poemas vida obra z

Poema Zapatos de Charles Bukowski



cuando eres joven
un par
de zapatos
femeninos
de tacón alto
inmóviles
solitarios
en el ropero
pueden encender
tus huesos;
cuando estás viejo
son sólo
un par de zapatos
sin
nadie
en ellos
y
también.

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Zebech de José María Álvarez



Tus pensamientos passiuos
Deuen ser contenplatiuos
Pedro de Veragoe

Ese
relamerse, esos labios
brillantes de saliva, ese mohín
entre infantil y disoluto,
esos ojos burlones que cruzan como un rayo
el universo de plástico del aeropuerto…

Su amiga, sin embargo,
aún siendo hermosa, acaso más hermosa, no
excita.

Y es que no es la belleza la que irradia
ese misterio que te hechiza,
esa lumbre de júbilo,
ese pájaro con las alas en llamas.

No es la belleza de esos ojos, sino su forma de mirar;
el desmadejamiento de esas piernas,
esa lengüecita incandescente,
esa lividez canalla bajo sus ojos,
cómo mueve el pelo,
cómo lo sabe.

Eso
que los Dioses conceden
sólo a muy pocas,
y a veces sólo por poco tiempo.
Esa dicha a la que no puede
tocar
el Destino.



Poema Zarocan de José María Álvarez



Es muy propio de nuestra naturaleza ir muy lejos en
la perfección
Lawrence de Arabia

No tengo ninguna objeción grosera que oponer a la
circunnavegación del globo con fines de Arte, de
estudio y de benevolencia
Ralph Waldo Emerson

Quien ha contemplado la Belleza
Deja su suerte en manos de la muerte
August von Platten-Hellermünde

Noche legendaria
Ópalo de los Ángeles
Noche de plata en llamas
Ah esa hora
Cuando sacudes, con la mirada turbia
Tu pelo sobre tus hombros
Desnudos

Y el deseo roza con sus labios
El cristal de tu copa Ah esos labios
Canallas, húmedos
De divinos licores



Poema Zapatillas Negras: Bellotti de Ezra Pound



En la mesa de más allá,
tras haberse quitado las zapatillas de ante,
con los pies enfundados en medias blancas
y cuidadosamente posados sobre una servilleta,
ella conversa:

«Connaissez-vous Ostende?».

La gorjeante dama italiana en la otra punta del restaurante
replica con cierta altivez,
pero yo espero pacientemente
a ver cómo Celestine vuelve a ponerse las zapatillas.
Se las pone con un gemido.

Versión de Javier Calvo



Poema Zita de Rémy De Gourmont



Ojos dulces bajo la cofia,
pasos quedos y diligentes,
zuecos humilde,
corazón oloroso a pan de trigo
en el alba,
Zita cuyo oratorio era una cocina,
y que tenía por cocineros vestidos de blanco
a los ángeles del cielo;
Zita, amable reina en su reino humeante;
Zita: buen corazón, buen fuego, buena sopa,
albergue tibio y limpio;
Zita de manos rojas florecidas
de menta y de tomillo.
Santa Zita:
pon la mesa en donde se sienta el Amor.

Versión de Eduardo Carranza



Poema Zona De Varada de Rosa Romojaro



El color del cansancio es gris y tiene
la textura del plomo. Pesa el día
como el ancla en la arena. La atonía
hace indócil la mano cuando viene

sin matices la noche y se desea
estar ante otro mar, en otra playa.
Con la mirada fija tras la raya
fugaz del horizonte, es la marea

la que trae los ecos de esa vida
que se dejó morir en el olvido:
de nada vale ya, no se ha pedido
otra cosa al destino que la huida,

y ésta está aquí, envuelta en el celaje
opaco de la bruma:ciego viaje.



Poema Zurita de Raúl Zurita



Como en un sueño, cuando todo estaba perdido
Zurita me dijo que iba a amainar
porque en lo más profundo de la noche
había visto una estrella. Entonces
acurrucado contra el fondo de tablas del bote
me pareció que la luz nuevamente
iluminaba mis apagados ojos.
Eso bastó. Sentí que el sopor me invadía:



Poema Zarpamos Al Amanecer de Pureza Canelo



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Poema Zjdfotjbjko de Otoniel Guevara



Amar es coincidir

Bajar del autobús y que la lluvia
salude con tu aroma

Buscar medicamentos
y encontrar el botiquín
repleto con tus versos
Tomar un verso, un beso.

Eso acaricia

Y sana

El desamor es no dar chance a la quietud

Es no coincidir
en que el amor es tan sólo
un sueño



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