Poema Historia de Blanca Varela



puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que al aire mueva tus labios
o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama



Poema Wallada Ha Parido… de Muhya



Wallada ha parido y no tiene marido;
se ha desvelado el secreto;
se parece a María,
pero la palmera que ella sacude es un pene recto.



Poema Casi Una Fantasía de Eugenio Montale



Amanece de nuevo, lo presiento
por el albor de vieja
plata en las paredes:
las ventanas cerradas se vetean de un tenue resplandor.
Vuelve el advenimiento del sol
pero sin las difusas voces,
los acostumbrados estrépitos.

¿Por qué? Pienso en un día encantado
y de las justas de horas demasiado iguales
me resarzo.
Desbordará la fuerza que me inflamaba,
inconsciente mago, desde largo tiempo.
Ahora me asomaré, destruiré altas casas,
despojos viales.
Tendré ante mí un lugar de limpia nieve
mas tan ligero como el paisaje de un tapiz.
Resbalará un destello lento
entre el algodón del cielo.
Selvas y colinas llenas de invisible luz
me harán el elogio de los festivos retornos.

Alegre leeré sobre el blanco
los negros signos de las ramas
como un esencial alfabeto.
Todo el pasado de repente aparecerá delante.
No turbará sonido alguno esta alegría solitaria.
Cruzará el aire posándose sobre una estaca
algún gallito de Marzo.

Versión de: F.Ferrer Lerin



Poema Qué Se Hicieron Los Cantantes de Severo Sarduy



¿Qué se hicieron los cantantes?

¿Qué se hicieron los cantantes,
los reyes, los Matamoros
de dril nevado y los oros
de las barajas de antes?
¿Quién las tardes del Cervantes
recuerda, y aquel grabado
del Diario, desdibujado,
y los bailables de Sagua?

(Las guitarras llenas de agua
están, y el tambor rajado.)



Poema Por La Orilla Del Mar de Manuel Magallanes Moure



A la caída del sol,
por la playa inmensa y sola,
de frente al viento marino
nuestros caballos galopan.

Es el horizonte de oro,
oro es la mar y oro arrojan
los cascos de los caballos
al chapotear en las olas.

En blancos grupos contemplan
caer el sol las gaviotas;
mas, al acercarnos, vuelan
en bandadas tumultuosas.

Pesadamente se alejan
sobre las revueltas olas
y abátense a la distancia
trazando una curva airosa.

Alcance pronto les damos
y ellas, de nuevo en derrota,
a volar, siempre adelante,
por sobre la mar sonora.

Por la arena húmeda y firme
nuestros caballos galopan.
Al fuerte viento marino
cabelleras y almas flotan.

A la caída del sol,
en la playa inmensa y sola
tu alma se entregó a mi lama,
tu boca se dio a mi boca.

No se sabe de qué hablar
cuando la emoción es honda.
por la orilla de la mar
nuestros caballos galopan.



Poema Nocturno de Néstor Martínez



Rompe el cristal del silencio
cantar de grillos y ranas,
la luna y su séquito de estrellas
emergen del horizonte
la noche tiende su alfombra,
luz fantasmal
se posa sobre la tierra,
danzan las sombras
al compás de la algarabía
pasa la luna y su séquito de estrellas?



Poema Flor Caída de Víctor Redondo



El hombre que yo era empeñado en demostrar
la imbecilidad de vivir
la piel desnuda flor seca
ambulaba por el mundo.
Tomaba un ritmo del aire, una flor del éxtasis
en el placer caía en el humo.
La flor de la hez de la palabra.
El hombre que yo era
? hilo de espuma vuelto de la aniquilación de sí como un viento en el humo se observaba en el espejo de la soledad del hambre.
Observaba la flor pálida de un rostro caído observarse, triste y aburrido, en el espejo vacío.
Encorvaba la pluma del aire como una garza bailando en el resplandor.
Era la patética figura del no va más.
El hombre que yo era
empeñado en demostrar
su no existencia cerraba la puerta y se perdía en la desmesura del sol.



Poema Sensatez Y Cabellera de Joan Brossa



Nadie es el autor
de este Poema mío.
Vladimir Mayakovski

Nacer, morir, vejez y juventud,
roca, esperanza, confianza, nostalgia,
boca callada, espíritu sonoro,
hileras de franqueza y falsedad.

Hacer que en la tristeza caigan copos,
así la vastedad del amor mío
contra el vacío inmenso del furor
del mar bramando, al sol sal encendida.

El paso errado se burla del recto,
y el alborozo y el dolor de ser
el confundir sus ráfagas no excluyen.

El buey que llora y labra y el buey de oro,
el pozo primordial, lo revelado,
todo es fulgor del nacer al morir.

Versión de Alfonso Alegre y Victoria Padilla



Poema Yo Miro… de Haroldo Shetemul



Yo
miro a través
de estos lentes
?culitos de botella?
y cuando están sucios
es como si subjetivamente
sobre el mundo hubiera
una defecación de mosca



Poema La Corona Final de Olga Orozco



Si puedes ver detrás de los escombros,
de tantas raspaduras y tantas telarañas como cubren el hormiguero de otra vida,
si puedes todavía destrozarte otro poco el corazón,
aunque no haya esperanza ni destino,
aparta las cortinas, la ignorancia o el espesor del mundo, lo que sea,
y mira con tus ojos de ahora bien adentro, hasta el fondo del caos.
¿Qué color tienes tú a través de los días y los años de aquel a quien amaste?
¿Qué imagen tuya asciende con el alba y hace la noche del enamorado?
¿Qué ha quedado de ti en esa memoria donde giran los vientos?
Quizás entre las hojas oxidadas que fueron una vez el esplendor y el viaje,
un tapiz a lo largo de toda la aventura,
surjas confusamente, casi irreconocible a través de otros cuerpos,
como si aparecieras reclamando un lugar en algún paraíso ajeno ya deshora.
O tal vez ya ni estés, ni polvo ni humareda;
tal vez ese recinto donde siempre creíste reinar inalterable,
sin tiempo y tan lejana como incrustada en ámbar,
sea menos aún que un albergue de paso:
una desnuda cámara de espejos donde nunca hubo nadie,
nadie más que un yo impío cubriendo la distancia entre una sombra y el deseo.
Y acaso sea peor que haber pasado en vano,
porque tú que pudiste resistir a la escarcha y a la profanación,
permanecer de pie bajo la cuchillada de insufribles traiciones,
es posible que al fin hayas sido inmolada,
descuartizada en nombre de una historia perversa,
tus trozos arrojados a la hoguera, a los perros, al remolino de los basurales,
y tu novela rota y pisoteada oculta en un cajón.
Es algo que no puedes soportar.
Hace falta más muerte. No bastarían furias ni sollozos.
Prefieres suponer que fuiste relegada por amores terrenos, por amores bastardos,
porque él te reservó para después de todos sus instantáneos cielos,
para después de nunca, más allá del final.
Estarás esperándolo hasta entonces con corona de reina
en el enmarañado fondo del jardín.



Página siguiente »


Políticas de Privacidad