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Poema Residuos de José Antonio Davila



Ya tú no importas, ni tu amor conmueve,
Ni yo soy en tus días la emoción dulce y leve
que como brisa tibia pasó por tu desierto;
porque tu amor ha muerto y mi pasión ha muerto.

Pero sobre tu mesa reposa mi estatuilla:
Y al pasar de los años y al caer nuestra arcilla,
Seguirá reposando sobre la misma mesa
Sin que nadie pregunte al mirarla en la mesa
Si es el mudo tributo de una huesa a otra huesa.

La pasión ha volado;
Pero hay ciertos residuos que en el alma han quedado,
Y noto cuando pasas por la calle, altanera,
Que aún te peinas el pelo de la misma manera
Que tanto me gustaba y que amé con tal celo.
(Yo viví enamorado de tu pelo.)
Y aún tengo la costumbre de usar el sobretodo
con un botón de rosa en el ojal, al modo
que tanto te gustara;
y hasta existe una frase que en broma yo imitara,
llena de tu decir y tu manera,
que ahora uso por mía y usaré hasta que muera…

Cosas inconsecuentes, livianas, con las huellas
Que les deja el amor al pasar sobre de ellas:
Lo que una vez tú hiciste, lo que yo dije un día…
Incnsecuencias muertas que viven todava…

Y no ha de saber nunca la mujer que yo quiera
Por qué le doy la mano de la misma manera…
Ni ha de saber el hombre que en tu amor quedé preso
Por qué cierras los ojos antes de dar un beso…



Poema Cuando Me Vaya de José Antonio Davila



Cuando me vaya, escóndeme en tus ojos: tras esas silenciosas amplitudes de tus mirares hondos y trigueños; llévame en tus más solas solitudes hecho rubor en tus deseos rojos; guárdame en algún viejo relicario junto a los besos que jamás me diste, fundido a algún impulso temerario que aún te reprocha lo que nunca hiciste…

Cierra, sobre el recuerdo que te deje, tu cofre de Pandora: que cuanto más me aleje me sientas más de cerca a cada hora.

Cuando me vaya, guárdame en tu pecho, tras el portón que cierran tus pestañas: para ir, como yedra, trecho a trecho cubriendo la pared de tus entrañas.

Que en tu ansia oculta y siempre preterida me derrita al calor de tu tormento, para llenar cual savia derretida, todas las grietas de tu pensamiento y todos los recodos de tu vida…

Que cuando cierres tu mirar trigueño pueda quedarme en tus reconditeces, como el hombre-imposible, el hombre-sueño que la vida destroza tantas veces…

Que al través de los años y el olvido siempre logres tener, no el recuerdo del hombre que yo he sido, sino el del hombre que yo pude ser…





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