Poema La Zarza De Moisés (envejecemos Juntos) de Pedro Jesús De La Peña



(A Sufi)

¿Y qué decir ahora de aquel valor atolondrado
que disputaba al viento su propia primacía
haciendo todo en uno el presente, el pasado,
la misma libertad?

Las Lejanas hogueras brillando en los parajes
en tanto que tú y yo, solitarios, resurgimos
como lobos hambrientos tras los verdes ramajes
con rugir de metal.

A lo lejos el ansia de los montes azules,
los roquedales cárdenos bajo la tarde gris,
los palomos pintados sobre un campo de gules
en búsqueda de amor.

Envejecemos juntos y juntos proseguimos
con esta bárbara costumbre de sobrevivir,
contra el viento de frente o el halago o los mimos
o la flecha del sol.

Pasaron ya los tiempos de saltarse las zarzas,
de vadear los ríos entre guijarros deslumbrantes,
de evitar la amenaza de abejas o de garzas
en pascual procesión.

En tu crin portentosa te ha salido una cana
y se une a las mías con la misma vejez.
Caballo hermoso y mío, tu cabeza es humana.
También tu corazón.

Somos como el centauro, sólo un cuerpo de amigos,
un cuerpo prodigioso ensamblado hasta su fin.
Envejecemos juntos entre mieses y trigos
con la misma dulzura que la flor del jardín.

Los Dioses Derrotados (Ed. Visor, 2000)



Poema La Zarza De Moisés (electroshock) de Pedro Jesús De La Peña



Antes de meter la cabeza
en el horno de gas
te conocí una tarde
en que cortabas leñas menudas
para encender el fuego en el invierno.
Estabas reclinada con el hacha
que reposaba encima de la minifalda
y eras la obscenidad del paraíso
más deliciosamente hecha serpiente.
Tu madre no sabía en aquel tiempo
la rara enfermedad de tu cerebro.
Y ni yo mismo imaginé, al saberte
tan pronunciada de cadera y muslos,
que un gusano muy lento caminaba
en tu sangre.

Cuando te ví en el hospital atada
de pies y manos sobre la camilla
no parecías la misma. Y no lo eras.
El diablo del espíritu había invadido
hasta las mismas raices del cabello,
en otro tiempo firmes y sedosas.
Nadie tuvo la culpa o quizás sí.
Quizá fue predecible tu locura
y no supimos leerla en ese instante.
Luego, cuando asfixiaste tus pulmones
lo mismo daba saber que no saber.

Sólo puedo decirte, tras tu muerte,
que nunca enciendo el fuego de la hoguera
más que con viejos papeles de periódicos.

(Poema inédito proporcionado por el autor)



Poema La Zarza De Moisés (champagne) de Pedro Jesús De La Peña



Sube la espuma del champagne : con ella sube
el ansia del amor ya turbia y desbocada.

Una mano azarosa derriba la botella
y los regueros del champagne, fundidos,
son burbujas que alfombran nuestros cuerpos
rendidos y anhelantes, en donde mecemos
la persuasión de vida que alivie nuestra nada.

Sueño sin ser son estos brazos que ciñen
tu cintura, que acarician tus altos pechos
y desembocan en el insomnio del placer.
Vida inconsciente, pero al cabo vida
que se anega en alcohol y en desengaño.

Toulouse-Lautrec pintaba monstruos
en el Moulin : nos pintaba a nosotros.

(Poema inédito proporcionado por el autor)



Poema La Zarza De Moisés (cantidad Del Fracaso) de Pedro Jesús De La Peña



Las cosas no las sabes hasta decir su nombre
y aunque los nombres sean más bellos que la vida
la vida es lo que existe, no el nombre de las cosas,
y aun algunas suceden sin saber pronunciarlas.

Poco sabes entonces de los hechos reales:
tus palabras son pocas para tantos mensajes
que lanzan los sonidos, que aprisionan colores,
que reclaman perfumes, matiz, sabores, tacto.

La poesía es bella y es gloriosa y es triste
porque intenta imposibles con espadas marchitas,
porque vive en los símbolos remotos del objeto
y efímero es su símbolo: el borbotón del agua…

La poesía se hunde en un agua estancada
y se eleva y convierte en emblema del aire:
vuelo fugaz del hombre cuando eleva su vista
y trasforma sus labios en gigantescas alas
de palabra armoniosa. Salvación de suicidas.



Poema La Zarza De Moisés (back Home) de Pedro Jesús De La Peña



Je ne suis jamais seul
avec ma solitude.
G. MOUTASKI

Puedes venir si quieres.
Mejor no te engañes, sin embargo.
El invierno, ya sabes, es duro en esta casa
y la humedad dibuja anchos mapas hostiles
en todas las paredes
con ruda indiferencia hacia los huesos.

