Poema En Los Claustros, Al Norte De Manhattan… de Víctor Sandoval



En los claustros, al norte de Manhattan,
existe un unicornio en cautiverio.
Preso en los tapices franceses
del siglo XVI,
alanceado,
mordido por los perros,
golpeado por los amos de los perros,
galopa entre los muros
y se duerme de pie.

Suena el cuerno de caza de Manhattan,
el subway cuarteado de grafitos.

Las flores del patio de Los Claustros
tendrán este verano
su áspera reunión de adormideras
y colores.

Arriba del ombligo de Manhattan,
cerca de las cuatro de la tarde,
el unicornio luce
ya libre del acoso,
radiante y feliz sobre las sedas.
Una doncella le acaricia
el cuerno de marfil
(a los unicornios se les conoce
por sus buenas intenciones)
?Andirú, andirú,
brama la bestia pura
y miles de espejos se desprenden
de las Torres Gemelas.
?Andirú, andirú,
y toda la ciudad se estremece de gozo.



Poema En Las Tardes… de Víctor Sandoval



En las tardes,
cuando los hombres besan
a sus mujeres
por las calles
y se hacen el amor
como jóvenes bestias.
Cuando los que practican
este duro oficio de inconformes
convierten los cafés
en las repúblicas
del ocio y la utopía.

Cuando se enciende en las ventanas
el relámpago gris
de la televisión
y en las casas antiguas
se advierte una nostalgia
de pianos en desuso.

Entonces la ciudad lleva en su pulso
un río de mariposas
y el solitario de las plazas y las calles
ve su juventud nunca gozada
pasar en otros cuerpos
ágiles y fuertes.
La guerra está lejana
y el veterano ha conquistado
el derecho a vivir entre nosotros.

¡Quién como nosotros,
los que volvimos de la guerra
y nos labramos
un brillante porvenir de veterano!

Allá, cerca del mar,
entre las tierras vírgenes,
en las islas ajenas,
florece el rostro
de nuestro compañero.
La barba adolescente
de hierba en primavera
y en los ojos abiertos
el vuelo suspendido de los pájaros.
En las botas que un día pisaron fuerte
han crecido los juncos,
el trébol de la suerte.
Pero nosotros,
los que volvimos de la guerra,
nunca tendremos el destino
de tronco renacido en los pantanos.



Poema El Veterano De Guerra de Víctor Sandoval



La madrugada
en que los gallos se volvieron locos
y la Torre de Pisa
fue mutilada por cantar
cantares de Ezra Pound.

La noche
en que los gatos desollados vivos
por el celo
arañaban el aire del tejado
y el amante de la adúltera
abandonaba el lecho tibio
para que el engañado descansara
la fatiga y el asma de la fábrica.

El día
en que la tierra envejeció mil años,
cuando Hiroshima se quemó de pronto
y los dorados delfines del dólar
se orinaron de gusto.

La hora
en que el amor no pudo continuar
su acompasado navegar,
su eterno navegar de cuerpo a cuerpo,
porque el pulmón azul del agua
se hizo fuego y flor,
alucinante flor de fuego.

Nunca el vino de Europa
después del último verano
de la guerra
fue más sangre del hombre.
Los que tornábamos del frente
mordíamos en las uvas
los labios
de nuestros compañeros muertos
y el trigo de los campos
nos recordaba el pelo
del último soldado acribillado.

Fue entonces
cuando la paz pesada
como el agua de múltiples cuchillos
nos quitó el estandarte;
nos cubrieron el pecho de medallas
y nos dejaron solos,
con el rencor ardiendo.
Somos chispas nostálgicas
de la hoguera que un día
habrá de reencender su llamarada.



Poema El Hombre Que Despierta Y Ve Su Imagen… de Víctor Sandoval



El hombre que despierta y ve su imagen
reflejada en el fondo del espejo,
retorna de otro mundo;
es un resucitado entre los muertos.

Resurge de la cama
destruyendo los montes de las sábanas;
el sueño se desploma de un último aletazo,
los elásticos muslos
generan nuevamente
antiguos ademanes.

Los párpados hinchados,
oceánicos, dolidos
por monzones de pájaros sin rumbo.

Oye voces domésticas,
ruidos difusos,
andamiajes de música y palabras.

Afuera el día,
semejante a una araña
de luz y de sonido,
recomienza a trepar entre las casas.



Poema Duerma La Virgen Su Pasión Secreta… de Víctor Sandoval



Duerma la virgen su pasión secreta.
Sueñe con su preñez la joven desposada.
Tal para cual, en el espejo,
el cornudo se adorne de laureles.

