Poema La Noche de Teresa Domingo Català



Tus ojos son el luto incandescente
que se derrama al envolver las manos
con la cera caída de los cirios,
la mirada de estrellas expectantes.

Como un barco velero y silencioso
que rodea al vaivén del aire el istmo
yacente de la península inmóvil,
con sus crespones negros desplegados
al roce de las nieves y los vientos,
así transita la oscuridad tardía.

Como si fuera llama, un fuego oscuro,
que consumiera todos los reproches,
esas pequeñas guerras cotidianas
de pan y sal, lechugas y pimientos,
incinera su mismo vientre inmóvil
en cada amanecer, en cada casa
que acoge sus sueños lujuriosos.

Mas vienen la mañana y los relojes,
con la luz traicionera del deshielo,
para usurpar la absenta de las flores.



Poema La Madre de Teresa Domingo Català



La hendidura polar se reencarna
en difusos remansos laterales.

Los ciervos comen cólera bendita,
venganza de una diosa inconsistente.

Porque es ella la voz de las tinieblas
que perfuma el cantar de sus quereres.

Es ella el cuerpo anclado en la ternura
de unas manos acariciando el pan.

Si todos somos hijos de la noche,
envueltos en martillos y brocales,
viviremos en días sucesivos
amamantando nuestra propia leche.



Poema La Lluvia De La Noche de Teresa Domingo Català



La voz oscura prende soledades,
aísla el sueño,
perturba a los insomnes.

La lluvia, la palabra de la noche,
también roza el día con su aliento
de fuerza estremecida por las nubes
que lavan el círculo polar
con las ablaciones de la nieve.

El agua, perdida, se confunde,
se alía con la niebla derrotada,
goza del estertor de los rosales
que no pueden soportar
el firme aullido de las sombras.

El agua se inmiscuye entre los setos
para averiguar la blasfemia de sus gotas,
y el rictus amargo de una espera
que pide ser oída en la catarsis
de esa misma agua derramada.

La noche dice, canta sus pesares,
alivia su dolor, su desconsuelo
con frascos de alquitrán, fosas comunes,
donde reposa la osamenta de un pasado
preso en los avatares del murmullo.

La noche se desprende de su piel,
minada por el paso de la lluvia
que desciende a la losa de la tierra.



Poema La Escalera de Teresa Domingo Català



Me conmueven las horas de la noche,
el vibrante rotar de sus aletas,
el singular acento de sus párpados.

Como un niño, rescatan la inocencia
transgredida entre soledad y nieve,
la libertad del mundo de los sueños.

¿O esclavos son los sueños, la memoria
que nos dirige atrás sin pasaporte,
y nos revela a cámara encendida
la terrible verdad de la mañana?

De Jacob la escalera permanece
abierta a las ventanas de los ángeles,
que bajan al dosel de los infiernos
para entrever el mito del azogue.



Poema Es de Teresa Domingo Català



Amanece la noche con su piel,
en la orilla cercana del regreso,
donde crecen libélulas oscuras
con aromas de chocolate amargo.

La noche se desnuda con el día,
olvidado el gabán de las estrellas
tras el vil torbellino de murciélagos.

Es el beso cautivo de la sierva
que quebrantó con furia sus cordones
como un toro obligado a renacer.

Es el parto continuo de la sangre.



Poema El Naufragio de Teresa Domingo Català



Escucha el rumor del hielo,
cómo cierne el alud sobre la noche,
cómo embarca el pesar en las astillas
quebradas por la rotación del aire.

Llega el ángel,
y su boca lleva el estigma de la nieve,
el miedo de la escarcha y de la aurora.

Expande sus alas
rompiendo el alquitrán de la marea,
como un gran meteoro asesinado.

Caen los árboles
y su fruto se quiebra en el descenso
que arrolla el gravitar del agua.

Insomnes, los cisnes velan el naufragio.



Poema El Glaciar de Teresa Domingo Català



Crepita el glaciar del cielo,
se anuda al pecho liso de la luz
como una caracola incandescente.

El glaciar alisa los cráteres malditos
y se enfrenta al poder de la masacre
como un halcón de pico congelado
y unas pequeñas alas de amuleto.

Sortea las pavesas de la tarde
con una pulsación estéril, vaga
por los contornos de los cantos míseros
que dan la bienvenida a la tiniebla.

Se detiene con las anginas toscas
de ese cielo que al despuntar el día
desangra amaneceres como un lápiz.

Y sueña al derretirse con la nieve,
enraizada en el espacio cósmico,
por quien renacerá en la noche nueva.



Poema El Dolor de Teresa Domingo Català



La cera viva de retales sabios
aviva, con el poso de las piedras,
las naves acerosas del ayer.

Insemina en la llama de la vela
el último perdón insobornable.

Acrecienta el único dolor
que verá su reverso circundado.

Atrapa cien mil huellas boreales
que insisten en vivir abigarradas.

Sentencia la venida del cordero
con la voz de una noche escandalosa.

Coagula el esplendor sombrío
de las hojas cautivas en las alas.

Apresa el litoral de la península
con la nieve que borda tempestades.

Aniquila el clamor que resucita,
de hinojos, las rodillas golpeadas.



Poema Deshielo de Teresa Domingo Català



Vendrá el deshielo y se llevará consigo
todo el agua del amanecer que sobra.
Con una jeringuilla de manzana,
inoculará paz a los cadáveres
que sollozan pan con manos de arcilla.



Poema De Noche de Teresa Domingo Català



Bramaba la ola del cielo,
caía sobre los bordes de las losas
como una pequeña lluvia
que despertara con el rumor del agua.

La muerte sucedía de noche
como un piélago lleno de amor,
con las cucarachas escarbando
la madera de los ataúdes,
hinchados por la humedad del aire.

Golosos, los gusanos se apresuraban
a terminar con las flores mojadas.

De las rendijas
surgía un canto hiriente,
una caricia de huesos,
la esperanza muda de los cadáveres
que respiraban luz
con pulmones de arcilla.

Era de noche,
la llama de los amantes vibraba con los muertos.



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