Y yo soy puntilloso y no permito
que te comas la fruta del frutero
o que naufragues en mi almohada
robándome tus brazos entre sueños.
Y menos que me quemes las cortinas
con esa ciega vocación suicida
con la que fumas todos tus cigarros.

Así que ven si quieres, Soledad,
y quédate a mi lado si tanto te apetece;
pero luego no digas que te obligo
a nocturnas juergas inconfensables.

Soy un amante infiel
y sólo sé estar solo cuando tú me acompañas.



Poema La Zarza De Moisés (acrópolis) de Pedro Jesús De La Peña



Y de noche seguir
con el puñal cerrado entre los dedos.

Hundirme por el bosque,
sintiendo en las espaldas ojos de aves nocturnas.

Tener el arma fija,
escuchando el resuello de las fieras.

¿No es acaso la vida esa emoción
que estas estatuas muertas nos han arrebatado?



Poema La Zarza De Moisés (aceptación Del Destino Propio) (sagitario) de Pedro Jesús De La Peña



Felicidad a veces, pero nunca
conseguirás la plenitud.

Aunque tu flecha alcance
el aire abierto, el viento, el sol,
el curvo espacio, la infinita carrera,
la longitud perdida de la tarde,
hay un caballo ilimitado
que sin jinete corre más allá.

Y tú, loco centauro, has de saberlo
y conocer qué límite te obliga
a ser mero jinete de ti mismo
inaprensible ecuestre del carcaj.

Pero lanzas tu flecha y nunca llega
donde tu sueño quiere ir, Quirón demente:
donde la noche es vida
y vida es el silencio,
donde germinan oros sin medida,
donde nace el temblor del talismán..!



Poema La Zarza De Moisés (a Tientas) de Pedro Jesús De La Peña



En las tinieblas de la Humanidad
algunas luces encendidas:
La luz de Buda, la de Cristo,
el soñador Platón y el místico Averroes,
San Francisco de Asís, nuestro San Juan,
el sublime Quijote, el príncipe Bolkonski,
San Oppenheimer y San Bertrand Russell
y algunos pocos más.

Son claros en el bosque,
son dioses derrotados, aunque vivos,
son rayos de fulgor en los días de niebla,
son la esperanza incierta
que nos sostiene aún.
Pero el mundo se encierra tras tristes nubarrones.
A tientas va la vida evitando caerse
a un abismo más hondo que la incredulidad.

Cuando ya hemos perdido todas las esperanzas
y de nada nos sirven ni Bakunin ni Trostki
¿En qué creer entonces en las horas difíciles?
¿Qué profeta esperamos?
¿Qué Mesías vendrá a redimir las culpas?

Los Dioses Derrotados (Ed. Visor, 2000)



Poema La Zarza De Moisés (la Soledad Constante) de Pedro Jesús De La Peña



(A Víctor Hugo)

Si uno sólo quedara, ése quisiera ser:
porque el discernimiento hace grande lo grande
y sólo en el orgullo es posible lo bello.
Deslizarse en el tiempo como leño en el agua,
subir por la cascada que desovan los puentes
y abrirme en un abismo: oscura flor proterva
a quien nadie reclama, que todo desconoce…
Desconocer mis ojos si ojos tales tuviera
(porque ni de mí mismo la confianza quiero).
Y elegir el fracaso: la pasión por la fuerza
que se siente segura, porque es fuerza de nadie.

De(S)Apariciones ( l994)



Poema Manoli… de Pedro Granados



Manoli, atravesando una calle –yendo hacia la Renfe– me vi
reflejado de cuerpo entero en la vidriera de un bar. Me miré como
me vería mi madre. Una mirada como diciendo hijo pero qué
viejo te has puesto, mira esa cara, pero qué flaco que estás. Quise
eternizarme allí mismo, Manoli, detenerme en ese sentimiento
tan vivo de mamá. Y entonces, purificado y dócil y manso de
corazón como una criatura, pensé en ti. Pienso en ti. Para que ni
el fuego te espante ni el gorrioncillo que llevas en lo más profundo
de tu corazón te abandone. Para que comprendas el bullicio y el
clamor ahora apagado que irás –poco a poco– sintiendo
envolverte, hurgar directamente en tus pechos, abrirte con manos
delicadas pero seguras, hundirse en ti por la tan viva y pura gracia
de tu belleza. Sátiro como yo no vas a encontrar, ni brujo que te
unte como yo, ni poeta que te diga las blasfemias del más grande
amor nacido del desamparo, de la orfandad de ser peruano y
huérfano. Amador como yo no vas a encontrar ni amante como
tú yo tampoco. Aunque tarde compruebes que de verdad me
amas, y que debiste jugártelas por mí, y que la vida tan buena nos
dio una oportunidad y todavía otra y otra y otra.



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