Poema Cuando El Frío… de Paz Díez Taboada



Es en el alto invierno…, cuando el frío se ensaña,
cuando oigo por la radio ?¡Ojo a la carretera!,
ha nevado en Segovia, se han cerrado San Glorio,
El Escudo, El Madero…, por supuesto, En Valira…?.
En la televisión, postales invernales:
carretera de Burgos a Vitoria, nevada;
en Teruel y Albacete, el frío de costumbre,
pero nevó en Altea…, ¡son palabras mayores!
Es en el alto invierno cuando cojo la pluma
y emborrono las páginas de los viejos cuadernos.
Cuando duermen las rosas, hago yo mi rotundo
ensayo general para la muerte.



Poema Cuál Es La Niña de Gil Vicente



¿Cuál es la niña
que coge las flores
si no tiene amores?

Cogía la niña
la rosa florida.
El hortelanico
prendas le pedía,
si no tiene amores.



Poema Kennamore Street de José María Fonollosa



Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.

Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.

Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.

Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.



Poema La Ahogada Del Cielo de Pablo Neruda



Tejida mariposa, vestidura
colgada de los árboles,
ahogada en cielo, derivada
entre rachas y lluvias, sola, sola, compacta,
con ropa y cabellera hecha jirones
y centros corroídos por el aire.
Inmóvil, si resistes
la ronca aguja del invierno,
el río de agua airada que te acosa. Celeste
sombra, ramo de palomas
roto de noche entre las flores muertas:
yo me detengo y sufro
cuando como un sonido lento y lleno de frío
propagas tu arrebol golpeado por el agua.



Poema Palabras Para Una Mirada de Francisco Brines



Miras, con ojos luminosos,
mientras hablo, los míos. Los cabellos
son fuego y seda,
y el rosa laberinto del oído
desvaría en la noche,
acepta las razones que doy sobre una vida
que ha perdido la dicha y su mejor edad.
¿Cómo me ven tus ojos? Yo sé, porque estás cerca,
que mis labios sonríen,
y hay en mí delirante juventud.
Inocente me miras, y no quiero saber
si soy el más dichoso hipócrita.
Sería pervertirte decir
que quien ha envejecido es traidor,
pues ha dado la vida
o dado el alma,
no sólo por placer, también por tedio,
o por tranquilidad;
muy pocas veces por amor.
He acercado mis labios a los tuyos,
en su fuego he dejado mi calor,
y emboscado en la noche
iba espiando en ti vejez y desengaño.



Poema Lo Que Yo Más Amo de Marta Zabaleta



Tendí las arenas en tu playa
para que por tus venas pasaran mis misterios.

Tendí en mi cama
las sábanas
para escuchar el ritmo de tu cuerpo.

Tendieron las velas los barcos solitarios
se estrellaron las olas en su cansancio

Y cuando nieva
el río se silencia y vuelve escarcha

Mientras tanto
adentro mío tu mirada vive, muy intensa,
amorosa y cada vez más pura, la beso y me despiertas.



Poema Sabidurías De Gallinero I de Delia Domínguez



La cosa es saber sin abrir los ojos sólo al tanteo
si el huevo está producido o esta huero,

porque si está huero
seríamos nonatos yemas de culebrón
y el poema que estoy escribiendo
no se escribiría nunca, a no ser, que
el propio Resucitado empollara
y entonces:

creo en Dios Madre todopoderoso…



Poema Hablando Con Oliver Lou de Antonio María Flórez



A Paco Señor

Cintura de agua, crepúsculo de arena,
algunas barcas dormitan la luz
de los pescadortes ausentes
que beben en el puerto
su sueño de mujeres y licor;
entre ellos tú, abstraído en la nada,
no alcanzas a escucharme.
Después tu memoria
caerá en un charco
y dirás que Itaca
es un lejano puerto
al que nunca se puede llegar.



Poema La Estación De Los Pájaros (i) de Nora Méndez



Ojos, tus ojos
Como el alba dormida
Tu boca quieta y pájara
Se desviste de asombros,
Me enredo y caigo
Sin piedad sobre ella
Recostados vamos
Viendo pasar metáforas
Por debajo de la carpa

En el incienso de la noche
Se sujetan entre sí nuestras caricias,
Quieto vas
Quieto te veo partir
Bajando tibio
En el puente imaginario de mis ritos

En ese cruce rítmico
De dos corazones
Que acaso aman
Escribo este poema,
Que será para ti
como
un
vestido
Ajustado a tus nervios
A tu olfato de fauno
Herido como tú en el centro
Tallado a tu estribillo
Perpetrado a tu piel

Con el irás a la tierra
Cama de nuestro encuentro
Con el te irás arropado
Desnudo itinerante
Completamente mudo
En nuestra última
noche de amo



Poema Isla Famosa de José Martí



Aquí estoy, solo estoy, despedazado.
Ruge el cielo: las nubes se aglomeran,
Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan:
Los vapores del mar la roca ciñen:
Sacra angustia y horror mis ojos comen:
A qué, Naturaleza embravecida,
A qué la estéril soledad en torno
¿De quién de ansia de amor rebosa y muere?
¿Dónde, Cristo sin cruz, los ojos pones?
¿Dónde, oh sombra enemiga, dónde el ara
Digna por fin de recibir mi frente?
¿En pro de quién derramaré mi vida?
?Rasgóse el velo; por un tajo ameno
De claro azul, como en sus lienzos abre
Entre mazos de sombra Díaz famoso,
El hombre triste de la roca mira
En lindo campo tropical, galanes
Blancos, y Venus negras, de unas flores
Fétidas y fangosas coronados:
¡Danzando van: a cada giro nuevo
Bajo los muelles pies la tierra cede!
Y cuando en ancho beso los gastados
Labios sin lustre ya, trémulos juntan,
Sáltanles de los labios agoreras
Aves tintas en hiel, aves de muerte.



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