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Poema Yo Mismo de Justo Braga



Ese tipo pálido y febril
Que estoy mirando
Soy yo.
Yo mismo que me miro
De un modo impertinente.
Yo mismo
vestido de primera comunión,
Feliz como unas pascuas.
Con un poco de suerte,
ese infante de la foto
se meará en cualquier momento,
si nadie se lo impide.

Es posible que después
de enamorarse varias veces
descubra el modo extravagante del deseo.



Poema Tus Entrañas de Justo Braga



Bulle en mis entrañas un suceso reciente.
Debe de ser Eloísa cultivando su conciencia.
De vez en cuando recuerdo las marismas,
el agua salada,
el sol quemándome la espalda.

Eloísa está leyendo,
tumbada en la arena,
ya digo,
cultivando su conciencia.
Boca arriba.
Las piernas abiertas.
Desnuda.
Sudorosa. Coqueta.

Enfrente hay un negro inmenso,
cabezón,
azorado.
Mira sus pechos ardientes.
No distingo muy bien si hay regocijo o bullicio
en su mirada.
No sé si lo que espera Eloisa es que la miren o la sueñen.
Debe de ser muy excitante
mirar a Eloísa cultivando sus entrañas.



Poema Tesalina de Justo Braga



Él leía cartas de amor a Rosaura.
Ensalzaba su apacible hermosura.
Ella,
azorada,
tras la falda,
no perdona a Corina
el infortunio que su mirada empaña.

Él leía versos de amor y desamparo,
mientras anuncia,
triste
su delito:
dar tregua a su juventud y su codicia.

Mientras Corina avanza por la acera,
Rosaura mira anhelante.
Arrepentida espera
hallar en cualquier parte
su inocencia.

Los negros de Oklahoma
quebrantan su fragancia
y como un capricho a Mesalina
se inyectan en la vena la escritura de versos.
Consumen cocaína adulterada.
Recitan sonetos
armados de esa hermosa manía
de orinar en las esquinas.



Poema Segunda Carta A Fabián de Justo Braga



Te escribo Fabián nuevamente
sorprendido
por tu ultima carta.
En ella me preguntas,
-ya sé que molesto- ,
por Aurora,
la abogada.
Y no sé que decirte,
viejo amigo.
No sé si Aurora se ha muerto.
Lo cierto es que está perdida,
desaparecida de mi vida por completo.

Ya sabes, Fabián, que nunca la he echado de menos.
Es más, te digo , que casi la desprecio.
No soportaba más sus guisos, su potajes, sus anhelos.

La última vez que cenamos
casi me indigesto con sus besos,
-ya ni te cuento
el mal sabor de boca que me dejaron sus versos-.

Sé que tú la quieres.
Sabes que yo la temo.
Me alegro,
por tanto ,
de verla pocas veces,
-las menos que puedo, lo confieso-.

Aun así te digo
que, de vez en cuando, aún me acuerdo
de su cara,
de sus pechos,
de sus pubis pelado como un huevo.

Y te aseguro , viejo amigo, que tengo arcadas
cada vez que lo pienso.

Creo que exageras cuando dices
que Aurora era una ninfa, una diosa, una delicia.
El tiempo
-tan tenaz-
pone las cosas en su sitio
y no encuentro razones suficientes
que me hagan pensar que me equivoco
cuando invoco
su desidia,
su risa petulante,
su mal carácter,
su perfil desnudo,
indefinido.

Al hilo de estas cosas
se me ocurre que deberías buscarla
si es que tanto te enamora.
Nunca es tarde,
amigo Fabián.
Tú verás lo que haces.
Yo te advierto,
amigo mío ,
que es mejor el onanismo a cualquier hora
que una tarde de domingo con Aurora.

De todos modos ya sabes que yo tolero
poco las mentiras, los engaños
y ya no soportaba por más tiempo
tanta estridencia nutritiva,
tantos apaños que ella hacía por parecerse a Marilín,
la peluquera.
No aguantaba ni un minuto
sus eructos,
su desgana,
su compostura inútil.
su cara de aceituna y su arrogancia.

Esperaba verla muerta cualquier día
y ganar así la recompensa
de su pésima filosofía.

