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Poema San Juan Bautista de Marilina Rebora



A bautizarse acuden las gentes al Jordán.
Preguntaban algunos: ?¿Y qué haremos nosotros?
?Quien tiene dos vestidos, respondíales Juan,
dé uno al que no tenga. Y preguntaban otros

(esta vez publicanos): ?Y nosotros ¿qué haremos?
?No exigir más, decíales, de lo que está ordenado.
?Y a nosotros, Maestro, dinos cómo obraremos?
en nombre de los suyos, le requería un soldado.

?No hagáis nunca extorsiones, contentaos con el sueldo.
Yo os bautizo con agua; mas Otro ha de venir,
que ya está entre vosotros aunque no Lo hayáis visto,
que con fuego bautiza. El usará del bieldo
para limpiar la era de acuerdo a lo previsto:
el trigo irá al granero, la paja a consumir.

Lucas 3, 10-14, 16,17.
Mateo 3, 11.
Juan 1, 26.



Poema San Goar de Marilina Rebora



Preséntase San Goar y suspende la capa
en un rayo de sol, al suponerlo un «palo»,
pues que no advierte cómo desde un cristal escapa,
satisfecho, después de encontrar tal regalo.

Del haz de luz ?entonces? el atavío cuelga,
frente al mirar atónito de todo circunstante
que conviene en silencio, ya que la duda huelga
al ver aquel prodigio que tiene por delante.

San Goar nada ve: obediente se inclina
ante el Obispo trémulo que se ha quedado mudo
y para quien el Santo la información termina.
Luego ?y mientras testigos lanzan voces a coro?
de la percha de luz, toma, con un saludo,
la capa que lo envuelve en un halo de oro.



Poema Quiero Pintar La Luna de Marilina Rebora



Madre, ¿puedo pintar la luna de escarlata?
¿O con vestido rosa, orlado de violeta?
¡Pues, noche a noche, sale insulsa y timorata,
sin nada de color que la avive, coqueta!

¿Por qué será la luna, siempre luna de plata,
camafeo de hielo, el pálido planeta,
la doncella de nieve a la que se retrata
en blanco, si pintor, o argento, si poeta?

Quisiera iluminarla con cálido amaranto,
encendidos reflejos carmín o solferino,
inventarla morena, con luminoso manto,

y no alba y exangüe, con veste de platino.
¡Quiero pintar la luna de tono colorado,
en creciente o menguante, de cara y de costado!



Poema Quién Volviese A Tener… de Marilina Rebora



¡Quién volviese a tener, para que nos cubriera,
una madre ?de noche, los párpados febriles?,
quién un rozar de labios en la frente sintiera
despejando el fantasma de temores pueriles!

¡Quién tuviese, otra vez, sobre la cabecera
un rostro de ternura ?en pálidos marfiles?
y quién bajo una mano que al fin nos bendijera
sintiese disipar las penas infantiles!

Habría que tornar a la distante infancia
a los antiguos días de los alegres años,
esos tiempos de ayer en los que la fragancia
era toda de miel, bálsamo y ambrosía,
en los cuales la cura de los mayores daños
se lograba con sólo tu beso, madre mía!



Poema Primer Grado de Marilina Rebora



Colegio del Estado. Primer Grado Inferior.
Niñitas y varones con delantales blancos.
Las niñas con su moño, en mariposa o flor.
Los niños, ya se sabe, desbordando los bancos.

La Señorita Elisa, al frente de la clase,
con su dulce mirada, redondas las mejillas:
?El que se porte mal, solía decir, que pase.
Y era la penitencia, sentarlo en sus rodillas.

Entre vivos recuerdos, evoco un compañero
mayor y pelirrojo, que me enseñaba el puño
al salir a la calle, con gesto de camorra;
y que, al verme en la plaza, se acercaba ligero,
me tomaba la mano con loco refunfuño,
lanzando alegremente a los aires la gorra.



Poema Porque Si Tú No Velas, Vendré Como Ladrón… de Marilina Rebora



Porque si tú no velas, vendré como ladrón;
he de llegar a ti sin que sepas la hora.
Estate alerta, pues; vigila cada acción,
y lo que has recibido y escuchado, memora.

Aunque nombre de vivo posees, estás muerto;
perfectas, ante Dios, no he encontrado tus obras.
Consolídalas pronto o han de morir por cierto,
si es que no te arrepientes y de otro modo obras.

Yo soy El de las siete estrellas a su diestra;
El que en los siete Espíritus de Dios, único, arde.
Vestirá el que venciere de blancas vestiduras.
Del libro de la vida, su nombre ?santa muestra?
jamás he de borrar, lo diré en las alturas.
Vendré como ladrón: igual, temprano o tarde.
Vendré como ladrón, de improviso o a oscuras.



Poema Pinturas De Dios de Marilina Rebora



Para evitar que el hombre en el mundo se hastíe,
cada día el Señor, atento, lo celebra,
y a fin de que el paisaje se embellezca y varíe,
desparrama colores y arcos iris enhebra.

Que son de Dios pinturas ?en las que Dios sonríe?:
las manchas del leopardo, las rayas de la cebra,
en el tigre bordados, por que en rey se atavíe,
y escamas de esmeralda dedica a la culebra.

Tanto que a las vaquitas ?esas de San Antonio?
adornó con lunares como puntos en íes,
blancos sobre las negras, negros en carmesíes.
Su lápiz, Su pincel, siempre en ágil diseño,
hasta en las cosas fútiles dejan el testimonio:
todo lo glorifica. Para El nada hay pequeño.



Poema Paz Interior de Marilina Rebora



Detrás de mis paredes, feliz a mi manera,
extraigo del azul la esencia de mi verso
y escribo entre las nubes ?¡añorante quimera!?,
con las letras del alma, un vocablo disperso.

Ignorando el tropel que redobla en la acera,
extraña a la vorágine que rige el universo,
no turba mi interior el bullicio de afuera
y así conmigo misma, escribiendo, converso.

Pero en el corazón no puede haber engaño,
como dentro del alma no cabe la mentira?
que en solitaria paz nos vemos al desnudo,
sin vanidad ni orgullo, ajenos al cruel daño
de la simulación que hipócrita conspira?
y entonces a los cielos, para inspirarme, acudo.



Poema No Me Llames Poeta… de Marilina Rebora



No me llames poeta ?un nombre con laurel?
porque mi voz apenas para cantar acierta;
acaso suavizada por amorosa miel,
tal vez unos acentos armoniosos concierta.

Puede sí que me escurra por el alto dintel
hacia regiones mágicas tras mi azulada puerta,
o que salve los mares en barco de papel
para poblar de trinos la comarca desierta.

Mi voz no fuera el tono para belleza tanta
ni tienen mis adentros un germen de tal genio,
el prodigio se opera por la fe simplemente,
lo mismo que madura la minúscula planta
a los rayos del sol, milagroso convenio
de la abeja y la flor, del ave con la fuente.



Poema No Le Hables De La Muerte… de Marilina Rebora



No le hables de la muerte, háblale de las flores,
de la aurora dorada y el ocaso de fuego,
del azul del océano y el arco de colores,
de los ríos de plata y el astro sin sosiego.

Cuéntale del amante los dichosos amores,
del reír de los niños eternamente en juego,
del canto del poeta y de los trovadores,
del que con fe suplica y hace escuchar su ruego.

Es criatura de amor: infúndele confianza,
que es menester salvarla de la melancolía,
guardarle para sí, indemne, la esperanza,
sin que sepa de angustias, dolor ni sufrimiento.
Sostenla, porque en su alma haya siempre alegría,
al cielo la mirada, el espíritu al viento.



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