Tres veces ha cantado el gallo
para el amigo tránsfuga.

Dueños de la verdad, los conjurados
repinten en las bardas su anatema.

Oiga pasos de amor sobre el tejado
la viuda insatisfecha
que se extingue en su propia calentura,
en su veneno arácnido y nostálgico.

El agua se edifica,
se eleva del aljibe
y desciende doméstica.

Ya encuentran acomodo
los antiguos dolores,
se clavan, se difunden, aletean
en la jaula de huesos.

Para los desterrados
de rangos y fortuna
no haya sino descanso a medias;
sal en los ojos que en la madrugada
dejan el sueño;
no haya sino placer apresurado,
alcohólico jadeo,
hojas de té para empezar el día.



Poema Desconcertado Es El Tiempo… de Víctor Sandoval



Desconcertado es el tiempo
porque sus atardeceres
caen en esta laguna
donde las garzas vuelan.
Otras aves desgarrarán
el pecho de la aurora.
Una mujer se viste y se desviste
con sus ropas de verano.
Pariente de sí misma en el espejo,
enemiga del frío,
húmeda cicatriz donde me hundo,
evoco su cintura,
los ardientes metales
de sus nalgas.
Desconcertado el tiempo se acurruca
en este anochecer de Villahermosa.



Poema Canción de Víctor Sandoval



He sembrado mi nombre
en la tierra dorada
donde habitan tus besos
y canta la esperanza.
Mujer de dulces frutos,
caída y levantada
una y mil veces más
por mi amor sin mañana.
He sembrado en tu vientre
mi infinita nostalgia,
y mis sueños perdidos,
para que en tus entrañas
sientas que noche y día
te canta mi esperanza.



Poema Un Sueño De Paracelso de Víctor Redondo



Mago de espina seca
astrada medialuna
bajo el carmen perfecto vio
dos mañanas de fuegos azules
ardiendo entre cristales sabios
el amor lejos siempre de la sabiduría
más calor, más agua verde,
amenazando qué estirpe religiosa
tras la cortina
el pasillo laberinto
el silencio y la letra
creció el humo y nació la piedra
la virtud.



Poema La Destrucción De La Realidad de Víctor Redondo



Como operación delicada que es, los poetas
comienzan a roer la realidad con tal delicadeza
[e inocencia
que nadie, juraría, creería que eso es lo que
[sucede.
Se desmontan los mecanismos del pensamiento.
La orfebrería mental
se desvanece.
La realidad se aleja del corazón. Desaparece el
[placer.

(Otra manera de verlo:
el mundo se aleja de los hombres
porque el mundo los sobrepasa en inteligencia,
veut dire: la Tierra piensa.)

Se destruye la tapa de lo razonable: el cerebro
estalla.
Entonces la vuelta de tuerca,
el golpe de efecto,
retroceso para la ironía:
se ha ido,
se ha ido,
repite la voz: se ha ido
un hombre viejo que al enfrentar su vejez
decidió arrancar de la muerte
un argumento: la revelación de un misterio:
ver
lo que no existe.



Poema Explicación A María de Víctor Redondo



Con la crin torneando la voluta de aire sobre la que nos
posábamos.
Ala corta para el infortunio,
la desproporcionada sed de cada mañana.

Solo como una flor en el desierto de piedra
dejaba estar las horas a mi lado, no buscaba,
en la parquedad de esos instantes vislumbré la vida.

La vida, la vida de ojos ciegos,
de lucidez radiante.

Con la mueca del gesto grave, triste,
alisaba el espejo sobre la pared de mi rostro,
respiraba hondo el espíritu

regresaba a mi cuerpo desde lo crudo.

Abría lo abierto y cerraba lo cerrado.

Debajo de lo que simulaba mi cuerpo
latía una pequeña llama, pájaro rojo, flor de bruma.

Y allí donde abrías tu cuerpo
abres tu cuerpo
abrirás tu cuero al agua sedienta de la destrucción.

Ah, belleza que no pude conocer!

Desde la crin de plata
torneando la voluta
del aire de mis pulmones, intoxicados,
muertos
gozando.

Bajo pecado que se destina al comercio
resuena como un pájaro metálico
entre los cuerpos extendido
lado a lado del infierno
en la plenitud robada al número cero.

Ala corta para el infortunio,
desproporcionada sed.

El sol es una idea que heredamos de la luz
y a la cual jamás rendimos fidelidad
bajo la suave dalia del jardín
el espíritu se transforma en naturaleza.

Al lado de la piedra el algodón
figura
un cáliz, una forma.

La perturbación es una mano sobre mi cuerpo.



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