No fue posible.
No sabes cuánto lo lamento.



Poema Primera Carta A Fabián de Justo Braga



Me has escrito Fabián esta mañana
preguntando por los viejos camaradas.
Yo te he dicho,
viejo colega,
que nada sé del Pigarra,
ya sabes,
el pope del partido.
Mis hijos,
sobre todo el mayor,
se parte de risa
con estas batallitas.
Ya sabes que soy de pocas palabras.
Tengo,
eso sí,
cierta retranca,
cuando hablo del pesoe.

Nada sé de Lydia,
La maligna.
Sé que estaba dolida contigo
y conmigo
y con todos.
Bien conoces su disgusto por los versos
que escribimos en el wáter
hablando de sus tetas.

Pedro está en Bosnia
con la boina de sargento de paracas.

Yolanda es banquera
o bancaria,
no sé muy bien cómo se dice. Gana una pasta.

Santi está en Dinamarca.
Es diputado de la extrema derecha.
Y a mí,
ya ves,
eso me hace gracia.

De Amanda nada te cuento.
Sólo te diré que se casó con Horacio,
el quiosquero,
y no he vuelto a verle el pelo
de su pubis
-el de Amanda me refiero-.

Ahora he vuelto a Misa
como en los viejos tiempos.
Comulgo casi a diario
y me confieso
pecador
de mis pecados.

Me han nombrado presidente
de escalera. Por algo se empieza.
Tengo,
tú bien lo sabes,
afán por superarme
y estoy estudiando esperanto. Nunca se sabe.

Acabo de comprarme
una escopeta de caza
y un pantano abrupto en las afueras
de mi barrio.
Cualquier día me mato. No sé.
Lo estoy pensando.



Poema Poeta de Justo Braga



Repróchate a ti mismo no haber ganado
un premio
literario.
Eras un autor de éxito,
un poeta en ciernes, te decían
los críticos de versos.

Acudías,
cada invierno,
a las justas poéticas de Oviedo.
Y entre tanto ganado de escritores
tú no eras más que un montón de huesos
afilados.
Un paquete de habanos apagados
en un cenicero cargado de estertores.

Ella, sin embargo,
encendía para ti la primavera.



Poema Nada de Justo Braga



El también te esperaba
desde diciembre.
Harto como estaba de tu ausencia
se fue con mujeres malas,
-casi todas de derechas-.
Anduvo en todas las pesquisas policiales.

Delincuente común,
intransigente,
ladrón de aves submarinas y de besos
se hizo un ser solitario, huidizo.
Dejaba como estela unos labios sutiles
y el eco de sus rezos mahometanos.
Paso de cientos a miles de millones de altercados
con las bandas enemigas de tu barrio.
Mareado por los ruidos de sirenas
se hizo nadie en nada
y ahora es imposible borrarlo.



Poema Mi Calle de Justo Braga



Vivo en una calle
con nombre de Académico
mundano,
pero fino.
Arriba,
en la azotea,
anidan todavía
sus versos
que jamás he leído.



Poema Los Que Tienen Suerte de Justo Braga



Tienen suerte quienes miran la tragedia
desde el cielo.
En Colombia un terremoto ha matado a un millón de niños.

En otro lugar del planeta,
el dictador de turno se pasea
entre tinieblas.
Hay un gañán en alguna parte que escribe decretos de hambre.

Hay un ingeniero
que le ha tomado afición a los tálamos
y se sube a los árboles
cada vez que anuncian lluvias.
Tiene suerte este ingeniero del verso.
Casi nunca improvisa.
Iluminado por una fúnebre linterna
contempla los arcanos sin inmutarse
y escribe letrillas al azar ,
sin prisa,
consternado,
eso sí,
por la ausencia de tiranos
y porque hoy no televisan
La Champions League.



Poema Los Poetas de Justo Braga



Los poetas se reúnen por la noches.
Beben vino y comen versos.
Buscan sentido a las palabras.

Los poetas dan un giro a los sonetos.

En este tiempo hostil, propicio al odio,
los poetas conspiran a crédito.
Rastrean en lo barroco de sus versos.

Están tan distantes de la vida
que han caído en un hondo onanismo sin remedio.



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