poemas vida obra ida vitale

Poema Cultura Del Palimpsesto de Ida Vitale



Todo aquí es palimpsesto,
pasión del palimpsesto:

a la deriva,
borrar lo poco hecho,
empezar de la nada,
afirmar la deriva,
mirarse entre la nada acrecentada,
velar lo venenoso,
matar lo saludable,
escribir delirantes historias para náufragos.

Cuidado:
no se pierde sin castigo el pasado,
no se pisa en el aire.

De «Nuevas arenas I» 2002



Poema Lectura de Ida Vitale



Al silbo de las sílabas subía
de siete en siete vuelos
hasta alcanzar un cielo

de sílaba serena,
que esconde lo que sabe que te espera,
la sílaba no sierpe
en donde el alma siempre
se concierne.

Cruza discreta por salteadas muertes,
vacila ante el adusto
mirar del desamor.

Susurra como el agua de corriente
dócil y sazonada,
cuando a su breve brazo brevemente
te aferras, si es que nada,
con otra forma del soñar te engaña.



Poema Sumas de Ida Vitale



caballo y caballero son ya dos animales

Uno más uno, decimos. Y pensamos:
una manzana más una manzana,
un vaso más un vaso,
siempre cosas iguales.

Qué cambio cuando
uno mas uno sea un puritano
más un gamelán,
un jazmín más un árabe,
una monja y un acantilado,
un canto y una máscara,
otra vez una guarnición y una doncella,
la esperanza de alguien
más el sueño de otro.

De «Reducción del infinito» 2002



Poema Residua de Ida Vitale



Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.

De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.

De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?

De «Parvo Reino» 1984



Poema Penitencia de Ida Vitale



¿Mirar atrás será pasar
a ser de sal precaria estatua,
un perecer petrificado
preso en sí mismo, parte
del roto encanto de un paisaje
cuya música no logro más oír?

¿Debo matar lo que miré,
el mito que minuciosa
pliego y despliego,
grava para mi paso solo?
¿ Ciega borrar lugares,
playas, vientos, el tiempo?

Sobre todas las cosas,
anular horas que se han vuelto inútiles
como lluvia que cae
sobre el mar implacable,
como mis propios pasos
si no son penitencia.

De «Reducción del infinito» 2002



Poema Patrimonio de Ida Vitale



Sólo tendremos lo que hayamos dado.
¿Y qué con lo ofrecido y no aceptado,
qué con aquello que el desdén reduce
a vana voz, sin más,
ardiente ántrax que crece,
desatendido, adentro?

La villanía del tiempo,
el hábito sinuoso
del tolerar paciente,
difiere frágiles derechos,
ofrece minas, socavones, grutas:
oscuridad apenas para apartar
vagos errores-

El clamor, letra a letra,
del discurso agorero
no disipa ninguna duda;
hace mucho que sabes:
ninguna duda te protege.

De «Reducción del infinito» 2002



Poema Paloma de Ida Vitale



Posada la paloma
en la pared blanquísima
blanca es y reverbera,
es de veras,
es verbo,
nos venga.
Blanca posada pide,
pasajera.

De pronto es negra.
Vuela.

De «Reducción del infinito» 2002



Poema Otoño de Ida Vitale



Otoño, perro
de cariñosa pata impertinente,
mueve las hojas de los libros.
Reclama que se atienda
las fascinantes suyas,
que en vano pasan del verde
al oro al rojo al púrpura.

Como en la distracción,
la palabra precisa
que pierdes para siempre.

De «Reducción del infinito» 2002



Poema Obstáculos Lentos de Ida Vitale



Si el poema de este atardecer
fuese la piedra mineral
que cae hacia un imán
en un resguardo hondísimo;

si fuese un fruto necesario
para el hambre de alguien,
y maduraran puntuales
el hambre y el poema;

si fuese el pájaro que vive por su ala,
si fuese el ala que sustenta al pájaro,
si cerca hubiese un mar
y el grito de gaviotas del crepúsculo
diese la hora esperada;

si a los helechos de hoy
-no los que guarda fósiles el tiempo–
los mantuviese verdes mi palabra;
si todo fuese natural y amable…

Pero los itinerarios inseguros
se diseminan sin sentido preciso.
Nos hemos vuelto nómades,
sin esplendores en la travesía,
ni dirección adentro del poema.

De «Reducción del infinito» 2002



Poema Mes De Mayo de Ida Vitale



Escribo, escribo, escribo
y no conduzco a nada, a nadie.
Las palabras se espantan de mí
como palomas, sordamente crepitan,
arraigan en su terrón oscuro,
se prevalecen con escrúpulo fino
del innegable escándalo:
por sobre la imprecisa escrita sombra
me importa mas amarte.

De «Oidor andante» 1972



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