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Poema Nike Cuando Vacila de Zbigniew Herbert



Nike más bella en el instante
en que vacila
la diestra bella como una orden
descansa en el aire
mas las alas vibran

ha pues divisado
a un joven solitario
sigue el largo surco
de un carro de combate
por un gris camino en un gris paraje
de rocas y ralos matojos de enebro

aquel joven morirá pronto
de hecho el platillo de la balanza con su destino
ya está cayendo violentamente
hacia la tierra

Nike desea
acercarse
y besarle la frente

mas teme
que él que aún no conoció
la dulzura de las caricias
al sentirla ahora
podría huir como los otros
hicieron durante la batalla
así que Nike vacila

y al final decide
quedarse en esa postura
que le enseñaron los escultores
avergonzada de aquel instante de ternura

sabe bien
que mañana al alba
encontrarán a ese muchacho
con el pecho abierto
los ojos cerrados
y el amargo óbolo de la patria
bajo su lengua entumecida
(1956)

De «Informe desde la ciudad sitiada y otros poemas» (Editorial Hiperión, 1993)
Versión de Xaverio Ballester



Poema Lluvia de Zbigniew Herbert



Cuando mi hermano mayor
volvió de la guerra
portaba en su frente una estrellita de plata
y bajo la estrellita
un abismo

un fragmento de granada
lo alcanzó en Verdún
0 quizá en Grunwald¹
(no recordaba los detalles)

hablaba sin cesar
en muchas lenguas
pero la que más le gustaba
era la lengua de la historia

hasta perder el aliento
alzaba del suelo a sus camaradas caídos
Roland Feliksiak Aníbal

gritaba
que era la última cruzada
que pronto Cartago caería
y después entre sollozos reconocía
que él a Napoleón no le caía bien

mirábamos
cómo palidecía
los sentidos le abandonaban
lentamente se iba convirtiendo en un monumento

en el pabellón musical de sus oídos
apareció un bosque de piedra

y la piel de su cara
quedó abrochada
a los dos ciegos y secos
botones de sus ojos

le quedó sólo
el tacto

y qué historias
contaba con sus manos
en la derecha tenía novelas
en la izquierda memorias de un soldado

se llevaron a mi hermano
y lo trasladaron fuera de la ciudad

ahora vuelve cada otoño
delgado y callado
no quiere entrar en casa
golpea en el cristal para que salga

paseamos por las calles
y él me cuenta
historias fabulosas
tocando mi rostro
con los ciegos dedos del llanto

1957

¹En la batalla de Grunwald (la ?álgiris lituana, la Tannenberg germánica)
el 10 de Julio de 1410 el ejército polaco-lituano infringió la definitiva
derrota a los caballeros teutónicos.

De «Informe desde la ciudad sitiada y otros poemas» (Editorial Hiperión, 1993)
Versión de Xaverio Ballester



Poema La Piedra de Zbigniew Herbert



La piedra es la criatura
perfecta

igual a sí misma
vigilante de sus fronteras

exactamente repleta
de pétreo sentido

con un aroma que a nada recuerda
a nadie espanta no despierta codicia

su ardor y frío
son justos y están llenos de dignidad

siento su duro reproche
cuando la apreso en mi mano
y su noble cuerpo
absorbe el falso calor

-Las piedras no se dejan domesticar
hasta el final nos mirarán
con su mirada tranquila clarísima

1961

Versión de Xaverio Ballester



Poema Estereoscopio de Zbigniew Herbert



Unagran barrica parda en la que van vertiendo el azul de París, la plata arábiga,
el verdor inglés. Añaden además una pulgarada del rosa de la India
y lo remueven todo con un gran cucharón. El espeso líquido exuda por las hendiduras,
y el gentío, que se apiñó junto a la barrica como moscas, lame voraz gota tras gota.
Pero, ay, por poco tiempo. La campana del tranvía, irónico transatlántico, convoca ya
a los soñadores.

Versión de Xaverio Ballester



Poema El Monstruo De Don Cógito de Zbigniew Herbert



1
Dichoso San Jorge
desde su cabalgadura
podía ponderar con precisión
la fuerza y movimientos del dragón

el principio básico de la estrategia
es la exacta valoración del enemigo

Don Cógito
se halla en peor posición

se sienta en la baja
silla de un valle
cubierto de una espesa niebla

en la niebla no hay forma de percibir
los relampagueantes ojos
las voraces garras
las fauces

en la niebla
sólo se ve
el destello de la nada

el monstruo de Don Cógito
carece de dimensiones

es difícil describirlo
escapa a las definiciones

es como una enorme depresión
extendida sobre el país

no se deja atravesar
por una pluma
por un argumento
por una lanza

si no fuese por su peso sofocante
y la muerte que produce
uno creería que es una alucinación
una enfermedad de la imaginación

pero existe
con certeza existe

como monóxido de carbono llena herméticamente
casas templos bazares

envenena los pozos
destruye la construcción del pensamiento
cubre el pan de hongos

la prueba de la existencia del monstruo
son sus víctimas

es una prueba indirecta
pero suficiente

2
gente sensata dice
que es posible convivir
con el monstruo

sólo hay que evitar
repentinos movimientos
repentinos discursos

en caso de amenaza
adoptar la forma
de una piedra o de una hoja

hacer caso a la sabia Naturaleza
que aconseja mimetismo

no respirar profundamente
pretender que no existimos

A Don Cógito sin embargo
no le agrada vivir como un farsante

querría luchar
con el monstruo
en tierra firme

sale pues al amanecer
hacia somnolientos suburbios
previsoramente equipado
con un largo objeto punzante

va llamando al monstruo
por las calles vacías

insulta al monstruo
provoca al monstruo

como arrogante duelista
de un ejército inexistente

grita-
sal despreciable cobarde

en la niebla
sólo se ve
el enorme hocico de la nada

Don Cógito quiere entablar
una batalla desigual

debería tener lugar
posiblemente pronto

antes de que sobrevenga
un sucumbir por inercia
una vulgar muerte innoble
un estrangulamiento por informidad

(1984)

Versión de Xaverio Ballester



Poema El Fin De Una Dinastía de Zbigniew Herbert



Toda la familia real vivía entonces en una habitación. Tras las ventanas había un muro,
y junto al muro, un basurero. Allí las ratas se comían a los gatos a mordiscos.
Pero eso no se podía ver. Las ventanas estaban pintadas con cal.
Cuando entraron los verdugos, se encontraron con la escena cotidiana.
Su Alteza perfeccionaba los reglamentos del regimiento de la Transfiguración del Señor¹, el ocultista Philippe intentaba mediante sugestión tranquilizar los nervios de la Reina, el Heredero dormía hecho un ovillo en un sillón, y las Grandes (y flacas) Duquesitas cantaban piadosos salmos y zurcían su guardarropía.
El lacayo sin embargo permanecía inmóvil junto a la pared, intentando confundirse con el empapelado.

(1961)

¹El Regimiento de la Transfiguración del Señor era el nombre de un
cuerpo militar especial que constituía la guardia personal y fidelísima del zar.

Versión de Xaverio Ballester



Poema El De Ciencias Naturales de Zbigniew Herbert



No puedo recordar
su rostro
estaba de pie frente a mí en lo alto
al final de sus largas piernas separadas
veía
su cadenita de oro
su gris levita
y su flaco cuello
al que estaba prendida
una inerte corbata

fue el primero que nos enseñó
el anca de una rana muerta
que pinchada con un alfiler
violentamente se contrae

él nos introdujo
a través de un microscopio dorado
en la vida íntima
de nuestro bisabuelo
el paramecio

trajo un oscuro grano
y dijo: cornezuelo

instigado por él
en el décimo año de mi vida
fui padre
cuando tras una tensa espera

de una castaña sumergida en el agua
apareció un brote amarillo
y todo estalló en canto
alrededor

en el segundo año de la guerra
mataron al de ciencias
los malandrines de historia

si es que fue al cielo-

quizá camine ahora
sobre largos rayos
vestidos con grises medias
con una enorme red
y una caja verde
alegremente bamboleándose a su espalda

pero si no se fue allá arriba-

cuando en el sendero del bosque
encuentro un escarabajo encaramándose
a una pelotilla de arena
me acerco
me cuadro
y digo:
-buenos días señor profesor
permítame ayudarle

lo transporto delicadamente
y me quedo mirando un rato
hasta que desaparece
en la obscura sala de profesores
al final del corredor de hojas

1957

De «Informe desde la ciudad sitiada y otros poemas» (Editorial Hiperión, 1993)
Versión de Xaverio Ballester



Poema El Alma De Don Cógito de Zbigniew Herbert



Antiguamente
lo sabemos por la historia
salía del cuerpo
cuando el corazón se detenía

con el último hálito
se alejaba en silencio
hacia prados azules

el alma de Don Cógito
se comporta de otra manera

en vida abandona el cuerpo
sin una palabra de despedida

durante meses años se alberga
en otros continentes
allende las fronteras de Don Cógito

difícil es hacerse con su dirección
no da señales de vida
evita todo contacto
no escribe cartas

nadie sabe cuándo volverá
quizá partió para siempre

Don Cógito se esfuerza en dominar
el vil sentimiento de los celos

piensa bien de su alma
piensa en su alma con cariño

seguro que debe habitar
también en otros cuerpos

hay relativamente pocas almas
para toda la humanidad

Don Cógito acepta su destino
no le queda otra salida

incuso se apresta a decir
«mi alma mía»

piensa en su alma con ternura
piensa en su alma con cariño

por eso cuando aparece
inesperadamente
no la saluda diciendo
-volviste qué bien

sólo la mira de reojo
cuando se sienta frente al espejo
y sus cabellos cepilla
enredados y grises

(1984)

Versión de Xaverio Ballester



Poema Dos Gotas de Zbigniew Herbert



Los bosques ardían-
y ellos
en sus cuellos enredaban los brazos
como ramos de rosas

la gente corría a los refugios
él decía que su esposa tenía cabellos
en los que uno podía esconderse

cubiertos con una sola manta
musitaban impúdicas palabras
la letanía de los amantes

Si la cosa se ponía fea
saltaban en los ojos del otro
y los cerraban con fuerza

con tanta fuerza que no sintieron el fuego
que alcanzaba sus pestañas

hasta el final fueron audaces
hasta el final fueron fieles
hasta el final fueron parecidos
como dos gotas
detenidas al borde de la cara

(1956)

De «Informe desde la ciudad sitiada y otros poemas» (Editorial Hiperión, 1993)
Versión de Xaverio Ballester



Poema Don Cógito Lee El Periódico de Zbigniew Herbert



En primera página
la noticia de la matanza de 120 soldados

la guerra ya duraba mucho
uno puede acostumbrarse

justo al lado información
de un crimen espectacular
con el retrato del asesino

la mirada de Don Cógito
salta indiferente
la hecatombe de los soldados
para sumergirse con deleite
en la descripción del espanto cotidiano

un agricultor de unos treinta años
en una depresión nerviosa
mató a su mujer
y a sus dos pequeñuelos

con precisión se describen
la ejecución del crimen
la posición de los cuerpos
y otros detalles

a los 120 caídos
inútil es buscar en un mapa
la excesiva lejanía
los oculta como una jungla

no estimulan la imaginación
son demasiados
la cifra cero al final
los transforma en una abstracción

un tema para meditar:
la aritmética de la compasión

1974

De «Informe desde la ciudad sitiada y otros poemas» (Editorial Hiperión, 1993)
Versión de Xaverio Ballester



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