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Poema Dies Iræ de Esperanza López Parada



El pueblo entero se congregó en su agonía. La vida la pasó guar-
dando secreto muy oscuro.
Sus labios se veían difíciles, hermosos para tomar agua.
No vas a tener otra heredad que la que con tu peso, desalojes.
Pronuncia lo que ocultas.
Pluma y papel preparados, siete testigos expectantes la miran. Ella
mueve la lengua. Se rompe el sello.
La ciudad hállase gris, la magnolia dispuesta.



Poema Cantiga De Miragre de Esperanza López Parada



Todos los amaneceres durante siete años, un dulce espectro tomaba
mi forma, mi cadencia y ocupaba el puesto mío, la labor junto al
torno.
Corría yo, con risa, hacia el hortelano y el amarillo crecer de los
guisantes.
Y nunca discerní, entre niebla, dónde era que, en verdad, me sus-
tituye. Si en la campanilla, en los ásperos deberes. O dentro de los
rubios brazos de aquél, mi cuidador de hojas.

El tiempo era el mediodía. Se apareció ante mí el ángel del Señor.
Se presentó bordeando transparentes y pidió quedarse.
Me rogaba pan, azúcar, malta. Consumía la despensa. Le pagué
músicos y retablos. Bebía licor francés. Probó cordero.
Compraba ropajes, se tocaba con oro. Me malgastó la hacienda,
me redujo a pobre.
Por esto, disculparéis que se me haga tan rudo,
entended que de un cielo inmaterial desconfíe.

Siempre lee sola y en un sitio grande.
Pero en una ocasión, y hacia octubre, al ir al patio se notó en com-
pañía. A través, del portal, se le apagó la vela y en el salón la oscu-
ridad era alta.
Un soplo leve le tomó los hombros, le besó la nuca.
Fue abrazo incierto, mas único. Y para no olvidarlo.





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