poemas vida obra octavio armand

Poema Oráculo de Octavio Armand



Está escrito que los que no tienen futuro
no pueden conocer su futuro.
Por piedad los que no tienen futuro no pueden conocer su futuro.
Pero tú no eres un desheredado, tú tienes futuro,
tú ya sólo tienes futuro.

Entre los dioses se derraman los granos de sal,
las nubes se dispersan en formas cada vez más caprichosas,
chocan contra la pared los huesecillos marcados,
en el carcaj cada una de las tres flechas da en el blanco,
sube en lentas espirales el humo de la carne quemada,
las gotas de cera caliente arremolinan la superficie del agua,
arde la cabeza de burro y los demonios están a punto de hablar,
chisporrotean las hojas de laurel,
le quitan la venda al niño y el espejo se llena de presagios.

Escucha cómo estallan en la palma de la mano unos pétalos de rosa.
Mira cómo entre el anillo de Numa Pompilio en la copa de agua;
mira cómo el gallo salta en el círculo de trigo.
Mira, la semilla de amapola cae sobre las brasas
y se retuercen las vísceras de tu peor enemigo.
Observa cómo el reo lentamente mastica asustado pan de cebada.

Todo está escrito para ti.
No hay mancha o movimiento
que no sea una tenue o fugaz línea de tu libro.
El relámpago mismo es una de ellas.
Todo, absolutamente todo, es huella tuya.
Dondequiera que estés, estás en Delfos, estás en Dodona.
Cuanto toques o veas o respires es un libro, un solo libro.

Todo está escrito para ti.
Tu sueño no se queda encerrado en la noche.
En tu noche ya amaneció, en tu noche ya es de día,
hay siempre un gran sol en tu noche.
La mujer embarazada lee el temblor de la llama en el agua.
En el altar de sacrificios pican el hígado.
Ya es ayer y mañana y hoy y toda tu vida.
Relinchan los caballos
y las entrañas del pescado.
La tormenta no desperdicia sus rayos.
Suenan ya las marcas adornadas con plumas.
Los muertos escuchan cada pregunta tuya
con sus enormes orejas de ceniza.
La serpiente se mueve estirando el metal de sus anillos
y escribe lo que también está escrito en las letras de tu nombre
y en el vuelo de las aves.

Mírate en todos estos espejos.
No hay nada que no sea sombra tuya.
No hay nada que no se parezca a tu sombra:
un libro abierto al azar,
las cartas con su escalonada sorpresa,
el Y King,
las llamas que mantienen su verdad como un número,
las líneas de la mano que repiten las líneas de la mano,
el golpe exacto de los dados,
la vara de avellano que nos acerca al manantial,
el dedo que tal vez cae como una flecha sobre este verso.

Caracas, 14 de junio 1984



Poema Espejo de Octavio Armand



Para Mark Strand

Al traducirte -al repetirte- me di cuenta
de tu soledad y de la mía. La repetición me
separaba de ti y te separaba a ti de ti mismo.
La repetición es siempre un hueco. Como las
púas del erizo, que amparan al mar de su
propio fondo. Porque ahí, en su propio fondo,
mar o Mark no es más que erizo, tú no es más
que yo; hueco: eco: un vacío insostenible.

NY/17 de septiembre 1976



Poema Cómo Escribir Con Erizo (2) de Octavio Armand



Pero la imagen de una mano espuñando un erizo sugiere la derrota
de la escritura como disponibilidad. El sentido, aquí, es lo sentido y lo sentido
se agota exclusivamente en la mano, como tortura de la
materia que se desplomaba para extenderse. En la palma de la mano,
donde ya había un lenguaje, se inscriben otros signos: la mano es lo
manchado, no la página. Perforada/ herida: la mano resume lo que
tenía que decir: es lo que tenía que decir. Otra tautología, pero como
apogeo de aquello que impulsa a decir, de todo aquello que inclina
hacia la expresión. Y la expresión, en sí, en este caso, ¿qué rasgos
deja? ¿Qué huellas hay de la vulnerabilidad ya asumida satánicamente?
Con el erizo la mano traza simultáneamente un mismo signo y una
pululación de signos que debiendo ser un solo signo repetido no
aciertan a afirmar su identidad sino en la dispersión, en el desear-
pajo. Un signo o quizá ninguno rodeado/ repetido por garabatos/
asomos/ indicios de una escritura que se va de las manos. Vaciar
el signo rebasándolo. Lo indecible, aquí, es lo que se dice sin que
nada lo diga. Es el signo que prescinde de su propia significación al
asumir su autonomía. La línea borrada por la censura borrada aquí
también: no como ausencia de hueco sino como la caída de un hueco
en otro hueco. Se trata de un exceso insuficiente. Pero el dolor de
la mano que ha escrito es el dolor de la mano que iba a escribir y
los signos trazados por las púas son espejos confrontados. Además,
queda el erizo. Y no se ha aclarado si estaba o no estaba vivo
ese erizo; si la mano, al mover las púas, movía lo que se movía, escribía
lo que se escribía.

ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Estás solo. O ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tu sombra te repite. ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tu nombre te repite. ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Te repiten tus palabras. JO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tus silencios. SPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Tus gestos, tu cara como piedra, te repiten. EJO ESPEJO ESPEJO
Te repite el espejo enredado en el peine. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
La almohada atravesada por tus sueños. JO ESPEJO ESPEJO
La lluvia disolviéndote. JO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
La risa o el llanto. ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
La mujer como una orilla entre tus manos. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Te repiten las puertas al dejarte pasar. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Te repetirá la puerta cerrada al dejarte pasar. ESPEJO ESPEJO
Las paredes que derrumbas te repiten. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Los escombros que te cubren te repiten. O ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Si gritas, el grito te repetirá como la noche. O ESPEJO ESPEJO
Si no gritas, la desesperación te repetirá SPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO E hasta los huesos. ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Esos huesos donde cuelgas te repiten. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Toda tu vida te repite. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Pero el asesino repetiría toda tu vida. O ESPEJO ESPEJO ESPEJO
Estás solo, estás solo. EJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO
ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO ESPEJO



Poema Cómo Escribir Con Erizo (1) de Octavio Armand



Aquí fue el reflexionar de Eustaquio sobre su mala suerte:
aquí el maldecir del fatal favor que el prestidigitador le
había hecho distrayendo uno de sus miembros a la natural
autoridad de su cabeza, lo cual origen a toda clase de des-
órdenes que forzosamente tenían que sucederle.

Gérard de Nerval

1

Censura y autocensura borran el discurso antes o después de la enunciación, borran el texto antes o después de la escritura. Pueden, también, ser desplazamiento simultáneos en la linealidad: efectos en la causa. El orden es la orden. Lo dicho se reduce a lo que se iba decir y lo que se iba a decir se reduce a lo indecible: una mudez como de objeto que no obstante y por ello mismo permite comprobar la materialidad del discurso. La lengua como algo que se abría ante la posibilidad de decir y decirse queda entonces cerrada pero mejor definida, como mar ya contra la orilla. Poder e impotencia, así, confabulan una escritura trazada exactamente sobre otra escritura, sólo que exactamente al revés. Esos mismos signos, esa misma línea, pero también anulados. La negación, aquí, como un espejo pegado a los ojos. Ni ceguera ni falta de formas: exactitud de la mirada y lo mirado donde desaparecen la mirada y lo mirado. El ojo como tautología. En t ;a negación el ojo es una totalidad retesada por su propio impulso, pv ¿s no le falta mirada sino que la lanza reteniéndola. La mirada es el párpado y el párpado es lo que no se puede ver cuando está, como el espejo, en la mirada.

Entonces ¿qué significa? Lo que quiere decir. ¿Qué quiere decir? Lo que no dice. ¿Qué no dice? Lo que ha dicho. La negación se da como estricta redundancia y la censura enaltece al discurso tanto como el diccionario a los vocablos, solo que definiendo por tachaduras. El diccionario da relieve; la censura ahueca, pero permanece latente, como ausencia de hueco, lo censurado. La indecible es lo que falta en lo que se iba a decir y lo que se iba es lo que falta en lo dicho, que es nada.



Poema Biografia Para Feacios de Octavio Armand



Tal vez soy Demódoco y cuento las hazañas de Odiseo
O soy Odiseo escuchando el relato del ciego
Ya no fui lo que soy
El lenguaje me mata
¡Cuidado!
¡Voy a nacer!
Digo: nazco
Lo repito, nazco
Mis nueve libras golpeadas
Mi grito que sale directamente de la carne
Mi primera y única palabra aprendida
Mi nombre
La delación y el bautismo hasta esos labios
Los dientes rotos que me tiran
El prudente mendigo esquivándome
¡Tanta, tanta elocuencia!
Cuatro alfiles que me acosan, blanquísimos,
pero untándose mi sombra
Mis pasos que abren tumbas
Yo mismo que corro despertando muertos
y despierto encerrado en otros ojos
Todo está detrás de mí
¡Sólo tengo espaldas!
¡Cuidado!





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