Poema Prince Street de José María Fonollosa



Debiera liberarse la mujer
de la opresión en que la tiene el hombre.

Bien es verdad que algunas son verdugos
que sin piedad castigan a sus machos.
Mas, por lo general, es la oprimida.
No cuenta como igual individualmente.
Se la ha apartado a un lado y asignado
las funciones higiénicas más bajas:
es cubo de basura de los hombres.

Resulta incomprensible su obediencia
a unas normas injustas desde siglos.
Parece resignada o adaptada,
incluso unas contentas, a estar presa
de algún dictadorzuelo cruel e imbécil
que la veja y le exige una sonrisa.

Sus razones, supongo, habrá tenido.
O, acaso, ha sido un simple experimento
ese dejar hacer. Mas comprobado
de manera exhaustiva que los hombres
no logran resolver la convivencia,
debiera liberarse la mujer.
Y asumir, ella, el mando de la especie.
Nosotros ya tuvimos nuestro tiempo
y hay que reconocer que fracasamos.



Poema La Siembra de Margarito Cuéllar



A Vicente Quirarte

A diario riego el árbol de mis poemas. Corto su fruto dulce, amargo o con espinas. Le podo las licencias marchitas, lo libero de larvas y quistes. Los catadores reclaman lo mal que anda mi siembra. Definitivo: retiran mis versos del firmamento. Yo miro transitar ríos de saliva, escucho las detonaciones de sus balas de salva, preparo abono con mierda de vaca y huevos de avestruz, afilo las tijeras de podar. Sé que algo nacerá, aunque no llueva.



Poema Arrullo de Aurelio Arturo



La noche está muy atareada
en mecer una por una,
tantas hojas.
Y las hojas no se duermen
todas.

Si le ayudan las estrellas,
cómo tiembla y tintinea la infinita
comba eterna.

¿Pero quién dormirá a tantas,
tantas,
si ya va subiendo el día
por el río?

(¿Dónde canta este país
de las hojas
y este arrullo de la noche
honda?).

Por el lado del río
vienen los días
de bozo dorado,
vienen las noches
de fino labio.

(¿Dónde el bello país de los ríos
que abre caminos
al viento claro
y al canto?)

La noche está muy atareada
en mecer una por una,
tantas hojas.
Y las hojas no se duermen
todas.

Si le ayudan las estrellas…
Pero hay unas más ocultas,
pero hay unas hojas, unas
que entrarán nunca en la noche,
nunca.

(¿Dónde catan este país
de las hojas,
y este arrullo de la noche
honda?)



Poema Para La Abuela, Que Hablaba Con Pájaros Creyéndolos Ángeles de Hugo Gutiérrez Vega



I

La abuela abría las puertas de la mañana;
entraba el sol por el balcón cerrado
y un rayo se pegaba a sus gafas solares.
El día andaba ya por los corredores
abrillantando las plumas del pájaro ciego,
jugando un rato con los peces anhelantes
en un marecito engañoso,
y con el caracol de filos negros
en su playa de cristal.
La claridad giraba por los cuartos vacíos
y se escondía entre las cortinas.
De las gafas de la Abuela brotaba el día
y bajo mi cama se enroscaban los vientos.
Cerraba los ojos y regresaba al sueño.
Las sábanas me daban una noche que sólo existía ahí
y que se prolongaba por unas horas,
mientras la mañana maduraba
y se caía a pedazos en las calles de color naranja
y en el cielo azul y tonto de los trabajos para vivir.

II

Un polvo limpísimo, casi más fino que el aire de esta mañana
se levantó cuando abrimos la tumba de la Abuela.
La caja se deshizo, y el cráneo que tenía aún su blanca trenza
cayó con tanta gracia, que la tierra se negó a entrar en él.
¡Quién dijera!; tú que tanto temías morirte sola
has pasado diez años en la tumba hablando con tus ángeles,
percibiendo las voces de tantas insolentes primaveras.
?La muerte es grande? dices, y la vida se concentra en tu trenza.
No hemos perdido nada. La mañana sigue entrando a la casa;
Entrando sin cesar.
Si nada cesa tú nunca cesarás.
La muerte grande te besó en las mejillas
y nosotros lloramos y reímos.
Estamos contigo.
Tu memoria no se detuvo nunca.

III

Ciudad que entre mis sueños cobijada
eres siempre mejor de lo que eres.
La luz de tu cercana madrugada
asesina la noche que prefieres.

Yo sueño que mi vida retirada
apacienta las tardes en tu orilla.
Te vi en mi juventud desmelenada,
ahora me fundo con tu propia arcilla.

