poemas vida obra francisco pino

Poema En Estas Hojas de Francisco Pino



En estas hojas blancas estás presa,
nadadora de noches perfumadas;
aquí, tu voz, tu risa, tus miradas,
esta rama de amor tejen espesa.

Desde el pálido gris a la frambuesa,
del cálido tabaco hojas doradas,
todas tus sombras rinden concentradas
aguas de una corriente que no cesa.

Oh lento surtidor que sombras mana,
tranquilas formas de figura humana,
en líquidos topacios ya resuelto.

Esta tu oscura piel de alga morena
cambia la espesa rama en fuerte vena,
y en yodo creces: surtidor esbelto.



Poema El Soneto Es Tan Ágil de Francisco Pino



El soneto es tan ágil como un brinco;
brinco de corazón o catarata
despeñada en un tiempo que delata
el deseo del curso hacia un ahínco

de no ser y de estar. En él afinco,
en vuelo, la ilusión más inmediata,
y así, en el mismo olvido, me retrata
desvanecido allí donde me hinco.

Alma de espuma y cuerpo de suspiro,
tomar pretende en mármol el respiro
como lo quiere el río en ese salto

blanquísimo, sonoro, ardiente y frío…
Mas sólo en el pasar mantiene el brío
y habrá de ser su piedra el sobresalto.



Poema El Pecho de Francisco Pino



Aquí cesa el clamor; ya nada canta.
Aquí el silencio su contorno imprime.
Sólo el pecho, nevado y tan sublime,
de pie puede servir a la garganta.

Ya, como con las albas, se levanta,
o, como con las tardes, se deprime;
su femenino día nos encanta;
con su esplendor de oscuridad redime.

El ritmo de lo humano él lo condensa,
cofre es de aquello que la mente piensa,
donde la eternidad se guarda breve.

Si el corazón se ofrece en esa altura,
respire en esa cima la ternura,
mitíguese mi ardor sobre esa nieve.



Poema El Pañuelo de Francisco Pino



El pañuelo; te hallabas en un fondo
donde el trajín y un ruido de bielas
y corales, delfines, algas y
azucenas, acacias, te incorporaban para…

No, adiós no le decías
a nada; tu pañuelo
dormido reposaba en tus antaños,
sin futuro en su entraña.

Oías los murmullos, los silencios,
los grandes estruendos, explosiones,
tú, pero tu pañuelo que dormía
seguía sin decir adiós a nada.

Oyendo en la penumbra los corales,
oyendo en la penumbra las bielas,
oyendo en la penumbra las penumbras,
oyendo en la penumbra las acacias,

tu pañuelo, un Edipo, un dios y un asa
en el ayer te anclaba,
tan quietísimo.
¡Ay!, con qué adiós de mármol en su lienzo.

De «Claro decir» 2002



Poema Ausencia de Francisco Pino



Solitario campo.
Me encuentro conmigo.
Soy mi descampado.

Solitario cielo.
Me encuentro conmigo.
Soy mi desanhelo.

Solitario alud.
Me encuentro conmigo.
Soy mi multitud.

De «Versos para distraerme» 1982



Poema Así, Prendido de Francisco Pino



Así, prendido de la espesa rama
como a nuevo Absalón me viste atado.
Oh espesa rama que me tiene alzado
a un viento vivo que ternuras brama.

Oh viento! ¡Oh toro! ¡Oh llanto! ¡Oh luna! ¡Oh llama!
que a mi cuerpo con saña has castigado;
ya como vaso, de dolor sobrado,
mi corazón sangrando se derrama.

¿De qué torturas dulces eres río,
árbol crecido en tierras de desvío,
cielo con ramas de sutil locura?

Espero muerte viva, fuego frío,
de tu lanza de fino desvarío;
clavado corazón: dicha insegura.



Poema Advertencia de Francisco Pino



En silencio
como el río,
en silencio,

largamente
como el chopo,
largamente,

por tu amigo
el enemigo,
por tu amigo

vas a llorar
te lo digo
en silencio,
lar
ga
mente.

De «Versos para distraerme» 1982



Poema Perdido de Francisco Pino



No sé de dónde venía,
ni nada me sostenía.
En sólo huir me entendía.

¿De un orto que no era un orto,
yo,
remoto?

¿De una tierra, mas sin tierra,
yo,
una estela?

¿Aguilucho, mas sin nido,
yo,
perdido?

No sé de dónde venía,
ni nada me sostenía.
En sólo huir me entendía.



Poema La Flor De La Zarza… de Francisco Pino



Nadie supo cuán quise yo a este sitio
aunque este sitio sea tan extraña
nada. Le amé tan mucho y tan extraña-
mente que un día supe que este sitio

menos que pompa se venía a nada.
En el cosmos, lo sé, nada es el sitio
donde quise quedar. Y en este sitio,
que no es nada, quedar es no ser nada.

Flor de zarza en el orbe es este sitio,
sitio que dura tanto cuanto dura un junio
un mes o quizá menos; justo sitio

y justo tiempo; el de este extraño junio
que un granizar de pronto le hace un sitio
para otra flor de zarza en otro junio.



Poema Erratas Fundamentales de Francisco Pino



Méquina dalicada
máquina delicada
lo infernal celestial
el arúspice el nilo

de donde viene todo
adonde corre todo
el error el milagro
la espuma esa simiente

Justamente lo justo
la poesía siembra
cien mil niños un viejo
Sal la sal esa gracia

¡Dos erratas! ¿Edén?
un azul esa noche
el sembrado el barbecho
¡Máquina delicada!

el punto el corazón
redondez esa mota
el polvo y el ombligo
¡Méquina delicada!



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad