca hambrienta que se abre
se frota
sacude

Ten piedad
Ten piedad



Poema Anotado En Los Márgenes De Un Libro De Astronomía Del Padre Eusebio Kino de Márgara Russotto



Pero entonces
si la belleza del saber se esconde
y tenues flotamos en el éter
de quimeras astronómicas surcado

¿a qué buscar en tantos libros
la errada vanidad mundana?

Todo sabremos del espacio
sensorium de Dios y su medida

Algo más sabremos de ciertas pasiones

Todo quizás de los vientos
de los climas

Menos lo indecible

tan ansiado



Poema Amado Dueño Mío de Márgara Russotto



Esa ignorante mujer
cuyo estudio no ha pasado
de ratos
lame la sal de la ausencia
y te extraña
y agita su celo de perra
en la calma espera tanta.

Corta las venas
la aguda canción de las estrellas heladas.

Es tan tarde y no vienes
oh amigo
oh Fabio mío

Inclínate a ella una vez más
te pido.
Sopla en este árido barro,
que no lo disperse el viento
este polvo exasperado.

Erízala toda,
recógela
en el cuenco de tu mano,
dale su exacta forma
tal cual esta esmaltada jarra
que ayer no más
tocó tus labios.

Hazla esa cosa simple,
duradera
confiable,
centrada en la donación de sí,
libre de distracciones
y dispendios raros
y
oh amado dueño mío

despiértala,
oh sí
despiértala sin piedad
aunque llegases tarde demasiado.





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