Soñé, Ciudad, y el sueño inauguraba
mi voluntad de ser sin desconcierto.
En la noche tu luna levantaba

la esperanza de ser sin movimiento.
La tolvanera que me diera el viento
en mi vida tu calma disipada.

IV

El vendaval
que tiene a Extremadura
cogida por el cuello,
trajo sueños de un tiempo acongojado.
¿En qué caverna fraguóse el material
de estos delirios
que a todos lastimaron?
¿Qué presencia sin rostro
dispersó por los cuartos
sus airados lebreles?
La aurora entró.
Nosotros, mudos,
vencidos por el ángel más terrible,
sentimos su mirada.
¿Es la tormenta la feroz autora
de estos sueños rugientes?
¿O, tal vez, sólo es cómplice del ángel?
Vendrá la paz.
Sobre Plasencia
el viento sembrará sueños mejores.
Los de ayer fueron hijos de la lluvia,
de esta larga tormenta
que el aire rompe
y que a la tierra enturbia.



Poema Y Te Busqué Por Pueblos de José Martí



Y te busqué por pueblos,
Y te busqué en las nubes,
Y para hallar tu alma
Muchos lirios abrí, lirios azules.
Y los tristes llorando me dijeron:
?¡Oh, qué dolor tan vivo!
¡Que tu alma ha mucho tiempo que vivía
En un lirio amarillo!?
***
Mas dime ?¿cómo ha sido?
¿Yo mi alma en mi pecho no tenía?
Ayer te he conocido,
Y el alma que aquí tengo no es la mía.



Poema Nocturno* de Poemas de Amor y Románticos



…pero si dejo de soñar
quién nos abriga entonces.
E. Diego

Duermes
calmo tu pecho
sube y baja

flotamos
rodeados por el aire
cálido que exhalas
amor sobre tu cuerpo
y el mío

es el Nilo
una línea oscura

un hilo de agua ondulada
en silencio llega
hasta tu alma

murmuras
y es de noche en tus sueños:
el agua quieta
de un lago helado

es de noche y es invierno
no hay nadie
en este sueño

el dolor
es un punto que arde
en el fondo de tus ojos

un nudo frío
y rojo

BLANCA STREPPONI ( Argentina, 1952 )



Poema Xviii de Rubén Izaguirre Fiallos



Hace unos
años
no pude
ser comunista,
porque estaba
ocupado
tratando
de ser un niño.



Poema Así Como El Atleta de Angel Garcia Lopez



Mi cuerpo es como un pájaro. Me alzo
sobre una cordillera de gorriones.
Las alas me empujaron en el salto,
se me llenó la carne de motores.

Hoy he vuelto a la vida. Libre, gano
mi oficio milagroso de ser hombre.
He tocado una nube con mis brazos
y le he robado al águila su polen.

Quise sentir el mundo, lo delgado
del límite del día con la noche.
Corrí sobre la pista del milagro
indagando el secreto del azogue.

Debí de ser gacela, ardilla, gamo
perseguidor del aire de los bosques.
Mi pecho respiraba como un campo
lastimado de músicas y flores.

Luché contra el equipo de los nardos
y el fuego de amarillos girasoles.
Competí con la pluma de los pájaros
y el latido voraz de los relojes.

Sin sentir en los músculos cansancio
llegué, libre, a la meta.
Desde entonces
traigo una lluvia nueva entre mis párpados.

¿Fui yo? Nadie creyera. El horizonte
se me llenó de cánticos y aplausos.
Hoy le vencí a la vida en el deporte
de alcanzar la alegría con las manos.

De «Tierra de nadie»



Poema Imagina El Poeta A Su Amada En La Ducha de Luis López Anglada



Con recato…

Ésta que en nieve y sueño la clausura
viola y la canción del agua fría;
Venus de soledad, mitología
del azulejo y la temperatura.

Ésta que en dos palomas la estatura
divide en rosas que el rosal querría,
por donde el agua que resbala ansía
quedar, dormir, morir en su blancura.

Ésta que al níquel alza los asombros
del rocío y redime por los hombros
del agua desahuciada del cabello,

es ella, amor, que, en soledad, ensaya
a dar forma a la espuma, pero… calla
que nada tienes tú que ver con ello.



Poema Epigrama Para Antonio de Manuel José Arce



Es famosa la méntula de Antonio
por su tamaño, en todo desmedido.

Mas, mientras él la luce por las termas,
su mujer me murmura en el oído:
-prefiero tu pequeño gladiador
al gigante dormido



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