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Poema Último Actio de José De Diego Y Benitez



Colgádme al pecho, después que muera,
mi verde escudo en un relicario;
cubridme todo con el sudario,
con el sudario de tres colores de mi bandera.

Sentada y triste habrá una Quimera
sobre mi túmulo funerario…
será un espíritu solitario
en larga espera, en larga espera, en larga espera…

Llegará un día tumultuario
y la Quimera, en el silenciario
sepulcro erguida, lanzará un grito…

¡Buscaré entonces entre mis huesos mi relicario!
¡Me alzaré entonces con la bandera de mi sudario
a desplegarla sobre los mundos desde las cumbres del infinito!



Poema Sueños Y «volantines» de José De Diego Y Benitez



«El Cerro de las Animas benditas»
se llama un montecillo de mi pueblo;
extraño nombre que le dio la gente
— segun afirman los que saben de ello —
porque, como se eleva en grácil curva
precisamente por detrás del templo,
donde reciben el adios del mundo
los que retornan de la tierra al seno,
huyen del monte a los vecinos árboles
las pobres almas de los pobres muertos,
envueltas en las ráfagas azules
de la espiral sagrada del incienso,
mientras resuenan, por las amplias bóvedas,
del canto augusto los dolientes ecos.

El Cerro de las Animas.! Cuidado
Que está en mis glorias el dichoso cerro!
Las faldas de mi madre y las del monte
Mis amores de niño compartieron;
Por hermano me tienen sus arbustos,
Sus piedras y sus pájaros, y creo
Que recorri sus zarzas y malezas
Como ningún chiquillo de mi tiempo,
Y que, si Dios a todo dio un lenguaje
Y hablan las hojas con susurros tiernos,
Ya han susurrado con dolor las suyas
Que estoy quizás, cuando no subo, enfermo

Allá en su cumbre, por las tardes, era
Donde todos los guapos del colegio
Íbamos a jugar a las cometas,
Como se dice en castellano viejo.

!A jugar a los bravos «volantines»,
águilas de papel que alzan el vuelo
y que, cual arma de combate, lucen
en la cola de trapo un vidrio puesto,
para atacar a la infeliz «chiringa»
que les dispute su ración de viento!

!Ibamos muchos — !cuando menos quince! –,
hábiles todos y en el juego expertos
Pues ni uno solo consiguió cortarme
Mi volantín, mi volantín ligero,
porque salvando con presteza suma
(¿Me entenderan los niños borinqueños?
!Les voy a hablar en la divina charla
de sus sencillos e inocentes juegos!)
Porque «cambiando en culebrilla», huia
del «navajazo», en el ataque fiero,
y, movil siempre en sus «gacetas» blancas
mi perseguido volantin esbelto,
como el astuto gladiador del aire,
salía , al fin de la batalla, ileso.

Sabemos doble más cuando muchachos,
Que despues que ya somos hombres serios:
Desde que de mi Cerro de as Animas
La suerte impía me arrastró tan lejos;
Desde que como el loco de Cervantes,
Lo grande admiro, mas lo ruin desprecio;
Desde que grave me apuntó el bigote
Y estudio leyes y compongo versos,
!aún no he podido, por desgracia mia,
«encampanar» el volantin de un sueño,
sin que el demonio, que me tiene rabia,
me corte el hilo en el azul del cielo!



Poema Pomarrosas de José De Diego Y Benitez



En las orillas de los viejos ríos,
que llevan sus corrientes rumorosas
por los bosques recónditos y umbríos,
nacen las pomarrosas
pálidas, escondidas y aromosas,
lejos del sol, como los versos míos….

En el suelo feraz, que al agua inunda,
yérguese el tronco en la raíz profunda,
al son perpetuo del raudal sonoro;
¡y absorbe, en cada poro,
el jugo que le nutre y le fecunda
y el resplandor de sus manzanas de oro!

Como los astros, al tocar su meta,
brillan las pomarrosas reflejadas
en el móvil cristal de la onda inquieta….
¡y como las granadas
y como las canciones del poeta
flotan sobre la tierra coronadas!

¡Oh, fruto, en que la flor se transfigura,
sin dejar de ser flor! ¡Tierna hermosura,
que la fragancia con la miel reparte,
y es perfume y dulzura
y símbolo, en que muestra la natura
la virginal maternidad del arte!

¡Cuán misterioso de la tierra el seno!
La sombra de la muerte se difunde
en el abismo, de amarguras lleno…
¡El tártago se hunde
y, en vez de néctar de la vida, infunde
y alza a la flor maléfica el veneno!

Mas, no la pomarrosa, que transmuta
en rica savia y en potencia fuerte
la ponzoña que infiltra la cicuta…
¡Así mi alma convierte,
como el arbusto de la blanca fruta,
la sombra en la luz y en la navidad la muerte!

¡Amor!, ¡Dolor!, ¡Corriente combatida!
¡Esperanza inmortal!, ¡Anhelo santo!
¡Ondas de mi alma y ondas de mi vida!
¡Fecundidad del llanto!
¡Renacimiento de la fe perdida!
¡Pomas del bien y rosas de mi canto!

¡Bendecid a las áureas pomarrosas,
que en las orillas de los viejos ríos
se elevan escondidas y aromosas!
¡Amad los desvaríos
del alma triste que, en los versos míos,
saca los frutos del abismo en rosas!



Poema Pan Y Vino de José De Diego Y Benitez



Surge, a un replique modulado en trino,
del misterio floral en que reposa,
la blanca Eucaristía, blanca rosa
emergente del Cáliz purpurino.

La espiga recibió el Cuerpo Divino,
pero la vid su sangre generosa…
¡El trabajo y la lucha, en dolorosa
íntima comunión de pan y vino!

En el pecho del Cristo moribundo
la férrea pica se bañó de lumbre
y floreció como clavel de grana.

El pan sagrado es la salud del mundo;
pero, el subir del Gólgota a la cumbre…
¡El vino es la redención humana!



Poema En La Brecha de José De Diego Y Benitez



Oh desgraciado, si el dolor te abate,
si el cansancio tus miembros entumece;
haz como el árbol seco: Reverdece;
y como el germen enterrado: Late.

Resurge, alienta, grita, anda, combate,
vibra, ondula, retruena, resplandece…
Haz como el río con la lluvia: ¡Crece!
y como el mar contra la roca: ¡Bate !

De la tormenta al iracundo empuje,
no has de balar, como el cordero triste,
sino rugir, como la fiera ruge.

¡Levántate! ¡Revuélvete! ¡Resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡Muge!
O como el toro que no muge: ¡Embiste!





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